El gran Jasid R. Hilel de Paritch solía deambular y viajar entre las ciudades y los pueblos, a fin de llevar la palabra de Jasidut a todo lugar e inspirar a los yehudim a corregir sus actos y regresar en sincero arrepentimiento. Hacía esto por orden de su Rebe, Rabi Dovber de Lubavitch, conocido como el 'Miteler Rebe' (hijo y Memale Makom del Rebe Rabi Shneur-Zalman de Liadi).
R. Hilel era un jasid sobresaliente. A una edad muy joven ya era bien versado en Shas y Poskim, había estudiado Kabalá, muy temeroso de Di-s, hacía muchos ayunos etc. Al principio fue rabino en Parich. Más tarde se desempeñó como rabino en la ciudad de Bobroisk. En un momento, el Rebe le asignó el papel de Mashpia viajero por las comunidades judías y desde entonces se ha dedicado a esta misión. Las palabras de R. Hilel se escuchaban con reverencia y, dondequiera que fuera, la gente lo trataba como a un hombre santo.
Una vez, R. Hilel llegó a una ciudad, donde había varias fábricas de cerveza y bebidas alcohólicas, cuyos dueños eran Yehudim; y R. Hilel se horrorizó al descubrir que estas fábricas estaban abiertas también durante Shabat Kodesh. Convocó a todos los dueños de las fábricas a una reunión urgente. Les explicó la santidad del Shabat y la severidad del pecado de su profanación, y los instó a dejar de operar las fábricas en Shabat.
Luego de una larga hora de explicaciones y ruegos, los dueños de las fábricas accedieron, pero con una condición: que también el rico, el dueño de la fábrica más grande de la ciudad, cerrara su fábrica el sábado. Si no, ante la difícil competencia, tendrían que seguir produciendo la cerveza también en Shabat.
R. Hilel envió a llamar al hombre rico, un hombre rudo e insolente, pero se negó a asistir. Lo llamó una segunda y tercera vez, pero sin respuesta.
R. Hilel se quedó en la ciudad para pasar el Shabat. En medio de aquel Shabat, aquel rico de repente sintió unas fuertes puntadas en el estómago. De hora en hora sus dolores aumentaban hasta volverse insoportables. Se llamó a los médicos, pero no pudieron localizar la causa del dolor y todos sus medicamentos no sirvieron de nada. El hombre gemía de agonía y sin tener cura.
La esposa del rico, que sabía lo que había sucedido entre R. Hilel y su esposo antes de Shabat, supuso que era debido a su falta de respeto hacia el ilustre invitado que le habían venido aquellos tormentos. La mujer se armó de valor y fue al Shul donde estaba R. Hilel para pedir piedad por su esposo.
Al llegar al Shul, R' Hilel estaba dirigiéndose a un gran grupo de judíos de la ciudad en la Seudá de Shabat, cargada de dichos de Torá, comentarios jasídicos y Nigunim (melodías trascendentes). De repente, la mujer irrumpió llorando y suplicando a Reb Hilel que bendijera a su esposo con una recuperación.
R. Hillel guardó silencio y no respondió. La mujer siguió suplicando ante él, y R. Hilel no abre su boca. Despertó la lástima de los que lo rodeaban. "¡Dígale algo al menos..." Reb Hilel en ese momento le dijo שַׁבָּת הִיא מִלִּזְעֹק וּרְפוּאָה קְרוֹבָה לָבוֹא! [Tomado del párrafo "Mi Shebeiraj" que se dice en Shabat frente al Sefer Torá] 'Shabat no es momento para clamar y la curación llegará pronto!". Reb Hilel inmediatamente se lo interpretó (leyéndolo literalmente,) así: שַׁבָּת הִיא מִלִּזְעֹק - si el Shabat deja de clamar su profanación por culpa de aquel adinerado, entonces es que la curación llegará pronto! Si asume y se compromete frente a tres personas que dejará de abrir su fábrica en Shabat, se curará."
Los presentes se apresuraron a hacer lo que dijo R. Hilel. Escogieron de entre ellos a tres que fueron a la casa del rico y le dieron las cosas tal cual. En ese momento el hombre rico se retorcía en su cama en terrible agonía. Al escuchar las palabras, juró ante ellos que ya no violaría el Shabat y que cerraría su fábrica en Shabat.
Efectivamente, la promesa de R. Hilel se cumplió: en pocos minutos sus dolores disminuyeron y pocos días después se recuperó por completo. A partir de entonces, las fábricas en la ciudad no volvieron a funcionar en Shabat y el merecido honor del Shabat Kodesh fue restaurado.
Fuente: Sijat Hashabua N° 933
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