miércoles, 29 de junio de 2022

Una entrega a tiempo - Maise para Guimel Tamuz 5782

Un judío estadounidense, antes de emprender su viaje de Aliá a Israel, se dirigió un domingo a 770 Eastern Parkway, Brooklyn, para recibir la Brajá del Lubavitcher Rebe. El Rebe lo bendijo y le entregó dos dólares, diciéndole: "Uno para ti, el segundo para el taxista".

El hombre estaba algo asombrado por el segundo dólar y las instrucciones del Rebe. Aún así, guardó ambos dólares en su billetera, y cuando llegó a Israel con su familia, pensó darle el dólar al primer taxista que los llevase del aeropuerto al Merkaz Klitá (Centro de Absorción para el Olé), donde vivirían  encontrar su propio hogar. Sin embargo, al subirse al taxi y notar que el conductor estaba visiblemente nervioso, el hombre consideró que no se refería el Rebe a este conductor.

Con el tiempo, le tocó realizar varios viajes en taxi, pero ninguno de los conductores parecía ser el adecuado. Y así, el dólar fue quedando en su billetera a lo largo de los años... ¡durante veinte años!

Un día, no hace mucho tiempo, nuestro Olé (inmigrante) ahora "veterano" viajaba en un taxi en el área de Tel Aviv. Vio que el conductor no usaba una Kipá, pero tenía un libro de Tehilim cerca de su asiento y había pegado en la palanca de cambios una pequeña foto del Rebe de Lubavitch.

Empezaron a conversar. El conductor le contó que en los últimos meses había decidido fortalecerse y conectarse más con sus raíces judías y, como resultado, asistía a un Shiur de Torá de forma regular en el Beit Jabad de su barrio.

"¡Finalmente!" pensó el hombre emocionado para sí mismo, recordando de repente el "Shlijut" que el Rebe le había delegado. Saca su billetera de su bolsillo y le dice al conductor: "Aquí está; toma esto, por favor. Es un dólar que recibí del Rebe. El Rebe me dijo que se lo diera al 'taxista'".

¡El conductor pisó los frenos súbitamente! De repente, el taxi se hace a un lado y, afortunadamente, se detuvo de forma segura al costado de la ruta.

El conductor se vuelve hacia el sobresaltado pasajero y le dice emocionado: "¿Sabes lo que acabas de hacer?! Desde que comencé mi regreso a la Torá y las Mitzvot, me ha sido difícil en casa. Mi esposa no le cayó nada bien y no me acompaña en estos cambios.

"Esta mañana ella me encaró fuertemente y me desafió: '¿Qué son todas estos hábitos ridículos que has adoptado? Por ejemplo, esto del Rebe etc, ¿realmente crees que tiene sentido que el Rebe te envíe una bendición? ¡El Rebe se fue! ¡Veamos, que te envíe un dólar hoy, a ver!!'" En ese momento me quedé en silencio, aturdido ante sus palabras...

El pasajero ahora entendió cuál era la intención del Rebe al enviarle ese dólar "al taxista", veinte años antes.

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Fuente: Rab Shlomo Weinstein (de Londres). Adaptado por Yerajmiel Tilles.

domingo, 26 de junio de 2022

Truco y trato

Reb Jaim era un jasid que se ganaba la vida comprando y vendiendo mercadería en los diversos mercados y ferias europeas. Dedicaba todo su tiempo libre a estudiar Torá. Una vez al año visitaba a su Rebe, para inspirarse, pasar tiempo con él y recibir su Brajá.

Cada vez que llegaba, lo saludaban todos con gran respeto, ya que era conocido por ser un erudito y un hombre distinguido. En Shabat, era honrado con la Aliá más prestigiosa de la lectura de la Torá, el “Maftir”, (la porción final seguido por la Haftará). Y siempre hacía una generosa contribución al Shul.

