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miércoles, 18 de julio de 2018

La Brajá se hizo realidad

Un joven asistió a un farbrenguen en 770 con la esperanza de ser bendecido con un niño. Él ahora tiene una novedad para transmitirnos.

Por COLLive

Una de las noches de Jol Hamoed Sucot 5778 (2017), un joven llamado Shia Eisenberg entró a una Sucá en la cuadra de la sede mundial de Lubavitch en 770 Eastern Parkway en Crown Heights.

Se sentó y se unió al farbrengen jasídico que se desarrollaba allí a lo largo de largos bancos y mesas. Decenas de jasidim y bojrim presentes escuchando palabras de Torá e inspiración del rabino Mendel Gurevitch, un Mashpia en Kfar Jabad.

Eisenberg, que es un jasid pero no un Lubavitcher, contó entonces que recientemente había escrito una carta al Rebe pidiendo ser bendecido con hijos. Al colocarla en Igrot Kodesh, vio allí una instrucción del Rebe de asistir a un farbrenguen y pedir una bendición de los participantes.*

Los participantes en el farbrenguen inmediatamente comenzaron a bendecir a Eisenberg que él y su esposa puedan tener hijos. Los Kohanim presentes incluso se levantaron, pusieron sus manos sobre su cabeza y recitaron Birkat Kohanim.

La semana pasada, exactamente 9 meses después de ese farbrenguen, Eisenberg envió un correo electrónico a uno de los participantes: "Baruj Hashem, me nació una hija, Mazal Tov!".

Agregó allí: "Si es posible, por favor hacerles notificar a los amigos que participaron en aquel Farbrenguen de Jol Hamoed Sukot con el Birkat Kohanim. Muchas gracias".




*) Dicha instrucción va en concordancia con el conocido adagio jasídico: "Lo que un farbrenguen jasídico puede lograr, ni siquiera el Malaj Mijoel puede lograrlo". De hecho, la tradición jasídica contiene muchas historias de personas que recibieron su salvación al participar en un farbrenguen y siendo allí bendecidas.

Este poder surge de la idea de que cuando Hashem, considerado nuestro padre, ve que Sus hijos están sentados juntos en unidad y amor, entonces se conmueve con un deseo de cumplir todas sus peticiones, incluso aquellas a los que no serían dignos por medios naturales, tal como actúa el ángel Mijael, el ángel defensor del pueblo judío.




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