Cuando el Rebe Rashab estaba en Lubavitch, recibía gente para yejidus tres días a la semana: los domingos, martes y jueves.
Una vez, durante los primeros años de su nesius, un josid se acercó al Rebe Rashab y entre lágrimas le describió su terrible situación, suplicándole al Rebe que le diera una brajá.
"No puedo ayudarte", respondió el Rebe.
Al escuchar estas palabras, el hombre quedó devastado. A pesar de su desafortunada situación, no había caído en la desesperación hasta ahora, ya que tenía plena fe en que el Rebe podría y ciertamente lo ayudaría. Por lo tanto, había hecho el largo viaje a Lubavitch para suplicarle al Rebe una brajá. Pero ahora que el Rebe dijo que no podía ayudar, ¡significaba eso que estaba condenado! El josid salió de la habitación del Rebe y comenzó a llorar desconsoladamente.
El hermano del Rebe, Reb Zalman Aharon, escuchó el llanto y la angustia del hombre. Sin estar al tanto de lo que había sucedido, se acercó para ver si había algo que pudiera hacer para ayudarlo.
Reb Zalman Aharon preguntó gentilmente qué estaba pasando. Aliviado de poder desahogarse, el hombre volcó su corazón. Explicó su terrible situación y su emuná en que el Rebe podría ayudarlo. "Pero ahora", concluyó, "el Rebe dijo que no puede ayudar, ¡así que está todo perdido!" Con eso, estalló en llantos una vez más.
Al escuchar los problemas del hombre, Reb Zalman Aharon se sintió mal por él. Se acercó a su hermano, el Rebe, y se quejó: “¡¿Un yehudi te pide ayuda y lo despides con las manos vacías?! ¡Tiene el corazón roto!"
Poniéndose su gartel, el Rebe respondió: "Dile que vuelva a entrar a yejidus."
Esta vez, cuando entró en la habitación, el Rebe le dio una brajá y de hecho le fue de ayuda.
Cuando nuestro Rebe repitió esta historia, preguntó: "¿Por qué el Rebe Rashab dijo primero que no podía ayudarlo, causándole tanto dolor, cuando vemos que más tarde pudo ayudarlo?"
El Rebe explicó:
“Inicialmente, cuando el individuo entró al yejidus, estaba en un nivel más bajo, y el Rebe de hecho no pudo ayudarlo. Sin embargo, cuando estalló en llantos y le suplicó a Hashem que tuviera misericordia, esa humildad y ese bitul lo elevaron a un nivel más alto, y entonces pudo ser ayudado.”
El Rebe explica allí que esto es similar a la costumbre de no tocar el shofar en Erev Rosh Hashaná. Uno puede preguntarse: es el último día de Elul, y el shofar juega un papel tan integral en los sentimientos / proceso de teshuvá de este mes. Entonces, ¿por qué quitar este recordatorio e inspiración en el último momento?
Una de las explicaciones es que al no tocar el shofar, se nos está diciendo: “Por muy buenas que hayan sido tus acciones a lo largo del mes, es posible que no hayan sido suficientes. No puedes simplemente confiar en la inspiración recibida con el toque del shofar. En lugar de eso, observa más profundamente en tus pensamientos más íntimos y analiza: ¿Realmente te arrepentiste y cambiaste?" Esto mismo despierta en nosotros un sentido más profundo de lo que se espera de nosotros y nos impulsa a un nivel superior (al igual que al escuchar que el Rebe no podría ayudarlo le generó al josid la capacidad de alcanzar un nivel superior).
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