Había una vez un sastre humilde que se ganaba la vida con reparaciones y costuras simples. Un día, un hombre rico se enteró de su existencia y le encargó un traje importante. El sastre trabajó diligentemente y entregó el traje a tiempo, impresionando al hombre rico con su talento.
La noticia del sastre se corrió rápidamente, y pronto se convirtió en un nombre reconocido en su rubro. Un ministro del gobierno se enteró de su fama y lo llamó a su finca para que confeccionara un traje especial con una tela muy valiosa, importada especialmente del extranjero.
"He adquirido esta tela por un precio muy alto", le dijo el ministro al sastre. "Espero que confecciones con ella un traje muy especial."
"Soy un especialista en mi materia", respondió el sastre con confianza. "No tiene de qué preocuparse."
El sastre volvió a su casa y trabajó diligentemente en el traje. Finalmente, lo terminó y se lo llevó al ministro.
El ministro se midió el traje y su rostro se puso rojo de rabia. "¡Qué traje horrible!", exclamó.
Los guardias que oyeron esto agarraron al sastre y lo arrojaron fuera del palacio, sin olvidar arrojarle el traje que había cosido para su amo.
El sastre regresó a su hogar completamente destruido. Su esposa le dijo: "El único consejo que te puedo dar es que vayas del Rab, del Tzadik."
Aceptó la sugerencia de su esposa y fue a ver al Rebe[en ciertas fuentes está citado Reb Elimelej de Lizensk] El sastre le contó al Rebe toda la historia y sus sentimientos antes y después.
El Rab le sugirió un consejo simple: "Ve a tu casa, descose toda la prenda por completo, y vuelve a coserla de inmediato. Lleva la prenda renovada al ministro y pídele que se la vuelva a probar."
El sastre intentó preguntarle una explicación, pero el Rebe le dijo: "No lo pienses dos veces, no tienes nada que perder de todos modos."
El sastre regresó a su casa, deshizo el traje y lo cosió de nuevo. Con el nuevo producto, regresó a la finca del ministro. Para su sorpresa, el ministro aceptó volver a medirse el traje, y para su asombro, el entusiasmo del ministro fue enorme.
"¡Este traje es perfecto!", exclamó el ministro. "¡Gente! ¡Mis felicitaciones al sastre!"
El sastre estaba confundido. "Pero... es exactamente el mismo traje...", pensó para sí.
No pudo evitar regresar a ver a su Rebe para preguntarle qué había detrás de su consejo aparentemente extraño.
"¿Qué pasó?!", preguntó el sastre.
El Rab sonrió. "No fue difícil de entender tu historia", dijo. "La primera vez que cosiste el traje del ministro, lo hiciste con orgullo y pensando en el honor y el dinero que recibirías. El orgullo no cae bien a los ojos de la gente, y por lo tanto, el traje tampoco halló gracia a los ojos del ministro."
"Entiendo...", dijo el sastre.
"Estaba convencido de que si lo cosías de nuevo, la misma prenda, esta vez con esta humildad y modestia, con לב נשבר, hallaría gracia a todo quien lo viese", continuó el Rab. "Y así fue."
El sastre se dio cuenta de la sabiduría de este Tzadik y se sintió agradecido por la lección que había aprendido.
*
La parashá de esta semana comienza con las palabras "Vaikrá el Moshe", donde la letra Alef de la palabra Vaikrá aparece en la Torá como una letra pequeña. Según nuestros Sabios, esto nos enseña la humildad de Moshe, quien a pesar de sus grandes virtudes, se mantuvo humilde.
En contraste, en el libro de Dibrei Haiamim (último libro del Tanaj, la letra Alef del nombre de Adam aparece grande, destacando sus virtudes como creación directa de Di-s. Sin embargo, esto también nos recuerda que el orgullo y la autosuficiencia pueden llevar al pecado, como sucedió con Adam y el árbol del conocimiento.
La Torá nos enseña que las letras deben tener un tamaño medio, ni muy grandes ni muy pequeñas. Esto nos recuerda que debemos conocer nuestras virtudes, pero no enorgullecernos de ellas. Moshe, el profeta más grande y humilde de la tierra, nos enseña que la humildad es fundamental.
Cuando reconocemos que nuestras cualidades y habilidades son un regalo de Hashem para cumplir con nuestro propósito, podemos comportarnos con humildad y merecer el afecto de Hashem. Como se relata en el comienzo de la Parashá, "Vaikrá el Moshe", Hashem llama a Moshe con afecto, destacando su humildad y dedicación.
Fuente: Rab Nejemia Vilhelm. Mamtak Leshabat
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