jueves, 29 de diciembre de 2022

Snapshots - Anécdotas cortas con el Rebe - Estudio de Torá #14

¿Qué hace el Rebe en Shabat?


Reb Yosef Menajem Vainshtok relata: 
          Durante el año 5718, me quedaba durante varios Shabatot en la casa del Bostoner Rebe, que vivía justo enfrente del Rebe. Un Shabat, después de la medianoche, el Rebe de Boston me llamó a un rincón de la casa y me dijo: “Los Lubavitchers piensan que su Rebe duerme en Shabat, déjame mostrarte lo que realmente sucede”. Luego pasó a mostrarme que al pararse en cierto ángulo, se podía mirar dentro del comedor del Rebe, ya que una de las persianas estaba ligeramente dañada. El Rebe estaba sentado y estudiando. De vez en cuando veíamos al Rebe levantarse para sacar un Sefer de la biblioteca. Nos quedamos allí durante tres horas en silencio, observando al Rebe absorto en las profundidades de la Torá.

La Halajá acerca de cómo atarse los zapatos que lo salvó de un matrimonio mixto

El rabino Meir Avtzon era un devoto y auténtico jasid Jabad, nacido en 1909 cerca de Poltava, Ucrania. En 1952, junto con su esposa e hijos, emigró a los Estados Unidos y se instaló en Detroit, Michigan. Su primer trabajo allí fue como Melamed, maestro en una escuela local de Talmud Torá, o escuela hebrea.

El primer domingo en su nuevo trabajo, este viejo jasid ruso entró al aula de clases de niños estadounidenses. Su primera lección comenzó, y el rabino Avtzon comenzó sencillamente desde el principio: "Por la mañana, cuando nos despertamos, recitamos Modé Ani, nos lavamos las manos, luego nos vestimos y nos ponemos los zapatos."
Rabí Avtzon continuó: “Cuando nos ponemos los zapatos, nos aseguramos de ponernos el derecho primero antes que el izquierdo. Luego, debemos procurar atar el zapato izquierdo antes que el zapato derecho”. Y así siguió su clase.

Cuando uno de los niños volvió a casa esa noche, su padre le preguntó: "¿Qué estudiaron hoy en la escuela hebrea?" “El rabino nos enseñó cómo atarnos los zapatos”, respondió el niño.

"¿Qué? ¿Eso es lo que te enseñó? exclamó el padre enfurecido. "¡Debemos despedirlo de inmediato!"
Como este padre en particular era uno de los miembros más acaudalados de la comunidad, su deseo se hacía bien escuchar en la escuela y, efectivamente, el rabino Avtzon se encontró muy pronto sin trabajo.

Pasaron los años, y un día a principios de los años '70, un hombre que se veía de gran poder adquisitivo entra en la oficina del rabino Avtzon. Sacando un enorme fajo de billetes de su bolsillo, lo coloca sobre el escritorio del rabino y le dice: "Esto es para usted, y quiero pedirle perdón."
“No sé de qué estás hablando”, le dijo el rabino Avtzon.
“¿Recuerda su clase en la escuela hebrea y el niño cuyo padre hizo que lo despidieran?” preguntó el caballero.
“Sí, por supuesto que sí”, respondió el rabino Avtzon.

“Bueno, ese chico es mi hijo. Creció, pasaron los años y se alejó de los hábitos y del camino judío por completo, recientemente se comprometió con una mujer no judía. El día de su boda, lo canceló todo. ¿Sabes por qué? Cuando se vestía esa mañana, se agachó para atarse los zapatos y recordó tu clase de ese día en la escuela hebrea. Luego se dio cuenta de que no podía continuar con la boda.”

(Contado por el yerno del rabino Avtzon, el rabino Levi Zirkind de Fresno, California)

domingo, 25 de diciembre de 2022

Januka Live


Tzvi, junto con un grupo de socios, son propietarios de una residencia de ancianos. Buscando expandirse, informaron a los agentes inmobiliarios (del rubro geriátricos y casas para adultos mayores) que están interesados ​​en comprar algo más.

Un día, un agente lo llama y le dice: “Tengo un hogar de ancianos que está disponible, sin embargo, está ubicado en otro estado.”

Tzvi respondió que no era un problema y pidió detalles del hogar, como cuántas camas tenía, así como cuál era el precio de venta.

Después de revisar toda la documentación, volvió a llamar al bróker y le dijo: "Estamos interesados ​​en comprarla, proceda a informarle al vendedor que tiene un cliente."

El agente le comentó que los vendedores son un grupo de monjas que tienen varios negocios. Tienen la regla de que no venden nada a menos que conozcan al comprador en persona. Entonces, si está dispuesto a viajar allí, puede comprarlo.

Se fijó una fecha y Tzvi acudió a la cita. Luego de unos instantes, una anciana entró y se presentó como la líder del grupo.

Luego le pidió que se presentara y que contara algo suyo.

Él dijo: “Crecí en Brooklyn, Nueva York y fui a la Lubavitcher Yeshiva. Después que me casé me mudé a Florida, donde resido actualmente con mi esposa e hijos.”

La señora preguntó: "¿Ahí donde vive el Rebe?"

Él respondió afirmativamente.

"¿Puedes contarnos algo acerca de él?", le preguntó.

Aunque estaba algo perplejo ante esta solicitud, procedió a contarles. “Durante varios años, el Rebe recibía personas para audiencias privadas. Una de las ocasiones en que una persona podía pedir tal audiencia con él era en honor al cumpleaños. 

“Hace años mi madre tuvo una audiencia y después de responder a lo que había escrito en su solicitud, el Rebe le dijo: 'Creo que debería tener otro hijo'.

“Me encantaría” respondió mi madre, "sin embargo, el doctor me dijo que no, por……."

“Aún así”, respondió el Rebe, “creo que debería.”

Concluyendo su relato, Tzvi le dice: “Y yo soy ese niño.”

Luego le preguntó a la señora cómo conocía al Rebe. 

Ella respondió con la siguiente anécdota. 

Somos dueños de algunas propiedades inmobiliarias y varias de ellas se encuentran en Irlanda. Como vivimos en los Estados Unidos, necesitábamos que alguien lo administrara por nosotros, así que contratamos a alguien de la Iglesia en Irlanda.

