En plena época de pandemia del Coronavirus, un joven israelí de Yerushalaim, Amit Mandel, decide embarcarse en una aventura en velero alrededor del mundo.
Cuando los países comenzaban a cerrar sus puertas, en un intento por defenderse de la propagación de la epidemia, Amit partió. No estaba al tanto de la creciente histeria desarrollándose en el mundo y de las consecuencias que le devendrían.
Su viaje comenzó en la India. A través de "Trempim", 'haciendo dedo' logró llegar, en viajes marítimos a la isla de Santa Lucía en el Caribe. Tiene volcanes, jardines botánicos, selvas tropicales y otras atracciones turísticas populares. Amit disfruta de un viaje a una de las zonas más bellas del mundo. Los paisajes de la Creación no lo satisfacían, y planificó el próximo destino: la isla de Martinica, también en el Caribe.
Pero ahí es donde el viaje empezó a complicarse. Amit conoció a un marinero italiano y éste le aseguró que lo llevaría a Cuba. Los dos partieron. Solo en un futuro Amit descubriría que cometió un error al elegir a su compañero de viaje.
Mientras estaba en medio del mar, estalló una feroz tormenta. El cielo se oscureció, fuertes vientos crearon altas olas y el bote se balanceaba hacia adelante y hacia atrás. El marinero italiano no lograba el control del barco.
Pasaron días difíciles, pero finalmente se alegraron al divisar las brillantes luces del puerto de Cuba. Estaban llenos de alegría por haber sobrevivido a las dificultades del viaje y ya añoraban el momento en que pisarían tierra firme.
Solo que entonces cayeron en la cuenta de que las autoridades cubanas habían cerrado las puertas de entrada al país. La Guardia Costera rechazó con vehemencia su solicitud de atracar en el puerto. Todas sus súplicas fueron en vano. Hay una pandemia, no hay entrada.
Los dos quedaron desconcertados. Sin tener otra opción, giraron la proa del barco y regresaron al gran mar. Decidieron acercarse a República Dominicana. Pero aquí también les esperaba una amarga decepción: soldados armados apostados a lo largo de la costa les apuntaron con sus rifles...obligándolos a regresar al mar.
También recibieron respuestas negativas de Santo Domingo y Jamaica.
Amit y su colega italiano permanecían en el medio del mar, en una pequeña embarcación no preparada para viajes tan arduos, e incluso comenzaba a erosionarse y sufrir defectos. Estaban además preocupados particularmente por la escasez de comida, que iba empeorando. Los víveres y bebidas que se habían llevado con ellos se agotaron rápidamente, y cuando pidieron ayuda a la Guardia Costera de República Dominicana, respondieron para su asombro con una negativa.
No sabían ya qué hacer. Están a poca distancia de una costa segura, pero deliberadamente abandonados a su suerte. En lugar de escuchar a su grito y que rescatistas los asistan, las autoridades cierran los ojos y los abandonan dejándolos a la deriva, con hambre y en pleno mar embravecido.
¿Y por qué? La razón que se les dio fue: "No tienen dinero para pagar". Desafortunadamente, sus tarjetas de crédito habían dejado de funcionar.
El hambre aumentó. Los dos estaban exhaustos y desamparados . Amit era ingenioso: saltó al agua fría y nadó hasta una pequeña isla a cuya orilla anclaron su barco. En esta isla encontró vastas plantaciones de bananos y abundancia de cocoteros y mangos. Recogió tanta fruta como pudo, con la que los dos revivieron sus almas. Incluso construyó una balsa improvisada en la isla, y navegaron de un lado a otro para reponer la reserva de fruta que los sustentaba.
El tiempo pasó perezosamente. Los dos esperaban en el barco algún avance y, mientras tanto, dedicaron gran parte de su tiempo a los pensamientos. De repente, una idea apareció en la mente de Amit: ¡un Beit Jabad! ¿Cómo es que no se me había ocurrido? ¡Me pondré en contacto con la policía local y pedirá localizar el Beit Jabad en Jamaica, para que su gente pueda ayudarme!
Aquí finalmente se ve un punto de inflexión. La policía local se puso en contacto con el rabino Yaakov Raskin, que estaba en Nueva York en ese momento, y se le había prohibido regresar a Jamaica debido al corona. Cuando se enteró del caso no titubeó y activó sus conexiones en Jamaica. Primero, pidió que le proporcionaran alimentos con regularidad al israelí y a su amigo atrapados en el barco.
Mientras tanto, se acercaba Pesaj. Los preocupados padres de Amit intentaron influenciar sobre el embajador de Israel en Jamaica, pero su alcance era demasiado corto para salvarlos. Para ese momento, el estado anímico y mental de Amit y su amigo italiano se deterioraban. Sus padres se dieron cuenta de que tenían que rescatarlos antes de que fuera demasiado tarde. Le rogaron al rabino Raskin que encontrara una solución al problema.
El rabino Raskin comprendió la gravedad de la situación, puso en escena a un conocido abogado y comenzó a emprender acciones legales para persuadir a las autoridades jamaiquinas de que se hicieran cargo de la pareja de marineros. Finalmente, los esfuerzos dieron sus frutos. Se les permitió bajarse del barco e ir a un confinamiento solitario hasta que se cercioren que no portaban el corona virus y podrían llegar a Israel vía Nueva York.
Finalmente, podían respirar aliviados.
Cuando su vuelo aterrizó en Nueva York, Amit decidió salir del aeropuerto y encontrarse con el rabino Raskin, para agradecerle cara a cara por todo su trabajo por él, luego de un mes y medio de permanecer en un bote en medio del mar. Cuando los dos se encontraron, el rabino Raskin sugirió que se pusiera Tefilín en señal de agradecimiento a Di-s por el rescate.
Amit accedió con entusiasmo, e incluso prometió que de ahora en adelante se aseguraría de ponerse los Tefilín todos los días para devolver las gracias al Creador, en sus palabras.
Amit Mandel en el Tzion/Ohel del Rebe |
Amit poniéndose los Tefilin luego de haber sido rescatado |
No hay comentarios:
Publicar un comentario