En una de sus visitas, fue a "yejidut", la reunión personal privada con el Rebe, el momento más especial para un jasid. Esta vez, Jayim abrió su corazón a su Rebe y le contó acerca de un asunto difícil que lo estaba obstaculizando en su servicio a Di-s, un problema que lo preocupaba todos los días. “Soy irascible (y tengo un mal carácter)”, le dijo al Rebe, “me enojo fácilmente. Incluso los pequeños problemas pueden sacarme de quicio. Por ejemplo, cuando las cosas no salen como yo quería, o cuando las personas no hacen lo que les pedí, exploto.”

Terminó de hablar y esperó ansiosamente la respuesta del Rebe. Ya había estado muchas veces en Yejidut y había recibido respuestas e instrucciones sobre una variedad de asuntos. Esta vez, sin embargo, fue diferente. El Rebe simplemente agitó la mano con desdén como diciendo que el problema era pequeño e insignificante, que en realidad no era un problema en absoluto.

Jaim no podía entender. Había esperado tanto tiempo para acudir a su Rebe y contarle su dificultad, y estaba esperando recibir una respuesta que resuelva su problema, pero el Rebe apenas que abordó el tema.

Jaim no se dio por vencido; preguntó de nuevo. Describió sus dificultades, cómo su problema lo afectaba a él y a todos los que lo rodeaban, y esperó nuevamente una respuesta. Pero nuevamente, la respuesta fue: "Este es un dilema muy pequeño, no es realmente un problema, en lo absoluto", dijo el Rebe.

Jaim lo intentó por tercera vez y recibió nuevamente la misma respuesta. Tuvo que dejar la habitación del Rebe decepcionado. "¡No puedo creer que no haya recibido respuesta!" el pensó. "Tal vez la reciba con el tiempo", trató de animarse a sí mismo.

Luego de que Jaim haya salido de la habitación del Rebe, el Rebe llamó al Gabai, el encargado del Shul. Le indicó que en el próximo Shabat, no se le diera a Reb Jaim el honor de Maftir como de costumbre, sino que le diera la "Guelile": el atar el Sefer Torá al final de la lectura (una tarea a menudo dada a los niños) y cubrirlo con su manto.

El Gabai escuchó la petición del Rebe y lo miró asombrado. Empezó a imaginar el desconcierto y tal vez el furor en el Shul como resultado.

A medida que se acercaba el Shabat, las preocupaciones del Gabai fueron creciendo y decidió tomar medidas. “Es mejor que le avise con anticipación”, pensó.

Llamó a Reb Jaim y le dijo que en Shabat recibiría "Guelila" en lugar del Maftir. Jaim comenzó a quejarse de inmediato, e incluso a viva voz. El Gabai le explicó que esta era la instrucción que había recibido de boca del Rebe. Esto lo calmó un poco a Jaim, y comenzó a comprender que algo debía haber detrás de esto.

“Debe ser que el Rebe me está probando”, pensó para sí mismo.

Llegó el Shabat. Los jasidim ya habían visto a Reb Jaim en la ciudad y asumieron que recibiría el honor de Maftir, como de costumbre. Algunos de ellos intentaron adivinar cuál sería la contribución que él haría después. Pero cuando llegó el momento de Maftir y el Gabai dijo el nombre de otra persona, se sorprendieron. Cuando voltearon a mirar a Jaim y vieron su reacción, quedaron doblemente asombrados: Jaim estaba parado allí, completamente tranquilo.

Poco después fue llamado para la tarea de Gelila. “Ahora si que se enojará”, pensaron los jasidim para sí mismos. Pero para su asombro, Reb Jaim se acercó a la Torá con una leve sonrisa en su rostro, tarareando una melodía en voz baja. Cuando terminó de atar y cubrir el Sefer Torá, regresó en silencio a su asiento, todavía sonriendo.

"¿Que está pasando?" todos pensaron.

Al final de la Tefilá, Jaim no salió del Shul como todos los demás, sino que esperó para hablar con el Rebe. Cuando el Rebe terminó su Tefilá, Jaim se acercó a él. El Rebe le sonrió y Jaim le devolvió la sonrisa.