Cada un par de años viajaba a Irlanda y el gerente me actualizaba acerca de las propiedades, etc.

La última vez que fui allí, en la mitad de una conversación acerca de las propiedades, se disculpó y me dijo que tenía que ocuparse de algo sumamente importante. Como me quedaba un día más le dije que no había problema. 

Después de unos minutos, decidí dar un paseo por los jardines y noté una pequeña cabaña con la puerta entreabierta. Por curiosidad, miré dentro y me quedé estupefacto. Allí estaba el administrador de la Iglesia envuelto en un Talit y Tefilín y rezando de un Sidur.

Si quieres saber cómo conozco de las tradiciones judías, yo crecí en el Bronx donde vivían muchos judíos allí y era amigo de muchos de ellos. Me invitaban a su Bar y Bat mitzvá, y además me solían pedír que haga tareas que un judío tiene prohibido hacer en el sábado, como encender o apagar un fuego.

Rápidamente regresé a nuestro punto de encuentro, para no molestarlo. Sin embargo, cuando se reunió conmigo, le pregunté si podía explicarme lo que acababa de presenciar. 

Él respondió que todo comenzó hace algún tiempo. Noche tras noche, un hombre me vino en mi sueño y me preguntó: “¿Qué haces aquí? No es tu lugar. Sábelo, eres judío”.

Al principio, simplemente lo descarté, sin embargo, las noches siguientes este sueño siguió reapareciendo. Una noche no pude dormir, así que encendí la televisión y vi a judíos en Israel, Francia, Rusia y otros lugares encendiendo [por transmisión en vivo] las velas de Januca. 

Todo esto se estaba haciendo bajo la guía y conducción de un Rabino en Brooklyn NY. Inmediatamente reconocí aquel rabino: ¡Era el hombre que se me aparecía en sueños! 

En ese momento decidí investigar un poco acerca de mi vida y mi familia. Descubrí que mis padres eran efectivamente judíos y cuando el ejército alemán avanzaba hacia su ciudad, le pidieron a una familia no judía que me cuidara hasta que terminara la guerra. 

Mis padres no sobrevivieron y mis padres adoptivos, que eran extremadamente devotos, me criaron como católico. Cuando cumplí la mayoría de edad, entré en la Iglesia y me quedé aquí toda mi vida. 

Sin embargo, soy judío, así que viste lo que viste.

“Pero la historia no termina ahí”, cuenta la señora.

Cuando regresé a los Estados Unidos, llamé a la secretaría (del Rebe) y solicité una audiencia con ese Rabino. El hombre respondió que actualmente el Rebe no otorga audiencias privadas, sin embargo, todos los domingos miles de personas acuden a él y les reparte un dólar y una bendición. Puede venir cualquier domingo y no hay necesidad de una cita. 

Así que decidí viajar a Nueva York y visitarlo en su sinagoga. 

Incapaz de contener su curiosidad, Tzvi preguntó: "¿Fue usted así vestida, con ese atuendo?"

“No”, respondió ella, “me vestí con un vestido modesto y me cubrí el cabello con un sombrero como lo hacían las mujeres judías del Bronx y lo fui a visitar.”

La fila era larga y finalmente llegó mi turno. Me dio un dólar y dijo unas palabras y yo seguí mi camino.

Sin embargo, después de avanzar apenas unos pocos pasos, me llamaron. 

El Rebe me dio otro dólar y me dijo en inglés: “Esto es para Irlanda.”


Fuente: Relatado por el autor de la historia, Tzvi Bogomilsky [hijo del Rabino Moshe Bogomilsky] a Reb Sholom Avtzon.

martes, 20 de diciembre de 2022

Inspiración en el altillo - Januca

 

Polonia, Invierno de 1943:

Los judíos que no fueron capturados por los nazis se escondieron. Entre ellos estaba la familia Shinar. Encontraron refugio en lo de un vecino en un búnker en el ático de 2 por 2.5 mts. ¡En ese búnker del tamaño de un armario, la familia Shinar vivió durante dos años y medio! ¿Puedes creerlo?
En medio de esa oscuridad, ¿cómo podría esta familia siquiera pensar en observar Janucá, la fiesta de de las luces? Incluso luz normal era difícil de conseguir. Solo había 2 diminutas mirillas en la pared exterior, lo que les permitía distinguir la noche del día. Sin embargo, en esos espacios reducidos, de alguna manera se las arreglaron para observar algún tipo de Shabat y festividades judías.

Para Israel Shinar, de 17 años, lo único que tenía en abundancia era tiempo. Y así, después de las vacaciones de otoño desde Rosh Hashaná hasta Simjat Torá, pasó sus horas de vigilia tratando de encontrar alguna forma de improvisar algún tipo de Janukiá. Durante su primera Janucá en el búnker marcaron los 8 días dibujando una menorá. Cada día de Janucá, dibujaban una llama más... Eso fue lo mejor que pudieron hacer.

Pero en el segundo año, a Isroel se le ocurrió una idea. Su familia anfitriona tenía un hijo que tenía aproximadamente su edad. Isroel se atrevió a preguntarle si podía recoger un poco de la cera que sobraba de las velas de su casa. El niño accedió y, durante algunas semanas, fue llevándole pequeños trozos de cera al búnker cuando venía a entregarles la escasa comida. Isroel tomó estos pedazos de cera y algunos hilitos para hacer mechas, y he aquí, ese año la familia encendió velas todos juntos para cumplir con la mitzvá de Janucá.

En enero de 1945, la familia fue liberada. Los Shinar fueron a su antigua casa y encontraron a un farmacéutico viviendo en ella. Se encontraron con soldados de la Brigada Judía que los ayudaron a atravesar Polonia, Checoslovaquia, Alemania y finalmente a Eretz Israel. Pero la historia de esas velas de Janucá nunca lo abandonó.

Cincuenta años después:

Israel Shinar se convirtió en el propietario de la fábrica de velas Menorá en Israel, la empresa de fabricación de velas más grande del mundo. ¡En los últimos 50 años la compañía ShiNar ha fabricado 3.600 millones de velas! Millones de judíos ahora usan las velas de Israel ShiNar, que vienen en 8 colores diferentes para los 8 días de Janucá.

