Eduardo Elsztain tenía $15 millones para invertir en la Bolsa. La respuesta que recibió del Rebe cambió el curso de sus negocios.
Por Dovid Zaklikowski para COLlive y Hasidic Archives.
A fines de la década de 1980, Eduardo Elsztain, presidente de la importante empresa de inversión argentina IRSA, se encontraba parado en una larga fila en la cuadra de la Sede Central Lubavitch - 770 Eastern Parkway. Era un domingo y el Rebe estaba repartiendo billetes de dólares (para que sean dados a Tzedaká) y bendiciones para los que esperaban.
"No entiendo por qué estoy aquí", pensaba para sí el Sr. Elsztain. “Me costó 15 dólares el taxi para llegar desde Manhattan y otros 15 dólares para regresar. ¿Todo esto para sólo un dólar?"
Junto a él estaba el rabino Tzvi Grunblatt, director de las instituciones de Jabad en Buenos Aires. El Sr. Elsztain sabía que tenía que encontrarse con el Rebe, aunque sólo lo esté haciendo por pedido de su rabino.
Había oído hablar del Rebe por primera vez en 1984 cuando viajó a la Unión Soviética en un viaje de negocios. El rabino Grunblatt le había pedido que aprovechara la oportunidad para contrabandear artículos judaicos como parte de los esfuerzos clandestinos del Rebe para apoyar la vida judía allí.
El señor Elsztain había aceptado. Recibió provisiones aptas para Pesaj para ser entregadas en una localidad alejada de Moscú e instrucciones específicas sobre cómo llegar allí sin ser detectado: debía llamar a un número determinado desde un teléfono público y decir que mandaba "saludos del Abuelo". Tenía luego que caminar, no tomar un taxi, a un determinado cruce de donde sería recogido.
Todo transcurrió sin problemas, y llegó al hogar de una familia judía con niños pequeños. Se sintió conmovido a pensar cómo el Rebe, muy lejos en Nueva York, ese preocupaba por satisfacer las necesidades de esta familia; esta misma reflexión inspiró a la familia también.
De regreso en Nueva York, el primer encuentro del Sr. Elsztain con el Rebe fue breve. El Rebe le dio un dólar, y luego otro, para que se lo dé a otra persona que lo ponga en Tzedaká.
"Cuando me fui, me quedé pensando, ¿qué pasó en estos veinte segundos?", dijo el Sr. Elsztain. "No me veía como uno de los seguidores del Rebe. Él no me conocía. Sin embargo, me encomendó una misión, ayudar a otra persona que él tampoco conoce [dándole el dólar para caridad], conseguir que otra persona que él no conoce realice una buena acción."
En 1990, el Sr. Elsztain estaba en Brooklyn estudiando judaísmo por las mañanas y viajando a Manhattan por las tardes para encontrar inversores para su compañía. El multimillonario George Soros reconoció su genio y le dio $10 millones para que los invierta en la Bolsa, el mercado de valores en Argentina.
Luego, en marzo de 1991, el Sr. Elsztain se encontró frente al Rebe para otra breve reunión. Soros y otros le habían dado otros $15 millones para invertir, y le estaba preguntando al Rebe si debía invertirlo en la Bolsa.
"No me agrada el hecho de invertir dinero en la Bolsa (el mercado de valores)", le dijo el Rebe. "El mercado de valores no deja a la persona con tranquilidad... Te perturba y no te deja dormir tranquilo."
El Rebe le aconsejó, en vez, que transfiriera el dinero lentamente de las acciones a otras inversiones. "No es seguro. Es mejor si inviertes en algo que sea seguro ", dijo el Rebe. "Invertir en otra empresa/negocio será bueno para ti."
A partir de entonces, IRSA comenzó a centrar todas sus inversiones en bienes raíces y agricultura.
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