domingo, 25 de diciembre de 2022

Januka Live


Tzvi, junto con un grupo de socios, son propietarios de una residencia de ancianos. Buscando expandirse, informaron a los agentes inmobiliarios (del rubro geriátricos y casas para adultos mayores) que están interesados ​​en comprar algo más.

Un día, un agente lo llama y le dice: “Tengo un hogar de ancianos que está disponible, sin embargo, está ubicado en otro estado.”

Tzvi respondió que no era un problema y pidió detalles del hogar, como cuántas camas tenía, así como cuál era el precio de venta.

Después de revisar toda la documentación, volvió a llamar al bróker y le dijo: "Estamos interesados ​​en comprarla, proceda a informarle al vendedor que tiene un cliente."

El agente le comentó que los vendedores son un grupo de monjas que tienen varios negocios. Tienen la regla de que no venden nada a menos que conozcan al comprador en persona. Entonces, si está dispuesto a viajar allí, puede comprarlo.

Se fijó una fecha y Tzvi acudió a la cita. Luego de unos instantes, una anciana entró y se presentó como la líder del grupo.

Luego le pidió que se presentara y que contara algo suyo.

Él dijo: “Crecí en Brooklyn, Nueva York y fui a la Lubavitcher Yeshiva. Después que me casé me mudé a Florida, donde resido actualmente con mi esposa e hijos.”

La señora preguntó: "¿Ahí donde vive el Rebe?"

Él respondió afirmativamente.

"¿Puedes contarnos algo acerca de él?", le preguntó.

Aunque estaba algo perplejo ante esta solicitud, procedió a contarles. “Durante varios años, el Rebe recibía personas para audiencias privadas. Una de las ocasiones en que una persona podía pedir tal audiencia con él era en honor al cumpleaños. 

“Hace años mi madre tuvo una audiencia y después de responder a lo que había escrito en su solicitud, el Rebe le dijo: 'Creo que debería tener otro hijo'.

“Me encantaría” respondió mi madre, "sin embargo, el doctor me dijo que no, por……."

“Aún así”, respondió el Rebe, “creo que debería.”

Concluyendo su relato, Tzvi le dice: “Y yo soy ese niño.”

Luego le preguntó a la señora cómo conocía al Rebe. 

Ella respondió con la siguiente anécdota. 

Somos dueños de algunas propiedades inmobiliarias y varias de ellas se encuentran en Irlanda. Como vivimos en los Estados Unidos, necesitábamos que alguien lo administrara por nosotros, así que contratamos a alguien de la Iglesia en Irlanda.

Cada un par de años viajaba a Irlanda y el gerente me actualizaba acerca de las propiedades, etc.

La última vez que fui allí, en la mitad de una conversación acerca de las propiedades, se disculpó y me dijo que tenía que ocuparse de algo sumamente importante. Como me quedaba un día más le dije que no había problema. 

Después de unos minutos, decidí dar un paseo por los jardines y noté una pequeña cabaña con la puerta entreabierta. Por curiosidad, miré dentro y me quedé estupefacto. Allí estaba el administrador de la Iglesia envuelto en un Talit y Tefilín y rezando de un Sidur.

Si quieres saber cómo conozco de las tradiciones judías, yo crecí en el Bronx donde vivían muchos judíos allí y era amigo de muchos de ellos. Me invitaban a su Bar y Bat mitzvá, y además me solían pedír que haga tareas que un judío tiene prohibido hacer en el sábado, como encender o apagar un fuego.

Rápidamente regresé a nuestro punto de encuentro, para no molestarlo. Sin embargo, cuando se reunió conmigo, le pregunté si podía explicarme lo que acababa de presenciar. 

Él respondió que todo comenzó hace algún tiempo. Noche tras noche, un hombre me vino en mi sueño y me preguntó: “¿Qué haces aquí? No es tu lugar. Sábelo, eres judío”.

Al principio, simplemente lo descarté, sin embargo, las noches siguientes este sueño siguió reapareciendo. Una noche no pude dormir, así que encendí la televisión y vi a judíos en Israel, Francia, Rusia y otros lugares encendiendo [por transmisión en vivo] las velas de Januca. 

Todo esto se estaba haciendo bajo la guía y conducción de un Rabino en Brooklyn NY. Inmediatamente reconocí aquel rabino: ¡Era el hombre que se me aparecía en sueños! 

En ese momento decidí investigar un poco acerca de mi vida y mi familia. Descubrí que mis padres eran efectivamente judíos y cuando el ejército alemán avanzaba hacia su ciudad, le pidieron a una familia no judía que me cuidara hasta que terminara la guerra. 

Mis padres no sobrevivieron y mis padres adoptivos, que eran extremadamente devotos, me criaron como católico. Cuando cumplí la mayoría de edad, entré en la Iglesia y me quedé aquí toda mi vida. 

Sin embargo, soy judío, así que viste lo que viste.

“Pero la historia no termina ahí”, cuenta la señora.

Cuando regresé a los Estados Unidos, llamé a la secretaría (del Rebe) y solicité una audiencia con ese Rabino. El hombre respondió que actualmente el Rebe no otorga audiencias privadas, sin embargo, todos los domingos miles de personas acuden a él y les reparte un dólar y una bendición. Puede venir cualquier domingo y no hay necesidad de una cita. 

Así que decidí viajar a Nueva York y visitarlo en su sinagoga. 

Incapaz de contener su curiosidad, Tzvi preguntó: "¿Fue usted así vestida, con ese atuendo?"

“No”, respondió ella, “me vestí con un vestido modesto y me cubrí el cabello con un sombrero como lo hacían las mujeres judías del Bronx y lo fui a visitar.”

La fila era larga y finalmente llegó mi turno. Me dio un dólar y dijo unas palabras y yo seguí mi camino.

Sin embargo, después de avanzar apenas unos pocos pasos, me llamaron. 

El Rebe me dio otro dólar y me dijo en inglés: “Esto es para Irlanda.”


Fuente: Relatado por el autor de la historia, Tzvi Bogomilsky [hijo del Rabino Moshe Bogomilsky] a Reb Sholom Avtzon.

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