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lunes, 21 de abril de 2025

La fuerza de un Nigun

El Jazn y Baal Tfilá Reb Mordejai Ziguelbaum cuenta:

Un cierto Shabat me encontraba en Las Vegas, invitado para oficiar en la inauguración de un nuevo Shul. Después de Minjá, todos nos dirigimos a una de las tantas salas del imponente edificio para compartir la Seudá Shlishit, y me uní al grupo. En un momento, el Sheliaj se acercó discretamente y me preguntó si podía honrar a los presentes cantando alguna melodía para cerrar el Shabat. Acepté con gusto y comencé a entonar el famoso “Nigun Poltava”, una melodía de Jabad.

Al terminar, sentí cómo la música me había calado hasta los huesos, y sin pensarlo demasiado, entoné otro nigún cuyo nombre desconozco, pero que siempre me ha tocado profundamente.

Mientras cantaba, noté que el rostro de uno de los presentes había cambiado. Parecía hipnotizado, completamente absorto, mirándome fijamente durante largo rato. Cuando terminé, el hombre estaba visiblemente emocionado. En cuanto se hizo silencio, se volvió hacia el rabino y le preguntó:  

—¿Puedo compartir una historia?  

—Por supuesto, con mucho gusto —respondió el Sheliaj, el rabino Shanovitz.

El hombre, un miembro habitual de la comunidad, comenzó:  

—Como algunos saben, no estuve aquí el último Pésaj. Fui con mi familia a pasar el Jag en Los Ángeles, donde nos hospedamos con el rabino Cunin, el principal Sheliaj del Rebe en California. Durante los días del Jag, nos contó varias historias fascinantes, pero hubo una en particular que me marcó profundamente.

El rabino Cunin relató:  
—A comienzos de los años 70, siendo un joven emisario del Rebe, solía viajar por distintas universidades del país para dar charlas y clases. Eran los tiempos de los hippies, la contracultura, la rebelión, las drogas y el rock. En los campus abundaban los estudiantes que desafiaban toda autoridad y tradición.

Una vez, llegué a la Universidad Brandeis, en Massachusetts, para dar una serie de charlas que durarían varios días. Como era común, aparecieron los típicos provocadores, con preguntas incómodas y el claro objetivo de ponerme en aprietos. Uno de ellos, en especial, se destacaba por su insistencia. Se declaraba ateo convencido, negaba toda espiritualidad y aseguraba que no existía un Creador. A pesar de mis esfuerzos por dialogar con él, su actitud era claramente hostil.

Tras varios días de intensos debates, se me ocurrió un enfoque distinto. En la siguiente sesión, decidí enseñarles un Nigun de Jabad. Empecé a cantarlo, y luego lo repetí una vez más, y otra. Poco a poco, algunos comenzaron a acompañarme. Observé que el joven ateo estaba quieto, escuchando con atención.

Al terminar, se acercó con la voz entrecortada:  
—Rabino, me destruiste con esa música. No puedo creer lo que está ocurriendo.

—¿Qué pasó? —le pregunté, intrigado.  

—Te contaré una historia —dijo.

—Crecí en una granja aislada en Iowa, en medio de vastos campos. Éramos judíos, pero sin ninguna práctica religiosa. Con nosotros vivía mi abuelo, un judío devoto que había emigrado desde Rusia. Comía kasher, cocinaba lo suyo aparte, y aunque no hablábamos mucho, yo lo quería.

—Una mañana, antes de ir a la escuela, me llamó y me sentó en su regazo:  
“Quiero enseñarte algo”, me dijo. “Una melodía muy antigua. Recuérdala, querido nieto, algún día te va a servir.”  

La cantó varias veces mientras yo escuchaba con atención.  

Esa misma tarde, al volver a casa, mi abuelo había fallecido repentinamente de un infarto.

