Sencillos y Sinceros Recitadores de Tehilim
Se acostumbra relatar una historia del Baal Shem Tob durante la Seudá de Yom Tob de Shavuot, dado que es el día de su Yortzait (Hilula). La historia que leerán a continuación es un clásico de clásicos, de entre todas las historias del Baal Shem Tob. Además, destaca la importancia e impacto del recitado de los capítulos de Tehilim compuestos por David Hamelej, quien también conmemoramos en este día su Yom Hilula/Yortzait.
El Baal Shem Tov expresó un cariño particular por la gente sencilla y piadosa. Su enfoque era ampliamente conocido y fue una de las principales razones de la enorme cantidad de judíos simples que se convirtieron en sus jasidim, como lo atestiguan tantos relatos.
Sin embargo, sus más grandes discípulos, aunque destacados y excepcionales en pureza y erudición de la Torá, no podían comprender esta perspectiva. Es cierto que el Baal Shem Tov los enviaba con frecuencia a aprender rasgos como la sinceridad, el Bitajón, la fe sencilla, la fe en los Jajamim y la fe en los Tzadikim, el amor al prójimo, y cosas por el estilo de estos judíos iletrados. Sin embargo, estos discípulos ilustres no podían apreciar el afecto del Besh't por la gente común y ciertamente les costaba emularlo.
Habitualmente, los invitados participaban las comidas de Shabat de la noche y la mañana en la mesa del Besh't. La participación en la Seudá Shlishit empero (de la tarde) se restringía a los discípulos eruditos del Besht, estudiantes del círculo más interno. No se admitían invitados, ni siquiera para observar a la distancia. Un Shabat de verano, en 5514/1754, tuvo lugar un incidente que dejó completamente perplejos y desconcertados a los discípulos, un grupo que entonces incluía a hombres brillantes e ilustres como el Mezritcher Maguid y el Rav Yaakob Yosef de Polnoye.
Un gran número de visitantes había venido para ese Shabat, incluyendo muchas personas no tan distinguidas, como granjeros, artesanos, zapateros, sastres, jardineros, y pequeños comerciantes. En la cena de Shabat, el Baal Shem Tov mostró a estas personas un afecto extraordinario. En la copa de un hombre, vertió los restos de su Kidush. A otro, le dio su propia copa para que recite el Kidush; a otros, les dio pedazos de su propia Jalá. Y con otros compartió un poco de la carne y del pescado de su propio plato. Mostró otros gestos de amistad y afecto por estos invitados, dejando a sus discípulos perplejos.
Sabiendo que no podrían asistir a la tercera comida de Shabat que estaba reservada para el círculo interno, los invitados, se dirigieron entonces esa tarde al Shul. Dado que carecían totalmente de educación, eran incapaces de hacer algo más que simplemente leer un poco de Jumash ("Cinco libros de Moisés") y leer Tehilim (Salmos), y comenzaron juntos a recitar los Tehilim.
Luego de que el Besht tomó su lugar a la cabecera de la mesa de aquella Seuda Shlishit, sentó a cada uno de los discípulos en un lugar particular, característico del enfoque meticuloso con el que se conducía en cada detalle. Después de un corto tiempo, comenzó a compartir con sus estudiantes puntos de vista seleccionados de la Torá. Los discípulos sintieron un tremendo deleite divino en las enseñanzas de su Rebe. Como era costumbre, cantaron en la mesa, y cuando vieron el evidente estado de ánimo alegre del Besht, se sintieron aún más complacidos, llenos de un sentimiento de gratitud y felicidad por la gracia de Di-s hacia ellos, otorgándoles el privilegio de ser contados entre los discípulos del santo Baal Shem Tov.
Algunos de ellos reflexionaban lo placentera que era la vivencia, sin la presencia de la gente sencilla que no tenían la menor idea de lo que estaba hablando y explicando el Tzadik. ¿Por qué entonces nuestro Rebe muestra tales muestras de favor hacia esas personas, vertiendo de su copa en la de ellos, e incluso dándole su copa a uno de ellos para que la use?
