lunes, 27 de febrero de 2023

La persistencia y testarudez de un novio

"¡Dale diez mil, veinte mil dólares!", hizo la oferta el hombre de Nueva York. "Estoy dispuesto a darle la cantidad que quiera, con tal de que te deje cantar en mi boda"



"¡Qué error cometí!", murmuró para sí el cantante jasídico Reb Shlomo Simja, quien vive actualmente en Florida, cuando revisaba su agenda para ver si estaba disponible para cantar en la distinguida boda que se iba a realizar en Nueva York.

Esto sucedió en el 2015. Shlomo Simja vivía entonces en Toronto, Canadá. Todos los años solía ofrecerse como donación para hacer presentaciones y cantar en bodas de los más necesitados, que se dirigían a él mediante una organización de Jesed que había en la ciudad. En el invierno de ese año, un novio de una familia de bajos ingresos lo llamó y le pidió si podía cantar en su boda, que estaba planeada llevarse a cabo en unos meses.

El cantante revisó su agenda, vio que la fecha estaba libre y respondió afirmativamente. "La agenda que uso es un calendario gregoriano, y generalmente anoto ahí las fechas hebreas", explica Shlomo Simja a Sijat Hashabua. "Por alguna razón no marqué el día de Lag Bamer en la agenda ese año, así que accedí a la solicitud del novio, sin saber que en realidad era Lag Baomer."

Pasaron los días y recibió una solicitud de un judío muy adinerado para viajar a Nueva York, para la boda de uno de sus hijos, que se celebraría en... Lag Baomer. Solo entonces Shlomo Simja se dio cuenta del error que había cometido.

"Es cierto que me ofrezco con gusto para hacer presentaciones para los carentes de medios, pero no en las fechas más solicitadas, como Lag Baomer. Si hubiera sabido que era Lag BaOmer, obviamente no habría aceptado cantar en esta boda ad honorem."

Llamó al novio, le explicó el error que había ocurrido y le pidió que acepte entender y cancelar su presentación en su boda. Sin embargo, el novio no accedió a ceder.

Reb Shlomo Simja llamó al pudiente hombre de Nueva York y le contó la complicación que había surgido. "No hay problema", le dijo ese señor, "pagaré el costo total de otro cantante, que vaya a alegrar a este novio en su boda."

La propuesta se la pasó al novio, pero él seguía con lo suyo: "Solo te quiero a vos en mi casamiento", dijo.

Reb Shlomo Simja le transmitió al hombre de Nueva York la respuesta, a lo que respondió: "Díle al novio que estoy dispuesto a darle tres mil dólares adicionales además del costo total de otro cantante, a cambio de su consentimiento y dejarte venir."

Sin embargo, el novio rechazó la oferta.

"Dale diez mil dólares. ¡Dale hasta veinte mil dólares!", hizo la oferta el hombre de Nueva York. "Estoy dispuesto a darle la cantidad que quiera, siempre y cuando te deje venir y cantar en mi boda."

El cantante estaba seguro ahora que una oferta tan generosa sería aceptada con mucho gusto. Esta es una familia pobre, y aquí tenían una oportunidad de oro para financiar todos los gastos de la boda y aún así quedarse con un buen superávit. Pero la respuesta siguió siendo negativa. El novio no accedió a ceder a su cantante bajo ningún precio del mundo.

Esto le causó un enorme al propio cantante. ¿Por qué se niega? se preguntó. Conocía a la familia del novio, gente muy humilde y amable, muy lejos de ser obstinados y quisquillosos. ¿Por qué el novio insiste tanto en que cante en su boda? ¿Y por qué rechaza una cantidad de dinero tan respetable, que le daría una base financiera para su nueva vida?

Decidió investigar el asunto. "¿Por qué insistes tanto?", le preguntó al novio. "¿Y porque no encuentras otro cantante?!"

Se hizo un silencio del otro lado de la línea. Después de un instante, el novio le dice: "Mi padre tuvo un accidente muy grave hace unos años, y desde entonces precisa de asistencia constante. El sustento de la familia también se quebró desde entonces. El que se hizo cargo de todos los asuntos médicos, de asistir constantemente a mi padre y la carga de mantener a la familia, es mi madre zol guezunt zain.

“Mi madre literalmente entrega su vida día y noche por mi padre y por todos los miembros de la familia”, continuó el novio ya con la voz quebrada. "Ella nunca pidió nada para ella. Toda su vida estuvo dedicada solo a los demás."

“Cuando me puse de novio y conversaba con mi madre acerca de la boda, mi madre comentó: 'Qué hermoso sería si Shlomo Simja cantaría y alegraría la boda..."

