Hace muchos años, un grupo de jóvenes estudiantes universitarios se dirigieron al distrito de Crown Heights, en Brooklyn, para visitar al Rebe de Lubavitch. Mientras estaban en la sala de espera, alguien les dijo que el Rebe canaliza la inspiración divina y Ruaj Hakodesh (el espíritu de Di-s) habla desde su garganta.
Los jóvenes estaban asombrados y escépticos. Uno de ellos exclamó: "¿Eso significa que el Rebe nunca comete un error?!"
Más tarde, una vez que ya habían entrado en la habitación del Rebe, uno de ellos le preguntó a quemarropa, de una manera bastante inteligente: "Si el Rebe nunca comete un error, ¿por qué tiene un borrador en su lápiz?"
El Rebe, tranquilo, respondió en voz baja: "Un Rebe no se equivoca, pero hoy es más grande que ayer y hoy agrega a lo que se escribió ayer. En otras palabras, no es para borrar un error, sino para borrar lo que estaba escrito correctamente ayer. Hoy es de una estatura diferente y más alta."
* * *
Este fue claramente el caso del Rebe cuando editaba sus Maamarim y Sijot (discursos) para su publicación. Cada vez que le traían uno, el Rebe se dedicaba a editarlo durante varias horas, a veces cuatro o más. Después llamó por teléfono a los secretarios para que vinieran a llevar las hojas (con las ediciones) a los editores y de ahí a la imprenta.
A veces, después de entrar, los secretarios esperaban en la sala otros tres cuartos de hora mientras el Rebe continuaba agregando y corrigiendo. En una de esas ocasiones, el Rebe les dijo: "Lleven esto a la imprenta ahora porque de lo contrario no terminaré nunca..."
Después de que se hacían todas las correcciones, le presentaban el discurso por segunda vez. El Rebe hacía más correcciones, porque una vez más estaba agregando nuevos conocimientos.
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Fuente: Según lo relatado por uno de los secretarios del Rebe, el rabino Biniomin Klein, y publicado por primera vez por The Avner Institute
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