“Bueno”, dijo el Rebe, “veo que tu problema no es tan grande como lo planteaste. Mira cómo te deshonraron delante de todos al no llamarte para Maftir como suele suceder y, sin embargo, no te enojaste.”

“Por supuesto que no, Rebe”, respondió Reb Jaim, sabía que esto era un truco, que me estabas probando; por eso no me enojé. Si no fuera un truco, si realmente estuvieran tratando de enojarme, ¡no querrás saber la furia y bronca que hubiese desatado aquí hoy!

El Rebe respondió: “Ahora puedes entender por qué dije que tu problema no es tan difícil. Escúchame, ¡siempre es un truco! Hakadosh Baruj Hu siempre nos está probando. Todo el que te molesta o irrita es un leve mensajero, parte de este ejercicio en el que nos prueba a nosotros y nuestras reacciones.

“Cuando miras el mundo de esta manera”, concluyó el Rebe, “todo parecerá diferente. ¡No tendrás que vencer tu ira, porque no tendrás de qué estar enojado!”


Fuente: De "Mudaut Yehudit" por Nadav Cohen

lunes, 20 de junio de 2022

Una aptitud, un deleite

El Frierdiker Rebe, Rab Yosef Itzjok de Lubavitch escribe:

En el invierno de 1913 fui a visitar a mi padre, que se encontraba en aquel entonces en Menton, Francia. Todos los días caminábamos juntos durante horas por la orilla del mar y tuve el privilegio de escuchar cosas que nunca le había contado a nadie: costumbres, historias, visiones e ideas de mis santos antepasados, transmitidas de generación en generación de Rebe a Rebe.

Papá habló mucho acerca de "pensar Jasidus" (meditar sobre conceptos de la enseñanza jasídica) antes de la Tefilá mientras uno está envuelto en su Talit y Tefilín. Desarrolló el tema durante las caminatas de varios días y enumeró muchas virtudes que resultan de esto. Pensar Jasidut refina el cuerpo, haciendo que la mente y el corazón se vuelvan receptivos a Elokut; repele el 'Alma Animal', limpia el 'Alma Natural', subyuga el 'Alma Intelectual', ilumina el mundo ("Cuando un judío piensa jasidus con Talit y Tefilín antes de su Davenen, el mundo se vuelve más brillante"); proyecta y atrae una revelación de luz en todos los mundos, desde el más alto hasta el más bajo, transforma la esencia del carácter natural de uno e ilumina los cinco niveles del alma Divina de uno: Nefesh, Ruaj, Neshamá, Jayá, Yejidá.

Todo esto se aplica a cualquier individuo que se dedique al "Servicio del Corazón" (es decir, a la Tefilá) y se prepare adecuadamente para el Davenen; pero cuánto más respecto a un Tzadik, una persona perfectamente justa. Mi padre continuó describiendo extensamente las alturas alcanzadas por los logros de un Tzadik, y concluyó: "uno alcanza una apreciación del deleite Divino, A Guetleje Ziskait, 'una dulzura Divina'"

Con la ayuda de Di-s, nunca olvidaré ese momento glorioso, la imagen de su santo rostro radiante en éxtasis mientras enfatizaba las palabras ¡A Guétleje Ziskait! "una dulzura Divina". En ese momento percibí verdaderamente la definición del Alter Rebe, Rab Shneur Zalman de aquellos que constituyen una Merkava ("carroza") para el Todopoderoso: aquellos que "todos sus días... no cesan ni por un solo instante de unir sus mentes y almas al Amo del Universo". (Tania, Cap. 34)

Dar un paseo por el esplendoroso entorno natural de la costa de Menton, y estar tan inmerso en el "deleite Divino", saborear tanto esa "dulzura Divina", esto sólo puede hacerlo un Atzmi*, un Rebe hijo de un Rebe, un judío entregado totalmente, alguien que tiene a Di-s siempre presente sobre él (y como prioridad ante todo en la vida) y alguien cuya luz de su alma se manifiesta abiertamente en su ser.

