Un verdadero tesoro de escritos y artículos que pertenecían al Baal Shem Tov y sus discípulos, conocido como "Los Archivos de Jerson" (הגניזה החרסונית), fue heredado por el Tzadik Rab Isroel de Ruzhin. Entre los artículos de este precioso acervo se encontraban el Sidur personal del Baal Shem Tov y su Janukiá. Después de la muerte del Ruzhiner, un hombre muy rico compró todo esto. Reb Shmuel Gurarie, un jasid Jabad, compró más tarde este patrimonio para entregárselo como regalo al Rebe Rashab.
Hasta el día de hoy, el Sidur de Baal Shem Tov se encuentra en la biblioteca del Lubavitcher Rebe en Brooklyn y algunos tuvieron la oportunidad de abrirlo y verlo (no sin antes haberse sumergido en una Mikve). En las páginas de la Amidá, aparecen a un costado los nombres de los discípulos de Baal Shem Tov por quienes él pedía, y el Sidur está manchado de principio a fin con las lágrimas del Baal Shem Tov.
Cuando Reb Shmue Gurarie le trajo toda esta colección al Rebe Rashab, el Rebe Rashab la revisó por completo, carta por carta, artículo por artículo. Había cientos (manuscritos, etc) y sobre cada uno, el Rashab declaró si era auténticamente del Baal Shem Tov o no. Ordenó así toda la colección. Durante todo ese tiempo, el jasid observó en silencio, con asombro, preguntándose cómo sabía el Rebe qué era auténtico y qué no. Cuando el Rebe Rashab terminó de clasificar todos los archivos, (juntó todo nuevamente) y se lo devolvió todo al jasid y le dijo que fuera de su hijo [y posterior sucesor, el Rebe Rayatz], Rab Yosef Itzjak Shneersohn, y le mostrara esta colección.
El jasid llevó la colección al Rebe Rayatz y, para su continuo asombro, el Rebe Rayatz comenzó a hacer exactamente lo que había hecho su padre. Revisó toda la colección proclamando de manera similar qué era auténtico y qué no. Sorprendentemente, ordenó la colección exactamente tal como lo había hecho su padre.
Aunque este adinerado jasid que había comprado la colección no se atrevió a preguntárselo al padre, le preguntó al hijo (que aún no era un Rebe): "¿Cómo sabes qué es auténtico y qué no? Todas estas son cartas y objetos muy valiosos, y nadie podría notar la diferencia."
El Rebe Rayatz le respondió que en cada judío, incluso en un niño, hay Kedushá (santidad, proveniente del Alma Divina, pero el Rebe Rayatz no empleó este término). Y dijo: "la santidad atrae a la santidad. Si un objeto realmente perteneció al Baal Shem Tov, y si una carta es un documento auténtico de él o de sus discípulos, entonces ellos también están imbuidos de Kedushá. Así como el metal es atraído por un imán, cada judío se ve atraído por la Kedushá."
El Rebe Rayatz no dijo que esta capacidad de detectar la Kedushá esté limitada a un Rebe, a un maestro espiritual, sino que todo judío tiene santidad. Si la nutre estudiando Torá y Jasidut, se revelará en su corazón. Entonces, cualquier cosa que encuentre en su vida, inmediatamente percibirá si está imbuida de Kedushá o no. Nosotros también tenemos que ser sensibles a la Kedushá. Solo un yehudi puede volverse verdaderamente sensible a la Kedushá, pero para lograrlo tiene que nutrir la santidad en su interior.
Es más, el hecho que esta historia sobre la santidad interior que atrae y es atraída por la santidad exterior se cuente respecto a la capacidad de discernir lo que pertenecía al Baal Shem Tov, ilustra otro punto importante. El Baal Shem Tov comenzó a iluminar al mundo con la luz del Mashíaj. Se dispuso a traer la Geulá, a través de la bondad amorosa y la compasión. Por esta razón, la propia Kedushá del Baal Shem Tov, la luz de la santidad con la que él mismo fue visto por los demás y afectó su entorno, constituyó la Kedushá propia del Mashíaj. La santidad en un judío se siente atraída por la santidad del Mashíaj y, por lo tanto, se siente igualmente atraída por la santidad del Baal Shem Tov.
Fuente: Extraído y complementado por Yerajmiel Tilles de inner.org, el sitio web del principal maestro de Kabalá en inglés en el mundo, Rab Itzjak Ginsburg