Rab Shmuel de Lubavitch, el "Maharash", en los años previos a convertirse en Rebe, hacía todo lo posible para mantener un perfil bajo y discreto. Una vez, cuando estaba de viaje por Europa, se vistió como un hombre de negocios ordinario, en lugar de usar el atuendo jasídico más apropiado para el hijo de un Rebe y para un profundo erudito de la Torá como él era.
Un Shabat durante su viaje, lo pasó en Belz. En el momento de la Seuda Shlishit, fue a la famosa Sinagoga del 'Sar Shalom de Belz' (que el mismo Rebe la terminó de construir con sus propias manos en 1843¡Pero esa es otra historia!). Se paró a un lado en un rincón remoto de la sala (para pasar de incógnito), que para entonces estaba atestada de pared a pared con ardientes jasidim esperando la entrada de su Rebe.
Cuando finalmente entró Rabí Shalom, se abrió un camino directo desde la puerta hasta su silla en la cabecera de la mesa, como si fuera el Cruce del Mar. Dio unos pasos y luego se detuvo de repente. No miró a su alrededor porque en esa etapa de su vida estaba ciego, pero comenzó a inhalar el aire. "Huelo algo especial", comentó.
Dio media vuelta y caminó lentamente en dirección al Maharash, todo el tiempo sin dejar de olfatear. Cuando lo alcanzó, lo tomó de la mano y le dijo: "¡Yunguerman! (¡Joven!) De mí, no puedes esconderte." Luego llevó al joven Maharash a sentarlo con él a la cabecera de la mesa.
En el camino, algunos de los jasidim, que sospechaban que el Rebe haya cometido un error debido a que le fallaba la vista, le susurraron: "Rebe, estimado Maestro, aquel hombre es sólo un comerciante."
El Belzer sonrió y dijo: "Cierto, de hecho es un comerciante. Y su mercadería es la mejor de todas."
כִּי טוֹב סַחְרָהּ מִכָּל סְחוֹרָה, Er Hot Di Bezte Sjoire...
El Shul de Belz, terminado de construir por el mismo Rebe de Belz |
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