—Intenté recordar la melodía, pero no pude. La tenía en la punta de la lengua, pero siempre se me escapaba. Con los años, dejé atrás todo vínculo con la fe y la tradición. Y hoy, aquí, cuando cantaste ese nigún... ¡esa es la melodía que mi abuelo me enseñó! Volvió a mí después de tantos años.

El rabino Cunin concluyó:  
—Desde ese momento, el muchacho dejó de interrumpirme. Se volvió mucho más receptivo y participativo en las clases.

Volviendo a Las Vegas, el hombre que contaba esta historia miró a su alrededor, conmovido:  

—Desde aquel Pésaj he intentado, sin éxito, recordar la melodía. Y ahora, cuando la cantaste, volvió a mí.

Se hizo un profundo silencio. Entonces, sin que nadie lo sugiriera, todos comenzamos a cantar juntos esa melodía, una vez más.

PARA ESCUCHAR ESTE NIGUN:

Fuente: col.org.il
©JasidiNews 


Zman Plitateinu!

Había una vez un judío que había alquilado una posada al poretz local, pero no lograba reunir el dinero para pagar la exorbitante renta (qué sorpresa, ¿no?). Le pidió al poretz una prórroga de un año, y aunque a regañadientes, el poretz accedió. Pero el año pasó volando, y la situación no había mejorado: seguía sin poder pagar.

Ya temiendo por su integridad física —y la de sus muebles—, él y su esposa empacaron todo, subieron a los chicos a la carreta y salieron huyendo en plena noche, bien al estilo “operación escape”.

Pero justo al salir del pueblo, se encontraron de frente con el poretz, que regresaba de un viaje.🤦‍♂️

 “¡Moshkeh! ¿A dónde va usted con toda su familia y esa carreta cargada, y a estas horas?”, preguntó, sorprendido.

“Ah, estimado poretz", respondió Moshke con rapidez, "se acerca una festividad judía, y vamos a celebrarla con la familia”.

“¿Una festividad? —replicó el poretz, confundido—. ¡Yo pensaba que conocía todas sus fiestas! ¿Cuál es esta?”

“Esta se llama חַג פְּלִיטָתֵנוּ "Jag Pletateinu" ["la festividad de nuestra huida”].

El poretz frunció el ceño. “¡Pues más vale que regreses pronto con el dinero que me debes!”

A la mañana siguiente, intrigado, el poretz notó que en el shtetl todo transcurría con total normalidad. Llamó a un judío y le preguntó: “¿Por qué no están preparando la festividad que empieza ahora?”

“El honorable poretz debe estar confundido”, respondió el hombre. “No hay ninguna festividad en el calendario”.

“¡Pero anoche Moshkeh me dijo que se iba a celebrar Jag Plitateinu!”, exclamó el poretz.

“Ah, claro, esa festividad —asintió el judío con una sonrisa—. Esa sí la celebramos… pero cada familia elige cuándo es su momento apropiado”.

*

Pésaj es Zman Jeirutenu, el tiempo de nuestra libertad, para todo el pueblo judío. Pero cada uno de nosotros tiene su propio "Mitzraim", sus limitaciones y desafíos personales. Por eso, la verdadera libertad se experimenta de forma única en cada alma y en cada etapa de la vida.

A medida que crecemos y cambiamos, también lo hacen nuestras luchas. Y es precisamente ahí donde la Torá —eterna y viva— nos guía, ofreciéndonos nuevas capas de sentido y redención. Porque la libertad no es un evento, es un viaje constante, y cada quien tiene su propio Jag Plitateinu.

Pesaj Casher Vesameaj!

La consulta halájica que recibió el Beis Halevi (4 copas de leche?) y un mensaje muy actual

Era la víspera de Pésaj, y las calles estaban llenas de movimiento. Las familias corrían de un lado a otro, limpiando sus casas, comprando Matzot, y preparando cada detalle para el Séder.

En medio de ese bullicio, un hombre humilde se acercó a la casa del gran Rav Yosef Dov Soloveitchik, el Beis Halevi. Con pasos vacilantes y una voz baja, le preguntó:

—Rebe, una pregunta halájica. Quería saber si se puede cumplir la Mitzvá de las cuatro copas del Séder con leche en lugar de vino.