¿Puedes creelo? ¿Alguien que comenzó haciendo velas para Janucá con pequeños trocitos de cera e hilo que de alguna manera convirtió en mechas en un oscuro y diminuto búnker se convirtió en el fabricante de velas de Janucá más grande del mundo? ¿No es esto un milagro de Janucá?



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El autor concluye:
¿Y no es un milagro que, incluso en la oscuridad más profunda de ese armario abarrotado donde él y su familia vivieron durante más de 2 años, Isroel Shinar creía en traer más luz al mundo, no en maldecir la oscuridad? ¿Y no es un milagro que cuando salió y se dirigió a Eretz Israel eligió no revolcarse en la autocompasión, ni tampoco enconarse o buscar venganza, sino que eligió reconstruir su vida y traer más luz al mundo?

Que todos aprendamos de Israel Shinar a tratar de esforzarnos por aumentar luz en este mundo, especialmente durante Janucá. Y que Di-s Todopoderoso, que le dio la capacidad de tener esperanza  y el coraje para intentarlo, nos otorgue también algunas de estas cualidades, para que podamos volver a contar la historia de Janucá cada año, con las luces que encendemos en nuestras propias Menorot, mediante las luces que encendemos en el corazón de los demás, y mediante la forma en que vivimos y lo demostramos. אמן.

Fuente: Adaptado por Yerajmiel Tilles de un artículo del rabino Mark Hillel Kunis de diciembre de 2015 en ShaareiShamayim.com, quien lo escuchó del rabino Jack Reimer.

lunes, 19 de diciembre de 2022

Argentina Campeón del Mundial de Fútbol - ¿Qué enseñanza podemos tomar nosotros de todo eso?


"Todo lo que uno ve o escucha, todo suceso que llegue a sus oídos, posee una lección acerca de cómo conducirse en su Avodat Hashem." (El Baal Shem Tob)




El Talmud Yerushalmi (Avodá Zará 3:1) nos cuenta que un águila transportó a Alejandro Magno a los cielos. Desde allí, el mundo se veía como una pelota. De manera similar, el Zohar (3:10) comenta que "el mundo entero gira en un círculo como una pelota".

En el fútbol, el objetivo consiste en meter el gol, o sea, hacer pasar la pelota a través del arco. De este modo, la pelota, es decir, el mundo, le ha sido entregada a cada judío con un propósito similar. La Mishná comenta: “Cada individuo está obligado a decir 'El mundo fue creado para mí'. "El mundo se le da a cada individuo con el propósito de que lo haga pasar por el "Arco del Rey", a pesar de los tantos obstáculos y dificultades que deba superar.

En el fútbol, el equipo contrario trata de evitar que los jugadores metan el gol. Al mismo tiempo, intentan pasar la pelota para llegar a atravesar el arco contrario, "el Portón del Guehinom". Así sucede en nuestra vida: los obstáculos y desafíos que encontramos deben suscitar en nosotros ese atributo de victoria, cualidad característica que activa la esencia misma del alma.

En el fútbol, la presencia del equipo contrario genera que el jugador corra y salte, no contentarse con una progresión o avance lento o gradual, paso a paso. Además, el juego se gana por medio de los esfuerzos de los pies, que simbolizan el hecho y la acción, en lugar de la cabeza. Por supuesto, el juego debe jugarse con el pensamiento. Sin embargo, el aspecto más importante es el hecho y la acción. Del mismo modo, en nuestra Avodat Hashem existen paralelismos con todos estos conceptos.

Estas palabras no vienen con la la intención de alejar a una persona de sus estudios y hacer que salga ahora a jugar a la pelota. Sin embargo, dado que hay niños que, hasta el momento, no aprecian completamente la preciosidad de la Torá y quieren jugar (y les gusta) al fútbol, deberían hacerlo Leshem Shamaim "en aras del Cielo" (con buenos y productivos fines). Al "educar a un niño a su estilo", es decir, tomando algo como el fútbol, que le gusta, y enseñándole (y demostrándole) cómo se puede hacer Leshem Shamaim, nos aseguramos que "incluso cuando crezca no se apartará de él."

(Palabras del Rebe de Lubavitch, Shabat Mebarjim Iyar 5740 [1980])

miércoles, 14 de diciembre de 2022

Yud Tet Kislev 5783 (2022) - 250 años del Histalkut del Maguid

Rab Refoel de Hamburgo, un erudito descomunalfue un devoto discípulo del Gaón de Vilna. Rabi DovBer, el Maguid de Mezritch, sucesor del Baal Shem Tov, percibió la raíz sublime del alma de Rab Refoel y quiso atraerlo para que se convirtiera en su discípulo.

Una vez, durante una Seuda Shlishit (tercera comida de Shabat), el Maguid sorprendió a sus jasidim al alterar el estilo de su discurso y abordó un intrincado debate talmúdico. Sabían que no era costumbre de su maestro analizar proposiciones legales y Talmúdicas en público.

Aunque a otros de los estudiantes de Magiid podría haberles parecido sorprendente, no sorprendió a Reb Zushe de Anopoli cuando al día siguiente el Maguid lo envió a que emprenda un viaje. Tampoco le sorprendió que el Maguid no le hubiera dado instrucciones específicas. Sereno en su confianza en su Rebe, tomó su bastón y vagó de pueblo en pueblo, seguro de que el objetivo de su misión se revelaría a su debido tiempo.

En aquel tiempo, falleció el rabino principal de Posen, Alemania, y los funcionarios de la ciudad estaban buscando candidatos para ocupar este puesto rabínico. La costumbre en esos días era que el candidato tenía que exponer una Drashá magistral de Torá. A fin de probar su conocimiento, al candidato se le presentaba una serie de preguntas y complejidades del Talmud y la Halajá y se le pedía que las resolviera. Solo si podía responder a todas las preguntas planteadas a satisfacción de los eruditos de la ciudad y encontraba gracia en sus ojos, era designado para el puesto rabínico.

