lunes, 2 de mayo de 2022

Rab Mendel Horedoker - Maise: El ladrón servicial



Era temprano una mañana cuando la policía tocó a su puerta. Ante los rostros atónitos de su familia, los agentes lo arrestaron y lo esposaron. Antes de que pudiera decir una palabra, lo llevaron a la estación de policía, donde pronto se encontró en una celda de detención, ya ocupada por delincuentes.

Rabi Menajem-Mendel de Horedok/Vitebsk (Yortzait Rosh Jodesh Iyar), uno de los más grandes discípulos del Maguid de Mezritch, no tenía la menor idea de qué crimen pudo haber cometido que hizo que las autoridades lo arrestaran como un criminal. Sin embargo, fue interrogado extensamente y acusado de serios delitos.

Poco a poco la situación se aclaró un poco: alguien había inventado una acusación falsa en su contra y lo había convertido en un poderoso criminal. Rab Menajem Mendel trató de convencer a los interrogadores de su error. Les dijo que todas las acusaciones dirigidas contra él no eran más que calumnias y mentiras, muy lejos todo eso de la realidad.

Sus explicaciones cayeron en oídos sordos. Los interrogadores no se movieron de su posición y lo presionaron para que admitiera las graves acusaciones. Cuando se negó, lo arrojaron de nuevo a la celda llena de gente.

Una vez allí, rodeado de rudos matones, Rab Menajem Mendel consideró su situación. Se compenetró consigo mismo y comenzó un análisis y balance retrospectivo para tratar de descubrir la razón espiritual que explicara por qué se había visto arrojado a semejante situación.

Cuando llegó el momento de Tefilá, se fue a un rincón, se puso de cara a la pared, cerró los ojos y se concentró profundamente en su rezo, ignorando el ruido que lo rodeaba y sumergiéndose en las palabras, en las que encontraba apoyo y consuelo.

Al darse vuelta después de terminar su Tefilá, notó que uno de los prisioneros lo miraba atentamente. Al principio ignoró al hombre, pero la siguiente vez que rezó se dio cuenta de que aquel hombre nuevamente lo observaba con atención. El prisionero no apartó los ojos de él, desde el comienzo de su plegaria hasta el final.

Rab Menajem Mendel estudió al hombre que se parecía a cualquier otro gentil al igual que el resto de los prisioneros. Poco después, el hombre se le acercó, le ofreció ayuda, lo asistía y se preocupó por el bienestar de Rab Menajem Mendel. Era obvio que estaba haciendo todo lo posible para estar al servicio de este honorable Tzadik. Este último decidió averiguar más sobre este prisionero tan servicial.

Quedó claro que el hombre había estado esperando esto. Con lágrimas corriendo por sus mejillas comenzó a contar la historia de su vida, interrumpida una y otra vez por sollozos.

Era judío y su nombre era Najum. Las dificultades de la vida lo arrastraron hacia el crimen. Se hundió más y más hasta convertirse en un ladrón. Irrumpía en las casas por las noches y robaba todo lo que podía encontrar. Durante mucho tiempo vivió así, siempre con miedo y cada noche asumiendo grandes riesgos.

Y luego, un día, lo atraparon y lo metieron en la cárcel. Ninguno de sus hermanos judíos acudió en su ayuda. Todo lo contrario, aquellos judíos que sabían quién era él en el fondo se alegraron de que finalmente se libraran del daño que les causó. Así Najum se encontró solo y abandonado en su angustia.

Rab Menajem Mendel escuchó con atención su historia.

"De repente llegaste, parado allí, rezando", continuó Najum, "esa escena me tocó el corazón y comenzó a derretir la indiferencia hacia mi judaísmo que me ha rodeado durante tantos años. Por primera vez en mi vida sentí un verdadero arrepentimiento por mi mal comportamiento. Por favor, ayúdeme a encontrar una forma de hacer Teshuvá y expiar mis pecados."

En ese momento un pensamiento cruzó por la mente de Rab Menajem Mendel: aquí, frente a él, estaba la razón por la que fue encarcelado por un crimen que no había cometido. Un hombre judío, cuya alma clama en la miseria por ayuda y espera ser rescatada del pozo en el que está atrapada.

Rab Menajem Mendel decidió dedicarse por completo a ayudar a Najum. Empezó a enseñarle Torá e Irat Shamaim y lo guió sobre cómo arrepentirse y rechazar sus malas tendencias y alcanzar una forma de vida correcta.

Najum demostró ser un estudiante serio y devoto. Aceptó sobre sí mismo todas las instrucciones que le dio Rab Menajem Mendel. Dejó de comer comida no kasher, se puso Tefilín todas las mañanas y su temor y sumisión a Di-s aumentó diariamente hasta que logró transformarse en un genuino judío observante.

"Debes saber", le dijo su Rabino personal, "que todavía estamos al comienzo del camino. Ahora Di-s ayudará; seremos liberados del encarcelamiento, y luego viajaremos juntos al Rebe, el Maguid de Mezritch, y él te mostrará un camino completo de regreso."

Mientras aún estaba hablando con Najum, el oficial de la cárcel entró para informarle a Rab Menajem Mendel que estaba en libertad. Las acusaciones en su contra fueron investigadas y resultaron infundadas. Los interrogadores llegaron a la decisión de que era inocente.

Para asombro del oficial, el prisionero dijo con firmeza: "¡No me iré de aquí a menos que mi amigo Najum también quede en libertad!"

El oficial pensó que no había oído bien. ¡Nunca había ni siquiera oído hablar de un prisionero que se negara a ser liberado! Mirándolo a Najum, dijo: "Este prisionero no ha cumplido su sentencia; no puede ser liberado."

Rab Menajem Mendel no cedió. Exigió hablar con el juez regional. Cuando se gestionó el encuentro, el Rab le prometió que tomaría a Najum bajo su responsabilidad y se aseguraría de que no robara más ni dañara a nadie.

El juez quedó impresionado por la personalidad del Rab Menajem Mendel y dio instrucciones para liberar a Najum de inmediato.

Cuando llegaron a la casa del Maguid de Mezritch, incluso antes de entrar, el Maguid dijo a los que lo rodeaban: "Por esta Neshome he estado esperando." Efectivamente, Najum cambió por completo su forma de vida y se convirtió en un fiel discípulo del Maguid.


FuenteSijat HaShavua (#1728), y la versión en inglés de AscentOfSafed.com 

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