El Rav lo miró con atención. En vez de responder de inmediato —como quizás se esperaba para una pregunta tan sencilla—, frunció el ceño, como si meditara algo muy profundo.

—Mmm... Es una buena pregunta —dijo finalmente el Rav—. Tendré que examinar algunos libros y analizar bien la Halajá. Por favor, déjeme su nombre y dirección, y en cuanto tenga una respuesta, lo buscaré.

El hombre asintió, agradeció al Rav y se fue.

Uno de los alumnos del Rav, que había presenciado toda la escena, no pudo contener su sorpresa.

—Rebe... con todo respeto, ¡esa es una pregunta muy simple! Todos sabemos que no se acostumbra usar leche para las cuatro copas, pero tampoco es una gran cuestión halájica... ¿Por qué le dijo que tenía que estudiar sobre eso?

El Beis Halevi le sonrió, se puso su abrigo y se dirigió a la puerta.

—No era una pregunta de Halajá lo que escuché —dijo con voz suave—. Era un grito silencioso de necesidad. Si ese hombre está preguntando si puede usar leche en el Séder, eso significa que ni siquiera tiene dinero para vino. Y si piensa usar leche, entonces tampoco tendrá carne para la comida [porque no se puede mezclar carne con leche en la mesa del Seder].

—¿Y a dónde va ahora, Rebe? —preguntó el alumno, aún más intrigado.

A buscar la respuesta —dijo el Rav con una sonrisa—. En el mercado. Para comprarle vino, carne y todo lo que necesita para su Séder.

Así el Rav fue personalmente a ayudar a ese hombre, sin humillarlo, sin que siquiera tuviera que pedir Tzedaká. Porque a veces, el corazón del sabio entiende lo que la boca no puede decir.

*
Al margen del mensaje que deja esta historia, contiene además una importante enseñanza para la época (y los avances) que estamos viviendo

En tiempos como los nuestros, donde las respuestas están a un clic de distancia y donde la IA (Inteligencia Artificial) puede responder a casi cualquier pregunta en segundos, esta historia nos recuerda algo fundamental:

Un rabino de carne y hueso, con un corazón sensible y una mente atenta, no solo escucha las palabras que se dicen — también percibe lo que no se dice. Entiende el dolor detrás de la pregunta, la necesidad oculta entre líneas, la situación humana que ninguna inteligencia artificial puede captar del todo.
La inteligencia artificial puede dar una respuesta correcta, pero el Rab puede dar una respuesta con alma. Puede ofrecer compasión, apoyo, una sonrisa... o incluso salir corriendo al mercado para resolver un problema que no fue formulado en palabras.

Por eso, aunque vivamos en un mundo moderno, nunca debemos reemplazar el valor del contacto humano, de un líder que conoce a su gente, que siente con ellos, y que entiende que a veces, la verdadera respuesta no está en un libro, sino en el corazón.

La lección que aprendió el sastre

Había una vez un sastre humilde que se ganaba la vida con reparaciones y costuras simples. Un día, un hombre rico se enteró de su existencia y le encargó un traje importante. El sastre trabajó diligentemente y entregó el traje a tiempo, impresionando al hombre rico con su talento.

La noticia del sastre se corrió rápidamente, y pronto se convirtió en un nombre reconocido en su rubro. Un ministro del gobierno se enteró de su fama y lo llamó a su finca para que confeccionara un traje especial con una tela muy valiosa, importada especialmente del extranjero.

"He adquirido esta tela por un precio muy alto", le dijo el ministro al sastre. "Espero que confecciones con ella un traje muy especial."

"Soy un especialista en mi materia", respondió el sastre con confianza. "No tiene de qué preocuparse."

El sastre volvió a su casa y trabajó diligentemente en el traje. Finalmente, lo terminó y se lo llevó al ministro.