"Entendí por sus palabras que ama tu canto y lo disfruta. Fue la primera vez en mi vida que la escuché insinuar un pequeño deseo para ella.

"Por eso fue que te busqué, recurrí a ti y te pedí que cantaras en mi boda. Esta es mi oportunidad de cumplir el deseo de mi madre. Frente a las generosas ofertas económicas, pongo ante mis ojos toda la vida de mi mamá, llena de entrega y sacrificio. No venderé este Zejut de Kibud Em por ninguna plata del mundo. Por eso me es tan importante que participes en mi Simjá, para que yo pueda alegrar a mi madre."

Las palabras del novio dejaron sin palabras a Shlomo Simja. Lágrimas de emoción brotaban por sus ojos. "Voy a estar en tu boda.  Haré todo lo posible por alegrar a tu madre", le dijo al novio.

Ese Lag Baomer, Shlomo Simja llegó a la boda con emoción: "Después de escuchar la historia del novio", dice, "canté en aquella boda con todo mi corazón y mi alma. Fue una Idishe Simje realmente revitalizante, sabiendo que aquí se estaba construyendo un nuevo hogar sobre los cimientos más fieles y hermosos. Y quién sabe si los Malajim de Arriba no se unieron también al canto, acompañando desde el Shamaim al hijo que honra a sus padres con un amor infinito."


Fuente: Sijat Hashabua Itró 5783, #1884

martes, 21 de febrero de 2023

El sobre con dinero en efectivo


El joven estudiante italiano, Yaakov, no sabía mucho idish. Rab Jaim Meir Bukiet (1919-1998), decano de la United Lubavitcher Yeshivah en Brooklyn, Nueva York, no hablaba mucho inglés. No obstante, se las arreglaron para comunicarse entre sí.

Cada vez que el estudiante tenía una pregunta, se levantaba de su lugar en la gran sala de estudio y se dirigía al escritorio donde el decano pasaba horas todos los días. Habiendo formulado su pregunta, escuchaba mientras Rab Bukiet le respondía en su mezcla de idish e inglés... "Tenía una mente muy aguda", recuerda Yaakov. "Siempre sacaba un giro nuevo e interesante que encontraba para explicar lo que estábamos estudiando."

Sin embargo, su relación nunca fue más allá de estas breves conversaciones en el Zal (la sala de estudio). Yaakov se graduó y se fue a estudiar a otra parte.

En la primavera de 1991, Yaakov se comprometió con una chica de Argentina. Fue un momento alegre, pero también estresante. Yaakov comenzó a preocuparse por cómo solventaría los gastos, y sus necesidades básicas. De hecho, se acercaba el día de la boda y todavía tenía pendiente hacer un depósito para su apartamento y comprar muebles básicos.

Un día, el rabino Bukiet llegó a la sala de estudio para rezar Minjá y notó que el novio se veía particularmente desanimando. Yaakov se guardaba sus problemas para sí mismo, pero aparentemente no le fue difícil al anciano rabino adivinar qué lo perturbaba.

El decano se acercó a Yaakov, como si hubiera venido solo para este propósito, le entregó un sobre del banco lleno de dinero en efectivo y dijo: "Esto es una ayuda para la boda próxima." Rememorando su sorpresa y gratitud, Yaakov cuenta que lo que más recuerda es la "expresión de generosidad" en el rostro del Rab.

En ese momento, y durante varios años más tarde, supuso que el dinero procedía de uno de los fondos de la Yeshiva. Concretamente, había sido un regalo personal: el sueldo del rabino Bukiet. Años involucrado en organizaciones benéficas para apoyar las necesidades básicas de los estudiantes le habían dado al rabino un agudo sentido (y olfato para percibir) cuando alguien estaba en apuros.

No era la primera vez que el rabino Bukiet llegaba a casa sin su sueldo. Cuando su esposa le preguntaba, él decía: "No necesito preocuparme por el dinero. Es blotte [barro, en idish]". Ester, que era meticulosa con la limpieza, le respondía: "Ese tipo de barro puedes traer a casa cuando sea." A otros les decía: "Mi rico esposo estuvo repartiendo cheques esta semana..."

Yaakov, hoy en día padre de varios hijos, dice que si hubiera sabido de dónde era el dinero, no lo habría aceptado. Obviamente, Rab Bukiet estaria contento de que él no lo haya sabido.


Fuente: "Story Bites", de Dovid Zaklikowski

jueves, 16 de febrero de 2023

La sonrisa de oreja a oreja

La Dra. Jan Jacobson Sokolovsky es una abogada que actualmente vive en Jerusalem. Fue entrevistada para My Encounter de JEM en su casa en octubre del 2018.



