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lunes, 24 de febrero de 2025

Yud Shvat - "כְּדַאי הוּא"

Maise especial en honor a Yud Shvat

Por Reb Y.Y. Bukiet


Mi padre, el Rab Jaim Meir Bukiet, Rosh Yeshiva de la Yeshiva United Lubavitcher en Brooklyn, comenzó a sentirse mal (y tener problemas de salud) poco después de que mi hermana mayor se mudara a California en el verano de 1968. Mi hermana y su esposo, el rabino Yerajmiel Stillman, se habían establecido en Los Ángeles para servir como Shlujim en la UCLA y apoyar espiritualmente a los jóvenes estudiantes judíos de la universidad.

Mi hermana sabía bien la naturaleza trabajadora de mi padre y cómo se sumergía completamente en sus responsabilidades sin descansar. Por eso, le insistió para que visitara California y se tomara un descanso por un tiempo. Quería que se alejara del ajetreo de Nueva York y se recuperara en un entorno más relajado.

Mi padre inicialmente rechazó la invitación de mi hermana, ya que el Rebe solía desaconsejar los viajes en ese momento debido a su alto costo. Además, mi padre tenía una excusa válida: con tres o cuatro niños pequeños en casa, el gasto de un viaje en avión era algo inviable.

Sin embargo, mi hermana no se rindió y siguió insistiendo hasta que mi padre finalmente accedió a consultar con el Rebe. "Lo que el Rebe diga, eso haré", prometió.

La respuesta del Rebe fue concisa pero significativa: "Kedai Hu" ("Vale la pena") y "Azkir Al HaTzion" ("Mencionaré el asunto junto a la tumba del Frierdiker Rebe"). Con la aprobación del Rebe, mi padre reservó boletos de tren para él, mi madre y mis hermanos menores en Amtrak.

Viajaron a través del país hasta la costa oeste durante tres días hasta que finalmente llegaron un jueves por la tarde. En cuanto a los planes para Shabat, mi hermana sugirió que vayan a la Tefilá en el Beit Jabad, pero que luego cenaran con ella en la casa.

“¡No, no!”, protestó mi padre. “El Rebe dijo ‘Kedai Hu’. Esa no es una respuesta normal. Hay una razón especial por la que estoy aquí. Voy a comer en el Beit Jabad…”

“Tate, vas a estar aquí cinco o seis semanas. Descansa un poco. Puedes ir la semana que viene o la otra semana, otro Shabat”, respondió ella. “¡De ninguna manera!”, proclamó mi padre, con firmeza.
Ese viernes por la noche, el Beit Jabad de la UCLA recibió a unos 80 o 90 estudiantes universitarios. Tenían mesas para los muchachos y mesas para las chicas. Ese viernes por la noche, mi cuñado, el rabino Stillman, organizó las mesas de manera que haya una mesa principal donde se sentaría mi padre, ya que él sería el estimado orador invitado.

Lo invitaron a sentarse en la mesa principal, pero él se negó rotundamente diciendo: “¡No me sentaré en la cabecera de ninguna manera! ¡Me sentaré entre los jóvenes!”. Luego caminó alrededor de las mesas y se sentó entre dos estudiantes universitarios.

Empezó a romperse los dientes hablándoles en su mezcla especial de "Idish-English". Para sorpresa de mi padre, uno de estos chicos comenzó a responderle en perfecto idish, algo completamente inesperado de un estudiante de la UCLA. Para su sorpresa aún mayor, después de que mi padre le dijera de dónde era, originalmente de Jmielnik, Polonia, el estudiante, emocionado, le dijo que su Bobe y Zeide provienen de la misma ciudad, de Jmielnik. Luego contó los recuerdos que su Zeide compartió con él de la ciudad, que incluían el Shul y los detalles de la plaza central de la ciudad, ante la total incredulidad de mi padre. Esa noche, mi padre habló con ellos durante unas cuantas horas.
Este estudiante más tarde le comentó que hay una comunidad Jmielnik en Los Ángeles y lo instó a hablar con sus miembros. En su mayoría, se lamentó el joven, están decepcionados con respecto al idishkait debido a sus traumas en el Holocausto. Mi padre, recordando las palabras orientadoras del Rebe, alentándolo a viajar con las palabras: “Kedai Hu”, “vale la pena”, lo relacionó enseguida con la sugerencia de hablar ante aquellas personas mayores de Jmielnik, e inmediatamente accedió ir a hablar con ellos. Tal vez esto era lo que el Rebe tenía en mente cuando dijo “Kedai Hu”, pensó.

