miércoles, 31 de enero de 2024

Dos es mejor que uno - Rebetzn Jaya Mushka - 22 de Shvat

Amijai Liani es un adinerado hombre de negocios de Nueva York. Como tal, suele ayudar y patrocinar importantes proyectos relacionados con Torá y Mitzvot. Una vez, hace unos años, fue invitado al Centro Jabad para judíos rusos en Queens, Nueva York, para recibir el gran honor de ser el Sandek (el que sostiene al bebé en su regazo) en un Brit Milá. Una pareja judía de Rusia habían tenido mellizos después de muchos años sin tener hijos. El rabino de Jabad fue designado como Sandak para el bebé "mayor", y como está escrito en la Halajá que ser sandek es un honor y un mérito tan grande, un padre no debe otorgar este Zejut dos veces a la misma persona, por lo que el rabino les sugirió a los felices padres que inviten y honren al señor Liani para ser el Sandek del 'más chico'.

Una vez finalizadas ambas ceremonias, una tras otra, todos los invitados se sentaron alrededor de la mesa preparada para participar en la comida de celebración. Después de que todos se hayan servido algo, el padre de los mellizos se puso de pie y comenzó a hablar emocionado… en un ruso rápido y fluido. Como era el único presente que no hablaba ruso, el señor Liani decidió que podría irse sin que se vea tal actitud descortés. Discretamente le entregó al rabino un cheque para cubrir los gastos de toda la Seudá (la comida) en agradecimiento por el mérito especial de ser Sandek, y se dirigió silenciosamente hacia la salida.

Sin embargo, antes de que pudiera irse, la madre de los mellizos corrió para interceptarlo. Ella le agradeció y le pidió en un buen inglés que por favor si se podía quedar un minuto más; ella quería contarle una historia.
Él accedió y ella comenzó.

"Mi marido y yo nos casamos cuando todavía vivíamos en Rusia. Poco después emigramos a los EE.UU. Decidimos que no tendríamos hijos hasta que hubiéramos ahorrado suficiente dinero. Después de que ambos trabajamos duro durante diez años, obtuvimos unos buenos ingresos estables. y compramos una linda casa aquí en Queens, nos pusimos de acuerdo en que era hora de formar una familia, pero no quedaba embarazada; fuimos a varios médicos, pero ninguno pudo ayudarnos.

Como crecimos en la Unión Soviética bajo el comunismo, no tuvimos ningún contacto con judaísmo. Hace aproximadamente un año, mi esposo desarrolló un interés y comenzó a asistir esporádicamente a eventos y servicios de Shabat en este Beit Jabad para judíos de habla rusa, que queda cerca de donde vivimos. Cuando él comenzó a participar regularmente me enojé. Como rusos y como gente moderna y educada, esto no era parte de nuestra cultura, y no quería tener nada que ver con eso. Me quejé de esto con mi esposo. Muchas veces, pero no se detuvo. En todo caso, aumentó y se hizo más frecuente. Finalmente, una noche le di un ultimátum: 'Tienes que elegir entre la sinagoga y yo. Si vuelves a ir esta noche, ¡no vuelvas!'

Él se quedó en casa.

Esa noche tuve un sueño. Una señora anciana me hablaba. 'Sé que estás sufriendo porque deseas tanto tener hijos. Si dejas que tu marido siga yendo a la sinagoga, te prometo que tendrás un niño. Y… si vas con él, ¡te prometo dos!'

"Me quedé sorprendida. Le dije en mi sueño: '¿Cómo te haré saber lo que haya decidido?'

"Ella sonrió y respondió: 'Déjame mostrarte', y de repente estábamos conduciendo por las calles de Queens. El auto se detuvo en una casa que lindaba con el cementerio de Springfield.
Ella me dijo que cuando entre a la casa, 'Inmediatamente a la izquierda verás una pantalla de video reproduciéndose. Sal por la puerta al otro lado de la habitación, baja unas escaleras y cruza otra puerta, y estarás en una gran sala con muchas máquinas de agua caliente para café y té en el lado izquierdo. Sal por la puerta del extremo izquierdo hacia el cementerio y camina por el sendero hasta llegar a una pequeña edificación. Ahí es donde está mi esposo, el Lubavitcher Rebe. Yo estoy afuera, justo frente a la entrada."

"Me desperté. Recordaba claramente todo lo que había en el sueño y que parecía tan real. A pesar de mi perspectiva "moderna", me encontré creyendo en aquel sueño. Al día siguiente le dije a mi marido que el próximo Shabat podía empezar a ir al Shil nuevamente. Él estaba sorprendido, y también feliz, por supuesto. Entonces le dije que iría con él, y sus ojos se veían como a punto de estallar de su rostro.  

"Luego llamé al rabino del centro Jabad para rusos. Él estaba bien al tanto de los problemas que mi esposo tenía conmigo debido a su creciente nivel de observancia, pero nunca nos habíamos conocido, por lo que estaba encantado de escucharme. Le dije que quería ir a el cementerio donde está el Lubavitcher Rebe. No podía contener su emoción. 'Cuando quieras ir, de día o de noche, estaré encantado de llevarte.' Imagina su sorpresa cuando le dije: "No es necesario que me lleve; ya conozco el lugar. Sólo necesito aclarar algunas indicaciones para llegar."

Fui allí y todo era exactamente como se describía en mi sueño. Frente a la entrada del 'Ohel' del Rebe, como lo llaman, vi la lápida que indicaba el lugar de descanso de su esposa. Fue entonces cuando me di cuenta de que era la difunta Rebetzin Jaya Mushka quien se me había aparecido en mi sueño.

"Me acerqué lo más que pude y susurré: 'Quiero dos. Acepto ir a la sinagoga con mi marido.'

El Shabat siguiente acompañé a mi marido y no estuvo tan mal. Había otras mujeres rusas de mi edad (treinta años en adelante) con antecedentes similares a los míos y me dio gusto conocerlas. Regresé la segunda semana y la tercera semana y me encontré esperando con ansias la próxima vez, el próximo evento, etc.

Un mes después de empezar a ir me enteré de que estaba embarazada. ¡De mellizos! Y esta historia que acabo de contarle es la que mi marido está contándole ahora a todo el público, en ruso."

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Fuente: contado a Yerajmiel Tilles por R. Gil Hirsch, quien lo escuchó en una conversación del propio Sr. Liani.
Amijai Liani es el propietario del Café K, una cadena de cuatro restaurantes, dos en Brooklyn y dos más nuevos en Manhattan. Vive en Brooklyn.

jueves, 25 de enero de 2024

15 de Shvat - Las frutas que identifican al árbol



Un hombre rico llamado Elimelej recibía muchos honores en el Shul de su Rebe, Reb Jaim de Ontinia [Vishnitz]. Tenía uno de los sitiales preferenciales adelante, frente a la congregación, próximo a la silla del Rebe. En el Tish, también se sentaba próximo al Rebe, quien le expresaba diversos gestos de gracia y cariño.

Por su parte, Elimelej le tenía un gran respeto a su Rebe. Siempre inclinaba la cabeza ante él y contribuía generosamente en las causas caritativas que dirigió el Rebe.

Sin embargo, los jasidim no tenían tal estima de Elimelej, a pesar del afecto que el Rebe mostró abiertamente hacia él. Sospechaban que sus generosas buenas acciones indicaban solo una piedad superficial, mientras que en casa no era tan jasid y piadoso [observante] como se mostraba en público. Las malas lenguas decían que se había influenciado por el llamado Movimiento Iluminista y sus innovaciones, y que esto ya había debilitado su Irat Shamaim.

Está bien, nadie es perfecto. Y el hombre rico tenía muchas cualidades para destacar. Mientras se encuentren fallas entre él y su Creador, era bastante fácil hacer la vista gorda. Pero ahora, se había cruzado una línea imperdobable: había matriculado a su hijo en la escuela secundaria del Movimiento, algo que ningún joven de ninguna familia religiosa todavía se había atrevido a hacer, ni hablar de un hogar jasídico y tan asociado con el Rebe, nada menos.

"¿Qué tipo de ejemplo es este para nuestros hijos?" se quejó una delegación de jasidim al Rebe. "¿Puede una persona enviar a su hijo a una escuela antirreligiosa y aún tener un lugar honrado próximo al Rebe?"

El Tzadik quedó sacudido por el informe. Convocó a su rico jasid a una reunión. Al principio le habló amigablemente, intentando que se percate de su error. El hombre rico, que casi siempre era sumiso a las opiniones del Rebe, esta vez se mantuvo firme. "Mi hijo quiere una educación amplia, para poder abrirse camino en el mundo."

Cuando el Tzadik vio que no estaba llegando a ninguna parte, cambió su enfoque. "Una educación judía pura y auténtica dentro de un contexto de Irat Shamaim es parte integral de Jasidus", exclamó. "Hasta que no saques a tu hijo de esa escuela, no quiero verte entre mis Jasidim."