El ministro se midió el traje y su rostro se puso rojo de rabia. "¡Qué traje horrible!", exclamó.

Los guardias que oyeron esto agarraron al sastre y lo arrojaron fuera del palacio, sin olvidar arrojarle el traje que había cosido para su amo.

El sastre regresó a su hogar completamente destruido. Su esposa le dijo: "El único consejo que te puedo dar es que vayas del Rab, del Tzadik."

Aceptó la sugerencia de su esposa y fue a ver al Rebe[en ciertas fuentes está citado Reb Elimelej de Lizensk] El sastre le contó al Rebe toda la historia y sus sentimientos antes y después.

El Rab le sugirió un consejo simple: "Ve a tu casa, descose toda la prenda por completo, y vuelve a coserla de inmediato. Lleva la prenda renovada al ministro y pídele que se la vuelva a probar."

El sastre intentó preguntarle una explicación, pero el Rebe le dijo: "No lo pienses dos veces, no tienes nada que perder de todos modos."

El sastre regresó a su casa, deshizo el traje y lo cosió de nuevo. Con el nuevo producto, regresó a la finca del ministro. Para su sorpresa, el ministro aceptó volver a medirse el traje, y para su asombro, el entusiasmo del ministro fue enorme.
"¡Este traje es perfecto!", exclamó el ministro. "¡Gente! ¡Mis felicitaciones al sastre!"

El sastre estaba confundido. "Pero... es exactamente el mismo traje...", pensó para sí.

No pudo evitar regresar a ver a su Rebe para preguntarle qué había detrás de su consejo aparentemente extraño.

"¿Qué pasó?!", preguntó el sastre.

El Rab sonrió. "No fue difícil de entender tu historia", dijo. "La primera vez que cosiste el traje del ministro, lo hiciste con orgullo y pensando en el honor y el dinero que recibirías. El orgullo no cae bien a los ojos de la gente, y por lo tanto, el traje tampoco halló gracia a los ojos del ministro."

"Entiendo...", dijo el sastre.

"Estaba convencido de que si lo cosías de nuevo, la misma prenda, esta vez con esta humildad y modestia, con לב נשבר, hallaría gracia a todo quien lo viese", continuó el Rab. "Y así fue."

El sastre se dio cuenta de la sabiduría de este Tzadik y se sintió agradecido por la lección que había aprendido.

*

La parashá de esta semana comienza con las palabras "Vaikrá el Moshe", donde la letra Alef de la palabra Vaikrá aparece en la Torá como una letra pequeña. Según nuestros Sabios, esto nos enseña la humildad de Moshe, quien a pesar de sus grandes virtudes, se mantuvo humilde.

En contraste, en el libro de Dibrei Haiamim (último libro del Tanaj, la letra Alef del nombre de Adam aparece grande, destacando sus virtudes como creación directa de Di-s. Sin embargo, esto también nos recuerda que el orgullo y la autosuficiencia pueden llevar al pecado, como sucedió con Adam y el árbol del conocimiento.

La Torá nos enseña que las letras deben tener un tamaño medio, ni muy grandes ni muy pequeñas. Esto nos recuerda que debemos conocer nuestras virtudes, pero no enorgullecernos de ellas. Moshe, el profeta más grande y humilde de la tierra, nos enseña que la humildad es fundamental.

Cuando reconocemos que nuestras cualidades y habilidades son un regalo de Hashem para cumplir con nuestro propósito, podemos comportarnos con humildad y merecer el afecto de Hashem. Como se relata en el comienzo de la Parashá, "Vaikrá el Moshe", Hashem llama a Moshe con afecto, destacando su humildad y dedicación.