Se invitó a Rab Refoel a postularse como candidato y se programó una fecha para que haga su presentación. Para revisar su presentación antes de impartirla en Posen, se detuvo en una posada en una aldea cercana. Ese mismo día Rab Zushe también llegó a la posada. Al entrar vio al Rab Refoel sentado en una habitación lateral rodeado de libros abiertos. El posadero le había dado este lugar tranquilo para repasar su presentación.

Como la puerta estaba entreabierta, Reb Zushe entró en la habitación sin golpear la puerra. Mientras se acercaba al escritorio, escuchó a Rab Refoel repasando lo que había preparado. ¡Rab Zushe recordó de repente la lección que había escuchado del Maguid el Shabat previo a emprender su viaje y se dio cuenta de que se trataba exactamente del mismo tema que estaba ensayando Rab Refoel!

Rab Refoel se detuvo en medio de una oración cuando de repente se acordó un comentario de Tosafot que contradecía toda la premisa en la que se basaba su discurso. Rab Zushe vio su angustia y le ofreció su ayuda. Al principio Rab Refoel vaciló pero sin otra opción, finalmente accedió a escuchar. Al día siguiente iba a hacer su presentación y no tenía idea de cómo salir de su apuro.

Antes de que Reb Zushe le diera la respuesta, le explicó que la había escuchado de su maestro, el Maguid de Mezritch. Estipuló que a cambio de la respuesta, después de que fuera nombrado rabino principal en Posen, Rab Refoel tenía que visitarlo al Maguid. Rab Refoel volvió a dudar ya que sabía que viajar a la sede de los jasidim en Mezritch era algo que su maestro, el Gaón de Vilna, desaprobaría. Sin embargo, viendo una vez más que no tenía otra opción, le dio su solemne apretón de manos a Reb Zuhe y le prometió que viajaría a Mezritch para visitar al Maguid. Razonó que si Rab Zushe, el alumno del Maguid, podía adquirir tal profundidad de conocimiento de las lecciones de su maestro, entonces el maestro ciertamente debería poseer una sabiduría aún mayor. Rab Zushe procedió a resolver todas las dificultades del texto de una manera excepcionalmente brillante. Continuó debatiendo con el rabino Refoel sobre el tema para prepararlo más para la presentación.

Al día siguiente, Rab Refoel llegó a Posen y realizó su presentación ante los eruditos de la ciudad. Encontró gracia en sus ojos y lo aceptaron unánimemente como su rabino principal con gran honor.

Después de eso, Rab Refoel tuvo que cumplir su promesa de viajar al maestro de Reb Zushe, a lo del Maguid de Mezritch. Estaba preocupado por hacer el viaje debido al intenso antagonismo contra el movimiento jasídico recién organizado. Decidió contarle toda la historia a su propio maestro, el Gaon de Vilna, y buscar su consejo respecto la situación.

Cuando escuchó la historia, el Gaón de Vilna le dijo a Rab Refoel que estaba halájicamente obligado a cumplir su promesa y hacer el viaje a Mezritch. El Gaon quería que Rab Refoel trajera respuestas a tres preguntas que tenía: (1) ¿Los discípulos de Mezritch le tienen respeto y reverencia al Maguid, tal como se debe, en comparación con su temor al Cielo? 
(2) ¿Estudian allí Nigle (las partes exotéricas de la Torá como ser Talmud y Halajá? 
(3) ¿El Maguid posee Ruaj Hakodesh? El Gaon le solicitó que le informara todo lo que vio y escuchó en Mezritch. Luego lo hizo jurar a Rab Refoel (frente a diez testigos) que permanecería en el anonimato durante su visita.

Cuando Rab Refoel llegó a Mezritch se cuidó de no revelar su identidad. Se sintió aliviado al descubrir que Reb Zushe no estaba presente. Entró en la sala de estudio y quedó muy impresionado por su modo de rezar, como nunca antes había visto en su vida. Notó también la alegre camaradería entre todos los estudiantes.

Poco después, se escuchó el repiqueteo de muletas desde la antesala. Con suma reverencia, todos los estudiantes en la sala de estudio se pusieron de pie. Este sonido señalaba la llegada de su maestro, el Maguid, que estaba lisiado y necesitaba muletas para caminar. Había venido a enseñar la lección del día. Durante el transcurso de la lección, una mujer trajo un pollo recién faenado al Magid para que le resuelva su estatus cuestionable si era apto para el consumo. El Maguid delegó la pregunta a los estudiantes presentes y debatieron el tema extensamente. Su discusión se centró en tres opiniones principales: Maimonides, Rab Itzjak Alfasi y Rab Avraham Davidi. Llegaron a la conclusión de que el pollo era efectivamente kosher. El Maguid dijo que aprendió de sus maestros que las enseñanzas esotéricas de la Torá son paralelas a sus enseñanzas exotéricas. Así como hay tres opiniones en la Torá, así también hay tres opiniones en la Kabalá. Esas son las opiniones del Rab Yehuda Jayit, Rab Moshe Kordovero y Rab Itzjak Luria. Agregó que, según la Kabalá, se llegaba a la misma conclusión: el pollo estaba kosher.

El Maguid concluyó: "El gran Rabino de Posen está presente con nosotros. Que venga y tome él una decisión legal (un Psak)". Se volvió hacia Rab Refoel y le preguntó cómo resolvería este caso. Rab Refoel respondió. El Maguid comentó: "Tu interpretación de la ley es técnicamente precisa. Sin embargo, es una respuesta académica que carece de practicidad".

Rab Refoel quedó muy impresionado con todo lo que vio y escuchó. Vio el respeto que los estudiantes tenían por el Maguid. Señaló que estudiaban Talmud y Halajá, así como Kábala. Estaba admirado del hecho que el Maguid supiera quién era a pesar del cuidado que había tenido para ocultar su identidad.

Cuando regresó al Gaon de Vilna, Rav Refoel le informó que, en su opinión, el Maguid no solo tiene poderes humanos, sino también poderes trascendentes, incluyendo Ruaj Hakodesh. Procedió a dar los detalles de todo lo que vio y escuchó. Algunos dicen que el Gaon no estuvo dispuesto a aceptar el testimonio de Rab Refoel. Otro dice que aceptó su testimonio e incluso consideró la idea de reunirse con el Maguid, pero su madre lo disuadió a instancias de sus propios discípulos y colegas.

