En Memoria del Rab Hajasid Rab Yerajmiel Alperovitch A"H. MiZiknei Anash Yerushalaim. Falleció Shabat 18 de Adar 5783.
.
A Reb Yerajmiel Alperovitch le ofrecieron dos trabajos. Estaba vacilando cuál de ellos aceptar.
Esto sucedió en 1953. Reb Alperovitch, era en aquel entonces un joven hombre cuyo amor por el Jinuj y la educación corría por sus venas. Cuatro años antes, tuvo el privilegio de recibir una Brajá del Rebe Anterior, Rabi Yosef Itzjok, que formara alumnos buenos y exitosos en el estudio y con Irat Shamaim. La bendición quedó evidenciada en poco tiempo, y en los puestos de enseñanza ocasionales que encontró fue ganando una reputación como un Mejanej muy especial y solicitado.
Para comienzos del próximo año escolar, se acercaron al rabino Alperovitch del centro de Jinuj Atzmaí ('Educación independiente') con una oferta para un puesto en su institución en el centro de Bnei Brak. La segunda oferta provino de Reb Aharon-Mordejai Silbershtrom, quien en aquel entonces dirigía la escuela de Jabad en Kfar Saba, y lo quería a Reb Alperovitch como Moré en su equipo de trabajo.
Rab Alperovitch llevó las propuestas a la puerta del Rebe de Lubavitch, y el Rebe respondió de manera sutil que 'dondequiera que se encuentre, que formara allí un ambiente y atmósfera jasídico.'
Rab Alperovitch entendió que el Rebe lo estaba dirigiendo a trabajar en un lugar (institución) no perteneciente explícitamente al Jasidut y, por lo tanto, accedió y tomó la propuesta de trabajo como maestro en el centro de Jinuj Atzmaí.
El año escolar comenzó y continuó con gran éxito. La dirección estaba satisfecha, los padres también, y por supuesto los niños apreciaban a su dedicado maestro. El director de Jinuj Atzmaí de aquella época, el rabino Grosbard de Iersuhalaim, solía apodar cariñosamente a la clase del Rab Alperovitch como el "Jeider Jabad". Y tenía toda la razón: en las paredes del aula colgaban fotos de los Rebes de Jabad, y en general, se respiraba en esa Kitá una atmósfera Jabadnik emblemática, tal como lo instruyó el Rebe.
Durante décadas, Rab Alperovitch se dedicó a su Avodat Hakodesh y recibió pleno apoyo de todas las direcciones. Este idilio perduró hasta el año 1989. En ese año, un grupo de padres que no simpatizaban con Jasidut Jabad lograron tomar el control del consejo de padres de la escuela. Estaba claro que no estaría lejos el día en que actuarían por la destitución del Rab Alperovitch.
Efectivamente, unos días antes del comienzo del próximo año escolar, esos padres vinieron y le dijeron al rabino Alperovitch que se había decidido que lo despidieran. La realidad era que el director de la escuela reconocía el valor del Rab Alperovitch y no compartía los comentarios y dictámenes de esos padres. ¡Pero los padres no permitieron que nada se interpusiera en su camino y lograron reemplazar al director!
El nuevo director, elegido por esos mismos padres, le entregó una carta de despido a Rab Alperovitch. Trató de justificarla con el argumento que se había tomado la decisión de renovar el equipo con fuerzas más jóvenes.
Ese día, Rab Alperovitch estaba sacudido por una tormenta de emociones. Se sentó a escribirle una carta al Rebe acerca de todas las fechorías de estos padres charlatanes y adjuntó una copia de la carta de despido que acababa de recibir. Unos días después, llamaron al Rab Alperovitch de la Secretaría del Rebe y le dijeron que el Rebe respondió que permanecería en su trabajo y le deseaba Hatzlaja Rabá (mucho éxito).
Una semana más tarde, Rab Alperovitch se encontró con un Jasid del círculo de Vishnitz. "¡Mi hijo va a estudiar contigo el próximo año!", declaró con entusiasmo.
"Emmm... no creo. Hay un pequeño problema", sonrió Rab Alperovitch, "En este momento tengo una carta de despido." Rab Alperovitch le contó los sucesos de los últimos meses y el hombre quedó estremecido por completo.
"Mañana mismo estaré en las oficinas principales de Jinuj Atzmaí", ese padre dijo con determinación. "Me encargaré de que permanezcas en tu puesto."
Rab Alperovitch se mostró algo escéptico acerca del éxito del hombre. No obstante, dos días después, el inspector y Supervisor de la escuela donde trabaja, Rab Noiman, se le acercó y le dijo: "Sepa que nadie tiene derecho a despedirlo. ¡Usted se queda con nosotros!"
Y así fue. Rab Alperovitch continuó en su cargo como de costumbre.
Un año más tarde, los mismos padres problemáticos lograron cambiar toda la dirección de la escuela, todo con el objetivo de que despidieran al Rab Alperovitch y a otros maestros, cuyo único 'pecado' era el pertenecer a la comunidad de Jasidim. En ese momento, Rab Alperovitch estaba en la casa de su hijo en Nueva York, y uno de esos padres se atrevió a llamarlo para darle un baldazo de agua fría: ¡Hemos contratado a un nuevo director, no tienes para qué volver!"
Esta vez también, Rab Alperovitch se apresuró a avisarle al Rebe. El Rebe escuchó, se rió y dijo sólo dos palabras: "Behosafá Lehatzlojo."
No hace falta decir que esta vez tampoco tuvieron éxito. No sabían que el nuevo director que contrataron tenía un hermano Jabadnik que había desarrollado un inmenso aprecio por Jasidut y ciertamente no pensaría en despedir a un maestro exitoso sólo porque es Jasid.
Rab Alperovitch continuó su trabajo en la misma escuela durante varios años más, y tuvo el mérito de apreciar repetidamente cómo el Rebe, sentado en su oficina en Nueva York extiende su Brajá y energía llegando también a las escuelas de 'Jinuj Atzmaí' en Eretz Israel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario