Era el año 1927. El lugar era Simferopol, en el sur de Ucrania, entonces parte de la URSS. Reb Peretz Mochkin era un hombre ya marcado. Como devoto seguidor y Jasid de Rab Yosef Itzjak Schneersohn, el sexto Rebe de Lubavitch, y vigorosamente activo en la red clandestina de instituciones judías de Jabad, vivió sus días bajo el temor constante de la policía secreta y sus representantes.
Justo antes de la célebre festividad de Sucot, Reb Peretz se enfermó de tifus; sintió que sus días estaban contados. Pero entonces, alguien llamó a la puerta. Su viejo amigo, Reb Yankel Maskalik, de la ciudad de Zhuravitz, había hecho el viaje de 1.200 kilómetros para visitar y llevar a la familia Mochkin la alegría festiva que tanto necesitaban. La hija de Reb Peretz, Guta Schapiro, más tarde le recordaba a sus nietos que "La suká era muy pequeña y estaba muy mal construida, no queríamos que la KGB se enterara, y Reb Yankel era un hombre grande, corpulento, así que cuando se sentó en la suká con mi padre, no había lugar para nadie más."
Los hombres comenzaron a cantar "A Sukaleh a Kleiner", una canción folclórica en idish sobre una familia judía en una sucá destartalada. Mientras los vientos aúllan afuera, el padre en la canción le asegura a su familia que las velas del Yom Teb no se apagarán y que la Suká se mantendrá en pie.
Mientras los dos rabinos se sentaban y cantaban, y la sucá improvisada se balanceaba de un lado a otro con cada uno de sus movimientos, los niños sabían en sus corazones que nadie, ni siquiera Stalin, podría apagar la llama del judaísmo.
Reb Peretz finalmente se recuperó y logró escapar luego de la Unión Soviética en 1947. Reb Yankel fue arrestado en 1937 por la KGB y fusilado por sus actividades "contrarrevolucionarias".
Seguramente fue divinamente dispuesto (y cuan acertado y adecuado) que la bisnieta de Reb Yankel, Jani Galperin, se casara con el bisnieto de Reb Peretz, el rabino Jaim Lazaroff. Los comunistas rusos se fueron hace mucho, pero el linaje de los rabinos sigue fortaleciéndose.
Casi 90 años después, el rabino Jaim y Jani Lazaroff, codirectores de Jabad de Uptown Manhattan (New York) han convertido ya en una tradición recibir a 100 personas en su gigantesca Suká cada año en la primera noche de Sucot como tributo a su antepasados y el triunfo del espíritu judío. "Es una celebración conmovedora de Ajdut, con tantos judíos de diferentes niveles de observancia, todos juntos en una suká", comenta Jaim Lazaroff.