Elimelej salió consternado. ¿Cómo podría vivir sin estar cerca de su Rebe? Durante varios días permaneció en un estado de confusión. Casi parecía que las duras palabras del Rebe habían llegado lentamente a su corazón. Al final, sin embargo, decidió que él tenía razón; No hay nada de malo si su hijo quiere adquirir una educación más amplia. El problema era solo que el Rebe era demasiado extremista.

De ese análisis llegó una solución obvia. "Solo tendré que encontrarme un Rebe diferente", se dijo a sí mismo.

Esto resultó ser bastante fácil, pronto se encontró en la puerta de Reb Isroel de Vizhnitz... No era otro que el hermano del Tzadik de Ontinia, el Rebe que acababa de abandonar. Conocido por el gran amor que tenía por cada judío, el Rebe de Vizhnitz era amable y abierto a todos. Le dio a Reb Elimelej una gran sonrisa, lo invitó a sentarse cerca de él en el Tish aquel Shabat, e intercambiaba palabras amistosas con él cada vez que se encontraban.

Elimelej estaba extasiado con su 'hallazgo'. Se sentía tan bien con su nuevo Rebe. No solo eso, se sintió reforzado de sentir haber tenido razón todo el tiempo, y que las críticas de su antiguo Rebe no estaban justificadas.

Un día, poco después, el Vizhnitzer lo invitó a Elimelej a acompañarlo en su paseo/caminata por la noche al parque. ¡Qué honor! Y un placer también, el aire era tan agradable, y la suave brisa sacudiendo las hojas y las ramas delgadas de los árboles a lo largo del sendero.

El Rebe se volvió hacia su acompañante. "Estos árboles evocan en mí dulces recuerdos distantes de la infancia. Recuerdo cómo una vez, en los días previos a Pesaj, la esposa del Melamed nos sacó afuera para que pudiera limpiar la casa. Tuvimos que instalarnos en el patio para estudiar.

Éramos niños pequeños, y aunque el Melamed hacía todo lo posible para que estudiemos, estábamos demasiado distraídos, las golondrinas cantando, un vagón tirado por caballos, nubes arriba sobre nuestras cabezas: ¿quién podía concentrarse para estudiar?

Cuando nuestro maestro vio que no tenía esperanza, decidió tratar de darnos una lección de la naturaleza. Señaló el jardín de al lado." ¿Ven ese árbol allí?", preguntó llamando nuestra atención." Eso es un nogal. Y al lado hay un peral. Y detrás hay un manzano. Continuó identificando todos los diferentes árboles.

'¿Cómo lo sabes?' Le preguntamos, perplejos. El invierno acababa de terminar, los árboles estaban secos, pelados de frutas y hojas. El maestro comenzó a enumerar diferentes señales, la relativa suavidad o bache del tronco, la cantidad y el grosor de las ramas, la altura de los árboles, y así sucesivamente. Sin embargo, nosotros, los niños pequeños que éramos, no pudimos absorber su explicación erudita."

El Tzadik apretó el brazo del hombre rico y continuó su historia. "Entonces, ¿cómo pudimos nosotros distinguir qué árbol era qué? Simple. Nos dimos cuenta y lo comprobamos después de unos meses cuando los árboles comenzaron a dar fruto. ¿Cuál era el peral? Aquel que tenía ahora peras sobre él. ¿El que estaba lleno de ciruelas? Obviamente, un ciruelo. Cada árbol fue fácilmente identificado por su fruta.

"De esto aprendí una  importante lección", dijo el Rebe concluyendo. "Cuando no sepas con certeza la naturaleza y condición de una persona, mira sus descendientes, sus frutos. De ellos puedes saber quién es realmente la persona."

Elimelej captó el mensaje. Su verdadera identidad se revelaría a través de sus hijos.

Esa misma semana el adinerado Elimelej sacó a su hijo de la escuela no religiosa.


Fuente: Sijat Hashabua #547
Traducido por JasidiNews©

Yud Shvat - Maise de la infancia del Frierdiker Rebe

Este Shabat es Yud Shvat, día del Hilula (Yortzait) del Rebe Anterior, Rabi Yosef Itzjak Schneersohn y a su vez día que asumiría el liderazgo el Rebe, Nesí Doreinu.
[Además esta misma fecha conmemora el Yorzait de su abuela, la Rebetzn Rivka, esposa del Rebe Maharash]. 
En honor a la fecha, esta anécdota relatada por el propio Rebe Anterior:


Incluso a la tierna edad de cinco años, el 'Rebe Anterior' de Lubavitch, Rabi Yosef Itzjak Schneersohn (el "Rayatz"), tenía una agenda diaria fija. A las ocho de la mañana se levantaba y media hora después estaba en el Shul rezando con el Minian. De 9:30 a 10:00 desayunaba. Luego, durante cuatro horas estudiaba en el Jeider. Luego, tenía un recesi para el almuerzo durante una hora y otra hora dedicada a escribir. Desde las 4:00 hasta las 8:00 tenía nuevamente estudio, luego la cena y algo de tiempo libre para pasar en su habitación, antes de irse a dormir. 

Shabat, por supuesto, era diferente. La mayor parte de la mañana se pasaba en el Davenen en el Shul. Además, tenía un regalo especial: la visita a su Bobe, la madre de su padre, la Rebetzin Rivka. Allí se encontraba con los miembros más veteranos de la comunidad, jasidim de barbas blancas que venían a presentar sus respetos a "la Éltere Rebetzn". Se quedaban un rato y contaban historias acerca de la vida de célebres jasidim o incluso del Rebe Maharash, el abuelo del Rebe anterior (el esposo de la Rebetzin Rivka). 

Cuando todos iban a casa a comer la comida de Shabat, el niño regresaba al Shul. Allí, hacía tiempo que todos los Mispalelim habían terminado su Tefilá y se habían ido a casa, todos excepto su padre, el Rebe Rashab. Estaba sentado allí cerca del Arón. Él seguía haciendo Davenen. Una vez, el niño se acercó silenciosamente a su padre para escuchar su Tefilá. Su padre rezaba muy lentamente, como si contara las palabras. A veces hacía una pausa y sólo luego continuaba lentamente. 

El hijo del Rebe se preguntaba por qué su padre tardaba tanto en leer la Tefilá, que incluso él, un niño de cinco años, conocía tan bien y podía leer con tanta fluidez. Pero su corazón latía con fuerza mientras escuchaba la conmovedora melodía que su padre tarareaba de vez en cuando, y la entonación de las palabras. 

Le preguntó a su tío, Rab Zalman Aaron, hermano de su padre. "¿Por qué Tati reza tan despacio?!" 

Su tío sonrió y respondió con un brillo en los ojos: "A tu papá le resulta difícil leer las palabras del Sidur tan rápido. Tiene que decir cada palabra por separado y no puede ir tan rápido. Por eso le lleva tanto tiempo." 

El chico se dio vuelta sin decir una palabra. Pero por dentro sentía un dolor y una vergüenza por el hecho que su padre no pueda rezar con mayor fluidez. 

El siguiente Shabat, se acercó silenciosamente a su padre y lo escuchó atentamente. Su padre estaba diciendo el Shemá. "Shema Isroel..." Dijo su padre lentamente, luego hizo una pausa. El hijo se sobresaltó al oír a su padre sollozar. Su padre dijo un par de palabras más y sollozó de nuevo, y cuando dijo "Hashem Ejod - Di-s es Uno", las palabras parecieron estallar en su corazón, con un torrente de lágrimas. 

El hijo no pudo escuchar más. Su corazón estaba lleno de lástima por su padre. Regresó a su casa y, con ojos lagrimosos le pidió a su madre: "Mame, Tati está llorando en el Shul! ¿Por qué reza tan lentamente y por qué llora? Ven y compruébalo por ti misma. No puedo verlo así." 

"No hay de qué preocuparse", consoló la madre a su pequeño hijo. "Ve de tu Bobe y cuéntaselo. Ella es una mujer muy sabia, tal vez pueda darte una explicación." 

El niño no perdió tiempo y fue con su abuela, seguro de que la anciana y sabia Rebetzin encontraría un remedio para ayudar a su padre a aprender a leer del Sidur más rápidamente, tal vez incluso tan rápido como todos los demás. 

Cuando fue a ver a su abuela, el niño le contó las dificultades de su pobre padre para decir el Davenen. "Mi mamá dijo que podrías hacer algo al respecto", concluyó esperanzado. 

La abuela lo miró seriamente y le dijo: "Tu padre es un gran josid y un hombre justo. Antes de leer cada palabra del Sidur, piensa detenidamente en esa palabra. Qué significa y a quién se la está diciendo. Y cuando piensa acerca de las santas palabras de las Tefilot, su corazón se llena de amor hacia Hashem, así como un hijo ama a su querido padre que está cerca y al mismo tiempo lejos. Así tu padre anhela estar más cerca a Él y las lágrimas simplemente brotan. No puedo explicarte más ahora, pero cuando seas mayor lo entenderás mejor y sabrás cómo se siente." 