Durante un buen rato caminamos por la orilla sin decir una palabra. Todos los que nos reconocieron o pasaron notaron el aspecto de su santo rostro, brillando con una luz Divina. De repente, como quien despierta de su sueño, se volvió hacia mí y me dijo:

"¡Yosef Itzjok! ¡Escucha! Todas las ventajas de pensar Jasidut al tener puesto el Talit y los Tefillin antes de la Tefilá, tanto para el jasid ordinario como para el Tzadik, son absolutamente insignificantes en comparación con un único y tremendo privilegio: si el Todopoderoso le otorga a una persona la aptitud  de hacerle un favor a otro judío. Y el deleite que esto conlleva. Si el Todopoderoso le concede a una persona que su prójimo le sea más querido para él que él mismo.

"Vale la pena trabajar cinco horas al día durante cinco días, trabajar el cuerpo y trabajar el alma, para comprender lo Divino, si el resultado es que uno realmente desee hacerle una Toibe, un favor a otro judío."


Fuente: Once Upon A Chossid, por Yanki Tauber.


*) Alguien "Esencial", en quien cada acto, pensamiento y rasgo de carácter está completamente en línea con la esencia misma de su alma y está impregnado por ella. 

viernes, 17 de junio de 2022

Reb Mendel Futerfas y los Bojrim probando el Chunt

Por Reb Zalman Vishetzky 
Un episodio que escuché de mi papá 'שי

Fue cuando todavía estaban detrás de la Cortina de Hierro, en Chernovitz. Mi abuelo, Reb Moishe Vishetzky, y su buen amigo, Reb Mendel Futerfas, ya habían regresado de los campamentos y ya podían vivir, siguiendo cierta rutina.
Los Shabatot se levantaban temprano, estudiaban Jasidut juntos, los veteranos le enseñaban a los más jóvenes. Mi papá, su hermano y otro joven eran en aquel entonces jóvenes Bajurim, mientras que Reb Mendel y Reb Moishe ya eran adultos. Después de su estudio, Reb Mendel y mi abuelo iban cada uno a un rincón para hacer Davenen. Una Tefilá larga, volcando su alma, expresando "mi alma sedienta por Hashem", un "Davenen Beavoide" en la terminología jasídica.

Un Shabes cuando los adultos procedieron a rezar, los jóvenes sabían que aún quedaría un buen tiempo hasta Kidush, por lo que decidieron 'probar' el cholent, lo que se llama 'un bocado antes de la Tefilá' (comer algo); nu, ni siquiera es 'Mezonot'. Ellos no lo sabían, pero Reb Mendel se percató de lo que estaban haciendo, esa 'degustación' respetable...

En el Farbrenguen que tuvo lugar luego de la Tefilá, Reb Mendel tomó algo de Lejaim y comenzó a 'darles por la cabeza' a los bojrim durante un buen rato, "¿Cómo puede ser?! ¿Les parece apropiado?! ¿Bojrim, Tmimim, se sientan y comen cholent para su placer y deleite antes de la Tefilá? ¿Así es como se ve su Shabat? ¿Así es como se preparan para Davenen?!"

Se quedaron en silencio, por supuesto.

Pero después de terminara de hablarles, uno de ellos preguntó: ¿Por qué entonces no nos frenaste entonces? ¿No viste que estábamos comiendo, decías una palabra y parábamos!

Escuchen lo que respondió el Reb Mendel:

"A Id Est, Hot Hanoe, Ij Zol Im Shtern?" Un yehudi come, está disfrutando, ¿Yo lo voy a molestar, lo voy a frenar?  

Esta historia para mí salvó Neshamot, literalmente.

Probablemente la escuché hace 30 años (incluso puede tener algunas imprecisiones), pero no me abandona nunca. No exagero al decir que casi cada vez que estaba a punto de regañar o reprochar a mis hijos, esta historia se presenta ante mis ojos y aparentemente nos salvó a nosotros, a mí y a ellos.

Por un lado, dejalo al yehudi que disfrute del Chunt, por otro lado, encontrá el momento y la dinámica para 'darle por la cabeza' si es necesario.