En 1966, di a luz a Danny, el menor de mis tres hijos. A medida que crecía, a diferencia de sus hermanos, no se largaba a hablar. Cuando le pregunté al pediatra: "¿Por qué Danny no habla todavía?" Me dijeron que podría tener un problema de audición. Luego de algunas pruebas, el pediatra confirmó que, efectivamente, Danny tenía un problema auditivo severo.

A los dieciocho meses de edad, le colocaron un audífono. En aquellos días, eso significaba usar un arnés que transportaba un equipo que funcionaba con baterías y que estaba conectado por cables a los botones en sus oídos. No era un artefacto muy agradable, por así decirlo. Danny era un niño muy activo y era una batalla constante evitar que se sacara este armatoste y lo tirara al suelo. Eventualmente, sin embargo, entendió que este voluminoso aparato lo ayudaba a comunicarse con sus amigos.

Para que quede claro, de ninguna manera éramos ajenos a los problemas que enfrentan los niños con discapacidad auditiva. Nuestro hijo mayor, Barry, había comenzado a perder la audición cuando tenía cuatro años y continuó deteriorándose hasta los siete. Pero Barry ya había aprendido a hablar bastante bien antes de perder la audición. Danny tendría que aprender a hablar después de haber perdido la audición, un desafío abrumador para un pequeño niño.

En el verano de 1967, nos mudamos a Skokie, Illinois, para que Barry, nuestro hijo mayor, pudiera comenzar el primer grado en el Jewish School (una escuela judía) allí, y Danny pudiera inscribirse en un programa de educación especial en la Northwestern University que tenía una gran centro para niños pequeños con problemas auditivos.

En aquel entonces, había una enorme discrepancia entre los educadores acerca de si los niños con discapacidad auditiva debían aprender a comunicarse con el lenguaje de señas o si se les debía enseñar a hablar. La Northwestern University estaba del lado de tratar de enseñarles a hablar, por lo que este es el tipo de terapia que recibió Danny hasta los tres años, cuando se inscribió en un programa de guardería de educación especial en nuestro distrito escolar local.

Poco después de mudarnos a Skokie, conocimos al rabino Shlomo Zalman Hejt , el Sheliaj del Rebe en Chicago. Aunque no era el rabino de nuestra sinagoga, mi esposo, el Dr. Myron Jacobson y yo eventualmente desarrollamos una relación muy cercana con él.

Cuando era casi el momento que Danny ingresara a primer grado, le contamos al rabino Hejt que planeábamos mantenerlo en el sistema de la escuela pública, que tenía un excelente programa para personas con discapacidad auditiva. Creíamos que Danny no podría tener éxito en un Jewish School (escuela judía) donde también tendría que aprender hebreo; temíamos que un programa bilingüe sería demasiado para él.

El rabino Hejt no estaba seguro de que estuviéramos tomando la decisión correcta. “Este es un problema demasiado serio para que lo decidan por vuestra cuenta”, nos dijo. “Tienen que preguntarle al Rebe.”

Nunca habíamos conocido al Rebe, pero el rabino Hejt organizó una audiencia, que tuvo lugar a fines de la primavera de 1972.

Le explicamos nuestros planes e intenciones respecto a Danny: queríamos mantenerlo en un programa de educación especial en la escuela pública y contratar a un tutor privado para que pudiera aprender hebreo a su propio ritmo, y le preguntamos al Rebe qué pensaba del plan.

“No creo que la escuela pública sea buena para Danny”, respondió. “No puedes saber lo que le pasará allí. Un niño judío debe ser educado en un ambiente judío.”

“¿Qué sugiere el Rebe?” Yo le pregunté.

Y aquí es donde el Rebe nos sorprendió al hacer una sugerencia completamente original.

"Dime", me dijo. “¿Quién es la maestra de Danny en la escuela pública? ¿Es judía?

Confirmamos que su maestra era una mujer judía, que era una maestra maravillosa.

"¿Qué tal", propuso el Rebe, "si en lugar de enviarlo a la escuela pública con un tutor en hebreo, lo envías a la escuela judía donde van sus hermanos, y le pides a esta maestra que le enseñe en inglés?"

Nos pintó un cuadro vívido: “Consideren cómo se sentirá Danny el primer día de clases cuando vea a sus hermanos subirse al autobús escolar de camino a la escuela judía, mientras él se dirige a un lugar completamente diferente. ¿Cómo lo hará sentir eso?"

