Zelda Guinzburg no era estéril, pero no tenía hijos. Desafortunadamente, los bebés que dio a luz murieron poco después del nacimiento.
Reb Moishe Guinzburg, de la ciudad de Mir en la Rusia Blanca, era un yehudi inteligente, un Talmid Jajam, profundamente versado en las enseñanzas de Jasidut. Para su sustento, se dedicaba al comercio de madera y era un hombre pudiente.
Su padre, Reb Shaul, era una figura de alta estima en el Jatzer de Jasidus Jabad. Nació en la ciudad de Kopust en la Rusia Blanca y se apegó al Alter Rebe (el Baal HaTania). Con el tiempo encontró su pareja en Mir.
Lamentó el tener que mudarse a la lejana Mir, pero el Alter Rebe le había ordenado establecer un minian jasidí en Mir, y le entregó su Sidur como regalo. No pasó un año, y estableció en Mir un Shtibel al estilo y Nusaj Jabad.
Su hijo, Reb Moishe, solía visitar al Tzemaj Tzedek en Lubavitch dos veces al año, en Rosh Hashana y Shavuot. Cada vez solía llevar tres regalos con él: 'Dmei Eretz Israel', 'Dmei Maamed' y un regalo personal para el Rebe.
[En aquellos días, todos los jsidim, incluso los más pobres, llevaban un pequeño bolsito en el cual recolectaban dinero para los pobres de la Tierra de Israel. Antes del viaje de Reb Moishe al Rebe, los jasidim en Mir le daban el dinero recaudado y él se lo llevaba al Rebe. Además de eso, le presentaba al Rebe 'Maamed', un monto considerable de dinero destinada a cubrir los gastos de la casa y Jatzer del Rebe.]
La tercera cosa era un obsequio personal para el Rebe. Compraba el regalo durante sus viajes de negocios. Podía ser un elegante pañuelo de seda, una caja de tabaco de plata y cosas por el estilo.
A su regreso, le traía a sus amigos otros tres regalos: un Maamer que el Rebe había pronunciado, un nuevo Nigun que había aprendido en el Jatzer en Lubavitch y una torta de la Rebetzn.
Antes de su viaje, los jsidim se reunían en su casa y le entregaban el bolso con las monedas que habían recolectado, con notas y pedidos. Reb Moishe repetía ante ellos el último Maamer que escuchó del Rebe, y decían 'Lejaim' y cantaban felices.
Los jsidim estaban celosos de sus viajes al Rebe. Cada uno de ellos soñaba con poder dar tal visita y hacer semejante viaje, pero las costosas tarifas de viaje les impedían aquel privilegio.
El nombre de Zelda, la esposa de Reb Moishe, era conocido en todas partes gracias a su caridad y hospitalidad. También era una gran erudita. Cada Shabat leía de memoria todo el Sefer Tehilim, sin errores, y estaba bien versada en los libros destinados a las mujeres, 'Tzeena Ureena', 'Kav Hayoshor' y otros.
Siempre que tenían problemas, acudían a ella para salir animados con una palabra cálida y un buen consejo. Todos salían fortalecidos. La vida de la pareja era plácida y feliz, pero el dolor era grande por los niños que no sobrevivieron.
En el verano de 5626 (1866), una esperanza se despertó nuevamente en sus corazones, y anticipándose al viaje de Reb Moishe a Lubavitch, para Rosh Hashaná de 1867, Zelda le rogó a su esposo que le suplicara al Rebe que esta vez fuera bendecida con 'Zara shel Kayama' (hijos sanos, simiente que perdure).
Aquel mes festivo (de Tishrei) estuvo rodeado de una atmósfera bastante particular en Lubavitch. El Rebe Tzemaj Tzedek había fallecido en Nisan, y el liderazgo acababa de pasar a su hijo menor, el Maharash, Rabi Shmuel Schneerson.
El primer día de Rosh Hashaná sucedió algo que para Reb Moishe fue una señal alentadora. El Rebe subió a la Torá para Maftir, y en medio de la lectura de la Haftará de Jana de repente levantó los ojos y lo miró penetrantemente. Un Bitajón y Emuna (confianza y una gran fe) llenaron su corazón.
Los días de Rosh Hashana pasaron y había llegado el momento de regresar a su hogar. Reb Moishe se preparó con temor para su entrada a la sala del Rebe. El Rebe estaba sentado en su silla, con los ojos fijos en el libro frente suyo y estaba tarareando la melodía de la Haftará de Rosh Hashaná. Los sentimientos de Reb Moishe en ese momento fueron difíciles de controlar. Se puso a llorar y apenas logró sacar el pedido y ruego de su boca.
El Rebe escuchó la solicitud con calma. Con una cara brillante le dijo a Reb Moishe: "Ve en paz. Hiciste Davenen con Kavaná y tu Tefilá será aceptada, si Di-s quiere." Luego de una breve pausa, agregó y dijo: "Ponle el nombre del Tate" (que lleve el nombre de su padre).
Reb Moishe contuvo el estallido de emociones que llenaron su corazón. Salió de la pieza del Rebe y se apresuró a recibir el pastel de manos de la Rebetzn, y salió corriendo para llevarle las buenas noticias a su esposa.
En el vagón del tren, reflexionaba acerca de las últimas palabras del Rebe, de ponerle el nombre "del padre". ¿A qué padre se refería? ¿Al padre del Rebe, el 'Tzemaj Tzedek', o al de su padre, Reb Shoul??
No tenía dudas de que su esposa daría a luz a un hijo sano. Pero, ¿qué nombre le pongo?! ¿Quizás llamarlo por ambos nombres? Eso seguramente no es lo que el Rebe se refería...
Cuando llegó a casa, se apresuró a contarle la noticia a su esposa, y ella sonrió de grata felicidad. Los jsidim vinieron a probar el pastel de la Rebetzn y le desearon 'Lejaim Velibroje!' Reb Moishe repitió el nuevo Maimer que escuchó del Rebe y trató de explicarlo tanto como pudo.
Pasó el invierno y llegó Purim. En este día, destinado a los milagros, Zelda dio a luz a dos hijos, mellizos. No hace falta decir que cada uno de ellos lleva "el nombre del Tate": uno Menajem-Mendel, por el Rebe Tzemaj Tzedek, y el otro Shoul, por el padre de Reb Moishe. Sin embargo, los padres llamaron a los niños: 'el Rebe' y 'el Zeide'.
(La historia fue escrita en yiddish por Reb Menajem-Mendel, hijo de Reb Moishe. Traducida al hebreo por su sobrino, el presidente del estado de Israel, Shneor-Zalman Shazar) Sijat Hashabua #1843.
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