martes, 16 de noviembre de 2021

El hijo del Rebe y el Josid



Una vez, cuando el Miteler Rebe, Harav DovBer de Lubavitch, era joven, estaba de visita en lo de su suegro en Yanovitch. Allí se encontró con uno de los jasidim veteranos de su padre, el Alter Rebe. El jasid notó que el joven “hijo de Rebe” era muy consciente de sus propios logros, tanto en su erudición como en su Davenen meditativo, y sintió que era necesario “bajarle los humos.”

El jasid le dijo a Reb DovBer: “Considerando quién eres y cómo vives, ¿cuál es la novedad? Respecto a tu padre, ni hablar, todos sabemos quién es tu padre. Ciertamente fuiste concebido bajo las circunstancias más sagradas, y estoy seguro de que tu padre consiguió un alma de la más sublime para traer al mundo. Luego fuiste criado en la casa de un Rebe, donde se tomó sumo cuidado a fin de moldear tu carácter y salvaguardarte de cualquier influencia negativa. Toda tu vida has estado rodeado de estudio y Kedushá, y hasta el día de hoy solo estás dedicado al estudio de Torá y a las enseñanzas de Jasidus. Así que has acumulado una vasta cantidad de conocimiento y rezas con fervor y devoción. Gran cosa."

“Ahora, tómame a mí por ejemplo. Mi padre era un hombre sencillo, y bien podemos imaginar que pasaba por su mente cuando raspó la escoria de alguna Neshome del fondo del barril... ¿Mi crianza? Me criaron 'a lo indio' y básicamente abandonado a mi suerte (y bajo mis propios medios). ¿Y sabes qué hago de mi vida? Déjame decirte cómo me gano la vida. Presto dinero a los campesinos durante la temporada de siembra y luego, durante los meses de invierno, tengo que recorrer sus aldeas y chacras para cobrar las deudas antes de que tengan la oportunidad de desperdiciar toda su cosecha en vodka. Esto significa partir varias horas antes del amanecer, mucho antes de la hora apta para comenzar a rezar, llevando conmigo una petaca, porque sin una bebida no se puede ni empezar a hablar de negocios con esos campesinos. Después de brindar y desearse salud, uno debe compartir un lejaim también con la mujer de la casa; de lo contrario, puede arruinarte todo el business. Solo entonces podrás sentarte a liquidar parte de la cuenta.

“Después de tres o cuatro de esas paradas, me dirijo a casa, me sumerjo en la mikve y me preparo para hacer Tefilá. Pero después de semejantes preliminares, ¿qué tipo de Davenen puedes esperarte...?"

Las palabras de este jasid, que en verdad era conocido por su refinada naturaleza y sus conmovedoras Tefilot, dejaron una profunda impresión en Rab DovBer. El joven viajó de inmediato a casa, fue de su padre y le volcó allí su corazón. Se lamentó por su estado espiritual, diciendo que su servicio a Di-s no tiene ningún valor, por lo que ni se acerca a lo que realmente se esperaría de él.

La próxima vez que el jasid de Yanovitch fue a ver al Alter Rebe, el Rebe le dijo: “Te estoy muy agradecido. Has hecho de mi Bérel un Josid."


Fuente: Relatado por el Rebe Rashab, en Toiras Sholom pág. 218.

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