Un hombre judío muy adinerado financiaba y apoyaba al gran líder jasídico Reb Zushe de Anipoli antes de que nadie supiera quién era esta eminencia.
En un momento dado, el donante decidió que valía más la pena respaldar a un hombre honrado más conocido (por todos como Tzadik). Cuando dejó de apoyar a Reb Zushe, su negocio se fue cuesta abajo hasta quedar en bancarrota.
Este hombre (quien toda su vida había sido un rico) fue a verlo a Reb Zushe y le contó lo sucedido. El Rab citó un pasaje de nuestros Sabios sobre un profeta que oraba para que los ricos dieran caridad a los "que son indignos" (Baba Kama 16b).
Seguramente, el profeta no tenía intenciones negativas; más bien, sabía que ante Di-s, las acciones de nadie eran perfectas. Por lo tanto, rezó para que los ricos dieran caridad a los indignos o a los que no precisamente se lo merecieran, para que pudieran decir ante Di-s: "Así como yo ayudo a los que no lo merecen, por favor ayúdame aunque yo tampoco lo merezca."
Esto es exactamente lo que sucedió, le dijo Reb Zushe al hombre. “Mientras me ayudabas, a quien considerabas indigno, Di-s te ayudó. Una vez que comenzaste a juzgarme [y seleccionar], fuiste a su vez juzgado arriba y se tomó la decisión de que no eras digno de tu riqueza."
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