Entendimos el punto y estuvimos de acuerdo. Pensamos que era brillante; de ​​hecho, estábamos literalmente abrumados por la ingenuidad de su consejo.

El Rebe entendió que si Danny iba a la escuela pública, podría recibir una buena educación, pero constantemente recordaría lo diferente que era de sus hermanos. Y además, nos explicó el Rebe, no estaría en la atmósfera de una escuela judía.

El Rebe entendió a Danny mejor que nadie, por lo que sugirió invertir nuestro plan: en lugar de una escuela pública con un tutor de hebreo, hagamos una escuela hebrea con un tutor de inglés.

Habíamos subestimado las capacidades de Danny, pero el Rebe no tenía dudas sobre su potencial. Era como si el Rebe se pusiera en la cabeza de Danny y supiera que un programa bilingüe no sería abrumador para un niño tan inteligente.

La idea nos encantó y estábamos ansiosos por probarla. Cuando nos estábamos yendo, el Rebe agregó: “Si, en el futuro, surge la posibilidad de una operación, Danny debería someterse a ella”, y nos bendijo para que tuviera éxito.

Aparentemente, el Rebe sabía que había una operación disponible para la condición de Danny, pero en ese momento y durante varios años después, era muy riesgoso. Esta cirugía involucraba un implante coclear, lo que significaba perforar un agujero en la cabeza y luego en la oreja. No siempre funcionaba y, cuando no funcionaba, empeoraba aún más las cosas, por lo que no era algo para tomarse a la ligera. Pero cuando era exitosa, le daba a la persona con discapacidad auditiva severa la oportunidad de escuchar de verdad. Así que mantuvimos esta posibilidad en nuestras mentes, a la distancia, sabiendo que, cuando fuera el momento adecuado, tendríamos la bendición del Rebe para seguir adelante.

Cuando regresamos a casa, fuimos a hablar con la maestra, quien accedió inmediatamente al plan del Rebe, a pesar de que nunca antes había dado clases particulares (ni lo ha hecho desde entonces). Y lo enviamos a la escuela judía como sugirió el Rebe.

Tengo una foto de Danny subiendo al autobús junto con sus hermanos el primer día de clases. Tiene su lonchera y me mira con una sonrisa de oreja a oreja. Creo que es la mejor foto de Danny que he tomado.

Nunca se nos hubiera ocurrido esta idea por nuestra cuenta. Y por supuesto la maestra nunca hubiera pensado algo así. Nadie lo hubiera hecho. Pero allí estaba, frente a nuestros ojos.

La maestra resultó ser un regalo del cielo. Venía a nuestra casa varias veces a la semana después de la escuela y le enseñaba inglés y las diversas materias a Danny .

Danny tuvo éxito en sus estudios y efectivamente se benefició de la atmósfera judía de la escuela, tal como lo había predicho el Rebe. Luego se graduó de la Yeshiva University y luego viajó a Israel.
Finalmente, se nos informó que la operación, que inicialmente era altamente experimental, se había vuelto estándar y conllevaba mucho menos riesgo.

Entonces, en el 2005, Danny recibió un implante coclear, que fue un gran éxito. Mientras conducíamos a casa desde el Hospital Hadassah después de la operación, Danny comentó que podía escuchar la música de la radio del automóvil y me preguntó si el tictac que escuchaba era un tambor. Era sólo la señal de giro. Ni siquiera sabía que existiera tal sonido.

A menudo me ponía a llorar al ver a Danny descubrir un mundo de sonido totalmente nuevo. Más adelante me dijo que la primera semana después de la operación fue una de las más felices de su vida. Escuchó la puerta abriéndose cuando alguien entró; ya no tenía por qué sorprenderse de ver a la gente aparecerse de repente frente a él. Oyó caer monedas. Los pájaros cantaban por primera vez y los perros ladraban.

“Nunca podría haber escuchado nada de esto sin la operación”, me dijo. “Pero siempre supe que algún día podría escuchar. Tenía la Brajá del Rebe esperando en mi bolsillo.”

martes, 14 de febrero de 2023

La carta del Rebe llegó 54 años más tarde...en el momento justo!


Por Anash.org

Justo a tiempo, después de 54 años.

Tres semanas después del fallecimiento de Rab Shimon Elituv, mientras su familia aún estando en el período de los Shloishim, les llegó una carta que el Rebe le había enviado, con un mensaje más relevante que nunca.

La carta del Rebe, escrita en Hei Av, 5728 (1968), estaba dirigida a Rab Elituv, entonces un joven Mejanej y Shojet. El Rebe primero notifica recibo de su carta y Pan, escribiendo que el Pan sería leído en el Tzion del Frierdiker Rebe. Luego, la carta continúa con un texto “estándar”, el mijtav klali-prati para ese mes, que se envió a muchas personas con ligeras variaciones.

