Al acercarse [los 30 años de] Guimel Tamuz, surge el debate: añorar el pasado o celebrar el presente; a menudo una división que se da entre la generación mayor y la más joven. ¿Quién tiene razón?
Por el rabino Itzjok Naparstek – Fort Lauderdale, FL. Anash.org
El hecho que nos aproximamos a Guimel Tamuz, el Yom Hilula del Rebe, nuestro Nasí, nos inspira y conmueve, especialmente al cumplirse 30 años.
Cada año, este día significativo y auspicioso ofrece oportunidades únicas. Algunos años, el Yom Hilula puede haber evocado una sensación de anhelo, lo que llevó a uno a dedicar más tiempo a estudiar uno de los Maamarim del Rebe, mientras que en otra ocasión, el énfasis puede haber estado en la acción, como participar en los mivtzoim u organizar un evento para Guimel Tamuz. A veces, ponemos atención especial en llevar a cabo las costumbres establecidas por el Rebe para este día. De manera similar, mientras esperamos en la fila para visitar el Tzion, en algunos años afloran diversos recuerdos y reflexiones, mientras que en otros, la reproducción de los videos capta nuestra atención, haciendo de cada visita una experiencia distinta. Una constante de cada año es prestar atención a las palabras del Rebe en relación con el Yom Hilula del Rebe Rayatz, en paralelo al año presente.
Reflexionando sobre las palabras del Rebe durante el 30° Hilula del Rebe Rayatz, en cuyo momento (Yud Shvat y Shabat Parashat Itró 5740) el Rebe enfatizó la importancia de treinta años, una frase en particular llamó mi atención, sugiriendo un mensaje no solo para mí individualmente sino también para nosotros colectivamente cuando llegamos a los 30 años de Guimel Tamuz.
El Rebe explicó que en cada Yortzait, el Rebe asciende a un nivel espiritual superior (“Aliyat HaNeshamá”), y “todo el laborioso esfuerzo en el cual su alma ha trabajado y dedicado durante su vida” se revela en lo alto e irradia hacia abajo de manera manifiesta “efectuando salvaciones en medio de la tierra”. La palabra hebrea para “año”, “Shaná”, שָׁנָה, significa cambio y repetición, ya que anualmente tiene lugar un ciclo completo de cambios. Así, cada año se repite el ciclo anterior pero en etapas elevadas. A los treinta años, comienza un período nuevo y maravillosamente superior, que eleva aún más, y de forma desproporcional, a la Neshamá y su impacto en este mundo.
El Rebe hizo referencia al Pasuk en Yejezkel (1:1): "וַיְהִי בִּשְׁלֹשִׁים שָׁנָה" - “Y aconteció a los treinta años (del hallazgo del Sefer Torá en el reinado de Yoshiahu)” y la explicación del Tzemaj Tzedek al respecto (refiriéndose a las visiones divinas de la Carroza de Yejezkel):
"Treinta engloba “diez Luces internalizadas, diez Recipientes y diez Luces circundantes”, lo que ilustra profundos logros espirituales y que irradian hacia este mundo, afectando a su vez nuestros pensamientos, palabras y acciones."
A continuación, el Rebe desarrolló esta idea con palabras que nos son pertinentes, especialmente hoy en día (más que nunca).
El Talmud dice: “Así como entonces (durante la vida de Moshé Rabeinu) él estaba de pie y sirviendo, así también ahora (incluso miles de años después de su fallecimiento) está firme y sirviendo”. A pesar de que han pasado treinta años, y basándose en la enseñanza de nuestros Sabios de que “a los treinta uno alcanza la fuerza”, podría llevarnos a suponer que ahora podemos valernos por nosotros mismos. Sin embargo, no es éste el caso; dado que “un pastor de Israel nunca abandona a su rebaño”.
Nuestra conexión con el Rebe es tan fuerte como lo fue en el primer momento, el primer día después del Histalkus. Simplemente debemos aferrarnos a su “picaporte”, y especialmente a su puerta abierta: ir al Tziun, escribir Pidionot, pedirle que invoque misericordia en nuestro nombre y procurar Brajot (incluyendo una bendición que nos conceda los receptáculos adecuados con los cuales recibir las bendiciones).
El Rebe concluyó con un llamado a la acción:
En consecuencia, las alturas espirituales experimentadas por el Nasí en su Yortzait número 30° se reflejan en el servicio continuo de “su descendencia, que están vivos”, sus seguidores y discípulos. Los discípulos del Rebe, y los discípulos de estos (a su vez), incluyendo los futuros discípulos, deben intensificar con mayor vigor su dedicación a “todo el laborioso esfuerzo en el cual su alma ha trabajado y dedicado durante su vida”.