Fuente: Rab Nejemia Vilhelm. Mamtak Leshabat

Carta del Rebe para todo Bnei Israel 5735 - Publicada en español para Pesaj 5785

Carta Rebe Pesaj 5785-2025 

Maamar en español publicado para Pesaj 5785 - Venaja Alav Ruaj Hashem 5725

Maamar Venaja Alav Ruaj Hashem 5725 

martes, 8 de abril de 2025

11 de Nisan - Maise de Rab Lipsker - Shlijut más allá de la lógica

El Rabino Sholom Ber Lipsker, Sheliaj del Rebe en Bal Harbour, (Florida, Miami) quien estableció magníficas y poderosas instituciones de la Torá, donde miles de yehudim se acercan a la luz de la Torá, cuenta la siguiente historia:

"En nuestra zona vivía un judío muy rico llamado Mordejai (Mel) Landau, que nos apoyaba mucho económicamente.

Un día del año 1974, recibo una llamada del jefe de secretarios del Rebe, el rabino Hodakov. Me preguntaba cómo estaba el señor Landau. Le dije que todo está bien con él y que lo veo a menudo. "¿Se pone Tefilín?" Preguntó el rabino Hodakov y yo respondí que ese era un tema que ya lo había conversado con él varias veces, pero él dijo que no creía en eso y se niega rotundamente a ponerse los Tefilín.

"En ese momento escuché en el teléfono la voz del Rebe: "Zol zen leign mit im Tfilin haint" [preocuparse que le coloquen los Tefilín hoy].

"Salté de la silla. Me puse de pie y estaba realmente temblando. La voz de Rebe... 

"De aquí en adelante, la conversación teléfonicacontinuó de la siguiente manera. El Rebe hablaba con el rabino Hodakov y le indicaba qué decirme, como si yo no hubiera escuchado las palabras, y el rabino Hodakov repetía las palabras y las explicaba con más detalle.

"El rabino Hodakov repitió y dijo que debía ponerle Tefilín, y yo le dije que ya había intentado varias veces influenciarlo para que se los pusiera, pero no está dispuesto de ninguna manera. Ahí el Rebe dijo: "Pravn noj amol, m'fort oifn Ohel" [Intentar una vez más, estamos yendo al Ohel]. Y el rabino Hodakov volvió a repetirlo: "Dile que el Rebe está yendo al Ohel, es un momento oportuno para ponerse los Tefilín."

"Toda esta conversación superaba mi capacidad de entendimiento. Una persona que hasta ahora no se había puesto un Tefilín porque no para él no tenía sentido, ¿se pondría los Tefilín porque le dijeron que el Rebe estará yendo al Ohel y por eso es un momento oportuno?! Ni siquiera conoce la palabra 'Ohel', por supuesto que no tiene idea de lo que significa ir al Ohel, y por qué sería este un momento oportuno...

El Rebe continuó diciendo: "Sheine Tfilín" [Tefilín bellos]. El rabino Hodakov volvió a repetir y explicar que debía llevarle Tefilín hermosos, pero yo le expliqué que no me era posible conseguir Tefilín nuevos y elegantes de un día para el otro. En aquel entonces, no había Tefilín Mehudarot disponibles en nuestra área, ya que la gente aquí no eran observantes y se contentaban con Tefilín más simples. Por lo tanto, tendría que traer Tefilín desde New York, lo que me llevaría unos dos días. A esto el Rebe dijo: "Eigene" [los suyos], y el rabino Hodakov repitió: "Tienes contigo tus propios Tefilín".

"Sheine Sheidlaj" [cajitas elegantes], el Rebe continuó diciendo, y el rabino Hodakov repitió: que las cajas del Tefilín se vean bien, y el Rebe terminó diciendo: "Modia Zain" [que informe luego], y el rabino Hodakov repitió las palabras: "Después de que le coloques Tefilín, notifica acerca de ello."

"Llamé inmediatamente al Sr. Landau, le pregunté cómo estaba y me invitó a ir a saludarlo y tomar algo a su casa.

"Corrí al negocio de Judaica local, dije que necesitaba cajas grandes de Tefilín, pero el vendedor dijo que no vende las cajas por separado, sino solo junto con los Tefilín. Pregunté por el precio de un par de Tefilín, el vendedor me dijo 60 dólares, le pagué y dejé esos Tefilín allí en el mostrados mientras me llevaba solo las cajas... Corrí a la casa de Landau, él estaba de buen humor y dijo que acababa de terminar un partido [juego de deporte] con un amigo.

