El Shul estaba colmado de una palpable sinceridad y emoción cuando el Tzadik Rab Levi Itzjak de Berditchev encabezaba la Tefilá del primer día de Rosh Hashaná. Cuando comenzaron el Piyut “LeE-l orej din” (Al Todopoderoso que dispone el juicio), la congregación lloraba, preparándose para el juicio. La voz del Rebe se volvió cada vez más ahogada por las lágrimas, y cuando llegó a las palabras: לְקוֹנֶה עֲבָדָיו בְּדִין - “Para Aquel que adquiere a Sus sirvientes en el juicio”, se quedó inmóvil, con el rostro pálido, en silencio, como si estuviera en otro mundo.
Momentos más tarde, el color volvió a su rostro y el Rebe exclamó con alegría: “Al que adquiere a Sus siervos en el juicio… al que tiene compasión de Su pueblo… al que vela por aquellos que lo aman… al que apoya a sus sinceros en el Día del Juicio!”
¿Qué pasó? Después del rezo, el Rebe explicó:
"Vi al Satan en el Shamaim, cargando bolsas de pecados. Muchas bolsas. Las cosa pintaban mal. De repente, su ojo atento divisó a un judío pecando en Rosh Hashaná, así que dejó sus bolsas y fue a recoger este pecado gigante y suculento. Mientras el Satan estaba ocupado, aproveché la oportunidad para revisar sus paquetes. “¿Cómo se puede responsabilizar a Yidn por estos pecados? Después de todo, ¡consideren su pobreza y sufrimiento! Consideremos también la absoluta ignorancia de Torá. Todas estas circunstancias del galut han llevado a que los yehudim se vuelvan insensibles al pecado. ¿Se los puede culpar? Los pecados se derritieron en mis manos y cuando el Satan regresó, sus sacos estaban vacíos.
"¡Ladrón!" tronó. "¡Devuélvelos de inmediato!" Y, conociendo las leyes del robo, añadió: “¡Y tienes que pagar el doble de lo que robaste!” Le expliqué que ya no tenía pecados para devolver, y mucho menos duplicarlos. "En ese caso, tengo derecho a venderte como esclavo."
Me ofreció al primer Malaj (ángel) que encontró. "¿Qué? ¿Por qué querría asumir la responsabilidad de poseer a un judío en Golus?" se burló el ángel. "Tendré que ocuparme de él en circunstancias tan difíciles." Así dijo cada ángel, hasta agotar sus opciones y ofrecerme al mismo Todopoderoso, quien accedió. “Sí, yo creé a este judío y lo quiero como mi sirviente. Me comprometeré a cuidarlo y protegerlo.”
“Y así”, concluyó Berditchever, “ahora que Hashem ha aceptado, todos podemos ser Sus siervos. ¡Todos nuestros pecados serán disueltos y nuestras necesidades satisfechas!”
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¿Pero quién quiere ser un sirviente/esclavo?
Por irónico que parezca, ser un siervo de Hashem es en realidad la forma más liberadora de vivir.
Una de las razones por la cual se toca el Shofar en Rosh Hashaná es recordarnos Matan Torá, donde la Torá escribe que hubo un "sonido de Shofar muy poderoso". Rosh Hashaná es un momento para aceptar sobre nosotros mismos “Naase Venishmá” tal como lo hicieron nuestros antepasados.
La Torá nos brinda una perspectiva muy clara respecto a cada área de la vida. En lugar de estar limitados por la lógica humana, nos elevamos para ver el mundo desde el punto de vista de la Torá. Al seguir la Torá, toda nuestra vida se realza. Nos mantenemos por encima de las modas pasajeras y evitamos un sinfín de errores y confusiones porque seguimos el mejor plan posible. Esta es la verdadera libertad.
La Torá fue entregada en Shabat, y esto no es casualidad. Shabat también eleva y realza al yehudi; nos saca de lo mundano y nos eleva a nosotros y a todo lo que nos rodea a un mundo y atmósfera de Shabat Kodesh. Cuán afortunados somos de tener un regalo que literalmente nos desconecta y separa del mundo en el que vivimos durante la semana. Las “restricciones” del Shabat nos liberan.
Ser un עֶבֶד es bastante bueno. Pero hay más.
En Rosh Hashaná coronamos a Hashem como Rey y nos sometemos a ser Sus súbditos. Nuestros Sabios dicen: "El עֶבֶד de un rey, es un rey." Todo el mismo ser de un siervo representa a su amo, de modo que, cuanto mayor sea su amo, mayor es él.
Aceptar y asumir ser sirvientes de Hashem no sólo nos libera, como lo haría incluso si tuviéramos un gran e importante amo y patrón, sino que nos otorga el estatus único de realeza. De hecho, cuanto mayor sea nuestra sumisión a Hashem, más nos convertimos en un vehículo para Su realeza. Cuanto menos independientes seamos, más permitimos que Hashem brille a través de nosotros. Y cuando el Rey se expresa y refleja a través nuestro, es mucho más fácil superar desafíos y obstáculos.
Este año Rosh Hashaná cae en Shabat. Claramente, este año Hashem nos está dando una medida adicional de inspiración y fuerza para dejar de lado todas las pretensiones y permitirnos convertirnos en Sus súbditos y elevarnos.
Como servidores de Hashem, tenemos derecho también a esperar que Hashem satisfaga todas nuestras necesidades. Los siervos de Hashem merecen estar sanos, tener tranquilidad, disfrutar de Najes de sus hijos y contar con una Parnasá en abundancia.
Deséndole a todos los lectores de los Jasidishe Maises un Ketibá Vajatima Tová Leshana Tová Umetuká!
Fuente: de un artículo de Reb Mordejai Lipsker
©JasidiNews
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