Con la explicación de su abuela, el niño sintió como si le hayan quitado un peso tremendo de su corazón. Entonces, no es que su padre no pudiera leer el Davenen rápidamente. Es debido a que su padre era una persona tan especial, su Davenen era de manera diferente. Sí, se dio cuenta de que su padre era diferente, en su forma de hablar, de actuar, de estudiar, de rezar. Ese mismo día, relata el Rebe Rayatz, resolvió que, como hijo único de tan gran persona, él también debía actuar de manera diferente, para dar mérito a ser su hijo.

El encuentro con el anciano en el aeropuerto y la historia de la Broje del Rebe sobre sus manos

Un anciano con una gran kipá negra apareció una vez en el mostrador de Jabad del aeropuerto Ben Gurion de Israel. Cuando le ofrecieron un café, aceptó el ofrecimiento, pero sólo si estaba lleno hasta el tope. 

Los jasidim perplejos que estaban detrás del mostrador hicieron lo que les pidió; llenaron la taza, mientras él les indicaba que agreguen más y más hasta el punto que el más mínimo temblor haría que se derramara. Luego, ante su asombro, el hombre anciano levantó el vaso sin derramar una sola gota y se lo fue tomando. 

Cuando terminó, sonrió con orgullo y dijo: "¡Hice eso para mostrarles lo grandioso que es su Rebe!" 

"No soy un jasid Jabad", explicó. "Soy el Rabino Baker, hace muchos años fui rabino de una gran sinagoga de Nueva York. Teníamos una Mikve para mujeres y todo. Pero luego, como tantas otras sinagogas de EE.UU., las personas mayores fueron falleciendo o se mudaron y el barrio se llenó de gentiles. La comisión directiva empezó a insinuar que les gustaría vender el terreno (el Shul y todo) y obtener una buena ganancia, pero yo me opuse firmemente. 

En primer lugar, está prohibido vender una sinagoga y, además de eso, los hombres seguían viniendo al Shul y las mujeres seguían usando la Mikve. Además, cabía destacar un dato interesante. La señora que estaba a cargo de la Mikve me dijo que el Rebe de Lubavitch, el rabino Shneerson, la llamaba muy a menudo para preguntarla cómo se sentía y alentarla en su importante trabajo. 

Esto continuó así durante varios meses. Luego, una noche, mientras yo estaba dando una clase de Talmud en la sinagoga, ella irrumpió en la sala y gritó casi histéricamente que alguien había puesto un candado enorme en la puerta de la Mikve. 

Deduje que habrán sido los directores y la comisión tratando de disuadir a las mujeres de venir, pero no sabía qué hacer. No soy la persona más fuerte y efusiva y me considero un rabino respetable... ciertamente no soy alguien que salga a llevar a cabo una pelea. 

Bueno, no sé cómo lo hice, pero corrí hacia mi auto, de alguna manera encontré una sierra para metal (hasta el día de hoy no sé cómo llegó allí), corrí hacia la cerradura y comencé a serrar el candado, frente a todos. Mucha gente incluso se detuvo a mirar, pero a mí no me importó, aproximadamente media hora después la puerta estaba abierta y las mujeres pudieron entrar. 

Al día siguiente, la señora de la Mikve me dijo que el Rebe la llamó la noche anterior después del incidente, y cuando ella le contó lo que había hecho, él dijo: 'Benditas sean las manos que cortaron esa cerradura'.

"Eso es lo que quería mostrarles", concluyó el anciano rabino. "Hoy tengo 91 años, pero ven que mis manos están firmes como las de un muchacho joven. Claramente se debe a la Broje del Rebe."

4 de Shvat - Yortzait de Rabi Israel Abujatzira זצ"ל- Baba Sali - 40 años



Un visitante frecuente de la casa de Rab Israel Abujatzira comentó una vez que siempre se sorprendía por la cálida hospitalidad que era el sello distintivo en la casa del Baba Sali. Este hombre fue testigo de cómo miles de personas pasaban por los portales de este santo hogar y a todos se les ofrecía comida o bebida. Esto comenzaba temprano en la mañana y continuaba hasta altas horas de la noche. Muchos de los visitantes también eran invitados a comidas completas.

Dentro suyo, empero, se preguntaba por qué el Rav trataba a todos sus invitados con tanta generosidad y honor. Le parecía un gran desperdicio. Ni siquiera los ricos mostraron tal despliegue.

Una noche, Baba Sali invitó  a este visitante a que pasara la noche. El joven así lo hizo, sin entender exactamente lo que quería el Rav.

A la mañana siguiente, después de la Tefilá de Shajarit, Baba Sali llamó al hombre a su lado, abrió una Guemará (Talmud Babli, Ketubot 67a) y comenzó a leer:

Un hombre muy pobre acudió a Rava [el gran sabio talmúdico] en busca de una ayuda económica. Rava primero desafió al hombre: "Si eres tan pobre, ¿por qué siempre te deleitas con las comidas más exóticas y los mejores vinos? ¿Por qué no consideras a las personas que te dan caridad y que tuvieron que pagar por toda esta costosa comida? ¿Por qué no comes alimentos más sencillos y no causas tantos problemas a todos?

El pobre escuchó las amonestaciones de Rava y dijo: "Si Él creó el alimento y está disponible, ¿por qué debería rechazar la generosidad del Creador?"

En ese mismo instante, llegó la hermana de Rava. No había visto a su famoso hermano, el gran y santo Rava, durante mucho tiempo, y le había traído regalos: comidas exóticas y excelentes vinos.

Tan pronto como Rava vio esto, puso la mesa y le sirvió al pobre, diciendo: "Ésta es una señal del Cielo de que realmente has sido destinado para comer tales alimentos, tal como dijiste, así que come a gusto y saciate."

Baba Sali cerró la Guemará y se volvió hacia el joven.

"Sepan que todo lo que me han dado", dijo, "no es para mí, sino para aquellos que estaban en mi casa en ese momento. Esta casa no es mi casa; es la casa del de Arriba, y todo Su pueblo es bienvenido a venir y comer hasta saciarse. Y es por eso que hay tanto; ¡es todo de ellos, no mío!"

El invitado, que nunca le había contado a Baba Sali ni a nadie sus dudas, se quedó allí de pie asombrado, sin poder decir una palabra.

La reunión puede esperar


El cochero que golpeó la puerta de la casa del campesino quedó asombrado ante la inesperada reacción y comentario del dueño de casa.

El cochero sólo pidió una vasija para extraer agua del pozo. Le comentó al dueño de casa que un rabino importante estaba sentado en su carreta. El gentil respondió: "Hasta esta semana cuando me encontraba con un rabino, lo respetaba; pero ahora dejé de respetar a los rabinos." 

El rabino sentado en el carruaje era Rab Yosef-Dov Soloveitchik, el Gaón de Brisk. En aquellos días se desempeñaba como rabino en la ciudad de Slutsk y solía impartir clases (Shiurim) en la reconocida ieshivá de Volozhin. 

El motivo de su viaje era un decreto de las autoridades gubernamentales, que querían obligar a implementar en las Yeshivot estudios seculares. Los directivos de la Yeshivá organizaban una reunión de urgencia con los Roshei Yeshivá, incluyendo al Rab Yosef-Ber. 

El Gaón sin considerar la molestia que implicaría el viaje partió inmediatamente. Le colocaron almohadas y mantas en la carreta para aliviar un poco las agotadoras sacudidas del camino. Viajaron durante cuatro días hasta llegar a Ivanich, un pequeño y remoto pueblo, y allí estacionaron la carreta cerca de la casa del granjero. 

Cuando el cochero le transmitió al Gaón las palabras del gentil, éste pidió que lo llamara. Rab Iosef-Dov pidió escuchar de él qué le hizo dejar de respetar a los rabinos. 

El gentil respondió: "La semana pasada fui testigo de la testarudez y dureza del corazón de los judíos hacia sus propios hermanos, y desde entonces no guardo ningún respeto por los judíos y sus rabinos." 

"Por favor, cuénteme qué pasó", preguntó el Gaón, y el gentil comenzó su relato:
"Soy leñador. Como parte de mi trabajo, conozco a Itzjok, un judío que vive solo en la punta del bosque y se dedica a arreglar techos. Cuando el frío del bosque penetraba hasta mis huesos, yo entraba a su casa y él me servía un vaso de mashke que me restauraba el espíritu y calentaba un poco mi cuerpo helado.Yo aprecio mucho a este hombre sencillo y bueno. 

"La semana pasada, cuando fui a visitarlo, me quedé muy mal. Una grave enfermedad lo confinó y lo dejó en cama y no había nadie en casa que lo asista y le brinde ayuda. 

