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miércoles, 16 de noviembre de 2022

Impresionante historia - Dedicándose a salvar Neshamot

Relatado por el Rabino Janoj Teller

Un joven llamado Dovi, apareció en la casa de su antiguo Rabino, Rab Mishkovsky, para entregarle personalmente su invitación de casamiento. El Rab estaba muy emocionado. Abrazó a su viejo alumno y abrió la invitación. El apellido de la novia le resultó familiar. Le dijo: "Esta es una familia Lubavitcher, ¿cierto?"

"Sí", dijo Dovi.

"Haceme un favor", le pidió el rabino. "Pregúntale a tu futura suegra si alguna vez recibió un dólar del Rebe."

Un tiempo más tarde, Dovi averiguó y le dijo: "Sí, efectivamente, mi suegra me dijo que recibió un billete de un dólar en Shvat de 5751, que sería enero de 1991". El rabino quedó shockeado. Luego le dijo a Dovi: "Tengo una historia invaluable para contarte. Por favor, invítame a uno de los Sheva Berajot y la contaré allí."

Era el último Sheva Brajot y el rabino se puso de pie para hablar. Todo el mundo estaba ansioso. El rabino contó: "Después de casarme, estuve enseñando en una Yeshivá en Netania. Me involucré en la enseñanza de algunos jóvens más pequeños. Noté que muchos adolescentes se estaban metiendo en asuntos equivocados y se iban distanciando de Torá. Dediqué mucho de mi tiempo a entablar amistad con ellos y organizar clases particulares para ellos.

Eventualmente, abrí un centro para ellos. Yo mismo asumí los costos financieros que todo eso implicaba. Acabó apoderándose de toda mi vida, tanto que mi matrimonio empezó a sentirlo y mucho. Mi esposa sintió que había asumido responsabilidades que me superaban y a expensas de mis obligaciones con mi familia y de mi propio estudio de Torá.

Sentía que estaba salvando vidas, así que no podía dejarlo. El tiempo pasó, pero nada cambió. Estaba involucrado en Kiruv a toda hora del día y mi esposa no estaba contenta. Un día decidimos que necesitábamos idear algún tipo de plan para seguir adelante porque esto no se resolvía, para ninguno de los dos.

Salimos a comer a un parque cerca de una cascada para hablar. Mientras comíamos, vi algo rojo deslizándose por la cascada. Parecía que podía haber sido un niño, así que inmediatamente me puse de pie, salté al agua, con mi traje, zapatos y todo, y rescaté a una pequeña niña, tosiendo y respirando con dificultad.

Mi esposa la envolvió en una manta y la palmeó hasta que escupió toda el agua. Luego caminamos por el sendero para ver de dónde venía. Vimos a una cierta distancia una gran barbacoa familiar. La gente de allí ni siquiera se dio cuenta de que la nena se había caído. Cuando la madre nos vio, gritó horrorizada y vino corriendo a abrazar a su hija.

Ella estaba muy muy agradecida. Sacó su billetera y quiso pagarnos. Le dije: "No, no vamos a aceptar dinero." Entonces, ella sacó lo que me dijo que era una posesión suya muy preciada: el dólar que ella recibió una vez del Lubavitcher Rebe, que tenía escrita la fecha, Shvat 5751."

El rabino hizo una pausa, miró a la multitud presente en el Sheva Brajot y sacó el billete de un dólar de su bolsillo. Él dijo: "Yo fui quien salvó a tu hija aquel día, que ahora es, Baruj Hashem, una hermosa Kalá. 

La historia no termina ahí.

“Después de ese episodio, mi esposa me dijo: 'Me quedó claro que lo tuyo es salvar vidas. Tienes mis bendiciones para continuar con tu noble tarea.' Tiempo después nos mudamos a Ierushalaim, donde establecimos una Ieshivá en los suburbios para jóvenes que necesitaban un enfoque diferente, jóvenes que necesitaban más tiempo y cariño. El novio sentado aquí frente nuestro, Dovi, es uno de mis apreciados alumnos de esa Ieshivá. ¡Cuán apropiado resulta que se haya casado con la persona responsable del establecimiento de esa Ieshivá!"

El público presente quedó impresionado. El Rabino agradeció públicamente a Hashem por tener el Zejut de poder ver los frutos de su trabajo.

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