En la década de 1960, un joven Jabadnik se hizo amigo de un vecino, lo llevó al Shul y le enseñó el pasuk de "Torá Tzivá". El efecto completo de sus acciones solo se le reveló casi cinco décadas después...
La historia comenzó durante la pandemia del Covid-19, cuando el rabino Mendel Kaplan, Sheliaj de Thornhill, Ontario, y director de Jabad Flamingo, recibió una llamada telefónica. Del otro lado de la línea estaba un hombre que se presentó como Jonathan Weiss.
Jonathan tenía una solicitud para el rabino Kaplan: quería unirse a su Shul. Explicó que hasta entonces se dirigía (tenía que conducir) a un shul más alejado, pero ahora, a medida que se volvió más frum, quería asistir a un Shul más cercano al que pudiera ir caminando.
Era extraño recibir tal pedido en esos días, cuando incluso los asistentes regulares no se presentaban en el Shul, pero Jonathan era un tipo diferente.
Rápidamente se convirtió en un miembro pleno de la Kehilá, siempre con una sonrisa en su rostro y listo para un Lejaim. También siguió creciendo en su Idishkait, cambiando prácticamente su vida de un extremo al otro. Y así las cosas continuaron progresando.
Este año, siendo un año de Hakhel, el rabino Kaplan decidió realizar farbrenguens en los hogares de los miembros de la comunidad. Cuando comenzó a planificar el Farbrenguen de Rosh Jodesh Kislev, se dirigió a Jonathan y le preguntó si quería ser el anfitrión. Aceptó con gusto y más de 50 personas se unieron al Farbrenguen.
Hacia la medianoche, la multitud ya se había reducido y solo quedaban 5 personas. Jonathan, que estaba ya luego de unos cuantos Lejaim's, decidió compartir la historia de su vida.
“Entonces, ¿por qué me uní a un Shul ortodoxo? ¿Qué me llevó a convertirme en shomer Shabat? comenzó Weiss. “Bueno, tengo un recuerdo de mi infancia que no me da tregua y no dejo de recordar.”
“Nací hace unos sesenta años en Montreal. Mi vida fue difícil: mi padre se fue de casa y dejó a mi madre con tres niños pequeños. Pude haber terminado en la calle, pero un chico de mi edad se convirtió en mi amigo.
“El niño, cuyo nombre recuerdo muy bien: Yoine (Yona, con acento idish-ruso) insistía en invitarme y llevarme al Shul cada Shabat. Cada mañana de Shabat, caminábamos juntos a la Yeshiva Shul, que era un lugar cálido y acogedor. El padre de Yoine incluso me dio un Sidur como regalo.
“También había otro chico, un amigo de Yoine que me motivó a memorizar el pasuk de Torá Tzivá. Me dijo que si lo hacía me daría un premio.
“Pasaron los años, mi familia se mudó y ya no tuve más contacto con Yeine. A pesar de no tener casi ninguna conexión con algo de judaísmo durante esos años, esas caminatas al Shuls no me dieron descanso. De hecho, cuando más tarde conocí a una chica no judía, y estábamos pensando seriamente en casarnos, me detuve a último momento, sin poder seguir adelante.
Jonathan dijo que más tarde se casó con una mujer judía, su esposa Allison Weiss, y ella sí estaba algo más conectada con la comunidad judía. Pero los recuerdos de su juventud eventualmente lo trajeron de regreso, y se encontró uniéndose y volviéndose miembro de la Kehilá de Jabad.
“A pesar de todas las dificultades por las que pasé en mi vida, hubo una cosa a la que nunca renuncié: el Sidur que recibí del padre de Yoine”, dice Jonathan. “Todavía está aquí, apoyado en un estante y continúa dándome esperanza.
“Pero hay una cosa que todavía me vuelve loco…”, dijo. “¿Dónde está Yoine? Desde 1977, hace más de 45 años, no lo he visto.”
El rabino Kaplan dijo de inmediato que quizás sepa la respuesta... Conoce a un Yoine, que creció en Montreal y tiene la edad aproximada. De hecho, ese Yoine (en el que estaba pensando), era el Rab Yoine Shur, que vive allí mismo en Toronto!
Justo en ese instante, ignorando el reloj que marcaba pasada la medianoche, el rabino Kaplan llama por teléfono al rabino Shur.
"¿Conociste una vez a un chico, Jonathan Weiss, de Montreal?"
"¡¿Qué?!" Rabí Shur respondió. “¡¿Jonathan?! Es uno de mis recuerdos favoritos de la infancia, ¡pero no lo he visto en más de 40 años!”.
Diez minutos después, el rabino Shur aparece en la casa de Weiss y los dos amigos de la infancia se reencuentran. Un encuentro muy emocionante.
“Si ese abrazo que se dieron cuando se vieron por primera vez hubiera estado conectado a una planta de energía, podría haber generado electricidad que daría calor a todo Kiev…”, comentó el rabino Kaplan.
Los dos amigos comenzaron a hacer farbrengen juntos, y el rabino Shur compartió el dato que el niño que le había enseñado a Jonathan el “Torá Tzivá...” era Mendel Gurary, hoy un shliaj en Amberes, Bélgica.
“Es realmente impresionante. Puedes ser que un niño olvide todo, pero no puedes quitarle los pasos que caminaron hacia el shul, las manos que abrazaron el Sidur y la boca que dijo el Pasuk de Torá Tzivá”, dijo maravillado uno de los presentes.
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