¿Y por qué me acordé de esto hoy?

Porque esta semana leemos Parashat Behaalotja. Encender las luminarias de la Menorá el Rebe lo traduce como encender las Neshamot, de hombres, mujeres y niños (que necesitan que se les encienda la luz,) o mejor dicho, subir y preparar, acondicionar todo para que luego ellos brillen con su propia luz especial. Y cuando pienso, ¿cómo hacerlo realmente? ¿Cómo Aharon logró realmente 'Amar a la gente y acercarlos a la Torá'? Es ahí que recuerdo esta historia con el Cholent y Reb Mendel.
Que tengamos suerte.


domingo, 12 de junio de 2022

Video: El consejo del Rebe

Le preguntó al Rebe "¿Cómo lo sabías?"

Personas de todo el mundo acudían al Rebe en busca de consejo sobre todo tipo de temas y cuestiones que se te ocurran. Y los expertos no siempre estaban de acuerdo con sus opiniones. El Rebe se enfrentó a médicos en medicina, abogados en asuntos legales e inversores en negocios.

Sorprendentemente, se demostró que el Rebe tenía razón una y otra vez. Pero, ¿cómo lo supo, y cómo podría un Rabino religioso disputar las opiniones de expertos en sus rubros? La respuesta está en esta nueva presentación de JEM: "El consejo del Rebe"



SIJÁ DEL REBE

Rabí Shimon Bar Yojai tomó una ruta poco convencional cuando Am Israel sufría una sequía. Nosotros también podemos proyectar bendiciones del mismo modo de lo alto.


martes, 7 de junio de 2022

Álzate vos mismo

Estábamos un Shabat en el Beit Hakneset HaMerkozi en Kfar Jabad. Reb Sholem Feldman (A"H) estaba allí sentado, entre otros. Y se oye de uno de los costados una persona burlándose del compañero a su lado.
Reb Sholem se le acerca, y con simpatía le dice: "Permíteme contarte una anécdota":
 
Cuando el Rebe Rashab (Shalom Dovber) era un niño, estaba jugando en cierta oportunidad con su hermano mayor, Reb Zalmen Aharon, en el patio de su casa. Su padre, el Rebe Maharash estaba sentado a un costado estudiando.
Reb Zalmen Aharon era mayor en edad que el Rebe Rashab, pero no obstante en estatura física era menor, y esto le molestaba; por eso, en cierto momento durante el juego cavó un pequeño pozo en la arena y le dijo a su hermano que se parara allí. Al pararse allí, fue que le dijo triunfante: "Ahora soy más alto que vos!"

El Rebe Maharash estuvo presenciando ese momento; lo llamó a su hijo y le dijo: "¿Querés ser más alto que él? No hay problema, trae una silla y estarás más alto.

Reb Sholem explicó: Cuando alguien quiere estar más alto en relación a su prójimo puede hacerlo de dos formas: una es (re)bajando a la otra, y por ende aquel que rebaja (a su colega) se sentirá más alto. Pero en realidad, esto no lo hizo a él más alto, simplemente el otro bajó... y que ganamos con eso?

"La mejor manera es que la persona se alce así misma, y ​​de esa forma estará más alto."

“Te reíste de tu amigo porque ahora quieres sentirte más (alto) que él. No, no eres mejor que él. Simplemente, estás queriendo demostrar que tal vez tu amigo es inferior a ti. ¿Quieres sentirte alto? ¿Quieres que todos te escuchen? No hay problema. Prepara un buen discurso de Torá que hayas estudiado. Una buena historia. Cuéntala de forma que todos te escuchen y lo disfruten, y ahí entonces estarás alto de verdad. Pero, ¿rebajar a los demás? No, no es lo apropiado."

miércoles, 1 de junio de 2022

Recitados Sinceros de Tehilim - Maise del Baal Shem Tov en honor a Jag Hashabuot

Sencillos y Sinceros Recitadores de Tehilim

 

Se acostumbra relatar una historia del Baal Shem Tob durante la Seudá de Yom Tob de Shavuot, dado que es el día de su Yortzait (Hilula). La historia que leerán a continuación es un clásico de clásicos, de entre todas las historias del Baal Shem Tob. Además, destaca la importancia e impacto del recitado de los capítulos de Tehilim compuestos por David Hamelej, quien también conmemoramos en este día su Yom Hilula/Yortzait.