Mientras estos pensamientos aún revoloteaban por sus mentes, la cara del Besht cambió repentinamente. Se puso serio, sumergido en sus pensamientos. Sin un cambio en este estado de ánimo, se dirigió a sus estudiantes: "Shalom Shalom Larajok Velakarov!" - "Paz, paz, para los lejanos y los cercanos". Nuestros Jajamim declaran: "Donde se paran los Baalei Teshuvá, los Tzadikim Gmurim no lo alcanzan", enfatizando Tzadikim Gmurim. Explicó que hay dos caminos en la Avodat Hashen: el del Tzadik y el del Baal Teshubá. El servicio de la gente sencilla pertenece al segundo nivel, el nivel más elevado del Baal Teshubá, porque son humildes de espíritu, lamentan su pasado imperfecto y están decididos a mejorar el futuro.
Tan pronto como el Besht concluyó sus palabras, reanudaron su melodía. Esos discípulos, que habían albergado dudas sobre la conducta de su Rebe, se dieron cuenta de que él había sentido lo que habían estado pensando...
Durante el canto el Baal Shem Tov aún estaba en su profunda meditación, pero cuando terminaron abrió los ojos, examinando atentamente a cada discípulo. Luego les dijo a cada uno que apoyara su mano derecha sobre el hombro de su compañero. Mientras estaban en esta posición, les dijo que cantaran ciertas melodías, y les indicó que cerraran los ojos y no los abrieran hasta que se les indicara que lo hicieran. Luego cerró el círculo apoyando su mano derecha sobre el hombro del discípulo sentado a su derecha, y su mano izquierda sobre el hombro del discípulo sentado a su izquierda.
De repente los discípulos escucharon cantos y dulces melodías, entrelazadas con conmovedoras súplicas, tocando su más profunda fibra del alma. Una voz se oía, "Oy, Riboinoi shel oilom Pikudei Hashem Yeshorim Mesamjim Leb..." Otro decía- " Oy, Riboino Shel Oilom!", y otro versículo: "Pruébame Hashem, pruébame, purifica mi corazón." Un tercero exclamaba en su recitado un grito espontáneo: "Tate hartziguer, ten piedad de mí; confío en Ti y me cobijo a la sombra de Tus alas." Otra voz decía angustiada, “ Tayerer Tate! (Querido Padre), un pájaro tiene un hogar; una golondrina su nido", otro suplicaba: "Liber Foter, derbármdiguer Tate (Dulce padre, Padre misericordioso), tráenos de vuelta, Dios que nos ayuda, borra Tu ira contra nosotros."
Al escuchar estas preciosas palabras de Tehilim de una manera que nunca antes lo habían hecho, los jasidim temblaban. Sus ojos aún estaban cerrados, pero las lágrimas corrían por sus mejillas. Cada uno de los discípulos se deseaba fervientemente que servir a Hashem de esa manera.
El Baal Shem Tov levantó las manos de los hombros de los discípulos sentados a su derecha ya su izquierda, y la música se desvaneció de sus oídos.
"Cuando escuché esos Tehilim", contó más tarde el Maguid a Rabí Shneur Zalman, su discípulo más joven y posteriormente el primer Rebe de Jabad, "mi alma se desvivía. Sentí tal anhelo, un amor tan profundo por Di-s que nunca antes había sentido". Tuve el Zejut de sentirlo. Mis botas quedaron empapadas por la transpiración y las lágrimas de Teshuvá que salieron en aquellos minutos desde lo más profundo de mi corazón."
Cuando el Baal Shem Tov dejó de cantar, el silencio cayó sobre el grupo. Abrió los ojos y dijo: "Las canciones que escucharon eran de los Yehudim Pshutim, los simples judíos que decían Tehilim en ese momento con sinceridad, desde lo más recóndito de sus corazones y con esa fe simple y sincera, tal como se escuchan en el Shamaim."
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Fuente: Editado por Yerajmiel Tilles del apéndice del "Tehilim- Ohel Yosef Itzjak" (Kehot)
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