"Salí de la casa y galopé en mi caballo hasta el pueblo más cercano. Pedí que me indicaran la casa del rabino del pueblo. Le hablé del judío que yacía solo y enfermo en su casa. El rabino respondió: '¿Y qué puedo hacer yo?' Pensé que no me estaba entendiendo. Volví a explicarle que hay un judío que está muy grave, y que sin tratamiento morirá pronto. El rabino me dijo que no tiene a nadie a quien enviar y que no tiene forma de ayudar en algo. 

"Salí de su casa decepcionado y triste. Si así es como los judíos tratan a sus hermanos, ¡¿por qué debería mostrarles respeto?!" 

Rab Yosef-Ber preguntó inmediatamente: "¿Dónde vive ese judío?" Le pidió al granjero que lo acompañara hasta la casa.
Pero entonces se despertó el acompañante del Gaón, a quien no le gustó el cambio en el plan de viaje.  

"Rab, estamos en camino a Volozhin, a una asamblea que concierne a todo Am Israel, y ahora usted se va ocupar de un solo judío en una pequeña aldea?!" 

"Te explicaré", le respondió el Rab "La utilidad y consecuencia de la asamblea es cuestionable. No se sabe si lo lograremos o no. Pero aquí tenemos ante nosotros un caso definitivo y evidente de Pikuaj Nefesh. El gentil nos lo cuenta inocentemente y debemos creer en su testimonio: Cualquiera que salva un alma de Israel es como si salvara un mundo entero." 

"¿Cuál es únicamente el tema?", continuó Rab Yosef-Ber, "con esto perderemos el Kabod y honor de sentarme a la cabecera de la asamblea. Nu, cedo ese Kabod, siempre que pueda salvar una Neshamá de Israel." 

Cuando llegaron a la casa del judío, lo encontraron en una condición muy grave. Rab Yosef-Ber inmediatamente se dispuso a atenderlo. Le proporcionó comida caliente, envió a su carretero a buscar un médico y medicinas e invirtió todas sus fuerzas en tratar de salvarlo de la muerte. 

El hombre era sumamente pobre y humilde y ni siquiera tenía una almohada para ponerse debajo de la cabeza. Rab Yosef-Ber trajo de su carruaje las almohadas y mantas y las dispuso sobre la cama del enfermo. También le regaló su abrigo de piel. 

Durante tres días permaneció a su lado y le dio de comer. Sólo cuando recuperó sus fuerzas aceptó salir de la casa y continuar su viaje. Cuando el asistente sugirió a Rab Yosef-Ber que él le dejaría su abrigo al judío en lugar del abrigo del rabino, se negó y dijo: "¿Por qué sufrirías vos por mis mitzvot..." 

Sin abrigo  sin almohadas ni mantas, Rab Yosef-Ber salió de la casa del judío y se dirigió a Volozhin. "Si la Hashgaja Pratit ha llevado a esto, esto es lo que quieren del Shamaim", afirmó. En la práctica, logró llegar a tiempo a la reunión e incluso la presidió. 

Pasó como medio año. En las calles de Slutsk apareció un judío desconocido, con un gran saco en la mano, buscando la casa del rabino. 

"¡Usted me salvó la vida!", exclamó emocionado frente al rabino Yosef-Ber. Entre lágrimas agradeció la atención y entrega y vino a devolverle al rabino las almohadas, las mantas y el abrigo de piel que el rabino le había dejado. Sin embargo, Rab Yosef-Ber se negó a aceptarlos. "Te los entregué como regalo", dijo. 

"Si es así, yo también se lo daré al rabino como regalo", dijo el judío. El Gaón respondió: "Eres un judío de bajos recursos y no puedo aceptar un regalo tan caro de tu parte." Todas las súplicas fueron en vano y el judío regresó a su casa con todas las cosas que Rabí Yosef-Ber le había dejado.


Fuente: Sijat Hashabua Shemot 5784, #1391

Agradecer por lo que sí tenemos y no quejarse por lo que no tenemos

El Rebe de Ruzhin זצ"ל escuchó una vez a su hija lamentándose de algo. El Rebe le dijo que no es bueno quejarse: "Porque un suspiro genera más tzures y una alabanza proyecta más bonanza."

El Rebe de Ruzin le contó a su hija la siguiente anécdota: Había una vez un hombre adinerado que siempre se enfocaba en lo que no tenía. A pesar de ser un hombre rico, no era el hombre rico de la Mishná, el de Eizehu Ashir Hasameaj Bejelko. Del Shamaim dijeron: “Si crees que tu situación es mala, se te mostrará lo que es realmente malo”, y perdió su dinero y se quedó sin un centavo. Esto lo llevó a quejarse aún más. Del Shamaim dijeron: “Si crees que esta situación es mala, te mostraremos lo que es realmente malo”, y le surgió una lepra por todo todo cuerpo. Ahora ni siquiera podía ir a las casas de la gente a pedir limosna, ya que nadie lo dejaba acercarse por miedo a contagiarse. Se quejó un poco más y una vez más de Arriba le mostraron que las cosas podían empeorar. Se volvió jorobado y le costaba comer. Cuando llegó a será nivel tan bajo, dijo: "Al menos estoy vivo." Finalmente estaba contento con su suerte. Del Shamaim dijeron: "Si crees que esto es bueno, se te mostrará lo que es realmente bueno", y su espalda encorvada se enderezó. Alabó a Hashem por esto y recibió otro regalo. Fue sanado de su lepra. Ahora podía hablar con la gente y pedirles ayuda. Alabó a Hashem por su bondad. "Si crees que esto es bueno, se te mostrará lo que es realmente bueno". Alguien le dio un gran préstamo. Pudo reabrir su negocio y su éxito financiero volvió a su estado original. 
Porque las alabanzas y agradecimientos traen bienestar y las quejas traen penurias.


Fuente: Reb Elimelej Biderman 

24 de Tevet - Yom Hilula (Yortzait) del Alter Rebe


¿Por qué Reb Nojum viene aquí tan frecuentemente?", se escuchaban los susurros cada vez que Reb Najum se aparece en el Tzion del Alter Rebe en la ciudad de Haditch.

El rabino Menajem-Najum Shneerson era hijo del Miteler Rebe y nieto del Alter Rebe, Rab Shneur-Zalman de Ladi, Baal HaTania. 
Reb Nojum fue el hijo mayor de su padre y tuvo el privilegio de vivir durante unos quince años en presencia de su abuelo, con quien mantuvo una especial cercanía. Después del fallecimiento de su abuelo, el 24 de Tevet de 5573, comenzó a frecuentar el Tzion de su abuelo, donde se quedaba a veces durante semanas y meses.

El shamesh encargado del Tzion y del pequeño Beit Midrash establecido allí cerca, le asignaba una habitación en su casa, y Reb Najum solía quedarse allí varios meses al año. Al final de su vida se trasladó y se asentó por completo en Haditch.

Durante el día se sentaba en el pequeño Beit Midrash y se dedicaba a Torá y Tefilá. Los jasidim de la zona acudían a él para deleitarse de su conocimiento y de su Jasidut. Él les decía a todos: "Soy un invitado del Zeide."

Al principio, todos creyeron que su fuerte devoción por el Tzion de su abuelo tenía que ver con un incidente que le sucedió durante la fuga durante la Guerra Napoleónica, mientras el Rebe viajaba al frente de una caravana de decenas de carretas, con su familia y jasidim, en lo profundo de Rusia y Ucrania.

El desafortunado incidente ocurrió un viernes 6 de Elul de 1812, la víspera del segundo Shabat del viaje. La presión aumentó por apresurarse y llegar a la siguiente parada a tiempo para Shabat. Rab Najum estaba sentado en el primer vagón, y cada vez que la caravana llegaba a un cruce de caminos, reb Najum detenía la caravana,  se acercaba a su abuelo, que estaba sentado en la tercera carreta, y le preguntaba adónde dirigirse.

A veces el Alter Rebe lo guiaba sin levantarse de su asiento, a veces se bajaba del carruaje, caminaba hasta la intersección, se apoyaba en su bastón y meditaba, después de unos momentos le ordenaba girar a la derecha o a la izquierda.

Ese viernes el tiempo era muy escaso. Cuando el carruaje llegó a un cruce de caminos, Reb Najum se acercó al carruaje de su abuelo para preguntarle adónde ir. El Rebe ordenó lo que ordenó, pero debido a la presión, Reb Najum se confundió e interpretó la directiva de manera opuesta.

Después de viajar unos pocos kilómetros, el Rebe expresó su sorpresa de que aún no hubiesen llegado a cierta aldea donde pretendía parar. Sólo entonces quedó claro el error de Reb Najum y se presentó ante su abuelo, pálido y lloroso.

La respuesta del Rebe fue tajante: "Qué bueno es cuando el nieto sigue los pasos de su abuelo, y qué triste cuando el abuelo es guiado tras su nieto", dijo el Alter Rebe. Inmediatamente después ordenó continuar el viaje.