El Baal Shem Tov expresó un cariño particular por la gente sencilla y piadosa. Su enfoque era ampliamente conocido y fue una de las principales razones de la enorme cantidad de judíos simples que se convirtieron en sus jasidim, como lo atestiguan tantos relatos.

Sin embargo, sus más grandes discípulos, aunque destacados y excepcionales en pureza y erudición de la Torá, no podían comprender esta perspectiva. Es cierto que el Baal Shem Tov los enviaba con frecuencia a aprender rasgos como la sinceridad, el Bitajón, la fe sencilla, la fe en los Jajamim y la fe en los Tzadikim, el amor al prójimo, y cosas por el estilo de estos judíos iletrados. Sin embargo, estos discípulos ilustres no podían apreciar el afecto del Besh't por la gente común y ciertamente les costaba emularlo.

Habitualmente, los invitados participaban las comidas de Shabat de la noche y la mañana en la mesa del Besh't. La participación en la Seudá Shlishit empero (de la tarde) se restringía a los discípulos eruditos del Besht, estudiantes del círculo más interno. No se admitían invitados, ni siquiera para observar a la distancia. Un Shabat de verano, en 5514/1754, tuvo lugar un incidente que dejó completamente perplejos y desconcertados a los discípulos, un grupo que entonces incluía a hombres brillantes e ilustres como el Mezritcher Maguid y el Rav Yaakob Yosef de Polnoye.

Un gran número de visitantes había venido para ese Shabat, incluyendo muchas personas no tan distinguidas, como granjeros, artesanos, zapateros, sastres, jardineros, y pequeños comerciantes. En la cena de Shabat, el Baal Shem Tov mostró a estas personas un afecto extraordinario. En la copa de un hombre, vertió los restos de su Kidush. A otro, le dio su propia copa para que recite el Kidush; a otros, les dio pedazos de su propia Jalá. Y con otros compartió un poco de la carne y del pescado de su propio plato. Mostró otros gestos de amistad y afecto por estos invitados, dejando a sus discípulos perplejos.

Sabiendo que no podrían asistir a la tercera comida de Shabat que estaba reservada para el círculo interno, los invitados, se dirigieron entonces esa tarde al Shul. Dado que carecían totalmente de educación, eran incapaces de hacer algo más que simplemente leer un poco de Jumash ("Cinco libros de Moisés") y leer Tehilim (Salmos), y comenzaron juntos a recitar los Tehilim.

Luego de que el Besht tomó su lugar a la cabecera de la mesa de aquella Seuda Shlishit, sentó a cada uno de los discípulos en un lugar particular, característico del enfoque meticuloso con el que se conducía en cada detalle. Después de un corto tiempo, comenzó a compartir con sus estudiantes puntos de vista seleccionados de la Torá. Los discípulos sintieron un tremendo deleite divino en las enseñanzas de su Rebe. Como era costumbre, cantaron en la mesa, y cuando vieron el evidente estado de ánimo alegre del Besht, se sintieron aún más complacidos, llenos de un sentimiento de gratitud y felicidad por la gracia de Di-s hacia ellos, otorgándoles el privilegio de ser contados entre los discípulos del santo Baal Shem Tov.

Algunos de ellos reflexionaban lo placentera que era la vivencia, sin la presencia de la gente sencilla que no tenían la menor idea de lo que estaba hablando y explicando el Tzadik. ¿Por qué entonces nuestro Rebe muestra tales muestras de favor hacia esas personas, vertiendo de su copa en la de ellos, e incluso dándole su copa a uno de ellos para que la use?