En cuanto a rab  Refoel, no hizo un segundo viaje a Mezritch para no incider en el honor del Gaón de Vilna. Tampoco viajó al Gaon de Vilna en deferencia a su experiencia en Mezritch. Durante la acalorada controversia sobre la aceptabilidad del movimiento jasídico, Rab Refoel nunca cuestionó las enseñanzas de Baal Shem Tov debido a su respeto por el gran Maggid en Mezritch. Incluso se negó a firmar la prohibición de excomunión contra los jasidim que salió de Vilna. Y es importante señalar que algunos de los propios hijos de Rab  Refoel finalmente se convirtieron en Jasidim.

domingo, 11 de diciembre de 2022

Yud Tet Kislev - El anhelo y la búsqueda de un Yehudi

Por Rab Sholom D. Avtzon


Una vez un rey viajaba en su carruaje real y pasó por un parque, donde se estaban llevando a cabo uno festejos. Por encima del alboroto, escuchó una banda tocando música, y una canción en particular lo cautivó por completo. ¡Nunca había escuchado una música tan maravillosa en toda su vida!

El rey quiso recordar la canción, así que durante todo el viaje se la cantó a sí mismo una y otra vez. Sin embargo, una vez que pasó por los portones del palacio, se encontró con una miríada de problemas y regulaciones que requerían toda su atención, por lo que dejó de tararear la melodía.

Después de ocuparse de sus deberes reales, quiso entonar la canción una vez más y dársela a los músicos reales para que la tocaran. Sin embargo, no podía comenzarla. Lo intentó una y otra vez, pero en vano; simplemente no podía recordarla en absoluto.

Toda esa noche, el rey se devanó los sesos tratando de recordarla. Preguntó a los que lo acompañaron si recordaban la melodía que tarareaba en el camino de regreso, pero ninguno la recordaba.

El rey decidió enviar una carta a la orquesta del parque y pedirles que transcribieran la canción. Confiaba en que recordarían esta canción tan conmovedora y melodiosa.

Poco después, llegó una respuesta. “Su Majestad, tocamos sin notas. No tenemos un guión...”, decía. “Una canción sigue a la otra. Tocamos de manera improvisada, la melodía que se nos ocurra. Sin embargo, si Su Majestad lo desea, podemos ir al palacio y tocar nuestro repertorio de melodías para usted”.

El rey estaba decepcionado porque no sabían a qué melodía se refería, pero estaba seguro de que pronto volvería a escuchar la canción. Sin más preámbulos, envió algunos carruajes para traer a los músicos al palacio. Tan pronto como llegaron, instalaron sus instrumentos y comenzaron a tocar, el rey escuchando atentamente cada canción.

Sin embargo, cada canción evocaba una misma respuesta: “No, no era esa.” A veces incluso los felicitaba, diciendo que cierta canción era muy agradable, pero siempre llegaba a la conclusión de que ni se parecía a la que estaba buscando.

Pasó un día, dos días y luego tres. La frustración del rey se hacía cada vez más evidente. Después de una semana de tocar prácticamente sin parar, el músico principal dijo: “Su Majestad, tocamos todas nuestras canciones para usted. ¡Ya no sabemos qué tocar!”.

El rey estaba profundamente decepcionado, pero les agradeció sus incansables esfuerzos y los envió de regreso. A partir de entonces, cada vez que pasaba junto a una orquesta, se detenía para ver si estaban tocando aquella melodía tan difícil de conseguir .

Este Mashal lo contó el famoso josid Reb Shmuel Betzalel (el Rashbatz), quien se desempeñó como tutor privado del [Rebe] Rashab y del [Rebe] Rayatz en su juventud. Luego explicaba el Mashal de la siguiente manera:

El rey es la Neshamá. Antes de que descienda a este mundo, estaba próxima al Trono de gloria de Hashem y obtenía un gozo y dicha increíbles. La Neshamá rememora este maravilloso sentimiento durante los nueve meses de embarazo mientras su cuerpo se va desarrollando, pero una vez que nace y se enfrenta a las distracciones de este mundo, olvida la melodía. Sin embargo, sí recuerda que una vez sintió un sentimiento tan hermoso, y a lo largo de su vida busca y se esfuerza por encontrarlo una vez más.

Esta es la razón por la que encontramos proporcionalmente más judíos involucrados en nuevas religiones, tendencias y modas, etc., mientras en realidad están intentando encontrar aquel goce tan escurridizo. Pero si te detienes por un momento, te darás cuenta de que la dicha que estás buscando es la gloria de Hashem.

Sí, la gloria de Hashem se puede encontrar en todos los aspectos de la creación, ya sea medicina, ciencia, astronomía o física. Cada aspecto de la naturaleza proclama Ma rabu maaseja Hashem y ma gadlu maaseja Hashem, 'Cuán numerosas son Tus creaciones y cuán grandiosas son Tus acciones'. Sin embargo, incluso después de comprender la grandeza de Hashem tal como se encuentra dentro de estos conceptos, el alma exclama: “¡Todo esto es muy agradable y hermoso, pero ni se acerca a la realidad! (a 'la posta')”.

¿Cuál esa cosa real? ¡Conectarse con Hashem Mismo! A través de Limud Hajassidut, uno puede aprender a (y) apreciar a Hashem Mismo, no solo Su habilidad para crear este mundo. ¡Estudia Jasidut y verás cómo la sed de tu alma se sentirá realmente saciada!

lunes, 5 de diciembre de 2022

Increíble historia surge luego que el rabino rechazara una donación de $ 13.000


Un hombre llamó al Centro Comunitario MADA de Jabad en Montreal y ofreció una donación de $13,000 con una solicitud que el rabino no podría cumplir. El contratiempo hizo que un trágico evento familiar cerrara un círculo en un increíble giro de acontecimientos. 