¿Cómo podría esta aplicación que traduce el Rebe de la referencia del Tzemaj Tzedek a las “diez luces internalizadas, diez recipientes y diez luces circundantes” manifestarse en nuestros próximos logros de difundir el Idishkait y los manantiales de Jasidut? ¿Cómo puede esta información mejorar y enriquecer nuestra conexión con el Rebe, dado que “él vive” y está más presente “incluso en este mundo”?
Nuestro compromiso con las actividades del Rebe es doble. En primer lugar, debemos estudiar y difundir la Torá y las directivas del Rebe, preservando sus obras y su servicio divino a lo largo de su vida, compartiendo recuerdos, historias y llevando a cabo Farbrenguens, etc. Esto incluye defender el marco del Rebe para con los jasidim y salvaguardar sus instituciones. Esto puede corresponder a las “diez luces internalizadas” (de arriba hacia abajo). En segundo lugar, debemos traducir y comunicar las enseñanzas del Rebe a audiencias más amplias, innovando e implementando sus directivas. Esto implica lanzar nuevos proyectos y expandir instituciones de acuerdo con el espíritu, las enseñanzas y la guía del Rebe. Esto puede corresponder a los “diez recipientes” (de abajo hacia arriba).
Estos componentes se alinean con la explicación del Rebe (Likutei Sijot vol. 15, p. 433-434) de las dos formas de servicio divino representadas por Menashe y Efraim, los dos hijos de Yosef nacidos en Mitzraim antes de la llegada de Yaakov. Yosef llamó a su primogénito Menashe "porque Di-s me ha hecho olvidar -'Nashani'- todas mis dificultades y el hogar de mi padre". Esto enfatiza su determinación de recordar y mantener una conexión con “la casa de mi padre” y no verse afectado por la atmósfera extranjera del exilio egipcio. Su segundo hijo, Efraim, recibió su nombre "porque Di-s me ha hecho fructífero -'Pri' (fruto)- en la tierra de mi sufrimiento". Esto expresa gratitud por el crecimiento espiritual, volviéndose “fructífero” en las difíciles circunstancias del exilio, iluminando la oscuridad presente con la luz de la Kedushá.
Ambos tipos de servicio son indispensables. El estilo Menashe prioriza la lealtad al trabajo del Rebe (“luces internalizadas”), sin embargo, puede correr el riesgo de pasar por alto un alcance efectivo a audiencias más jóvenes o más amplias. Por el contrario, el estilo Efraim enfatiza la innovación y la comunicación (“recipientes”), pero debe mantener una conexión firme con “la casa de mi padre”, asegurando precisión, interpretación correcta y preservación de la identidad Lubavitch. En última instancia, el papel de Efraim (ser fructífero) tiene un significado y relevancia mayor (“él será mayor”), y encarna el propósito final de hacer de este mundo una morada para Di-s. Esto resalta Yaakov al colocar su mano derecha sobre la cabeza de Efraim para la bendición. No obstante, Menashe nació primero, porque reconocer e internalizar “el hogar de mi padre” son requisitos previos esenciales a fin de lograr un impacto significativo en la sociedad y volverse “fructífero”.
Cada uno de nosotros está destinado a tomar parte en ambos estilos de servicio. Sin embargo, en una escala más general, se puede decir que la generación más veterana, que recuerdan al Rebe, etc., encarnan el estilo Menashe, mientras que la generación más joven, los que nacieron después de Guimel Tamuz 5754 (1994), reflejan más el estilo de Efraim. Garantizar que Anash “sus descendientes, estén vivos” requiere que la generación más veterana, y aquellos que resaltan el estilo Menashe, apoyen y orienten genuinamente a la generación más joven, animándolas a sobresalir como jasidim y shlujim, y capacitándolas para asumir roles de liderazgo. Al mismo tiempo, la generación más joven y aquellos más adeptos al estilo de Efraim deben desarrollar respeto y procurar guía de la generación mayor para continuar el trabajo del Rebe de manera efectiva. Esta sincronización podría corresponder con las “diez luces circundantes”, ya que estas energías envolventes trascienden tanto las diez luces (estilo Menashe) como los diez recipientes (estilo Efraim), uniéndolos en plena armonía.
Al concluir un ciclo de treinta años, durante el cual todos participamos en el cumplimiento de los llamados a la acción e instrucciones del Rebe, experimentando desafíos y lecciones, embarquémonos en esta nueva era. Inspirándonos en el Hilula número 30 de nuestro Rebe y Nasí, este es un momento oportuno para que nuestra comunidad (Jasidim, Tmimim, Shlujim y líderes de instituciones) maximice ambos estilos y, lo más importante, de manera unificada. Entonces “andaremos por el camino recto que él nos ha mostrado; andaremos en sus sendas para siempre”.
Que este compromiso [ya el hecho de asumirlo en sí] sea suficiente y produzca la Aliá definitiva: la llegada del Mashíaj, incluso antes de Guimel Tamuz, cuando “aquellos que yacen en la tierra se levantarán y cantarán”, y el Rebe nos sacará del exilio con la verdadera y completa Geulá.
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