Mientras estos pensamientos aún revoloteaban por sus mentes, la cara del Besht cambió repentinamente. Se puso serio, sumergido en sus pensamientos. Sin un cambio en este estado de ánimo, se dirigió a sus estudiantes: "Shalom Shalom Larajok Velakarov!" - "Paz, paz, para los lejanos y los cercanos". Nuestros Jajamim declaran: "Donde se paran los Baalei Teshuvá, los Tzadikim Gmurim no lo alcanzan", enfatizando Tzadikim Gmurim. Explicó que hay dos caminos en la Avodat Hashen: el del Tzadik y el del Baal Teshubá. El servicio de la gente sencilla pertenece al segundo nivel, el nivel más elevado del Baal Teshubá, porque son humildes de espíritu, lamentan su pasado imperfecto y están decididos a mejorar el futuro.

Tan pronto como el Besht concluyó sus palabras, reanudaron su melodía. Esos discípulos, que habían albergado dudas sobre la conducta de su Rebe, se dieron cuenta de que él había sentido lo que habían estado pensando...

Durante el canto el Baal Shem Tov aún estaba en su profunda meditación, pero cuando terminaron abrió los ojos, examinando atentamente a cada discípulo. Luego les dijo a cada uno que apoyara su mano derecha sobre el hombro de su compañero. Mientras estaban en esta posición, les dijo que cantaran ciertas melodías, y les indicó que cerraran los ojos y no los abrieran hasta que se les indicara que lo hicieran. Luego cerró el círculo apoyando su mano derecha sobre el hombro del discípulo sentado a su derecha, y su mano izquierda sobre el hombro del discípulo sentado a su izquierda.

De repente los discípulos escucharon cantos y dulces melodías, entrelazadas con conmovedoras súplicas, tocando su más profunda fibra del alma. Una voz se oía, "Oy, Riboinoi shel oilom Pikudei Hashem Yeshorim Mesamjim Leb..." Otro decía- " Oy, Riboino Shel Oilom!", y otro versículo: "Pruébame Hashem, pruébame, purifica mi corazón." Un tercero exclamaba en su recitado un grito espontáneo: "Tate hartziguer, ten piedad de mí; confío en Ti y me cobijo a la sombra de Tus alas." Otra voz decía angustiada, “ Tayerer Tate! (Querido Padre), un pájaro tiene un hogar; una golondrina su nido", otro suplicaba: "Liber Foter, derbármdiguer Tate (Dulce padre, Padre misericordioso), tráenos de vuelta, Dios que nos ayuda, borra Tu ira contra nosotros."

Al escuchar estas preciosas palabras de Tehilim de una manera que nunca antes lo habían hecho, los jasidim temblaban. Sus ojos aún estaban cerrados, pero las lágrimas corrían por sus mejillas. Cada uno de los discípulos se deseaba fervientemente que servir a Hashem de esa manera.

El Baal Shem Tov levantó las manos de los hombros de los discípulos sentados a su derecha ya su izquierda, y la música se desvaneció de sus oídos. 

"Cuando escuché esos Tehilim", contó más tarde el Maguid a Rabí Shneur Zalman, su discípulo más joven y posteriormente el primer Rebe de Jabad, "mi alma se desvivía. Sentí tal anhelo, un amor tan profundo por Di-s que nunca antes había sentido". Tuve el Zejut de sentirlo. Mis botas quedaron empapadas por la transpiración y las lágrimas de Teshuvá que salieron en aquellos minutos desde lo más profundo de mi corazón."

Cuando el Baal Shem Tov dejó de cantar, el silencio cayó sobre el grupo. Abrió los ojos y dijo: "Las canciones que escucharon eran de los Yehudim Pshutim, los simples judíos que decían Tehilim en ese momento con sinceridad, desde lo más recóndito de sus corazones y con esa fe simple y sincera, tal como se escuchan en el Shamaim."


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Fuente: Editado por Yerajmiel Tilles del apéndice del "Tehilim- Ohel Yosef Itzjak" (Kehot)