"¡Cancelá todas mis citas hoy!" exclamó el rabino J. J. Hejt a su secretaria en su oficina de Brooklyn. “Tengo que ir a esta iglesia en Manhattan.”
Adaptado por Yerajmiel Tilles de un artículo del rabino Aron-Leib Raskin en LeJaimWeekly (#980). 15 de Av - Yortzait del Rabino J.J. Hejt.
Era 1989. Yoav Eitan llegó a la ciudad de Nueva York desde Israel luego de haber oído que las calles de Nueva York estaban pavimentadas con oro. Como soldado discapacitado (había quedado mutilado en la batalla), sintió que tendría mejores perspectivas para ganarse la vida en los Estados Unidos.
Al igual que los inmigrantes de principios del siglo XX, Yoav pronto se dio cuenta que no había oro en las calles de la ciudad de Nueva York... Y, por más que lo intentara, le resultaba imposible conseguir un trabajo. Cada vez que respondía a un cartel de "Se busca empleado" en la vidriera de alguna tienda, se le preguntaba de inmediato: "¿Green Card?" Y cada vez, Yoav negó con la cabeza "No".
La pequeña suma de dinero que Yoav había traído consigo a los Estados Unidos pronto se agotó y se vio obligado a dormir en los bancos del Central Park. Cada día, cuando iba a algunas tiendas más para pedir trabajo, ahora pedía comida o dinero en respuesta a la pregunta inevitable: "¿Green Card?"
Una noche, cuando se estaba quedando dormido en un banco del parque, un monje (un cura) conocido por hacer rondas por Central Park le dio un suave golpecito en el hombro a Yoav. "¿Tu bebes?" le preguntó a Yoav. Yoav le respondió que no. "¿Consumes drogas?" el monje continuó. De nuevo, la respuesta de Yoav fue “No”.
“En ese caso”, ofreció el cura, “ven conmigo. Puedes comer en nuestro comedor de beneficencia y dormir en nuestro refugio.”
Esa noche fue la primera vez que Yoav se fue a dormir con el estómago lleno, recién duchado y en una cama normal luego de muchas, muchas semanas. Por la mañana, el sacerdote saludó cálidamente a Yoav. Yoav comenzó a contarle al sacerdote su historia, cómo había venido de Israel a América para probar suerte en la tierra de las oportunidades, pero no había tenido suerte en absoluto. “Estoy dispuesto a trabajar duro, pero no tengo una Green Card”, le dijo al sacerdote.
“Voy a llamar a algunas organizaciones judías para ver si alguna te puede dar una mano”, le dijo el sacerdote a Yoav. “Mientras tanto, toma estos $20, andá y fíjate qué puedes encontrar.”
Cada mañana Yoav le preguntaba al sacerdote si había encontrado alguna organización que pudiera ayudarlo, y cada día el monje le decía que ninguna podía. “Dile que se vuelva a Israel”, incluso respondieron muchos de ellos.
El monje le daba a Yoav otros $20 y lo animaba a seguir buscando trabajo.
Una mañana, el cura le dijo a Yoav: “Solo queda una organización judía en la guía telefónica a la que puedo llamar, el NCFJE (Comité Nacional para el Fomento de la Educación Judía); pero si me dicen, como cualquier otra organización judía, que no pueden ayudarte, me gustaría hacerte una propuesta. Si te conviertes al cristianismo, te prometo que dentro de 6 meses tenés una Green Card y un trabajo.”
El cura llamó a la oficina de NCFJE en Crown Heights, Brooklyn, y lo comunicaron con el rabino “J.J." Hejt, fundador y director ejecutivo de NCFJE. “Tengo a uno de sus muchachos aquí en nuestra iglesia”, le dijo el cura al rabino Hejt. “Es un israelí sin dinero y sin trabajo. Todas las demás organizaciones judías me han dicho que no pueden ayudarlo. ¿Qué hay de ustedes?"
Dile que me espere ahí afuera de la iglesia. Estaré allí en 15 minutos.”
Mientras el rabino Hejt salía corriendo de su oficina, le gritó a su secretaria que cancelara todas sus citas por el resto del día. Se subió a su automóvil y condujo hasta la dirección de la iglesia en Manhattan en tiempo récord. Detuvo su auto con un chirrido -¡en la vereda!- frente a las gradas de la iglesia. Subió corriendo las escaleras de la iglesia, donde Yoav lo esperaba con el cura.
“Necesito una Green Card”, le dice Yoav al rabino, desafiante.
“Necesitas una Neshamá (alma)”, le dijo audazmente el rabino Hejt.
“La iglesia me promete una Green Card en 6 meses si me convierto”, respondió Yoav.
“Te conseguiré una en 3 meses”, dijo el rabino Hejt.
Yoav le agradeció al cura por toda su ayuda, recogió su pequeño bulto de pertenencias y se subió al auto del rabino Hejt (todavía estacionado en la vereda). Cuando llegaron a la oficina de NCFJE, el rabino Hejt le dijo a Yoav: “Cualquier cosa que necesites, en cualquier momento que necesites, ven a mí”. El rabino Hejt luego le presentó a Yoav a algunos de sus hijos, diciendo: "Estos son mis hijos y ahora eres como uno más de mis 12 hijos."
Durante los días siguientes, el rabino Hejt le consiguió a Yoav un apartamento y un trabajo. Una vez por semana Yoav le preguntaba sobre la Green Card. “Estoy trabajando en ello”, le decía el rabino Hejt.
Un día, Yoav llegó a la oficina buscando al rabino Hejt. La secretaria le dijo amablemente a Yoav que el rabino Hejt había fallecido la semana anterior. Luego de que Yoav haya superado el shock inicial, preguntó: "¿Cómo voy a obtener mi Green Card ahora?" La secretaria se encogió de hombros.
La historia podría terminar aquí, y probablemente sería una más de las tantas otras miles, tal vez cientos de miles de personas sobre cuyas vidas el rabino Hejt impactó, cambió y salvó personalmente. Pero no es así.
Poco después, Yoav se comprometió con Alba, quien había estado trabajando en el preescolar Kiddie Korner de la sinagoga Congregation Bnei Abraham en Brooklyn Heights. Alba le pidió a su jefe, el rabino de la Congregación y director del Jabad de Brooklyn Heights, el rabino Aron-Leib Raskin, que oficiara la boda.
El rabino accedió felizmente y luego invitó a Yoav de inmediato a ir a verlo para que pudieran conocerse. En su reunión, Yoav contó su historia, hablando en términos amorosos y respetuosos sobre el rabino J.J. Hejt y cómo el rabino Hejt lo había salvado literalmente, en cuerpo y alma.
¡Fue entonces cuando el rabino Raskin le dijo a Yoav que él era un nieto del rabino Hejt! Yoav quedó muy emocionado y se alegró doblemente de que este fuera el rabino que oficiaría su boda.
No solo eso, cuando el rabino Raskin escuchó que Yoav aún no tenía la Green Card, le dijo que, como nieto del rabino Hejt, tenía el deber de ocuparse. Un tipo muy enérgico, muy al estilo de su abuelo, el rabino Raskin logró ayudar a Yoav a encontrar un mejor trabajo y se ofreció como voluntario para ser su patrocinador para una Green Card, y así se logró cumplir la cláusula final de la promesa de su abuelo.
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