Durante las últimas semanas, en varios farbrenguens se contaron varias historias sobre el Rebe, y elegí esta tal como la escuché de un viejo alumno, un amigo (muy cercano) de la persona a que le sucedió, a quien llamaremos Isroel. Siendo que Isroel le informó a su amigo que la gente de su ciudad natal no conoce la historia (ya que nunca les contó lo que estaba pensando durante ese período de tiempo), debo omitir ciertos detalles para proteger su privacidad.
Isroel cuenta: "Fue hace nueve años (en Tishrei, 5769/2008) cuando un miembro de la comunidad de Jabad me saludó y se ofreció ayudarme a cumplir cierta mitzvá. Me conmovió su preocupación por otro judío y su calidez y comprensión, y en poco tiempo me convertí en un asistente regular del Shul de Jabad.Mientras que cada vez que comenzaba a cumplir otra mitzvá, me sentía maravilloso, sin embargo, no puedo decir que me fue fácil. En aquel momento yo ya estaba casado y tenía algunos hijos, sin embargo, mi esposa y mis hijos no se me unieron a mí en esta experiencia edificante.
Mi esposa respetaba mis deseos y no me pedía que la llevara de shopping en Shabat, pero ella no lo observaba. Ella sabía que yo quería una comida especial y me preparaba la comida, pero no podía entender por qué no comía la comida recién cocinada que ella preparaba especialmente para mí en el día de Shabat. Solo me comía las cosas frías de ayer.
Nuestros chicos continuaron jugando con sus amigos y vecinos del barrio, y no aceptaron el cambio de que ciertos alimentos ya no puedan ser consumidos.
Para decirlo suavemente, aunque todavía era respetado como el jefe de la casa y como un proveedor decente, mi familia y conocidos pensaron que simplemente estaba perdido.
Durante siete años, me fui volviendo más fuerte en mi observancia; me estaba poniendo los tefilin todos los días (laborales), estudiando algunos pensamientos de la Torá casi todos los días. Sin embargo, a mis amigos de toda la vida les preocupaba que me estaba yendo más allá.
Luego, hace dos años, estaba atravesando una situación difícil y le recé silenciosamente a Hashem; "Sabes con lo que estoy aguantando, pero he seguido cumpliendo Tus Mitzvot. Por favor muéstrame una señal de que aprecias mis sacrificios. Es tan difícil cuando uno está solo, sin el apoyo de sus seres queridos. Por favor, dame una señal que estás conmigo y me estás apoyando."
Sin embargo, quedé decepcionado. Ninguna señal de Arriba y luego comenzaron a surgir las dudas. ¿Quizás mi familia y mis amigos estén en lo cierto? Tal vez estoy llevando todo esto demasiado lejos? Tal vez ser amable y respetuoso con los demás es suficiente? ¿Por qué tienes que ser diferente?
Llegué a un punto en el que me dije: están en lo cierto. Voy a parar esto. Volveré a mi antiguo modo de vida. Sin contárselo a nadie, ni siquiera a mi querida esposa, tomé la decisión: me metí en mi auto para ir al exclusivo restaurante que no había frecuentado en los últimos siete años.
En ese momento el Rabino de Jabad me llama por teléfono. Ahora debo aclarar, esta es la primera vez que me llama en todos esos siete años. No es que él no fuera cálido conmigo. Por el contrario, era extremadamente comprensivo y me hablaba a menudo en el Shul o cuando me encontraba en alguna actividad. Pero tal vez él no quería estresar a mi familia, por lo que no había llamadas cuando estaba en casa.
Mi primer pensamiento fue: ¿no es esta la señal de arriba que estaba buscando, y debería detenerme ya mismo de esta locura? Pero cuando terminó la conversación, me dije: 'no, simplemente sucedió que llamó para ver si conocía a alguien, etc.', y comencé a conducir.
Diez minutos más tarde, uno de los hombres que solía asistir a los rezos en el Shul de Jabad me llamó. Una vez más, tuve la pregunta, ¿será esta la señal por la que oré? pero al final de la conversación, lo descarté.
Luego, cuando entré en el estacionamiento del restaurante, recibí una llamada más. Esta vez era de la persona que me dio la inspiración inicial para acercarme a los caminos de la Torá y Mitzvot. Él originó y creó la conexión que tengo con el Rebe; pero cuando la conversación terminó, salí de mi automóvil, entré al restaurante y pedí un delicioso bistec.
Como todos saben, lleva algo de tiempo preparar semejante plato (un bife, etc), así que pedí una ensalada que estaría lista en cinco minutos y comencé a beber del vaso de agua.
Un minuto después, un joven entra corriendo al restaurante y, al verme, me preguntó: "¿Eres judío?". No estaba usando mi kipa, y no sabía por qué, entre todas las personas que estaban sentadas allí, me preguntó justo a mi, pero al escuchar el sonido frenético en su voz, respondí "Sí".
Luego dijo: 'hay un señor anciano en la esquina de la cuadra, tirado en la vereda y hablando (gritando) en un idioma extraño. Creo que dice algo en el idioma de los judíos. Por favor, ¡ayude a ese hombre!"
Inmediatamente me levanté, ya que mi bistec no estaría listo durante unos veinte minutos de todos modos y lo seguí hasta el señor anciano. El hombre estaba en lo cierto, el anciano estaba hablando en hebreo y diciendo que su pie se había lastimado.
Le pregunté si podía ayudarlo, si él vive cerca y él contestó que se tropezó y necesita ayuda para caminar hasta su auto a una cuadra de distancia. Lo ayudé a levantarse, vimos que no estaba fracturado y ayudé a este anciano a llegar y subir a su auto.
Cuando se sentó en su automóvil, se volvió hacia mí y preguntó: "¿Eres un Lubavitcher?"
Mi mente estaba sumida en la confusión, ¿qué se supone que debía decir, cuando estoy a punto de comer ese bistec no kasher?! Pero respondí, "Sí".
El hombre dijo: "Realmente no puedo expresar cuán agradecido estoy con usted, por lo que ha hecho por mí en este momento. Me gustaría mostrarle mi agradecimiento, pero no sé cómo un hombre de pocos medios como yo, puede darle algo significativo. Sin embargo, dado que eres un Lubavitcher, tengo algo especial para ti.
Hace muchos años hice un viaje a Nueva York. Mis amigos me convencieron de que el domingo vaya a lo del Gran Rabbi y recibir su bendición. El Rebe me bendijo y me dio un dólar. Llevé ese dólar en mi billetera durante todos estos años. Se que ud., como seguidor del Rebe lo apreciará. Así que por favor acéptelo como mi expresión de agradecimiento."
Yisroel concluyó su narración y dijo: "Te imaginas... en ese momento fui a mi automóvil y me senté allí por unos minutos. Estaba abrumado por las emociones. Me di cuenta de que Hashem me envió tres mensajes, pero los ignoré. Así que Hashem me envió un mensaje directamente del propio Rebe, no tenía ahora ninguna duda al respecto: mis sacrificios son apreciados, y mi observancia desde entonces es mucho más fuerte."
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