El error en el trayecto tuvo su precio, generó un gran retraso y varias complicaciones a lo largo de todo el recorrido del viaje. El Shabat lo pasaron en un lugar diferente al previsto, al igual que Rosh Hashaná. Algunos dicen que el fallecimiento del Rebe, unos meses más tarde, en la remota aldea de Piena, que condujo a su entierro en Haditch, también fue un resultado indirecto de aquel error en la ruta de viaje.

Los jasidim estaban convencidos de que la visita regular del nieto al Tzion de su abuelo tenía como objetivo "corregir" el pecado de ese error fatal.

Un día, algunos jasidim se atrevieron a hacerle la pregunta directamente a Reb Najum sobre el asunto. Su sorprendente respuesta les dejó claro que no tenía nada que ver con ese desafortunado error.

La víspera de su boda, contó Reb Najum, fue a ver a su abuelo, el Alter Rebe, para recibir una Broje suya. Como cualquier novio de una familia respetable, le cosieron una nueva prenda para la boda, incluyendo un tapado de seda. El Rebe entonces le preguntó si accedería en añadirle un parche a aquel bello y elegante tapado...

Parece que el Rebe quería elevarlo a un nivel espiritual superior, donde la apariencia externa no tiene importancia. Pero el joven novio, que entonces tenía trece años, rechazó la idea. "¡No usaré una prenda remendada en mi boda!", dijo.

"¡Fijaré un tiempo fijo contigo para estudiar juntos!", intentó convencer el abuelo al nieto. Eso tampoco lo convenció.

"Si accedes a mi petición, después de ciento veinte  años estarás אתי במחיצתי- conmigo [adónde yo esté en el Mundo Venidero]", le prometió el Rebe.

Esta vez Reb Najum no pudo negarse, pero por dentro, no estaba satisfecho con la idea. "De acuerdo", finalmente accedió. "¿Pero me basta con coser el parche por Kabalat Ol o tengo que desearlo de verdad para poder ameritar la promesa?"

El Rebe respondió: "¡Debes desearlo con todo tu corazón y con toda tu verdad!". Ante la respuesta, el nieto quedó en silencio y el 'trato' no llegó a concertarse.

Años pasaron. Reb Najum, que entretanto había crecido y madurado, miraba para atrás, lleno de profunda tristeza. En primer lugar, por el hecho de haberse rehusado a cumplir la voluntad de su abuelo. Y segundo, por dejar pasar y perder una promesa tan grande y descomunal, la de poder estar con su abuelo en el otro mundo.

Debido a esto, Reb Najum decidió que al menos aquí, en este mundo, aprovecharía cada momento para estar al lado de su abuelo.



Fuente: Sijat Hashabua 1939, Vayeji 5784.

©JasidiNews

Mantenerse alejado de Majloket - Mashal

El Imrei Noam contó el siguiente Mashal:

Un león le dijo cierta vez a una oveja: "Huele mi aliento y dime cómo es." La oveja fue franca y le dijo la verdad: "Tu aliento huele horrible."

“¿Dónde está tu respeto por el rey de todos los animales?” El león rugió y se devoró a la oveja. Luego el león se dirigió al lobo: “¿A qué huele mi aliento?” El lobo vio lo que le pasó a la oveja y supo que no debía decir la verdad. Le dijo: “Su aliento huele delicioso, su majestad.”

"¡Me estás mintiendo!" Rugió el león, y se devoró al lobo.

El rey se acercó al zorro y le dijo: "Huele mi aliento y dime cómo está." El zorro se dio cuenta de que, ya sea que diga la verdad o mienta, su vida corría peligro. Entonces se señaló la nariz y le dijo: “Estoy resfriado y tengo la nariz tapada. No puedo oler nada.” De esta manera el zorro se salvó.

El Imrei Noam explicaba: Cuando uno está involucrado en un Majloket, no importa lo que diga, sin importar de qué lado esté, estará en problemas. El mejor consejo, por lo tanto, es evitar el majloket y mantenerse alejado.


Fuente: Reb Elimelej Biderman

20 de Tevet - Yom Hilula del Rambam

20 de Tevet - Yom Hilula del Rambam
Una pequeña anécdota con el Rebe que sucedió en el año 1986

El Rebe tenía un problema de salud en la pierna que le impedía bajar al Shul para rezar Minja con el público. Ese año, Erev  Pesaj, el día del cumpleaños del Rambam, el rabino Leivi Bistritzky llamó a Reb Mendel Kumer de Tzfat después de Bedikat Jametz y le dijo que acababa de recibir un mensaje de New York que cualquiera que visitara mañana el Tzion del Rambam para hacer una Tefilá allí por el Rebe recibiría 100 dólares.

Como era víspera de Pesaj, fue un poco difícil organizar un grupo que aceptara viajar a Tiberia, pero finalmente se organizaron 2 Minianim que acudieron al Tzion del Rambam y se repartieron allí todo el Sefer Tehilim entre ellos. Después regresaron a Tzfat.

Más tarde, el rabino Bistritzky comentó que cuando le informaron al Rebe que habían ido a pedir y hacer Tefilá en lo del Rambam (en el día del cumpleaños) el Rebe dijo: "Estuvieron en lo del Gran Doctor (אצל הרופא הגדול), así que puedo bajar hoy para Minje." Desde entonces el Rebe continuó bajando para la Tefilá como de costumbre, como si nada hubiera pasado.

De un Farbrenguen con Reb Mendel Futerfas - Parte #2

De un Farbrenguen con Reb Mendel Futerfas
Extractos - Parte #2

[...] "¡Itche! ¿Te acordás de aquellos tiempos en Samarkand? ¿Te acordás del farbrenguen de Simjas Beis HaShoeivo que celebramos en la Suke del Shul, temblando de miedo? ¡Oh, eso fue un buen farbrenguen!” 

"Pero nuestra Avoide es acá y ahora. Itche, estamos hablando acerca de mantener el foco y no dejarse atrapar por trivialidades. Dejame compartirte algo.

Recuerdo una noche, acostado en mi litera en el cuartel, viendo una araña tejiendo lenta y expertamente su telaraña en la pared. Cuando terminó, se arrastró hacia un lado para esperar a su presa. 

Efectivamente, una mosca que pasaba quedó atrapada en su trampa. Aun así, la araña no se acercó. La mosca empezó a zumbar frenéticamente; tiraba de la red y luchaba con sus hilos. Durante todo este tiempo, la araña permaneció observando, tal como lo hice yo desde mi litera. 

En un momento, la mosca se tomó un descanso de su batalla. En ese momento, la araña se abalanzó sobre su presa y la devoró.

Acostado allí, me di cuenta de que esta es la táctica del Nefesh Habahamis. Mientras luches, él se mantendrá alejado. Pero tan pronto como muestras debilidad, tan pronto como pierdes el foco, ahí es cuando salta."


Fuente: Anash Magazine

De un Farbrenguen con Reb Mendel Futerfas - Parte #1

De un Farbrenguen con Reb Mendel Futerfas
Extractos - Parte #1


[...] La gente de un pequeño pueblo en lo profundo de la Rusia Blanca se ganaba la vida de la producción de miel. Las colmenas se posaban en árboles altos en el bosque cercano, para protegerlas de los ladrones y de las bestias en busca de la dulce sustancia. 

Sin embargo, tenían un ladrón al que no podían vencer. El oso. El oso simplemente ama la miel, y el oso es un escalador experto. Su gruesa piel lo protege de las abejas, y con sus grandes patas alcanza directamente la miel y se la mete en la boca. 

Uno de esos osos estaba preocupando a la gente del pueblo, hasta que se les ocurrió un plan. Cortaron una rama del árbol, la colocaron cerca de la colmena y la estiraron hacia atrás en ángulo. Si alguien alcanzara la miel, la rama se voltearía hacia atrás y lo golpearía en la cara. La gente del pueblo se frotaba las manos ansiosa, mientras se escondían detrás de un árbol para mirar lo que sucedería. 

Efectivamente, llegó el odiado oso. Con pasos confiados, se acercó al árbol, trepó y alcanzó la miel. La rama rápidamente saltó hacia él, golpeándolo directamente en su rostro. 

Ahora, los osos son muy fuertes y son fantásticos escaladores, pero los osos también son tontos. Este oso enojado comenzó a golpear a la rama con sus poderosos golpes y la dobló hacia atrás. Dado que cada vez que una rama se estira hacia atrás, inevitablemente salta hacia adelante, el oso frustrado recibió ahora un segundo golpe, directo en la cara. 

Enfurecido, nuestro tonto oso devolvió el golpe, solo para obtener lo mismo a cambio. La guerra entre el oso y la rama continuó durante horas, hasta que el oso exhausto perdió el equilibrio, resbaló y cayó del árbol dando un golpe seco. Esto era lo que la gente del pueblo estaba esperando. Inmediatamente entraron en acción, se acercaron al oso caído y lo mataron. 

Y este oso tonto nunca se dio cuenta de que se había olvidado por completo de la miel… Lo habían engañado para que peleara con una rama. ¡Si tan solo hubiera ignorado ese primer golpe, pasado la rama y tomado la miel! Después de todo, ¿no es eso a lo que vino originalmente...? 

