En muchos trenes, el maquinista tiene su propia pequeña cabina y, a menos que la veas, podrías pensar o asumir que el tren va en piloto automático.
Una vez sucedió que muchos Yehudim iban en un tren que pasaba por las montañas. Las vías estaban en la base de las montañas, y se dieron cuenta de que rodeaban una montaña y luego otra. En cierto momento el tren se detuvo momentáneamente y al mirar por las ventanillas las personas notaron que estaban a pocos metros de un profundo barranco que tenía una fuerte pendiente.
Llegaron a la conclusión de que el piloto automático percibió que era demasiado peligroso continuar y por lo tanto se detuvo. Pero un minuto más tarde el tren empezó a avanzar muy lentamente. Cuando todo el tren llegó a la cima de la montaña, el tren comenzó a ganar velocidad y comenzó a correr cuesta abajo por la empinada pendiente.
Los pasajeros se asustaron, temiendo que se iban directamente al barranco. Algunos comenzaron a llorar, otros comenzaron a escribir una nota a sus seres queridos y los yehudim exclamaron el Shemá Israel.
Luego, un pasajero se dirigió al frente del vagón para ver si el tren todavía estaba sobre las vías o no. Notó que el maquinista estaba alerta mirando las vías frente suyo, con las manos firmemente en los controles. Corriendo hacia todos, dijo en voz alta: "El maquinista está en su cabina asegurándose de que el tren se mantenga en las vías." Todos dieron un suspiro de alivio y empezaron a relajarse.
El tren no disminuyó la velocidad, pero sabiendo que el que estaba a cargo tenía el pleno control, eso los calmó.
Entonces, todo se trataba de un cambio de perspectiva y el conocimiento de que alguien tenía el control.
Cada mañana recitamos los cinco Alelukas. En el tercero decimos: "Fuego y granizo, nieve y vapor; vientos tempestuosos que cumplen Su palabra", estas últimas palabras en el versículo aparecen en forma singular, refiriéndose específicamente a los vientos tormentosos. Uno puede preguntarse, ¿por qué decimos la frase “Que cumplen Su palabra” sólo después de mencionar los vientos tormentosos? ¿Acaso el fuego, el granizo, la nieve y el vapor no cumplen también el mandato de Hashem?
Pero la respuesta es que cuando hay un incendio corriente, granizo, etc., nadie está demasiado preocupado o desesperado. Después de todo esto es normal. Vemos que el mundo está bajo control y el controlador es Hashem. Sin embargo, cuando se trata de vientos tormentosos, o mejor dicho de sucesos horribles, entonces uno no sólo se preocupa, sino que también puede entrar en pánico y decir que esto no es normal, ¿Dónde está el control de Hashem? Por lo tanto, David Hamelej enfatizó que incluso los vientos tormentosos están cumpliendo el mandato de Hashem. Cuando una persona se da cuenta de que todo proviene de Hashem, se da cuenta que no hay nada por qué entrar en pánico.
Sí, obviamente debemos clamar a Hashem que la tormenta que estamos experimentando actualmente se detenga de inmediato. Sin embargo, debemos saber que proviene de Hashem. Además, debemos darnos cuenta de que Hashem está con nosotros.
Para resaltar más este punto, Reb Meilaj Biderman relató lo que escuchó de Reb Mendel Futerfas.
Reb Mendel fue exiliado por el régimen comunista durante muchos años en Siberia. Un día, uno de los otros prisioneros sacó dos estacas y las clavó en la cima de dos montañas. Luego sacó una cuerda y la ató fuertemente alrededor de ambas clavijas, asegurándose de que la cuerda estuviera apretada y asegurada.
Subiéndose a la cima de una montaña, llamó a los otros prisioneros: “¿Quieren verme cruzar la soga hacia la otra montaña?”
“Definitivamente no”, respondieron. "No queremos que nos pidan que recojamos todos tus huesos."
Ignorándolos, comenzó a caminar sobre la cuerda y para su asombro llegó al otro lado. Una vez más preguntó: "¿Creen que puedo regresar caminando?"
“Sí, creemos que puedes, pero no es necesario. Ya has demostrado que eres capaz de hacerlo”.
Ignorando su respuesta, regresó, impresionando aún más a la multitud. Luego preguntó: "¿Creen que soy capaz de empujar una carretilla a través de la cuerda?"
“Definitivamente”, respondieron. “Si pudiste caminar, también podrás caminar con algo delante tuyo.”
"Entonces, ¿tengo algún voluntario para sentarse en la carretilla?" preguntó.
En ese momento, ninguno de los hombres dio un paso adelante. Pero un joven sí lo hizo. Subió la montaña, se sentó tranquilamente en la carretilla y fue trasladado por la cuerda.
Cuando estaban caminando de regreso montaña abajo, le preguntaron al joven: “¿Cómo estabas tan tranquilo y no te mostraste ni siquiera un poco nervioso?”
Sonriendo, el jovencito les respondió: “¿Sabes quién es ese hombre? Él es mi papá y cuando mi papá está conmigo, no hay nada de qué preocuparse”.
Por lo tanto, entrar en pánico o estar nervioso ante la situación, no, pero sí hacer Tefilá y declarar: “Tú eres nuestro Padre amoroso y misericordioso”, mostrá compasión revelada hacia Tus hijos, eso definitivamente sí.
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