Todo Berditchev estaba en un dilema. Sucot estaba por llegar y no había un solo Etrog en toda la ciudad. El Rebe, Rav Levi Itzjak, le indicó a un grupo de sus jasidim que esperaran en un cruce cercano a la entrada de la ciudad con la esperanza de encontrar algún transeúnte que contara con un Etrog. Efectivamente, pasó una carreta por aquella ruta con un hombre que llevaba consigo un Etrog inusualmente hermoso. Estaba de camino de regreso a su casa. El problema era que su casa estaba en una ciudad lejana y sólo estaba en Berditchev simplemente de tránsito.
Llevaron al desconocido ante su Rebe, quien inmediatamente le suplicó que se quedara a pasar el Jag con ellos y que, al prestarles su Etrog, permitiría a toda la comunidad, incluyendo al Tzadik mismo a cumplir con la Mitzvá de las Cuatro Especies. El extraño no estaba de acuerdo. Iba de camino a casa para pasar el Yom-Tov con su familia. ¿Cómo podía alterar de repente su alegría festiva? El Tzadik le prometió Brajot de riqueza e hijos, pero ni siquiera esto ayudó. Tenía, gracias a Dios, riqueza e hijos, y no necesitaba nada.
Entonces el Tzadik le dijo: "¡Si me haces el favor, te prometo compartirte mi parte en el Oilom Habo! (Mundo Venidero)"
El desconocido cambió inmediatamente de opinión y accedió a quedarse en Berditchev para Yom Tob. El Tzadik estaba encantado, al igual que toda la comunidad, y así también lo estaba el extranjero.
Ahora bien, en ese momento el Tzadik emitió una orden en secreto a toda la gente del pueblo de Berdichev: nadie debía permitir que este invitado comiera en su Sucá. Nadie podía adivinar cuál podría ser la razón, pero era una orden del Rebe.
La primera noche del Jag, aquel hombre regresó ingenuo del Shul en dirección a la habitación que había alquilado en la casa de alguien. Allí, adentro, encontró todo preparado: vino para Kidush, dos Jalot, velas y una comida festiva. Quedó estupefacto. ¿Podría ser que el jefe de familia, un judío tan honrado y observante, no tuviera una Sucá?
Salió al patio y encontró una Sucá construida perfectamente como lo exige la halajá. En su interior pudo ver a su anfitrión y a toda su familia sentados felices alrededor de la mesa. Pidió ser admitido, pero le fue denegado el permiso para comer allí. ¿Por qué?! No hubo respuesta.
Un tanto abatido, procedió a visitar a las familias vecinas, cada una de las cuales encontró sentada felizmente en su Sucá. Suplicó que lo dejaran entrar, sentarse y comer allí, pero en cada caso la respuesta era una misma y desconcertante negativa.
Finalmente concluyó que detrás de todo esto habrá alguna indicación del Tzadik. Consternado, corrió a su casa y le preguntó: "¿Qué está pasando?! ¿Qué hice para merecer esto?"
Reb Levi Itzjak le respondió: "Si renuncias a reclamar la promesa que te hice respecto al Oilom Habo, inmediatamente daré la orden de que seas admitido en una Sucá..."
El extraño estaba sorprendido y shockeado, pero guardó silencio. ¿Qué haría ahora? Por un lado, tenía consigo la promesa del Tzadik de que le compartiría su parte en el Mundo Venidero. Por otro lado, había una Mitzvá esperando ser cumplida: comer en una Sucá.
Luego de pensarlo unos instantes, la Sucá prevaleció. Era impensable; eso es lo que era: que un judío como él, que durante toda su vida había observado la Mitzvá de la Sucá, ¿no lo haga este año? Todo Am Israel sentados en sus Sucot esa noche - y él estaría comiendo como un gentil, en su habitación adentro, D-os libre?
Le dijo al Tzadik que lo eximía inmediatamente de su promesa respecto al Mundo Venidero y (a pedido del Tzadik) incluso le dio la mano en confirmación. Luego se fue y comió calmadamente su Seudá en la Sucá de alguien.
Tan pronto como terminó el Yom Tob, Reb Levi Itzjak lo llamó.
"Ahora", dijo, "por la presente te devuelvo mi promesa. Quería que aprendieras, hijo mío, que no quería que obtuvieras tu parte en el Mundo Venidero a tan 'bajo' precio, mediante una negociación fácil.. Quería que te lo ganaras a través de tus obras. Es por eso que dispuse las cosas de tal manera que debieras ser puesto a prueba con respecto a la Mitzvá de la Sucá. Ahora que has superado la prueba y demostrado el máximo sacrificio personal para cumplir esta Mitzvá, realmente te mereces compartir mi porción en el Olam Habá!"
No hay comentarios:
Publicar un comentario