Lo mismo ocurre con el tortuoso Yetzer Hore. Él nos hace caer una vez, y luego nos mantiene distraídos con esa caída, hasta que nuestra energía se agota. Si tan solo pudiéramos mirar más allá, levantarnos y seguir sirviendo a Hashem… 

Este es todo el objetivo de la Simjá: burlar y dominar al Nefesh Habahamis. Hay que decirle: a pesar de mi caída, ¡soy un id! Soy un josid y estoy enfocado en servir al Oibershter. 


Fuente: Anash Magazine

Zot Jánuca - Maise y Mensaje actual


Por Rab Itzjok Dovid Grossman

Hace unos 50 años, días previos a la Guerra de los Seis Días, reinaba en Israel un terrible temor y preocupación cuando los ejércitos de Egipto, Irak, Siria y Jordania se unieron con el objetivo de destruir el Estado judío. Algunos veteranos recuerdan las tumbas preparadas de antemano, y hubo quienes utilizaron pasaportes extranjeros para escapar de Israel.

Una de ellas era la sobreviviente del Holocausto, la Sra. Weinberger, nacida en Checoslovaquia, que ya había experimentado sufrimientos y guerras, y buscaba un poco de paz y tranquilidad para su vida. Su nieto, un destacado joven alumno que estudiaba en la yeshivá Tomjei Tmimim de Kfar Jabad, rechazó unirse a los 'evacuados' y optó por quedarse estudiando en Eretz Israel.

En esos días, el Rebe de Lubavitch salió con un mensaje esperanzador y tranquilizador: "La tierra más segura en el mundo es la Tierra de Israel", dijo, repitiéndolo una y otra vez. Su instrucción a sus seguidores y oyentes era clara: no abandonar la tierra, habría salvaciones y maravillas.

La Sra. Weinberger, preocupada por el destino de su querido nieto, se apresuró a llamar a un sobrino suyo, de las autoridades principales (jefatura de gobierno) en California en aquel entonces y quien sería luego el secretario de Defensa de los EEUU, Caspar Weinberger, y le pidió ayuda. "Querido Caspar", pidió la anciana tía, "por favor, ve a hablar con el Rebe de Lubavitch y explícale del grave peligro en Israel, y pídele que permita a sus Jasidim en Israel a que abandonen el lugar."

Caspar no se demoró y envió a su asistente personal al Rebe de Lubavitch. Este le informó al Rebe sobre la posición de la Inteligencia estadounidense que indicaba una amenaza real para la supervivencia de Israel. El Rebe, calmado como siempre, escuchó la preocupante evaluación estadounidense y al final respondió con determinación: "¿Ustedes tienen servicio de inteligencia? Nosotros también tenemos nuestro servicio de inteligencia. Nuestro servicio de inteligencia dice: 'He aquí, no descansará ni dormirá el Guardián de Israel'."

El secretario de Weinberger intentó una vez más insistir y llegar al corazón del Rebe respecto al único hijo de la familia que quedó solo en Israel, como remanente de una familia diezmada en el Holocausto: "Rebe, es hijo único." Pero el Rebe dio un golpe ligero en la mesa y dijo: "Para Hakadosh Baruj Hu, cada Yehudi es un hijo único", y salió de la habitación.

*

Nuestros Sabios establecieron que "no hay Mazal para Israel." Los judíos no están constituidos según tal o cual destino, y la conducta del Creador con ellos es contraria a las reglas naturales. Rashi explicó que "no hay mazal para Israel" significa que a través de la Tefilá y el mérito, su destino cambia para bien.

Los yehudim tienen un arma única que ningún otro pueblo posee. Tefilá y Zjuyot. La Tefilá es algo claro, todos sabemos que una Tefilá puede alterar la realidad. Pero, ¿cuál es ese Zejut que Am Israel tiene sobre todas las demás naciones, que hace que su destino cambie para bien?

Los Jajamim dijeron que los judíos tienen algo único y peculiar que no tienen otros: un comportamiento por encima de la naturaleza. Nos enseñaron que Hakadosh Baruj Hu se conduce con Sus criaturas Midá Kenegued Midá, medida por medida, y cuanto más actúa y trabaja el hombre, así actúan con él.

Y cuando una persona actúa de manera que no es natural, también actúan con él de manera que no es natural. Cuando una persona se santifica un poco, lo santifican mucho. Es decir, cuando se sacrifica un poco y hace más lo de que dice la ley, entonces también actúan con él más allá de la norma legal y estructurada.

Este es el secreto de los días de Jánuca. Los Jashmonaím podrían haber reflexionado: "Somos pocos, ¿cómo podemos, como un puñado de judíos, enfrentarnos al ejército de Antíoco y sus poderosas armas? ¿Cómo podemos vencerlo de manera natural?"

Pero Matitiahu y sus hijos sabían que, efectivamente, no tenían ninguna posibilidad de manera natural, pero de forma sobrenatural seguramente ellos vencerían. Ellos proclamaron a viva voz "Mi Kamoja Baelim Hashem!", y salieron a la guerra y vencieron al poderoso ejército griego.

"Así fue también con su llegada al Templo, donde todos sus utensilios se habían impurificado. Podían justificarse con cientos de razones, que no se encienda la Menorá, y que un estado de impureza estaba permitido en público, y que no había aceite puro disponible. Pero su determinación, voluntad y dedicación pusieron al descubierto aquella jarra de aceite puro que estaba sellada por el Sumo Sacerdote. Actuaron todo el tiempo contra la naturaleza, y de arriba mostraron esa misma expresión, medida por medida.

Este es el mensaje también para nosotros hoy: los judíos somos un pueblo único que no actúa solo según el libro y las estadísticas de guerras. Somos un pueblo que se dedica y se conduce más allá de la letra de la ley, y merece entonces,  por ley, con la ayuda de Hashem, que también triunfen en esta guerra, como lo hicieron en esos días en nuestro tiempo.

*

Al culminar la guerra, que trajo una victoria contundente a Israel, con la ayuda del Cielo, que desafió todas las leyes de la naturaleza, cuando Am Israel estaba rodeada por setenta lobos, con todo eso, en seis días derrotó a sus enemigos, mostrando una inmensa superioridad sobre los grandes y hábiles ejércitos árabes, el Rebe convocó a Kasper Weinberger a un Yejidut.

Weinberger, quien tenía un corazón cálido como se mencionó, llegó de inmediato al Rebe, quien al apenas abrir la puerta le preguntó con una sonrisa: 'Nu, ¿qué opinas de nuestro Servicio de Inteligencia?'"

Jánuca Guelt

La 5ta vela de Jánuca se acostumbra dar Jánuca Guelt. Aquí una historia relacionada, de un interesante "Jánuca Guelt".

La buena noticia se difundió por toda la ciudad. Rab Mordejai de Chernóbil estaría de visita para celebrar los primeros días de Januca. Además de la emoción habitual que siente un jasid al tener la oportunidad de ver a su Rebe, había otras cosas que también causaban entusiasmo. El Rebe honraba a uno de sus jasidim hospedándolo para un estilo Tish, o más bien cierta "fiesta del té", a la que asistirían todos los jasidim, el Rebe pronunciaría palabras de Torá que deleitarían las almas de sus jasidim.

Además, el Rebe bendeciría al anfitrión al final de la velada con bienes materiales y espirituales. Por último, todos sabían que los 18 rublos que el Rebe "cobraba" por el honor de hospedarlo se destinaban a Tzedaká. Así, el anfitrión daría caridad a través de la sagrada mano del Rebe. 

Itche el avaro fue con todos los demás jasidim a darle la bienvenida al Rebe cuando llegó a la ciudad. El padre de Itche había sido un destacado hombre de negocios. Al igual que su padre, Itche también era un jasid. A diferencia de su padre, el enfoque principal de Itche en la vida era su negocio, su lujosa casa y todos sus exquisitos muebles. También a diferencia de su padre, a Itche le costaba mucho separarse incluso de un cobre para una causa benéfica.

Así que, uno puede imaginarse cómo se sintió Itche cuando el Rebe llegó, lo miró directamente y sugirió: "Itche, ¿te gustaría hospedarme para el té?"Por supuesto, Itche dijo: "Será un honor, Rebe."
 
Interiormente, sin embargo, Itche entró en pánico. ¡Té  con el Rebe y todos sus jasidim! ¡Destruirían su casa! Luego se le ocurrió una idea; se pararía en la puerta de su casa y solo permitiría la entrada al Rebe. ¡Un plan maravilloso!

 Itche se sintió aliviado. Le costaría 18 rublos, pero al menos sus costosas alfombras y antigüedades permanecerían intactas. Itche estaba seguro de que su idea funcionaría hasta que el Rebedijo: "Itche, ¿podrías trasladarme desde mi alojamiento hasta tu casa?" Ahora, la mente de Itche trabajó febrilmente. Si recogía al Rebe en su carruaje y conducían rápidamente a la casa de Itche, llegarían mucho antes que los jasidim que iban a pie y aún tendría tiempo de cerrar la puerta principal para que nadie más pudiera entrar. Ahhh, Itche suspiró aliviado una vez más.

