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Elul—5782
EL MUÑECO DE PAJA SALVÓ EL DÍA
Los discípulos del Maguid de Mezritch estaban estudiando una noche cuando su Rebe entró de repente. “Dejen de estudiar y comiencen a decir Tehilim”, les instruyó. “Hay un judío en una situación crítica, su vida corriendo peligro que se ha comprometido a volver en Teshuvá si se salva. Debemos hacer todo lo que podamos.” Por supuesto, hicieron lo que se les indicó, y el episodio pronto se olvidó.
Varios años después, uno de esos discípulos viajó fuera de la ciudad y escuchó a un hombre contar una historia en el Shul:
“Cuando era joven, dejé el camino del Idishkait y comencé mi carrera como ladrón de caballos... Un día vi a un granjero con caballos particularmente fuertes y saludables. Esa noche, entré sigilosamente en el establo y comencé a envolver las patas de los caballos con una tela para amortiguar el sonido. De lo que no me di cuenta fue que un trabajador estaba durmiendo en el techo del establo. Se despertó de mis crujidos y, asustado, corrió en pijama a despertar al dueño y a los vecinos. Los escuché reunirse a todos alrededor del establo, planeando atacarme. Estaba muerto de miedo y mi vida pasó ante mis ojos en esos segundos. ¡Qué tonto había sido al dejar el camino del Idishkait y desperdiciar mis años! Tomé la firme resolución de que si Hashem me ayudaba a escapar, haría Teshuvá y comenzaría a vivir como un judío. De repente se me ocurrió una idea. Vi la ropa de día del trabajador amontonada en el suelo. La rellené de paja y heno, formando un muñeco, lo apoyé en el lomo de uno de los caballos, abrí la puerta del establo y le di un fuerte látigo al caballo, haciéndolo arrancar despedido con un fuerte relincho. La gente allí afuera salió a perseguir al 'ladrón' y pude escabullirme a un lugar seguro y seguir una vida de Torá."
El discípulo del Maguid indagó detalles acerca del momento del episodio y se dio cuenta de que, efectivamente, sus Tefilot habían sido respondidas. [1]
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A menudo, especialmente durante el mes de Elul, pensamos en cambiar, en aras de para mejorar, pero luego rápidamente nos desanimamos. “No sirve de nada tratar de cambiar”, concluimos, “Así es como soy.”
Pero esa es una autoevaluación errónea. La esencia de la Teshuvá consiste en separar mi verdadero yo de mi yo externo. El núcleo de un judío es puro y siempre bueno, lo que debería llevarnos a la conclusión que cualquier comportamiento negativo con el que me haya asociado no soy yo en realidad.
A veces se hace referencia al Ietzer Hara como paja y heno: “Y la casa de Iaakob será fuego, y la casa de Iosef será llama, y la casa de Esav se convertirá en paja.” [2] Puede extenderse sobre nosotros, pero una sóla chispa de nuestra Neshamá puede hacerla arder en llamas sagradas.
El ladrón arrepentido y rectificado en nuestra historia nos enseña una valiosa lección: tenemos el poder de resetear nuestros hábitos.
¿Cómo podemos hacer eso? Un elemento crucial es darse cuenta de que la imagen negativa que tenemos de nosotros mismos está hecha completamente de paja. Es obra de nuestro Ietzer Hara. Esa persona puede parecerse a mí hasta el punto tal que incluso yo mismo me haya convencido, pero es falso. Si podemos llegar a esa conciencia, podemos dejar que la imagen que tenemos de nosotros mismos se desvanezca mientras viajamos para redescubrir nuestro verdadero ser y comenzar a vivir acorde al mismo.
De la misma manera, inspirémonos para ayudar a nuestros colegas Iehudim a deshacerse de su fachada de paja y descubrir su verdadero yo.
Y es bueno recordar que nunca estamos solos. Nuestros Rebeim hacen davenen por nosotros y nos dan fuerza.
Que tengamos el mérito de ver muy pronto el cumplimiento de la profecía mencionada anteriormente hasta su culminación: “Y los salvadores subirán al monte Tzion para juzgar al monte de Esav, y será de Hashem el reinado”[3].
Gut Shabes y Ketiva Vajatima tova,
Rabino Mordejai Lipsker
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