En el año 1915, el gobernador del distrito de Kiev en Ucrania era el general Dernatalin, un odioso antisemita de origen alemán.
A medida que se acercaba la fiesta de Sucot, el general buscó formas de interferir con la preparación de la festividad por parte de los judíos que vivían en su distrito.
Estaba familiarizado con la tradición judía de comer y estar en la Sucá que construían en sus patios.
Luego de deliberar y consultarse con el círculo de sus conocidos, decidió tomar un curso de acción malévolo.
Aproximadamente una semana antes del inicio del Jag, hizo pública una proclamación de que estaba prohibido construir Sucot en el distrito de Kiev. La Sucá constituía un riesgo de incendio, fue la razón oficial proporcionada. Se amenazó con castigos severos a quienes transgredieran el decreto.
Los agricultores del distrito recibieron órdenes además de no traer madera ni ramas a la ciudad los próximos días.
La ciudad de Kiev estaba alborotada; ¡Quién se imaginaría tal cosa! ¿Impedirle a toda la comunidad judía que celebre la fiesta de Sucot conforme la Halajá?!
Ese mismo día se organizó una delegación, entre ellos uno de los ciudadanos judíos más pudientes, un exitoso hombre de negocios y un conocido y talentoso abogado. Pidieron una reunión urgente con el gobernador. Pero el general Dernatalin, al darse cuenta de por qué se convocaba la reunión, se negó siquiera a reunirse, dando una vaga excusa.
La opinión abrumadora entre la comunidad, muy indignada, era la de no ceder ante el decreto. Pero transgredirlo también era imposible. No se podía construir una Sucá en el interior, ni ocultarla de alguna manera.
La policía incrementó su vigilancia. Cualquier cosa que pudiera interpretarse como un posible inicio de la construcción de una sucá era inmediatamente detenido por ellos.
Los ricos de la ciudad y sus dignatarios convocaron una reunión para encontrar una solución. De repente habló el dueño de la compañía naviera local. "Muchos barcos navegan por el río Dniéper", dijo. "Construyamos una sucá enorme en uno de los barcos, y todos los ciudadanos serán invitados a comer allí."
Después de pensarlo un poco, el abogado comentó que esta idea no implicaba una transgresión del edicto del gobernador. Después de todo, él prohibió construir sucot en el terreno de su distrito, no habló nada de sobre el agua. También descartaba el motivo del decreto: el riesgo de incendio, ya que no era una amenaza en el agua como lo era en tierra.
Los participantes en la reunión quedaron encantados con esta solución. Tomaron la decisión de seguir adelante con el plan en total secreto, para que ni un susurro llegara al general. No tenían dudas de que haría todo lo que estuviera en su poder para obstruirlos.
Dos días antes del comienzo del Jag se preparó uno de los barcos y se construyeron dos enormes Sucot. Se construyó una sucá en la sección de Primera Clase, destinada a los ricos de la ciudad. Se construyó otra sucá en la sección de segunda clase para todos los demás judíos.
Las sucot fueron construidas 100% acorde a la halajá. El personal del barco hizo que las cocinas fueran kosher. Se prepararon enormes cantidades de comida para la multitud esperada. El propietario hizo saber que las comidas serían gratuitas para cualquiera que quisiera pueda cumplir la mitzvá de "Leishev basucá" (morar en la sucá).
La treta se mantuvo en secreto hasta el día víspera de Sucot. Sólo entonces comenzó a circular el rumor sobre la Sucá construida en un barco, que el pueblo judío de Kiev estaba invitado a observar la mitzvá de habitar en la sucá.
Varias horas antes del comienzo del jag, la policía descubrió la sucá en el barco. Se quedaron mirando asombrados la enorme sucá, sin saber cómo reaccionar. Las órdenes que les dieron no contenían instrucciones sobre lo que sucediera en el río Dnieper. Tampoco tenían justificación para ordenar el desmantelamiento de aquellas sucot por considerarlo un riesgo de incendio.
El jefe de policía corrió hacia el gobernador para informarle del inesperado giro de los acontecimientos. El general Dernatalin, atónito, no podía creer lo que oía. Exigió ir a ver por sí mismo la Sucá construida a la orilla del río.
Se hizo de noche y multitudes de yehudim se dirigieron hacia el río para observar la Mitzvá de la Sucá acorde a la halajá.
La comida festiva comenzó con suma alegría, hasta que comenzaron los susurros "¡Dernatalin está aquí!"
Este último estaba fuera de sí de furia. Amenazó con enviar a todos los que estaban allí a Siberia.
En ese momento, el rabino de Kiev dio un paso al frente, y se levantó para hablar. "Señor, honorable Gobernador", dijo, "debe saber usted que no hay nada, nada, que pueda hacer que un judío traicione o falte a su religión. No hay poder en el mundo que sea capaz de arrancar de nuestros corazones las Mitzvot de la Torá que recibimos del Creador hace más de tres mil años. Nuestra sagrada Torá nos ordenó sentarnos en una Sucá, y aunque hemos estado en exilio cerca de dos mil años, no abandonaremos sus mandamientos."
El general escuchó atentamente las palabras del rabino. Cuando el rabino terminó su emotivo discurso, el general se acercó y, para sorpresa de todos los presentes, le estrechó la mano. Inmediatamente después se fue silenciosamente, junto con los agentes de policía.
Ese Sucot fue celebrado por el pueblo judío de Kiev con una alegría extraordinaria. Celebraban el Yom Teb en sí, como así también la victoria sobre aquellas personas que quisieron impedirles cumplir las Mitzvot y, en cambio, fueron vencidos.
A partir de ese día se notó un cambio en el gobernador. Dejó de causar problemas a la comunidad. Incluso anuló decretos anteriores que había dictado contra ellos.
Fuente: Yerachmiel Tilles, de AscentOfSafed.com.