Basándose en el nombre del mes, Menajem Av, el Rebe escribe su ferviente esperanza de que Hashem, nuestro padre misericordioso, אב הרחמן ואב הרחמים, consuele al pueblo judío con un doble consuelo.

Si bien la carta había sido enviada en ese momento a la dirección del Rabino Elituv en Yerushalaim, nunca llegó. En aquel entonces, Rab Elituv ya había emigrado a Rumania, donde pasaría los próximos dos años desempeñándose como Shojet. La carta tenía el sello "devolver al remitente" y fue llevada de regreso a 770 en Nueva York.

Pasaron más de cinco décadas, y este último 3 de Shvat 5783, Rab Elituv falleció, luego de haber servido durante décadas como Rab y educador en Argentina y Eretz Israel, y luego miembro del Consejo del Gran Rabinato de Israel.

Tres semanas después, el martes 23 de Shevat, su hijo, el rabino Yosi Elituv, editor de la revista ‘Mishpajá’, recibe una llamada telefónica.

“Hace poco tiempo, una persona cercana al Rebe me llamó con algunas noticias: se había topado con una carta del Rebe dirigida a mi padre, que nunca había llegado”, escribe el joven Elituv.

La carta era la misma carta de 5728, que habla del consuelo que proviene de Hashem, un mensaje que no podría ser más oportuno, cuando la familia necesitaba ese consuelo tan imperiosamente.

"Parece que finalmente ha llegado el momento que esa carta llegue a su destino", le dijo la voz del otro lado de la línea. “Te envío la carta con mis manos temblando. O, más exactamente, el Rebe le está enviando a tu familia en este preciso momento una carta de consuelo.”







lunes, 13 de febrero de 2023

¿Tenés algo que ver con el famoso Rebe de Brooklyn? - Historia con la Rebetzn Jaia Mushka - 35 años de su Histalkut


La Rabanit Jaya Mushka solía visitar la biblioteca en Manhattan a menudo. Hace varios años llegó en cierta oportunidad a la biblioteca y le dio su tarjeta a la bibliotecaria. Ella, que vio el nombre "Schneerson" en la tarjeta, le preguntó: "¿Eres pariente del famoso Rabbi de Brooklyn?" La Rebetzn respondió afirmativamente. - "¿Cómo es el parentesco?" - "Él es mi marido", respondió la Rebetzn.

Cuando la bibliotecaria escuchó esto, comenzó a quejarse y rezongar, diciéndole que tenía quejas contra el Rebe. Le contó que no tenía hijos y que "con mucho esfuerzo fui al Rebe hace unos dos años y le pedí una bendición para tener un hijo. El Rebe me bendijo y me dijo que debía asumir cumplir alguna Mitzvá", dado que la bendición es como la lluvia, y necesita un recipiente en el cual entre la bendición. Le dije al Rebe que asumiría y me comprometería a encender las velas de Shabat. Han pasado dos años desde entonces y todavía no tengo un hijo...Nada."

La Rebetzn la calmó y le dijo: "Yo tampoco tengo hijos."

Cuando la bibliotecaria escuchó esto, se quebró en llanto y le dijo: "Perdóname, pero soy una sobreviviente de la Shoá, estuve en campos de concentración y de mi familia no quedó nadie, sólo yo, por eso me es tan importante tener hijos, se trata de la continuidad de mi familia."

La Rebetzn le preguntó atentamente y con precisión: "¿Qué fue exactamente lo que te dijo mi marido?" La bibliotecaria respondió: "Me dijo que encienda las velas de Shabat."

- "¿Y lo haces?"

"Sí", respondió afirmativamente la bibliotecaria.

"¿Cómo lo haces?", siguió preguntando la Rebetzn. “Todos los viernes enciendo dos velas cuando mi esposo llega del trabajo, a las siete u ocho de la noche.”

Entonces la Rebetzn le explicó que el propósito de las velas de Shabat es honrar el Shabat y no profanarlo, y por lo tanto uno debe tener cuidado de encender las velas antes de la puesta del sol. "¡Ocúpate y comprométete a encender las velas como corresponde!", afirmó la Rebetzn. La bibliotecaria se encargó de encender las velas a tiempo, y diez meses después nacía su hijo...después de esto siguió manteniendo un Kesher (un contacto) continuo con la Rebetzn, e incluso la visitaba en su casa.

Fuente: Vehajai Iten El Libó