Un hombre llamó al Centro Comunitario MADA de Jabad en Montreal y ofreció una donación de $13,000 con una solicitud que el rabino no podría cumplir. El contratiempo hizo que un trágico evento familiar cerrara un círculo en un increíble giro de acontecimientos.
Por Mendel Levy – COLlive
Había sido un día intenso para David Kakon, un hombre de negocios, Lubavitcher, de Montreal, Canadá. Recientemente había donado una mezcladora de masa industrial para el Centro Comunitario MADA, a fin de agilizar el tedioso proceso de hornear miles de Jalot para su distribución cada semana.
MADA, con sede en el barrio Côte-des-Neiges de Montreal, ha pasado de ser un pequeño centro de Jabad a una dirección central en la ciudad en la lucha contra la pobreza. Dirigido por el Sheliaj Rab Jaim Shlomo Cohen, el personal y los voluntarios preparan y distribuyen paquetes de alimentos y comidas para miles de personas necesitadas.
Kakon le pidió a su amigo Solomon Moryoseff, que es electricista, que conectara el mezclador a tiempo para el próximo evento. Mientras estaba allí, una persona llamó pidiendo hablar urgentemente con el rabino Cohen. Kakon dijo que el rabino Cohen no estaba allí en ese momento y ofreció su propia ayuda.
El hombre, a quien llamaremos Lior, dijo que quería donar $13.000 para la nueva Mikve que el rabino Cohen está construyendo y que lleve el nombre (y en memoria) de su hermano. Kakon se comunicó con el rabino Cohen por teléfono y escuchó que los costos eran en realidad mucho más altos de lo que Lior estaba ofreciendo.
Kakon se comunicó con Lior y le preguntó amablemente cuál era su motivación para hacer una dedicatoria en memoria del hermano y por qué específicamente esa cantidad. La historia que Lior le contó no se la esperaba, en absoluto. “Nos criamos en Montpellier, una ciudad importante al sur de Francia”, comenzó Lior. “Poco después de que mi hermano naciera en 1972, contrajo una rara forma de cáncer y falleció a los seis meses de edad. Un vecino le sugirió a mis desconsolados padres que enterraran a su hijo en el cementerio local y que olvidaran que alguna vez existió. Lamentablemente, mis padres siguieron su consejo.
“Años más tarde, en 2010, mi hermano mayor Ron comenzó a experimentar terribles pesadillas, que se repetían noche tras noche. En sus sueños, escuchaba el sonido de un bebé llorando histéricamente. Sin saber qué hacer, buscó el consejo de un Mekubal (Kabalista) en París. Al enterarse del fallecimiento de nuestro hermanito, el rabino le dio instrucciones de averiguar dónde estaba enterrado el bebé y ver si había sido enterrado correctamente.
“Sin saber por dónde empezar, Ron trató de llamar a un cementerio en nuestra ciudad natal, pero obtener información acerca de la tumba de un niño judío en un cementerio gentil no encontró mucha simpatía entre el personal. Pensaron que no era más que un lunático delirante.
“Sin muchas opciones, un amigo sugirió comunicarse con un rabino local para obtener ayuda. Así que Ron contactó al rabino de Jabad en Montpellier, quien se mostró comprensivo y dijo que personalmente se ofrecería a ayudar en lo que pueda. El rabino y su hijo condujeron de cementerio en cementerio, buscando la tumba, pero no tuvieron éxito.
“Finalmente, llegaron a un cementerio y le explicaron la situación al personal, quienes sorprendidos preguntaron por qué vinieron ese día específicamente. Mirando a su alrededor, el rabino y su hijo se horrorizaron al encontrar un equipo de excavadoras que preparaba su equipo. Estaban a punto de remover la tumba misma del bebé que habían estado buscando.
“Los trabajadores del cementerio les informaron de una ley en Francia que establece que si no se pagan ciertos impuestos por un terreno de entierro por 12 años, el cementerio puede retirar esos terrenos para dejar espacio a otros. Como esta tumba no había sido pagada, ese día estaban sacando los restos para cremarlos.”
El rabino pagó inmediatamente los honorarios necesarios para que se retrasara la destrucción de la tumba. Luego lo llamó a Ron para informarle que había encontrado la tumba perdida.
Ron se tomó un avión desde París y fue directo al cementerio con el rabino y un Minian. Recitó el Kadish y Tehilim en lo que fue una experiencia profundamente emotiva para los presentes. Algunos incluso se veía que soltaban unas lágrimas.
Luego de esa ceremonia de Kadish, Ron regresó a casa. “Los terribles sueños que estaba teniendo cesaron”, le dijo su hermano Lior.
Lior concluyó su historia diciendo que la familia, que no tiene muchos recursos, comenzó a ahorrar dinero y recientemente dedicó una Torá en memoria de su hermano pequeño. “Nos quedaron $13.000 y queríamos donarlos también”, explicó.
Al escuchar la notable historia por teléfono, Kakon sugirió que Lior donara el dinero a una causa o proyecto menos costoso que una Mikve. Como Lior también era residente de Montreal, Kakon mencionó un Sheliaj de Jabad en la ciudad.
Le comentó a Lior que el rabino Shimon Partouche se había mudado recientemente a la ciudad y abrió un Beit Jabad para atender las necesidades de los pacientes judíos en MUHC, el Centro de Salud de la Universidad McGill.
“¡Esta sería una combinación perfecta!” Kakon le dijo. “Hacer una donación a un centro que ayuda a familias con niños enfermos sería la manera perfecta de honrar a tu difunto hermano, quien contrajo una enfermedad cuando era niño.”
Y agregó: “El rabino Partouche actualmente está recaudando fondos para construir un pequeño Shul en su centro y estoy seguro de que tu donación marcará una gran diferencia”.
Su entusiasta sugerencia fue recibida con un largo silencio del otro lado del teléfono.
Kakon primero pensó que a Lior no le gustó tanto la idea, pero luego se escuchó la voz de Lior.
“¿Me repetís el nombre de ese Rabino?” preguntó Lior.
"Partouche. Rab Shimon Partouche. ¿Lo conoces?"
“¡El que ayudó a mi hermano en Montpellier fue el rabino Partouche!!” Lior respondió en estado de shock.
Kakon luego llamó al rabino Shimon Partouche y le preguntó si conocía a la familia o los detalles de esta historia. El rabino Partouche respondió que no solo estaba familiarizado con esta historia, sino que él era el niño que, hace 12 años, había acompañado a su padre, el rabino Peretz Partouche, en la búsqueda por todos los cementerios de Montpellier para encontrar la tumba de un tierno bebe judío justo antes de que fuera destruido...
El final feliz de esta increíble secuencia de Hashgajá Pratit es que Lior donó un Aron HaKodesh y otros muebles al nuevo Shul del Beit Jabad que atiende y se dedica de los enfermos en Montreal, recompensando la amabilidad de la familia Partouche y manteniendo vivo el recuerdo de su hermano. .
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