Reb Z. M. Steinmetz (poeta hebreo conocido como Tzvi Yair) cuenta:
Una crisis familiar había surgido en la casa de uno de mis parientes, un primo no muy lejano que vivía en Sudamérica. Su hija había conocido y se había enamorado de un joven y los dos habían decidido casarse. Pero los padres de la joven se oponían rotundamente al matrimonio ya que el joven provenía de un entorno completamente no-religioso y no llevaba una vida como observante (de la Torá y Mitzvot). Aunque el joven había declarado su voluntad de comenzar a observar las leyes y costumbres de la Torá, toda la familia, los parientes y su círculo de amigos todos por igual estaban en contra de la elección de la joven.
La joven se amargaba cada vez más por el hecho de que todos sus seres queridos se habían puesto en contra de ella. Sintió que todos en su mundo conspiraban para privarla de su felicidad. La situación siguió empeorando, ya que tanto la hija como los padres se volvían cada vez más enfurecidos y tensos ante la postura, la actitud y proceder del otro. Finalmente, llegaron a un acuerdo: llevarían el caso al Rebe de Lubavitch. Aunque la familia no se consideraba jasidim del Rebe, tanto la joven como sus padres tenían en alta estima al Rebe y sentían que podían confiar en él. Ambas partes acordaron hacer lo que les aconsejaría. Siendo yo el 'Lubavitcher' de la familia, me pidieron que acompañara a la joven a su audiencia con el Rebe.
En aquellos años, el Rebe recibía a la gente tres noches a la semana, comenzando a última hora de la tarde y continuando durante toda la noche. A menudo, el último visitante partía al amanecer.
Entramos a la oficina del Rebe cerca de las 3 AM. Primero, el Rebe y la joven realizaron una breve búsqueda de un idioma en común: probaron idish, hebreo, inglés y francés, y finalmente se decidieron por el alemán. Mientras la joven contaba su historia, podía escuchar la frustración en su voz: “No entiendo qué es lo que quieren de mí”, le dijo. "Mi novio se comprometió a llevar una vida fiel a la Torá. Sé que lo dice sinceramente. ¿Por qué están todos tan en contra nuestra?"
"Él puede ser sincero", le dijo el Rebe, "pero ¿qué valor tiene su declaración si no sabe a qué se está comprometiendo? Tu sabes, de acuerdo con la ley, un cheque en blanco firmado no tiene valor, incluso si el titular lo llena por un solo centavo - uno no puede obligarse legalmente sin saber en qué consiste la obligación. Vivir la vida de acuerdo a los preceptos de la Torá es un desafío muy exigente para cualquiera, pero más difícil es aún para alguien que no ha sido criado de esta manera."
"Pero está dispuesto a estudiar", dijo la joven.
"Estudiar solo no es suficiente", respondió el Rebe. "Uno puede estudiar y aceptar la Torá con las mejores intenciones, pero aplicarla en la vida cotidiana es otra cosa. Esto es lo que sugiero: deja que tu novio viva con una familia observante durante unos meses. Que estudie (está bien), pero que también experimente de primera mano lo que implica tal compromiso día tras día, desde el Modé Ani al abrir los ojos por la mañana hasta la lectura del Shemá antes de irse a dormir. Si aún así declara su deseo de llevar una vida fiel a la Torá, doy mi más sincera bendición a su vida juntos."
La joven salió de la pieza del Rebe con un corazón alegre y aliviado, y yo me quedé para conversar algunos asuntos personales con el Rebe. Pero el Rebe inmediatamente me dijo que la llamara de nuevo y me explicó: "No quiero que piense que estamos hablando de ella a sus espaldas."
Eran las tres de la mañana. El Rebe había visto a decenas de personas en el transcurso de la noche. Sin embargo, él estaba lo suficientemente consciente y sensible a sus sentimientos para discernir su sensación de alejamiento y abandono y percibir una noción de 'conspiración' en su contra. Entonces, aunque el problema se había resuelto a su satisfacción, y aunque ella, en cualquier caso, no entendería el idish en el que hablamos, se negó a hablar conmigo sin que ella estuviera presente en la habitación.
Fuente: Once Upon A Chossid
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