Finalmente, llegó la primera noche de Janucá. Itche encendió la menorá de Januca con su familia. Se sentó junto a las luces por un rato. Echó un último vistazo a su hermosa casa y luego fue a recoger al Rebe. Cuando Itche llegó, el Rebe estaba encendiendo la menorá y recitó las bendiciones, a las que todos los jasidim respondieron "Amén". Luego comenzaron a cantar nigunim, melodías del alma sin palabras, mientras el Rabino meditaba sobre la luz de la pequeña llama. Un aire de tranquilidad impregnaba la habitación, excepto en el rincón de Itche.

 Finalmente, el Rebe le indicó a Itche que se irían ahora. Itche instó a su cochero a conducir lo más rápido posible, seguro de que con la ayuda de Dios podría poner una buena distancia entre su carruaje y los jasidim. Pero, a medio camino del viaje, el Rebw ordenó que se detuviera el carruaje. Se volvió hacia Itche y dijo: "No me di cuenta de que tu casa estaba tan lejos. Un viaje tan largo no estaba incluido en mi precio original. Si quieres que vaya más lejos, debes pagarme otros 18 rublos de oro." Con los jasidim casi alcanzándolos, Itche no tuvo más remedio que estar de acuerdo. ¡Dieciocho rublos de oro seguían siendo menos de lo que costaría reemplazar sus preciadas alfombras y muebles! 

En pocos momentos, llegaron a la casa de Itche. El Rabino miró fijamente los 15 escalones que conducían a la puerta principal de Itche. "No tenía idea de que tenías tantos escalones, querido Itche. Eso no estaba incluido en mi precio original. Si quieres que entre en tu casa, debes pagarme 18 rublos de oro por cada escalón." 
Itche casi se desmaya. Antes de que tuviera la oportunidad de responder, los jasidim, que los habían alcanzado, acompañaron al Rebe escaleras arriba y al interior. La escena que se desarrolló ante los ojos de Itche fue justo lo que había imaginado. No pudo concentrarse en ni una sola palabra sagrada que el Rebe transmitía acerca de Januca. La velada finalmente llegó a su fin y Itche respiró aliviado.

 Cuando el Rebe estaba a punto de irse, Itche recordó de repente pedirle al Rebe que bendijera a su familia. Seguramente eso compensaría todo. Rápidamente, Itche reunió a sus hijos y nietos y pidió: "Rebe, por favor, bendiga a mi familia.""¿Bendecir a tu familia?" El Rebe miró a Itche con sorpresa. "No tengo ninguna brajá para ellos", dijo y se apartó tristemente. Itche sintió como si la tierra se hubiera abierto bajo sus pies.

 "¡Rebe!", exclamó Itche, con una voz llena de desesperación. El Rebe miró fijamente a Itche por un largo tiempo. "Para que pueda bendecir a tu familia, tendrás que cederme toda tu fortuna", dijo el Rabino seriamente.

¿Cómo podría cederle todo al Rebe? ¡Se quedaría sin un centavo! Itche sentía que se estaba ahogando. Unos segundos que parecieron eternos pasaron. Pero luego, miró a los ojos del Rebe y vio compasión en ellos.

Con su última gota de fuerza, dijo: "Si eso es lo que debo hacer, entonces lo haré." Y luego se desmayó.

Como en una neblina, Itche escuchó al Rebe decir: "Mazel tov, Itche, ¡mazel tov!" El Rebe comenzó a bendecir a Itche y a toda su familia. "¡Que tú y tu familia solo conozcan alegría, salud y prosperidad de ahora en adelante!" Durante un buen rato, bendiciones fluían de los labios del Rebe, cada una mayor que la anterior.

"Sabelo, Itche, que acabas de librar una gran batalla con tu Yetzer Hará. ¡Hasta hace unos momentos, no poseías tu riqueza, tu mala inclinación la poseía! Cuando aceptaste darme todas tus posesiones, pude arrebatar tu riqueza de tu יצר הרע. Ahora te la devuelvo como Januca Guelt. Úsala bien, querido Itche. De ahora en adelante, úsala bien."

Itche le agradeció al Rebe y comenzó a sacar cientos de billetes de rublos de oro de su billetera. Pero el Rebbe declinó. "Solo acepto 18 rublos de oro por el té."

Desde ese momento, Itche fue un hombre totalmente cambiado y su hogar fue completamente diferente. Itche compartió generosamente su "Januca Guelt" durante todo el año.


Fuente: lchaimweekly.org (#799)
©JasidiNews

La botella rota en el centro de mesa

Esta historia sucedió hace unos cien años en Bagdad, en la mesa de Shabat del Sr. Avraham Pinjas, un adinerado mercader judío. 

Generalmente, el Sr. Pinjas tenía la mesa llena de invitados, pero este Shabat solo tenía uno: un hombre pobre que había invitado del Beit Kneset. 

El invitado quedó impresionado por la opulencia a su alrededor: alfombras persas gruesas, platos con incrustaciones de oro y paredes bellamente decoradas. 

Solo una cosa lo desconcertaba; en el centro de la mesa se encontraba una vieja botella vacía y rota, profundamente manchada con lo que parecía haber sido aceite. 

Cuando el Sr. Pinjas notó cómo su invitado miraba la botella, dijo: "Veo que te preguntas por mi botella. ¿Quieres escuchar una historia maravillosa?" El invitado, por supuesto, asintió con la cabeza y él comenzó a hablar: 

"Mi padre era un respetado hombre de negocios aquí en Bagdad, pero siempre estaba ocupado y me dejaba en manos de mi abuelo. 

Cada mañana, mi abuelo me despertaba, se aseguraba de que me lavara las manos, dijera las Birkot Hashajar y no olvidara mi almuerzo. Luego, justo antes de salir de casa para la escuela, me daba un beso en la frente, levantaba las manos al cielo y decía: 
"ואני אנה אני בא!"
'VA'ANI ANA ANI BA' (literalmente, '¿Y yo, a dónde iré?' (Bereshit 37:30)) 

Más tarde aprendí en la escuela que eso fue lo que Reuven exclamó cuando descubrió que Yosef no estaba en el pozo y que le sería imposible salvarlo. Pero no tenía idea de lo que tenía que ver conmigo. 

Entonces, cuando tenía unos catorce años, ocurrió una tragedia: mi abuelo falleció. 

No había nadie que se ocupe de mí por las mañanas, así que empecé a ir con mi padre al trabajo. Mi padre intentaba asegurarse de que rezara y estudiara un poco, pero siempre estaba muy ocupado, y el negocio que hacía me fascinaba, así que no prestaba mucha atención a mis estudios. 

Luego, dos años después, ocurrió otra tragedia: mi padre murió repentinamente y ahora, además de estar solo, había otro problema; ¿qué hacer con el negocio? Me dieron la opción de venderlo y ahorrar el dinero, o probar suerte administrándolo por un tiempo. Decidí, en contra del consejo de los abogados, probar lo segundo. 

Bueno, me adapté como pez en el agua. No pasó mucho tiempo antes de que estuviera haciendo grandes negocios con los mejores. Pero empecé a sentirme fuera de lugar con una Kipá y Tzitzit, y el no comer con los demás, y el Shabat me impedía hacer grandes contactos. 

Así que empecé a dejar de ser tan observante y descubrí que cuantas más mitzvot dejaba, más éxito tenía. 

Pasaron varios años y subí más y más alto hasta que un día, caminando a casa después de cerrar un negocio realmente grande, noté a un muchachito joven judío, tal vez de trece años, sentado en la vereda llorando. 

Sabes cómo es cuando te sientes feliz, no soportas ver a alguien miserable, ¿verdad? Así que me acerqué a él y le pregunté qué le pasaba. 'Oh, gracias, señor', dijo 'pero esto es algo de los judíos, no creo que lo entendería'. 

Cuando dijo esas palabras, sentí como si alguien me apuñalara en el corazón. 'Te cuento que yo también soy judío', le dije, 'incluso estudié Guemará en la escuela de Torá'. 

'Oh, lo siento', respondió, 'no quise ofenderlo. Me siento tan mal. Verá, en casa no tenemos dinero'. Me miró y se enjugó los ojos con la manga de la camisa, 'mi padre murió hace tiempo y mi madre tiene que trabajar y también alimentarnos a mí y a mis seis hermanos y hermanas, así que las cosas no están bien. 

Bueno, esta mañana mi madre dijo que es Jánuca esta noche y que tenemos que buscar en la casa dinero para comprar aceite para encender la Menorá y que tal vez Dios nos haga un milagro de Jánuca y encontremos algo. 

