Cuando el Rebe abordó en pleno Farbrenguen el concepto del fútbol. Cómo afrontar como padres el interés y la inclinación de su hijo por la pelota y el fútbol. Y una poderosa lección para la vida en general que podemos tomar de este juego. De un Farbrenguen Parshat Shmini 5740 (1980).
Gentileza de R' Tubia Server, Jabad La Plata
[...] Cuando un niño estudió Torá y quiere salir afuera a jugar a la pelota, y sale efectivamente a
jugar a la pelota, no es el camino (adecuado) golpearlo hasta que no quiera ir a jugar a la pelota.
Sino que el camino es, como dice el Rambam (que es el “Guía para los perplejos”) que
debemos “educar al niño de acuerdo a su camino”, y debe ser “la derecha que acerca”, efectivamente
con fuerza, pero “la derecha acerca”, y como explica el Rambam, que se le da al niño nueces y
dinero, etc. para que estudie mejor Torá.
Lo mismo con jugar a la pelota: dado que el niño quiere, por naturaleza, jugar a la pelota,
debemos explicarle e influenciarlo de manera que su jugar a la pelota sea “en aras del cielo”.
Y la explicación de lo que le decimos al niño es que para que pueda más tarde estudiar Torá
mejor, debe haber actividad física.
Por eso no se niega el asunto de jugar a la pelota, sino que debe explicarse cómo eso mismo
debe ser “en aras del cielo”, porque así como el médico dijo que por motivos de salud física se debe
tener actividad física, por eso lo hacemos.
Y a los padres les explicamos que esto es como una píldora, que, cuando alguien lo necesita,
no se la negamos, sino que se la damos. Y junto a eso le decimos que esto no es para una persona
sana.
Lo mismo al respecto del jugar a la pelota del niño:
La intención es efectivamente que el niño se siente y estudie,
La recreación contribuye a su salud que le dará, al final, una mayor capacidad para estudiar
Torá. Jugar a la pelota es como tomar una píldora. Cuando alguien está enfermo, debe tomar
píldoras para recuperar su salud. ¿Tomar una píldora es bueno? En este contexto, si. De la misma
forma: ¿Jugar al fútbol es bueno? Dado que contribuye al estudio de Torá, si. El propósito de la vida
de un niño judío es estudiar Torá y cumplir Mitzvot. Jugar a la pelota también puede contribuir a
este objetivo.
Más aún, el juego mismo contiene una enseñanza. Cuando un judío juega a la pelota con un
no judío, el niño no judío busca su victoria personal. Por el otro lado, el niño judío busca la victoria
del judaísmo. Viste sus Tzitzit, come Kosher y reza antes de jugar a la pelota. Esto lo hace jugar
mejor. Si gana, le agradece a Di-s por su victoria.
Esta lección puede ayudar al niño a influenciar a sus padres. Ellos también están enfrentados
a la competencia, por ejemplo, en el negocio. Un adulto puede pensar que mejor que seguir el
patrón prescrito de “de la sinagoga a la casa de estudios y luego al negocio” sería más rentable ir
directo al negocio y minimizar el tiempo de estudio y rezo. El niño le puede enseñar: “En mi esfera
limitada – antes del Bar Mitzvá – se que las plegarias y las Mitzvot me van a llevar más cerca de la
victoria. Si dejo afuera una línea en la plegaria, o si, en medio de la plegaria, pienso sobre una
pelota, no voy a tener éxito. Así como mi éxito depende de la Torá y la plegaria, de la misma
manera el tuyo”.
Ya que la pelota está siendo mencionada en un Farbrenguen, probablemente hay aquellos
que están comenzando a susurrar entre ellos: ¿cómo puede uno hablar de fútbol en en Farbrenguen?
Y particularmente en Shabat, cuando está “prohibido jugar a la pelota”.
Podemos aprender una lección de la pelota. El Talmud Ierushalmi (Avoda Zara 3:1 y
comentarios) nos dice que un águila llevó a Alejandro el Grande a los cielos. Desde ahí el mundo le
pareció como una pelota. Similarmente el Zohar comenta “el mundo entero gira en círculos como
una pelota”.
En el fútbol el objetivo del juego es hacer entrar la pelota al arco. Similarmente, la
pelota, es decir, el mundo, fue dado a cada judío con la misma intención. La Mishná dice “cada
individuo está obligado a decir 'El mundo fue creado para mi'”. El mundo es dado a cada individuo
con el propósito de hacerlo pasar por “el Portón del Rey”. Hay muchos obstáculos y dificultades
que deben ser superadas. En el fútbol, los miembros del equipo opositor intentan prevenir que le
marquen un gol. Más aún, ellos intentan poner la pelota en el arco “el Portón del Guehinóm”.
Todos tenemos desafíos similares en la vida: estos desafíos despiertan en nosotros el atributo de
victoria, una cualidad que activa la esencia del alma. En el fútbol, la presencia el equipo opositor
genera que uno corra y salte no en forma de progresión lenta, paso a paso. Además, el juego es
ganado a través del esfuerzo de los pies, simbolismo de la acción, más que la cabeza. Por supuesto
el juego debe ser jugado con pensamiento. Sin embargo, el aspecto más importante es la acción.
Similarmente, hay paralelos a este concepto.
Estas ideas no están orientadas a alejar a una persona de sus estudios y hacerlo salir a jugar a
la pelota. Eso sería ridículo. Sin embargo, ya que hay chicos que, aún que no entienden completamente
lo preciado de la Torá y desean jugar a la pelota, deberían poder hacerlo “en aras del cielo”. A través
de “educar al niño de acuerdo a su camino”, es decir, tomando algo como el fútbol, que él disfruta,
y mostrándole que puede hacerlo “en aras del cielo”, aseguramos que “aún cuando envejezca, no se
apartará de él”.
(Más aún, aún aquellos que no han jugado al fútbol “en aras del cielo” pueden, como
muchos en el pasado lo han hecho, volverse estudiantes temerosos de Di-s y hasta jasidím. Esto se
logra a través del servicio de Teshuvá). Explicándole al niño las lecciones que pueden extraer de
jugar a la pelota, él va a entender que el propósito de jugar el juego y el propósito de su vida entera
es progresar en el servicio de Torá y Mitzvot.
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