Por Mendel Levy – COLlive 


Había sido un día intenso para David Kakon, un hombre de negocios, Lubavitcher, de Montreal, Canadá. Recientemente había donado una mezcladora de masa industrial para el Centro Comunitario MADA, a fin de agilizar el tedioso proceso de hornear miles de Jalot para su distribución cada semana.

MADA, con sede en el barrio Côte-des-Neiges de Montreal, ha pasado de ser un pequeño centro de Jabad a una dirección central en la ciudad en la lucha contra la pobreza. Dirigido por el Sheliaj Rab Jaim Shlomo Cohen, el personal y los voluntarios preparan y distribuyen paquetes de alimentos y comidas para miles de personas necesitadas. 

Kakon le pidió a su amigo Solomon Moryoseff, que es electricista, que conectara el mezclador a tiempo para el próximo evento. Mientras estaba allí, una persona llamó pidiendo hablar urgentemente con el rabino Cohen. Kakon dijo que el rabino Cohen no estaba allí en ese momento y ofreció su propia ayuda. 

El hombre, a quien llamaremos Lior, dijo que quería donar $13.000 para la nueva Mikve que el rabino Cohen está construyendo y que lleve el nombre (y en memoria) de su hermano. Kakon se comunicó con el rabino Cohen por teléfono y escuchó que los costos eran en realidad mucho más altos de lo que Lior estaba ofreciendo. 

Kakon se comunicó con Lior y le preguntó amablemente cuál era su motivación para hacer una dedicatoria en memoria del hermano y por qué específicamente esa cantidad. La historia que Lior le contó no se la esperaba, en absoluto. “Nos criamos en Montpellier, una ciudad importante al sur de Francia”, comenzó Lior. “Poco después de que mi hermano naciera en 1972, contrajo una rara forma de cáncer y falleció a los seis meses de edad. Un vecino le sugirió a mis desconsolados padres que enterraran a su hijo en el cementerio local y que olvidaran que alguna vez existió. Lamentablemente, mis padres siguieron su consejo. 

“Años más tarde, en 2010, mi hermano mayor Ron comenzó a experimentar terribles pesadillas, que se repetían noche tras noche. En sus sueños, escuchaba el sonido de un bebé llorando histéricamente. Sin saber qué hacer, buscó el consejo de un Mekubal (Kabalista) en París. Al enterarse del fallecimiento de nuestro hermanito, el rabino le dio instrucciones de averiguar dónde estaba enterrado el bebé y ver si había sido enterrado correctamente. 

“Sin saber por dónde empezar, Ron trató de llamar a un cementerio en nuestra ciudad natal, pero obtener información acerca de la tumba de un niño judío en un cementerio gentil no encontró mucha simpatía entre el personal. Pensaron que no era más que un lunático delirante.

“Sin muchas opciones, un amigo sugirió comunicarse con un rabino local para obtener ayuda. Así que Ron contactó al rabino de Jabad en Montpellier, quien se mostró comprensivo y dijo que personalmente se ofrecería a ayudar en lo que pueda. El rabino y su hijo condujeron de cementerio en cementerio, buscando la tumba, pero no tuvieron éxito. 

“Finalmente, llegaron a un cementerio y le explicaron la situación al personal, quienes sorprendidos preguntaron por qué vinieron ese día específicamente. Mirando a su alrededor, el rabino y su hijo se horrorizaron al encontrar un equipo de excavadoras que preparaba su equipo. Estaban a punto de remover la tumba misma del bebé que habían estado buscando. 

“Los trabajadores del cementerio les informaron de una ley en Francia que establece que si no se pagan ciertos impuestos por un terreno de entierro por 12 años, el cementerio puede retirar esos terrenos para dejar espacio a otros. Como esta tumba no había sido pagada, ese día estaban sacando los restos para cremarlos.”

El rabino pagó inmediatamente los honorarios necesarios para que se retrasara la destrucción de la tumba. Luego lo llamó a Ron para informarle que había encontrado la tumba perdida. 

Ron se tomó un avión desde París y fue directo al cementerio con el rabino y un Minian. Recitó el Kadish y Tehilim en lo que fue una experiencia profundamente emotiva para los presentes. Algunos incluso se veía que soltaban unas lágrimas. 

Luego de esa ceremonia de Kadish, Ron regresó a casa. “Los terribles sueños que estaba teniendo cesaron”, le dijo su hermano Lior. 

Lior concluyó su historia diciendo que la familia, que no tiene muchos recursos, comenzó a ahorrar dinero y recientemente dedicó una Torá en memoria de su hermano pequeño. “Nos quedaron $13.000 y queríamos donarlos también”, explicó. 

Al escuchar la notable historia por teléfono, Kakon sugirió que Lior donara el dinero a una causa o proyecto menos costoso que una Mikve. Como Lior también era residente de Montreal, Kakon mencionó un Sheliaj de Jabad en la ciudad. 
Le comentó a Lior que el rabino Shimon Partouche se había mudado recientemente a la ciudad y abrió un Beit Jabad para atender las necesidades de los pacientes judíos en MUHC, el Centro de Salud de la Universidad McGill. 

“¡Esta sería una combinación perfecta!” Kakon le dijo. “Hacer una donación a un centro que ayuda a familias con niños enfermos sería la manera perfecta de honrar a tu difunto hermano, quien contrajo una enfermedad cuando era niño.”

Y agregó: “El rabino Partouche actualmente está recaudando fondos para construir un pequeño Shul en su centro y estoy seguro de que tu donación marcará una gran diferencia”.

Su entusiasta sugerencia fue recibida con un largo silencio del otro lado del teléfono. 
Kakon primero pensó que a Lior no le gustó tanto la idea, pero luego se escuchó la voz de Lior.
 “¿Me repetís el nombre de ese Rabino?” preguntó Lior. 
"Partouche. Rab Shimon Partouche. ¿Lo conoces?"

 “¡El que ayudó a mi hermano en Montpellier fue el rabino Partouche!!” Lior respondió en estado de shock. 

Kakon luego llamó al rabino Shimon Partouche y le preguntó si conocía a la familia o los detalles de esta historia. El rabino Partouche respondió que no solo estaba familiarizado con esta historia, sino que él era el niño que, hace 12 años, había acompañado a su padre, el rabino Peretz Partouche, en la búsqueda por todos los cementerios de Montpellier para encontrar la tumba de un tierno bebe judío justo antes de que fuera destruido...