Buscamos y buscamos y estábamos a punto de rendirnos cuando mi hermanita encontró una moneda detrás de uno de los cajones. ¡Todos estábamos tan felices! Entonces mi madre me dijo que corriera al almacén y comprara el aceite antes de que cerrara. Corrí y justo cuando iba a cerrar llegué y compré el aceite. 

Iba caminando a casa, sosteniendo la botella y soñando. Me imaginé lo bien que iba a ser encender las velas, cómo todos sonreirían. Recordé cómo la cálida luz amarilla brillaría en los rostros de todos y los haría ver tan puros y felices. Quizás incluso cantemos y bailemos como lo hicimos el año pasado. Tal vez Hashem realmente enviará al Mashiaj esta vez, como dice mi madre, y ella volverá entinces a sonreír. Iba caminando más y más rápido, estaba tan emocionado. ¡Es Jánuca! ¡Es Jánuca! 

Y luego... tropecé. 

Me caí en la calle y la botella voló de mis manos. ¡La vi horrorizado mientras se arqueaba en el aire y caía sobre una piedra y se quebaba! ¡Se rompió! Todo el aceite se derramó...'¡VA'ANI ANA ANI BA?!' 

El chico comenzó a llorar nuevamente, pero cuando escuché esas palabras, de repente recordé a mi abuelo y entendí lo que él debió haber pretendido cada vez que decía esas palabras. De alguna manera sabía o intuía que esto sucedería. 

'¡Esa botella rota soy yo!' pensé para mí mismo en estado de shock. 'El aceite derramado es mi Neshamá (alma judía); he perdido mi alma judía!' 

Como si estuviera en un trance, saqué un fajo de dinero de mi bolsillo, se lo di al chico y le dije que volviera a la tienda, golpeara en la ventana y simplemente dijera que Avram Pinjas te envió. "¡Ve! ¡Compra lo que quieras y que tengan un feliz Janucá! ¡Andá!" 

Cuando el chico se fue, levanté la botella de la calle y la llevé a casa, aún en estado de shock. Envié a mis sirvientes lejos durante ocho días y luego, cuando estuve solo, simplemente me quedé allí, mirando esa botella rota y llorando. 

Entonces, me golpeó el pensamiento: "Un judío no puede perder su alma judía. Tal vez la haya ignoraeo o la haya adormecido  pero estoy seguro de que todavía está ahí". 

Así que saqué la Menorá de mi abuelo del armario, la limpié, encontré un poco de aceite y una mecha, y encendí la primera vela. 

La luz realmente penetró dentro de mí. ¡Sentí que volvía a estar vivo! Decidí en ese momento que debía hacer otra cosa judía... que volvería a ponerme los Tefilín a partir de mañana por la mañana. 

La siguiente noche encendí dos velas y decidí a partir de ahora solo comer alimentos Kasher. La siguiente noche, decidí comenzar a estudiar algo de Torá. La noche siguiente, tomé la decisión de cuidar el Shabat. Hasta que en la última noche, con ocho velas ardiendo, sentí que me había convertido en un hombre nuevo. Un hombre renovado. Las luces de Janucá me habían salvado. 

"Así que", concluyó su memorable historia, "esa es la razón por la que conservo aquella botella rota: para recordarme dónde estaba y cómo ese milagro del aceite 'salvó mi vida'".

Moishe M. y Moishe A.

Una vez, un jasid viajó con un problema grave a lo de Rab Dovber, el segundo Rebe de Jabad Lubavitch conocido como el Míteler Rebe. Estaba alquilando una posada al poritz (terrateniente) local y estaba a punto de ser desalojado ya que no podía pagar sus deudas. El poritz no estaba dispuesto a esperar más y el judío corría peligro no sólo de perder su medio de vida, sino también su hogar.

El jasid entró en la habitación del Rebe para una audiencia privada y le contó la situación. Le pidió al Rebe que le escribiera una carta a un rico hombre de negocios llamado Moshe A. Este hombre era amigo personal del poritz y, por lo tanto, sería un buen intermediario potencial.

El Rebe accedió y escribió la carta. El jasid se fue, carta en mano, seguro de que su situación cambiaría pronto. Sin embargo, cuando miró la carta, quedó sorprendido: estaba dirigida a la persona equivocada. En lugar de estar dirigida al rico y distinguido Moshe A., la carta estaba dirigida a Moshe M., que era tan pobre como él mismo...

El Rebe debe haber cometido un error, pensó el jasid, porque ¿qué podría hacer Moshe M. por él?

El jasid se dio la vuelta y regresó directamente a la residencia del Rebe y le dijo al asistente: "Debo volver a entrar, a hablar con el Rebe. Él me dio la carta, pero cometió un error y necesito que la arreglen."

"Lo siento", respondió el Gabai. "No puedes volver a ver al Rebe tan pronto. Hay muchos otros esperando ser recibidos."

"Pero no lo entiendes", protestó el jasid. "Este es un asunto de suma importancia y no puede esperar ni un día. No le quitaré mucho tiempo. El Rebe sólo tiene que cambiar algunas palabras. Verás, ¡está dirigida a la persona equivocada!"

La conversación fue escuchada por el hijo del Rebe, Reb Najum, quien se acercó y comentó: "Un Rebe no comete errores." El jasid se dio vuelta y se fue, meditando en las palabras que acababa de escuchar: "Un Rebe no comete errores." Se tomó esto en serio y decidió ir al día siguiente a ver a Moishe M. y presentarle la carta del Rebe.

Cuando llegó a la humilde cabaña de Moshe M., le contó sobre su audiencia con el Rebe y le mostró la carta. Moshe M. quedó confundido por la petición de que intercediera. "Me encantaría poder ayudarte, pero ¿qué puedo hacer exactamente? No tengo nada que ver con el poritz."

Pero el jasid, que estaba convencido de que el Rebe debía haber tenido algo en mente, fue persistente. Finalmente, Moshe M. accedió, aunque, por supuesto, no se podía decir que supiera lo que estaba aceptando.

En mitad de la noche se oyen golpes en la puerta. Moshe M. se despertó y se dirigió hacia la puerta. "¿Quién está ahí?" preguntó.

"¡Abra, por favor! Soy yo, el Conde", fue la respuesta.

Moshe M. abrió la puerta y, para su sorpresa, allí estaba el poritz, el mismo hombre al que planeaba visitar al día siguiente, empapado y temblando de frío.

"Por favor, pase, señor mío", dijo; y al cabo de una hora le proporcionó al poritz ropa seca, comida, vodka y té.

El poritz explicó que esa tarde se encontraba en lo profundo del bosque cuando lo sorprendió una tormenta inesperada. Esta casa había sido la primera que encontró cuando abandonó el bosque, y así fue como terminó sienoo huésped en lo de Moishe M.

Inmediatamente Moishe M. vio la Divina Providencia en la situación inusual, y cuando todos se fueron a dormir, estaba muy ansioso de presenciar cómo se desarrollarían los acontecimientos.

A la mañana siguiente el poritz se levantó tan sano y recuperado como antes y se dispuso a regresar a su casa. Dirigiéndose a su anfitrión, le dijo: "Estoy muy agradecido por todo lo que has hecho por mí y me gustaría recompensar tu amabilidad. ¿Qué puedo hacer por ti?"

Moshe M. respondió: "Por favor, señor, sólo haber tenido el honor de ayudarlo es todo el pago que necesito."

El poritz no aceptó un no como respuesta y reiteró su  petición de pagarle al judío. Cuando le hizo la oferta por tercera vez, Moshe habló:

"Señor, tengo un hermano que alquila una de las posadas en la propiedad de Su Señoría. Debido a las dificultades financieras de los últimos años, no ha podido pagar el alquiler y perderá el contrato de arrendamiento de la posada. ¿le podría pedir a Su Señoría que reconsidere su caso?"

El poritz se mostró inmediatamente receptivo a la petición. "Amigo mío, eres un buen tipo, estoy seguro de que tu hermano lo es también como tú. No sólo renovaré su contrato de arrendamiento, sino que también le perdonaré la deuda del alquiler pasado.

"Y sabes, es una gran suerte que me estés hablando de eso justo hoy. Estaba planeando darle el contrato de arrendamiento de esa propiedad al pariente de un buen amigo mío. Mi amigo Moshe A. me habló recientemente acerca de un pariente suyo. Necesitaba un puesto y mañana planeaba ocuparme del asunto."

Momentos más tarde, allí mismo, esos dos jasidim conversaban acerca de la maravillosa Hashgajá Pratit que tuvo lugar, tal como lo previó el Míteler Rebe. Si la carta hubiese sido dirigida al Moshé "correcto" y no al "equivocado", la situación habría tenido un final muy diferente e infeliz para el jasid. Vieron que, efectivamente, "un Rebe no comete errores."

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Fuente: Ampliado y complementado por Yerajmiel Tilles de LeChaim Weekly #1597.

[Cabe aclarar que existe en diversas otras fuentes esta historia relatada con el Tzemaj Tzedek.]