Le dije: "Escucha, ¿Qué tal si te pones los Tefilín?". "Ya te lo dije, no estoy para eso", respondió, pero no me detuve: "Es un muy buen día para ponerse los Tefilín, el Rebe está viajando al Ohel a rezar en el Tzion (donde se encuentra enterrado) su suegro. "¿Qué es el Ohel?" me preguntó. "Un cementerio", respondí. "¿Y el Rebe va allí?", preguntó de nuevo. "Sí", dije, "y el Rebe desde allí genera y proyecta grandes milagros. El Rebe responde a quienes acuden a él y le piden bendición con las palabras: 'Lo mencionaré en el Tzion', y hoy es el día en que el Rebe va allí."

"Ok", dijo Landau, "vamos, pongamos entonces."

"Cuando salí de su casa, telefoneé inmediatamente a 770. Cuando me presenté, el secretario, el rabino Kvint, me dijo que estaba esperando mi llamada. Le informé que Mordejai se había puesto Tefilín. En ese momento, el Rebe ya estaba en el Tzion, acompañado por el rabino Krinsky. En el automóvil del rabino Krinsky había un dispositivo telefónico, que estaba destinado para cuando el Rebe se dirija al Ohel, a través del cual mantenía  conversaciones durante las horas que permanecía el Rebe en el Ohel, y a veces transmitía instrucciones y respuestas que recibía del Rebe allí mismo durante su permanencia en el Ohel, y también recibía solicitudes y mensajes que la gente pedía darle al Rebe encontrándose allí.

"El rabino Kvint llamó al rabino Krinsky y le transmitió mi mensaje, y luego el rabino Krinsky contó que entró al Ohel y le comunicó al Rebe la noticia de que Mordejai se había puesto Tefilín, en ese momento el rostro del Rebe expresó gran emoción y satisfacción.

"Debemos entender que nuestro intelecto es muy limitado. Cuando andamos con él, nuestras capacidades están limitadas. Nos preguntamos: ¿Cómo podemos llevar a cabo tal tarea? Es demasiado grande para nosotros. El hombre no está dispuesto a ponerse Tefilín, y no parece lógico que lo que lo convenza sea si escucha que el Rebe viaja al Tzion. Pero la verdad es que si el Rebe nos dijo que hagamos algo, ¡es señal de que tenemos el poder para hacerlo y lograrlo! No es nuestro poder. No son nuestras explicaciones acerca de la virtud de ponerse los tefilín las que convencerán a un judío de ponerse un Tefilín, sino el 'empuje y otorgamiento de fuerzas' que otorga el Rebe.

"Hubo muchos casos como este, en los que pensé que de ninguna manera podría llevar a cabo la tarea que se me había puesto sobre los hombros, pero dado que el Rebe me dijo que lo hiciera, fui en contra de mi propia lógica y se hicieron cosas que posiblemente no podría haber llevado a cabo con mis propias fuerzas.

"Debemos saber que se nos han dado poderes inusuales, pero debemos obedecer y no hacer sólo lo que entendemos y sentimos que somos capaces de hacer, y como explica el Frierdiker Rebe:
יַעֲזֹב רָשָׁע דַּרְכּוֹ וְאִישׁ אָוֶן מַחְשְׁבֹתָיו
 "Que el hombre malvado deje su camino y el hombre inicuo sus pensamientos" - así como el hombre malvado debe dejar sus malos caminos, también debe el 'אִישׁ אָוֶן' - el hombre de voluntad fuerte dejar sus pensamientos, "y no decir 'Ij zog azoi', 'Ij halt azoi' [yo digo, yo sostengo, yo opíno], porque todo "Ij" ["yo"] y ego es fuente de mal y causa separación de corazones.