El final feliz de esta increíble secuencia de Hashgajá Pratit es que Lior donó un Aron HaKodesh y otros muebles al nuevo Shul del Beit Jabad que atiende y se dedica de los enfermos en Montreal, recompensando la amabilidad de la familia Partouche y manteniendo vivo el recuerdo de su hermano. .

viernes, 2 de diciembre de 2022

9 de Kislev - Miteler Rebe - Maise con Reb Hilel Paritcher: Escapando de madrugada

Reb Hilel nació en el año 1794 en la ciudad ucraniana de Jomitz. Muy pronto todos notaron sus excepcionales aptitudes, y se lo llamó el 'Ilui de Jomitz'  [El genio de Jomitz]. Ya a la edad de trece años estaba bien versado y experto en Shas y Poskim. estudió los libros de Kabalá y hacía Tefilá acorde a las Kavanot del Arizal. Su padre, Reb Meir, era un jasid de Chernobil.

Un día, uno de los más grandes Jasidim del Alter Rebe, Reb Zalman Zezmer, visitó el pueblo. Era un erudito y poseía una mente aguda. En ese momento, Reb Hilel estaba sentado en el Beit Midrash y estudiando en Jabruta. Cuando vieron a Reb Zalman, los dos decidieron acercarse y preguntarle acerca del jasidut de Jabad. "¿El Jasidut vendría a ser una explicación de la Torá del Arizal?", le preguntaron.

"Ese es un error", respondió Reb Zalmen. "Kábala y Jasidut son dos cosas". Les explicó qué es Jasidut Jabad y les demostró con ejemplos algunas de sus ideas más profundas.

Reb Hilel comenzó a estudiar el Tania y, luego de esto, deseó conocer y encontrarse con el Alter Rebe. Esto nunca se dio;  una vez llegó a escuchar su voz pero no lo vio. Luego, el Alter Rebe falleció (en el año 1813) y su hijo, Rab Dovber, conocido como el 'Míteler Rebe', ocupó su lugar.

El rumor sobre los profundos Maamarim pronunciados por el Míteler Rebe llegó a oídos de Reb Hilel, quien decidió emprender viaje a Lubavitch. Se lo comentó a su esposa y ella dio su consentimiento.

Mientras tanto, su esposa visitó la casa de sus padres y les contó que su esposo planeaba ir a Lubavitch. Esto hizo que su padre se sobresaltara, corrió a lo de su Rebe, Rab Mordejai de Chernobyl, y le contó acerca de la decisión de su yerno.

"Pídele a tu yerno que venga de inmediato", ordenó el Rebe. Reb Hilel se apresuró a ir a ver a Rab Mordejai. "¿Es cierto el rumor de que quieres ir a Lubavitch?", le preguntó el Rebe de Chernobil a Reb Hilel. "Efectivamente", respondió. "La pasión por aprender el Jasidut Jabad arde como un fuego dentro mío."

Rab Mordejai respondió con dureza: "Sabelo, la Neshamá de tu padre guardaba una relación intrínseca ('le pertenecía') al alma de mi padre (Nishmató Eden), y tu alma tiene una pertenencia intrínseca con mi alma. Si te desconectas de mí, te desconectarás de tu raíz espiritual y por lo tanto terminarás tirado con tu ombligo hacia arriba...". Este era un claro indicio que Reb Hilel por su proceder terminaría con terribles consecuencias, J"V.

Sin embargo, Reb Hilel se mantuvo firme en su opinión. “Pase lo que pase, no cambiaré mi decisión”, le dijo a su esposa.

Después de esto, Rab Mordejai le pidió a Reb Meir que vigilara de cerca a su yerno y que evitara a toda costa que fuera a Lubavitch. El suegro incluso ordenó a todos los carreteros de la ciudad que no llevaran a Reb Hilel.

La agenda diaria de Reb Hilel comenzaba temprano en la mañana. De madrugada iba al Beit Midrash, estudiaba y rezaba, y luego estudiaba con algunos jóvenes.

Era una mañana rutinaria de invierno. Como de costumbre, Reb Hilel se levantó, tomó su Talit y sus Tefilín y salió de la casa. Nadie sospechó que su rumbo no era hacia el Beit Midrash esta vez. Reb Hilel dio media vuelta y se fue caminando hacia el pueblo cercano.

Después de rezar Shajarit allí, se dirigió a un cochero local y le pidió que lo llevara a Lubavitch. Este aceptó de buena gana y partió con él.

Reb Hilel instó al carretero a acelerar los caballos. Temía que se descubriera su desaparición y que hubiera quienes lo persiguieran. Los caballos galoparon, y en cierto momento la carreta volcó,  Reb Hilel salió arrojado, quedó tendido en el suelo con la carreta encima. El cochero a duras penas logró levantar la carreta y salvar a Reb Hilel, pero Reb Hillel le ordenó que aún así continuara el viaje y que no se demorara.

Cuando llegaron a Lubavitch, Reb Hilel entró en la habitación del Rebe con un temor y reverencia sagrados. El Rebe lo miró y le dijo: "El que le dijo al aceite que prenda e ilumine, le dirá al vinagre (en hebreo JOMETZ) que encienda también. También de Jomitz, irradiará luz".

"Rebe, tengo miedo de la Klole (maldición) de Rab Mordejai", Reb Hilel expresó su temor por las palabras explícitas que le dijo el Rebe de Chernobyl.

"No tienes de qué temer", le aseguró el Rebe. "Piénsalo: si Rab Mordejai es 'A Guter Id' (' un buen judío', un apodo para referirse a un Rebe o Admur), entonces una buena persona no te hará nada malo. Y si no lo es, entonces no tienes nada que temer de lo que él diga."

Un momento después, el Rebe le preguntó: "¿Qué fue lo que te dijo?"

Reb Hilel respondió: "que terminaré acostado con el ombligo hacia arriba..."