Después de Shabat, el estudiante se contactó con un conocido del club y acordaron que él hablara el jueves siguiente por la noche, que coincidía con la reunión mensual de los integrantes. Cuando se corrió la voz entre ellos, estas personas mayores de la sociedad se emocionaron. Todos conocían a la familia de mi padre. Su abuelo era el Shoijet del pueblo y todos estaban emocionados de conocer a su nieto.

Ese jueves por la noche, cuando se dio el encuentro, él trató de abrir sus corazones y reavivar el fuego del Idishkait que se había apagado por las tragedias que experimentaron. Realmente pudo identificarse con ellos, además de ser del mismo pueblo, también pasó por el Holocausto y perdió a toda su familia. Estaban muy orgullosos de él, cómo uno de los suyos, un muchacho de su pueblo que lo había logrado. Se convirtió en Rosh Yeshiva y era un importante Rav.
Después de la noche conmovedora que compartieron juntos, alguien escribió sobre ello y lo puso en el periódico de la comunidad. Principalmente para aquellos que no pudieron asistir. Mencionaron que mi padre, el nieto del Shoijet, vino y habló con ellos, pero quien no lo haya visto todavía tenía la oportunidad de comunicarse con él, ya que estará por la zona durante las próximas semanas.

Como resultado, una señora que no había asistido a la reunión llamó y solicitó una reunión con mi padre diciendo que tenía algo muy importante para decirle. Él sintió fuertemente que algo extraordinario estaba por suceder, así que hizo que todos en la familia se vistieran con ropa de Shabat. Todos fueron al Beit Jabad con sus mejores ropas para encontrarse con esta mujer que tenía aquel importante mensaje.

Esta señora recordó cómo estaba en el mismo vagón de tren que los padres de mi padre en 1943, alrededor de la época de Sucot, mientras los llevaban a la fuerza a un campo de exterminio. Después de viajar durante unos días en este tren lleno, notó que a veces el tren disminuía la velocidad, en varias curvas. Ella le sugirió a mi abuela (la madre de mi padre) que en esos momentos en que el tren iba más lento, podían trepar por la ventana alta y saltar del tren. Entonces podrían correr hacia el bosque y escapar de la muerte segura a la que los estaba llevando el tren. Mi abuela dijo tristemente que no podía hacerlo. Ella ya era mayor y pensó que la caída la lastimaría severamente o algo peor. Pero animó a esta señora, que era muy joven en ese entonces, a saltar y la ayudó levantándola hasta la ventana cuando el tren disminuyó la velocidad nuevamente, salvándole así la vida. Antes de que saltara, mi abuela le pidió una cosa...

[Nota: Apenas estalló la guerra, mi padre regresó de la Yeshivá a su casa. Sus amigos de la Yeshivá le enviaban cartas diciendo que el Frierdiker Rebe les estaba diciendo que se fueran de Polonia, que escaparan. Sin embargo, sus padres se negaban a dejarlo ir, ya que era su único hijo. Lo llevaron a varios Rabanim para demostrarle que debía quedarse, ya que él seguía pidiendo irse. Finalmente, para la época de Purim, él simplemente se escapó y dejó a sus padres atrás. Sin embargo, nunca se lo perdonó. Después de llegar a Estados Unidos, durante meses, acudía a la agencia de Manhattan que anunciaba quincenalmente las listas de sobrevivientes, con la esperanza de que al menos uno de sus padres se salvara, lo que lamentablemente no ocurrió.]

“Por favor, hazme un favor. Si alguna vez te encuentras con mi hijo, dile que hizo lo correcto. No debe sentirse mal por habernos dejado atrás. Fue bueno escuchar al Rebe. Tendré un zeijer, un recuerdo y una continuidad.” Mi abuela le pidió, aceptando su destino y quedándose en el tren.


‘Kedai Hu’, ‘Vale la pena’.

Para mi padre valió la pena escuchar al Frierdiker Rebbe durante la guerra, eso le salvó la vida.

‘Kedai Hu’, ‘Vale la pena’.

Para mi padre valió la pena escuchar al Rebe en aquel entonces (1968/9), ya que le permitió cerrar un doloroso círculo personal.

“Kedai Hu”, “Vale la pena”.

Para todos nosotros, escuchar al Rebe sigue siendo relevante y valioso hoy en día. Vale la pena. Sus enseñanzas claras y orientadoras nos guían a través del Galut y nos preparan para la llegada de la Gueulá definitiva y concreta, que esperamos suceda muy pronto.



©JasidiNews 
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