Reb Hilel nació en el año 1794 en la ciudad ucraniana de Jomitz. Muy pronto todos notaron sus excepcionales aptitudes, y se lo llamó el 'Ilui de Jomitz' [El genio de Jomitz]. Ya a la edad de trece años estaba bien versado y experto en Shas y Poskim. estudió los libros de Kabalá y hacía Tefilá acorde a las Kavanot del Arizal. Su padre, Reb Meir, era un jasid de Chernobil.
Un día, uno de los más grandes Jasidim del Alter Rebe, Reb Zalman Zezmer, visitó el pueblo. Era un erudito y poseía una mente aguda. En ese momento, Reb Hilel estaba sentado en el Beit Midrash y estudiando en Jabruta. Cuando vieron a Reb Zalman, los dos decidieron acercarse y preguntarle acerca del jasidut de Jabad. "¿El Jasidut vendría a ser una explicación de la Torá del Arizal?", le preguntaron.
"Ese es un error", respondió Reb Zalmen. "Kábala y Jasidut son dos cosas". Les explicó qué es Jasidut Jabad y les demostró con ejemplos algunas de sus ideas más profundas.
Reb Hilel comenzó a estudiar el Tania y, luego de esto, deseó conocer y encontrarse con el Alter Rebe. Esto nunca se dio; una vez llegó a escuchar su voz pero no lo vio. Luego, el Alter Rebe falleció (en el año 1813) y su hijo, Rab Dovber, conocido como el 'Míteler Rebe', ocupó su lugar.
El rumor sobre los profundos Maamarim pronunciados por el Míteler Rebe llegó a oídos de Reb Hilel, quien decidió emprender viaje a Lubavitch. Se lo comentó a su esposa y ella dio su consentimiento.
Mientras tanto, su esposa visitó la casa de sus padres y les contó que su esposo planeaba ir a Lubavitch. Esto hizo que su padre se sobresaltara, corrió a lo de su Rebe, Rab Mordejai de Chernobyl, y le contó acerca de la decisión de su yerno.
"Pídele a tu yerno que venga de inmediato", ordenó el Rebe. Reb Hilel se apresuró a ir a ver a Rab Mordejai. "¿Es cierto el rumor de que quieres ir a Lubavitch?", le preguntó el Rebe de Chernobil a Reb Hilel. "Efectivamente", respondió. "La pasión por aprender el Jasidut Jabad arde como un fuego dentro mío."
Rab Mordejai respondió con dureza: "Sabelo, la Neshamá de tu padre guardaba una relación intrínseca ('le pertenecía') al alma de mi padre (Nishmató Eden), y tu alma tiene una pertenencia intrínseca con mi alma. Si te desconectas de mí, te desconectarás de tu raíz espiritual y por lo tanto terminarás tirado con tu ombligo hacia arriba...". Este era un claro indicio que Reb Hilel por su proceder terminaría con terribles consecuencias, J"V.
Sin embargo, Reb Hilel se mantuvo firme en su opinión. “Pase lo que pase, no cambiaré mi decisión”, le dijo a su esposa.
Después de esto, Rab Mordejai le pidió a Reb Meir que vigilara de cerca a su yerno y que evitara a toda costa que fuera a Lubavitch. El suegro incluso ordenó a todos los carreteros de la ciudad que no llevaran a Reb Hilel.
La agenda diaria de Reb Hilel comenzaba temprano en la mañana. De madrugada iba al Beit Midrash, estudiaba y rezaba, y luego estudiaba con algunos jóvenes.
Era una mañana rutinaria de invierno. Como de costumbre, Reb Hilel se levantó, tomó su Talit y sus Tefilín y salió de la casa. Nadie sospechó que su rumbo no era hacia el Beit Midrash esta vez. Reb Hilel dio media vuelta y se fue caminando hacia el pueblo cercano.
Después de rezar Shajarit allí, se dirigió a un cochero local y le pidió que lo llevara a Lubavitch. Este aceptó de buena gana y partió con él.
Reb Hilel instó al carretero a acelerar los caballos. Temía que se descubriera su desaparición y que hubiera quienes lo persiguieran. Los caballos galoparon, y en cierto momento la carreta volcó, Reb Hilel salió arrojado, quedó tendido en el suelo con la carreta encima. El cochero a duras penas logró levantar la carreta y salvar a Reb Hilel, pero Reb Hillel le ordenó que aún así continuara el viaje y que no se demorara.
Cuando llegaron a Lubavitch, Reb Hilel entró en la habitación del Rebe con un temor y reverencia sagrados. El Rebe lo miró y le dijo: "El que le dijo al aceite que prenda e ilumine, le dirá al vinagre (en hebreo JOMETZ) que encienda también. También de Jomitz, irradiará luz".
"Rebe, tengo miedo de la Klole (maldición) de Rab Mordejai", Reb Hilel expresó su temor por las palabras explícitas que le dijo el Rebe de Chernobyl.
"No tienes de qué temer", le aseguró el Rebe. "Piénsalo: si Rab Mordejai es 'A Guter Id' (' un buen judío', un apodo para referirse a un Rebe o Admur), entonces una buena persona no te hará nada malo. Y si no lo es, entonces no tienes nada que temer de lo que él diga."
Un momento después, el Rebe le preguntó: "¿Qué fue lo que te dijo?"
Reb Hilel respondió: "que terminaré acostado con el ombligo hacia arriba..."
El Rebe hizo un gesto de anulación con su mano y le dijo: "Sucede en el invierno que la carreta se vuelca y termina uno tendido con el ombligo hacia arriba. No hay nada de malo en eso. De ahora en adelante no tienes nada que temer, ya que la maldición ya se te ha cumplido."
Reb Hilel quedó conmovido por el Ruaj Hakodesh del Rebe, se aferró a él con gran amor y se convirtió en uno de sus mejores discípulos. Fue conocido como un Gaón excepcional en Torá y un gran meticuloso de las Mitzvot. También fue dotado de un sentido musical admirable y compuso profundas melodías, estimulando el corazón y el alma.
Fuente: Shmuot Vesipurim. Adaptado por Sijat Hashabua #1874
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