El Rebe hizo un gesto de anulación con su mano y le dijo: "Sucede en el invierno que la carreta se vuelca y termina uno tendido con el ombligo hacia arriba. No hay nada de malo en eso. De ahora en adelante no tienes nada que temer, ya que la maldición ya se te ha cumplido."

Reb Hilel quedó conmovido por el Ruaj Hakodesh del Rebe, se aferró a él con gran amor y se convirtió en uno de sus mejores discípulos. Fue conocido como un Gaón excepcional en Torá y un gran meticuloso de las Mitzvot. También fue dotado de un sentido musical admirable y compuso profundas melodías, estimulando el corazón y el alma.


Fuente: Shmuot Vesipurim. Adaptado por Sijat Hashabua #1874

jueves, 1 de diciembre de 2022

"Torá Tzivá..." tuvo un efecto 45 años más tarde

En la década de 1960, un joven Jabadnik se hizo amigo de un vecino, lo llevó al Shul y le enseñó el pasuk de "Torá Tzivá". El efecto completo de sus acciones solo se le reveló casi cinco décadas después...

La historia comenzó durante la pandemia del Covid-19, cuando el rabino Mendel Kaplan, Sheliaj de Thornhill, Ontario, y director de Jabad Flamingo, recibió una llamada telefónica. Del otro lado de la línea estaba un hombre que se presentó como Jonathan Weiss.

Jonathan tenía una solicitud para el rabino Kaplan: quería unirse a su Shul. Explicó que hasta entonces se dirigía (tenía que conducir) a un shul más alejado, pero ahora, a medida que se volvió más frum, quería asistir a un Shul más cercano al que pudiera ir caminando.

Era extraño recibir tal pedido en esos días, cuando incluso los asistentes regulares no se presentaban en el Shul, pero Jonathan era un tipo diferente.

Rápidamente se convirtió en un miembro pleno de la Kehilá, siempre con una sonrisa en su rostro y listo para un Lejaim. También siguió creciendo en su Idishkait, cambiando prácticamente su vida de un extremo al otro. Y así las cosas continuaron progresando.

Este año, siendo un año de Hakhel, el rabino Kaplan decidió realizar farbrenguens en los hogares de los miembros de la comunidad. Cuando comenzó a planificar el Farbrenguen de Rosh Jodesh Kislev, se dirigió a Jonathan y le preguntó si quería ser el anfitrión. Aceptó con gusto y más de 50 personas se unieron al Farbrenguen.

Hacia la medianoche, la multitud ya se había reducido y solo quedaban 5 personas. Jonathan, que estaba ya luego de unos cuantos Lejaim's, decidió compartir la historia de su vida.

“Entonces, ¿por qué me uní a un Shul ortodoxo? ¿Qué me llevó a convertirme en shomer Shabat? comenzó Weiss. “Bueno, tengo un recuerdo de mi infancia que no me da tregua y no dejo de recordar.”

“Nací hace unos sesenta años en Montreal. Mi vida fue difícil: mi padre se fue de casa y dejó a mi madre con tres niños pequeños. Pude haber terminado en la calle, pero un chico de mi edad se convirtió en mi amigo.

“El niño, cuyo nombre recuerdo muy bien: Yoine (Yona, con acento idish-ruso) insistía en invitarme y llevarme al Shul cada Shabat. Cada mañana de Shabat, caminábamos juntos a la Yeshiva Shul, que era un lugar cálido y acogedor. El padre de Yoine incluso me dio un Sidur como regalo.

“También había otro chico, un amigo de Yoine que me motivó a memorizar el pasuk de Torá Tzivá. Me dijo que si lo hacía me daría un premio.

“Pasaron los años, mi familia se mudó y ya no tuve más contacto con Yeine. A pesar de no tener casi ninguna conexión con algo de judaísmo durante esos años, esas caminatas al Shuls no me dieron descanso. De hecho, cuando más tarde conocí a una chica no judía, y estábamos pensando seriamente en casarnos, me detuve a último momento, sin poder seguir adelante.

Jonathan dijo que más tarde se casó con una mujer judía, su esposa Allison Weiss, y ella sí estaba algo más conectada con la comunidad judía. Pero los recuerdos de su juventud eventualmente lo trajeron de regreso, y se encontró uniéndose y volviéndose miembro de la Kehilá de Jabad.

“A pesar de todas las dificultades por las que pasé en mi vida, hubo una cosa a la que nunca renuncié: el Sidur que recibí del padre de Yoine”, dice Jonathan. “Todavía está aquí, apoyado en un estante y continúa dándome esperanza.

“Pero hay una cosa que todavía me vuelve loco…”, dijo. “¿Dónde está Yoine? Desde 1977, hace más de 45 años, no lo he visto.”

El rabino Kaplan dijo de inmediato que quizás sepa la respuesta... Conoce a un Yoine, que creció en Montreal y tiene la edad aproximada. De hecho, ese Yoine (en el que estaba pensando), era el Rab Yoine Shur, que vive allí mismo en Toronto!

Justo en ese instante, ignorando el reloj que marcaba pasada la medianoche, el rabino Kaplan llama por teléfono al rabino Shur.

"¿Conociste una vez a un chico, Jonathan Weiss, de Montreal?"

"¡¿Qué?!" Rabí Shur respondió. “¡¿Jonathan?! Es uno de mis recuerdos favoritos de la infancia, ¡pero no lo he visto en más de 40 años!”.

Diez minutos después, el rabino Shur aparece en la casa de Weiss y los dos amigos de la infancia se reencuentran. Un encuentro muy emocionante.

“Si ese abrazo que se dieron cuando se vieron por primera vez hubiera estado conectado a una planta de energía, podría haber generado electricidad que daría calor a todo Kiev…”, comentó el rabino Kaplan.

Los dos amigos comenzaron a hacer farbrengen juntos, y el rabino Shur compartió el dato que el niño que le había enseñado a Jonathan el “Torá Tzivá...” era Mendel Gurary, hoy un shliaj en Amberes, Bélgica.

“Es realmente impresionante. Puedes ser que un niño olvide todo, pero no puedes quitarle los pasos que caminaron hacia el shul, las manos que abrazaron el Sidur y la boca que dijo el Pasuk de Torá Tzivá”, dijo maravillado uno de los presentes.