El joven estudiante italiano, Yaakov, no sabía mucho idish. Rab Jaim Meir Bukiet (1919-1998), decano de la United Lubavitcher Yeshivah en Brooklyn, Nueva York, no hablaba mucho inglés. No obstante, se las arreglaron para comunicarse entre sí.
Cada vez que el estudiante tenía una pregunta, se levantaba de su lugar en la gran sala de estudio y se dirigía al escritorio donde el decano pasaba horas todos los días. Habiendo formulado su pregunta, escuchaba mientras Rab Bukiet le respondía en su mezcla de idish e inglés... "Tenía una mente muy aguda", recuerda Yaakov. "Siempre sacaba un giro nuevo e interesante que encontraba para explicar lo que estábamos estudiando."
Sin embargo, su relación nunca fue más allá de estas breves conversaciones en el Zal (la sala de estudio). Yaakov se graduó y se fue a estudiar a otra parte.
En la primavera de 1991, Yaakov se comprometió con una chica de Argentina. Fue un momento alegre, pero también estresante. Yaakov comenzó a preocuparse por cómo solventaría los gastos, y sus necesidades básicas. De hecho, se acercaba el día de la boda y todavía tenía pendiente hacer un depósito para su apartamento y comprar muebles básicos.
Un día, el rabino Bukiet llegó a la sala de estudio para rezar Minjá y notó que el novio se veía particularmente desanimando. Yaakov se guardaba sus problemas para sí mismo, pero aparentemente no le fue difícil al anciano rabino adivinar qué lo perturbaba.
El decano se acercó a Yaakov, como si hubiera venido solo para este propósito, le entregó un sobre del banco lleno de dinero en efectivo y dijo: "Esto es una ayuda para la boda próxima." Rememorando su sorpresa y gratitud, Yaakov cuenta que lo que más recuerda es la "expresión de generosidad" en el rostro del Rab.
En ese momento, y durante varios años más tarde, supuso que el dinero procedía de uno de los fondos de la Yeshiva. Concretamente, había sido un regalo personal: el sueldo del rabino Bukiet. Años involucrado en organizaciones benéficas para apoyar las necesidades básicas de los estudiantes le habían dado al rabino un agudo sentido (y olfato para percibir) cuando alguien estaba en apuros.
No era la primera vez que el rabino Bukiet llegaba a casa sin su sueldo. Cuando su esposa le preguntaba, él decía: "No necesito preocuparme por el dinero. Es blotte [barro, en idish]". Ester, que era meticulosa con la limpieza, le respondía: "Ese tipo de barro puedes traer a casa cuando sea." A otros les decía: "Mi rico esposo estuvo repartiendo cheques esta semana..."
Yaakov, hoy en día padre de varios hijos, dice que si hubiera sabido de dónde era el dinero, no lo habría aceptado. Obviamente, Rab Bukiet estaria contento de que él no lo haya sabido.
Fuente: "Story Bites", de Dovid Zaklikowski
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