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miércoles, 25 de julio de 2018

Maise: Bendiciones de largo alcance


Por Rab Shabsi Alpern


Crecí en un hogar Jabadnik, nuestra familia ha sido de Jabad por generaciones, y, por supuesto, estábamos muy conectados con el Rebe. No sucedía nada en nuestra familia que el Rebe no lo supiera ya que era como un padre para nosotros.

Poco tiempo después de que el Rebe asuma el liderazgo de Jabad en 1951, tenía que quitarme las amígdalas. Por supuesto, se le consultó al Rebe  y él pidió que le informemos inmediatamente después de la operación. Recuerdo claramente a mi madre, que era una mujer bastante valiente, corriendo en pleno calor del día desde el consultorio del médico a 770 Eastern Parkway para contarle al Rebe que todo había salido bien.

Después de recibir la ordenación rabínica de la Yeshiva de Jabad en Nueva York en 1960, me comprometí para casarme con mi primera esposa, Esther, de bendita memoria. En aquel momento, si una joven pareja se comprometía a salir como emisarios del Rebe, él oficiaba la boda. Planeábamos convertirnos en emisarios del Rebe, y esperábamos que viniera a oficiar las bendiciones bajo nuestra Jupa.

Pero cuando fuimos a ver al Rebe dos semanas antes del evento, nos dijo: "Habrá un cambio respecto a [mi modo de conducirme con respecto a] oficiar bodas."

Por supuesto, capté la insinuación: "cambio" significaba que dejaría de hacerlo. Al escuchar esto, no sé de dónde obtuve el coraje para protestar: "¡Pero vamos a ser emisarios del Rebe!"

Él me respondió: "Tzuden darf ij shtein unter de shteinguen tzu bentchen? - ¿Debo estar bajo los polos de la Jupá para poder bendecir?" En otras palabras, el Rebe estaba diciendo que nos bendeciría como pareja incluso sin estar físicamente presentes en nuestra boda. Y eso fue lo que pasó.

Llegamos a Brasil en julio de 1961, trabajando durante los primeros dos años en Río de Janeiro, y luego, bajo la directiva del Rebe, en San Paulo, donde me convertí en el director de la escuela judía.

En todo este tiempo, mi esposa no quedó embarazada. Fuimos al especialista principal que la examinó y me examinó, y llegó a la conclusión de que no podríamos tener hijos. Cuando recibimos este veredicto, decidimos que mi esposa tenía que ir a Nueva York a ver al Rebe. Conseguir el dinero para el viaje no fue nada fácil, ya que, en aquel entonces, ganaba doscientos cincuenta dólares mensuales. Pero logramos reunir suficiente dinero para su boleto.

Cuando se encontró con el Rebe, leyó el pronóstico del médico, pero no hizo ningún comentario al respecto. En cambio, le dijo a mi esposa: "Quiero que hables con mujeres judías en estas cuatro ciudades: Worchester, Boston, Springfield y Providence".

Mi esposa siguió las instrucciones del Rebe. Viajó a las cuatro ciudades que nombró y dio charlas a mujeres allí. Después de regresar a casa, quedó embarazada. Gracias a Di-s ahora tenemos cuatro hijos, lo cual no puedo evitar asociar con las cuatro ciudades que el Rebe le pidió que visitara para inspirar a las mujeres judías de allí.

Trabajando en Brasil, siempre sentimos el poder de las bendiciones del Rebe y la sabiduría de su consejo. Por ejemplo, en la escuela que dirigía, los padres de una de las clases insistían en que la clase de Talmud se impartiera en Idish.

Estos niños tenían ocho años, y todo lo que sabían era portugués, el idioma de Brasil. Tener que estudiar Talmud era bastante difícil, pero hacerlo en Idish era pedir demasiado. Se estaban rebelando y le pregunté al Rebe qué hacer. Él respondió: "Enseñe en cualquier idioma que les permita estudiar mejor y aprender más".

Siguiendo su directiva, cambié el sistema para enseñar el Talmud en portugués y, como resultado, el chico más difícil de la escuela se convirtió en el mejor estudiante. Él no fue el único; otros también fueron influenciados positivamente. Emulando lo bien que el Rebe se relacionaba con los niños, hice todo lo posible para asegurarme de que los niños me vieran como su hermano mayor. Todos los días estaba en la puerta cuando comenzaba la escuela, y recibía a cada uno de los cuatrocientos estudiantes con una sonrisa.

Después de aproximadamente diez años de concentrarme en la educación judía, abrí también un Beit Jabad en S. Paulo. El Rebe me dio una bendición para esto y, como resultado de su bendición, los donantes aparecieron y pudimos construir. Esto sucedió en 1973.

El Beit Jabad estaba abierto a todo público, lo que significaba que los no judíos también venían de vez en cuando. En una ocasión, se me acercó una pareja después de mi clase (Shiur) semanal. Dijeron que tenían una hija llamada Angela, que tenía tumores en la cabeza y necesitaba una bendición para recuperarse. Le dije que se la pediría al Rebe y enviamos una carta a Nueva York.

Después de aproximadamente un mes, me informaron que su hija había experimentado una remisión espontánea total. Supuse que esto se debía a la bendición del Rebe, pero no se lo notifiqué al Rebe, suponiendo que tenía muchas otras cosas en mente.

No fue sino recién después de cinco meses que me di cuenta de mi error. Estaba visitando Nueva York y, cuando entré en la central de Jabad en el décimo día de mi viaje, fui recibido allí con una pequeña hoja de papel con una escritura del Rebe en hebreo: "¿Qué está pasando con la niña? ¿Cómo está progresando?"

El Rebe quería saber qué le pasó a la gente por la cual rezó. A él le importaba, pero yo había olvidado informarle que sus bendiciones y oraciones habían dado fruto; ¡que ella se había recuperado!

Por supuesto, entregué un informe completo, con mis disculpas por mi negligencia. Cuando regresé a Brasil, le informé a la madre de Ángela que el Rebe había preguntado por ella. Ella estaba emocionada y dijo: "¡Me es asombroso que el Rebe haya preguntado por mi hija exactamente el mismo día de su 12° cumpleaños!"

Hay una posdata de esta historia. Siete años después, estaba procurando alquilar un espacio para nuestra organización juvenil judía. Cuando toco al timbre de la casa del propietario, Ángela me recibe, ahora una mujer joven y sana, que comenzó a gritar: "Madre, madre, mira quién está aquí". Sus padres eran los dueños de esa propiedad e insistieron en bajarnos un cincuenta por ciento del alquiler.

Pero esa no es la razón por la que estoy contando esta historia. He aquí [la razón] por qué te cuento la historia: Mucha gente me pregunta: "Antes del fallecimiento del Rebe, ¿por qué no nos dijo qué iba a ser del pueblo judío? [qué iba a pasar]"

Siempre respondo: "Si el Rebe pensó en Angela, una niña brasilera no judía, durante cinco meses, puedes estar seguro de que pensó en Am Israel. Así que no te preocupes: todavía piensa en nosotros en todo momento y nos cuida muy bien."


El Rabino Shabsi Alpern ha estado sirviendo como un emisario de Jabad en Brasil durante los últimos cincuenta años. Fue entrevistado en noviembre de 2010 para MY STORY, JEM (aquí el vínculo para la versión original en PDF).

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