El Rebe Rashab hizo cierta vez un extenso viaje a Petersburgo. Al recibir su equipaje del vagón de carga, se dio cuenta de que faltaba una maleta. Varios de sus Jasidim, encabezados por Reb Shmuel Mijl, la buscaron por todas partes sin éxito. Había desaparecido. La maleta estaba llena de libros importantes para el Rebe, quien se veía bastante perturbado por la pérdida.
Unos días después, un joven, Avraham Eliahu Gurary, hijo de Reb Shmuel Gurary, el Rab de la ciudad de Horol, vino a visitarlo al Rebe. Se había casado recientemente y los adinerados padres de su novia le habían dado una dote de diez mil rublos. Emprendió un negocio con el dinero, solo para perderlo casi todo. Como es de imaginarse, este fracaso no le agradó ni un poco ni a su esposa ni a sus suegros, y su Shalom Bait se vio seriamente afectado como consecuencia. No sabía qué hacer.
Cuando escuchó que el Rebe Reshab estaba en Petersburgo, inmediatamente decidió recurrir y pedirle consejo. A su llegada, el Rebe le pidió que recuperara la maleta y le dio el boleto de equipaje. Avraham Eliahu lo tomó y se dirigió a la estación de tren, sin estar al tanto de todas las búsquedas que ya se habían realizado en búsqueda de la valija perdida.
Estaba inusualmente tranquila la estación cuando llegó. No llegaban ni salían trenes. El joven decidió tomar algo de la cafetería y se sentó en una mesa. Mientras sacaba un cigarrillo de su elegante cigarrera, notó que un hombre en otra mesa, un no judío, lo miraba fijamente. El jasid rápidamente pasó a ofrecerle un cigarrillo, que aceptó.
"¿Qué estás haciendo aquí cuando no hay trenes que entren o salgan?" le pregunta el hombre. "Vine a buscar la maleta del Rabino Schneersohn", respondió el judío. "¡Increíble!" exclamó el otro. "Yo Soy el gerente del depósito de equipaje aquí. Solo dame tu reclamo de equipaje y yo me ocuparé de eso." Tomando el boleto, fue a dárselo a sus trabajadores. Entraron en el depósito, pero salieron con las manos vacías unos minutos después y dijeron que no estaba tal maleta allí. El gerente levantó la voz, "Eso es inadmisible! Debe estar ahí. ¡Miren de nuevo, busquen bien y tráiganmela rápido!"
Los trabajadores volvieron corriendo al depósito y buscaron minuciosamente. Luego de sacar literalmente cada pieza de equipaje de la bodega, la encontraron escondida en una esquina, bloqueada por un paquete muy grande. El jasid le agradeció al gerente y le llevó la maleta directamente al Rebe, que estaba encantado y muy feliz. "Avraham Eliahu, estoy en deuda contigo", dijo.
Cuando Avraham Eliahu consiguió posteriormente una audiencia privada, le contó al Rebe todos los detalles de sus problemas financieros y personales. El Rebe le preguntó cuánto dinero le quedaba. Al enterarse de que sólo quedaban mil rublos, el Rebe le dijo: "Ve a la ciudad de Kurtz, y que Di-s Todopoderoso te haga prosperar. Y", agregó el Rebe, "asegúrate de llevar algunas provisiones ('Pékales' de comida) para el camino."
Avraham Eliahu regresó a casa para contarle a su esposa todo lo que el Rebe había dicho. Expresó su completa y sincera fe en que seguramente Di-s ahora lo ayudaría. Su esposa, también contenta con la Brajá le preparó una variedad de deliciosos productos horneados para su viaje. Equipado con su Talit, Tefilín y paquete de comida, se puso en marcha.
Era un caluroso día de verano cuando llegó a Kurtz, por lo que decidió ir primero a nadar al Mar Negro. Mientras comía algunos de los productos elaborados por su esposa después de nadar, notó que otro hombre en la playa, un judío, lo miraba a él y a su comida. El jasid rápidamente compartió algo con él y los dos hombres entablaron una conversación amistosa. Cuando su nuevo conocido le preguntó por qué había venido a Kurtz, Avraham Eliahu le contó toda su historia, cómo había perdido casi todo su capital y cómo el Rebe lo había bendecido y dirigido a Kurtz con sus últimos mil rublos. "Ahora que estoy aquí", finalizó, "no tengo idea de lo que se supone que debo hacer..."
"Quizás pueda ayudarte", dijo el otro hombre. "Reúnete conmigo aquí mañana a esta hora.
Alguien más estará conmigo y arreglaremos algo que podrás salir beneficiado. Y ", agregó sonriendo," no te vayas a olvidar de traer esos deliciosos pasteles!"
Al día siguiente se volvieron a encontrar, acompañado por un tercer hombre que se ofreció a venderle a Avraham Eliahu una carreta llena de papeles cortados de cigarrillo a cambio de mil rublos, para permitirle obtener una buena ganancia."
Luego de que el jasid le pagó, su benefactor le sugirió que viajara a Kremenstok, donde había varias fábricas de cigarrillos. Cuando llegó a Kremenstok, fue a la fábrica de Tsvi Gurarie y le ofreció el contenedor lleno de papeles para cigarrillos. "¿Cuánto quieres por ellos?" preguntó el dueño de la fábrica. "Diez mil rublos", respondió, decidido a recuperar toda su pérdida.
El dueño de la fábrica sonrió. "Si te doy dos mil que debería ser suficiente, es el doble de lo que seguramente pagaste." Avraham Eliahu se negó. "Tres mil" dijo el otro, y luego lo subió a cuatro mil cuando el joven jasid se mantuvo firme. Más que eso, no ofrecería, por lo que Avraham Eliahu se fue a buscar otros compradores. Habló con otros comerciantes de tabaco, uno de los cuales le ofreció cinco mil rublos.
Mientras tanto, el dueño de la fábrica, el Sr. Gurarie, viajó directamente a Kurtz, dado que el joven jasid ingenuo no le había ocultado nada. "¿Por qué debería comprarle cuando yo también puedo ir a Kurtz y conseguir un contenedor lleno por sólo mil rublos, como él hizo?" se dijo el hombre de negocios.
Después de algunas investigaciones, logró localizar al hombre que le había vendido al joven jasid. "Lo siento", le dijo este último, "ya tenemos pedidos para todo nuestro papel. Simplemente me compadecí de ese simpático joven judío y le vendí un contenedor. No solo eso", continuó, "no hay papel de cigarrillo disponible en ningún otro lugar en este momento." Cuando Tsvi Gurarie escuchó eso, inmediatamente le envió un telegrama a Avraham Eliahu diciéndole que no vendiera sus rollos de papel a nadie, que él pagaría su precio.
Esa es la historia de cómo Avraham Eliyahu Gurary recuperó todo su dinero. Por supuesto, al ver cómo funcionó tan bien, decidió volver al Rebe y pedirle consejo sobre qué hacer a continuación. Con mucho ánimo, viajó al Rebe y le contó los detalles de cómo todo había salido tan bien. "¿Qué sugiere el Rebe que haga a continuación?" preguntó.
"¡Avraham Eliahu!" declaró el Rebe Rashab. "Ya he pagado mi deuda contigo..."
Fuente: "Shmuot v'Sipurim" por Rafael Najman Cohen. Adaptado por Yerjamiel Tilles. Traducido por JasidiNews.
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