domingo, 25 de junio de 2023

El Sefer Hatania pudo haber salvado al Titanic

En el año 1912, cuando se construyó aquel barco monstruoso, al que se le dio el nombre de "Titanic", generó en ese entonces un gran alboroto y entusiasmo en todo el mundo, una admiración magnífica ya que decían contaba y tenía para ofrecer todo tipo de los placeres y deleites mundanos, como ser obras de teatro y similares. Y mucha gente quería tener parte en su primer viaje en alta mar.

En ese momento, un judío que tenía relación con el Rebe Rashab apareció con su yerno y le comentó al Rebe que el yerno había decidido viajar en ese nuevo barco. El Rebe respondió: "No estoy de acuerdo en absoluto, no deberías viajar en ese barco." El yerno le dijo: ¡Rebe, le vine a pedir una Brajá!" El Rebe nuevamente le respondió: "No me parece, no debes viajar en ese barco." El yerno insistió nuevamente, y el Rebe le dijo: "Nu, si eres tan insistente, lleva contigo un Sefer HaTania en el viaje y estudia de ese libro todos los días."

Cuando salieron del Rebe, su suegro le preparó un libro de Tania y se lo entregó antes del viaje. El yerno emprendió viaje en el Titanic, donde viajaban unas dos mil doscientas personas. Al comienzo del viaje estaban todos muy contentos y fascinados de los tantos y diversos placeres que uno podía darse allí dentro, pero en pleno viaje, un bloque de hielo muy grande apareció repentinamente desde el Mar del Norte, y dando un terrible golpe chocó con el transatlántico.

El barco entero naufragó, y aunque las fuerzas de rescate llegaron para salvarlos, la mayoría de los pasajeros, unas mil quinientas personas, se ahogaron en el mar, ר"ל.

Cuando su suegro escuchó las noticias, la tragedia que había sucedido, corrió a lo del Rebe y con gritos y llantos amargos exclamó: "¡Rebe! ¿Por qué no nos dijiste que pasaría algo así, hubiésemos atado a nuestro yerno con sogas, y no lo hubiésemos dejado viajar de ninguna manera! Lamentablemente, además se olvidó el Tania en casa y no se lo llevó consigo, a pesar que se lo había preparado, y el Rebe le dijo que lo llevara con él en el barco!!"

El Rebe inmediatamente se puso de pie, y con suma tristeza comenzó a hablar diciéndole: "Esto es así, una cosa arrastra a la otra. Cuando no escucha lo que se pide, también olvidan el Tania en casa. ¡Qué pena! Qué pena lo que hizo. ¡Créeme! Decirle a un josid: Hacé así y asá, y si no, sucederá esto y aquello, es algo que sólo el Baal Shem Tob y el Maguid de Mezritch, estaban facultados y tenían a veces el consentimiento para hacerlo. Respecto a nosotros, suficiente que tenemos consentimiento para decir lo qué hacer; pero cuando le dicen a uno algo, se debe escuchar.'


(Los jsidim explicaron que una vez que las enseñanzas de Jasidut fueron incorporadas y reveladas en un plano más comprensible, en la mente humana, (Jasidut Jabad), fueron impuestas nuevas restricciones respecto a revelar asuntos pertinentes al mundo).
 

Fuente: Rab Shmuel Nodel. Véase también "LeShema Ozen" pág. 98;  Shmuot Vesipurim primera edición Vol. 1 pág. 78, Likutei Sipurim Perlov pág. 219

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