domingo, 2 de agosto de 2020

"Decile que no veo nada" Fascinante historia con el Rebe - Rab Pini Baumgarten

"Dile que no veo nada" 

El Rabino Pinjas Baumgarten cuenta:


Era Av 5733/1973. Estaba estudiando en 770 cuando fui citado a la Secretaría del Rebe por Reb Binyamin Klein, a"h. No tenía idea de por qué, pero por supuesto me apresuré.

Allí encontré a tres personas esperando, que luego supe que eran hermanos. Hablaban frenéticamente con los secretarios en español.
"Por favor, ¡déjenos pasar y verlo!" uno de ellos rogaba. "No me queda mucho tiempo, dijo el médico".
"Está muy enfermo", agregó otro.

El rabino Klein me miró en busca de ayuda. Yo sabía español por los años de mi padre Rab Berel como Sheliaj principal a la Argentina.

Luego de una breve conversación con el rabino Klein, me dirigí a los hombres y les traduje disculpándome en español: "El Rebe no se reúne con nadie en este tiempo, durante los Nueve Días ". Me refería, por supuesto, a los días de duelo por el Beit Hamikdash entre Rosh Jodesh Av y Tisha BeAv.
Los hombres estaban hundidos de desaliento. Traté de distraerlos preguntando dónde estaban parando. Respondieron que habían tomado unas habitaciones en un costoso hotel e incluso habían traído al doctor desde Argentina.

Después de explicarles el protocolo, entendieron que tendrían que esperar unos días hasta después de Tisha B’Av. El Rabino Klein, entendiendo la urgencia, les dio la cita más cercana.

Mientras tanto, me encontraba con ellos e incluso hicimos Farbrenguen juntos.
Antes de su día planeado para Yejidut, la audiencia privada, le sugerí: "Las bendiciones del Rebe son más poderosas si adoptan algún tipo de mitzvá. Quizás puedan pensar en algo, algún tipo de compromiso."
Los hombres hablaron entre ellos y finalmente asintieron.
Ese mismo día compramos tres pares de Tefilin. Todas las mañanas fui a ayudarlos a ponérselos.

Cierto compromiso


El día del Yejidus, le escribí al Rebe todos los detalles que había obtenido acerca de estas personas. El enfermo, junto con su esposa y sus dos hermanos llegaron a 770, donde esperé para entrar con ellos, a pedido de los secretarios, para traducir. Reverentemente entré en la habitación y me quedé parado a la izquierda del Rebe.

El Rebe les pidió que se sentaran. Luego de leer la carta que escribí, el Rebe dijo: "Si desean la recuperación de su hermano, deben comprometerse con el Kashrut."

Lo traduje, pero aparentemente no correctamente. El Rebe me corrigió, diciendo: "Eso no es lo que yo quise decir". Lo intenté de nuevo, y el Rebe asintió con satisfacción.

El Rebe luego se volvió hacia el hombre enfermo. "Muéstrame por favor dónde se encuentra tu enfermedad".

El hombre, que tenía cáncer de piel, se levantó y señaló el área. El Rebe se puso sus anteojos. "Pinie, dile que no veo nada."

Luego, los colmó con bendiciones. Cuando terminó, pidió volver a ver exactamente el mismo lugar.

De nuevo, se puso sus lentes y miró. "Dile que no veo nada."

El grupo se levantó para irse, pero yo no pude moverme. Incluso luego de que hayan salido de la habitación, me quedé petrificado en mi lugar hasta que otro de los secretarios del Rebe, el rabino Leibel Groner, a"h, tuvo literalmente que sacarme.
Al día siguiente, el hombre y su esposa fueron al hospital. Para asombro y sorpresa de los médicos, el tumor había desaparecido. Naturalmente la pareja estaba eufórica; hasta ese momento estaban siendo escrupulosos acerca de cuidar Kosher. Desde Nueva York se fueron a Miami, donde también se mantuvieron estrictos respecto a la Kashrut.

Cierto descuido


Varios meses después, en Kislev 5734, me casé. Esta pareja, muy cercana a mi padre, fue invitada a la boda, pero no asistieron. Decepcionado, le pregunté a mi padre por qué se habían ausentado, pero mi padre no quiso responderme.

Cuando le pregunté nuevamente al día siguiente, me explicó vacilante: “Se fueron de vacaciones a Punta del Este. Desafortunadamente, fueron menos cuidadosos con Kashrut"
Mi padre suspiro. “En muy poco tiempo, el cáncer regresó. El hombre murió una semana más tarde."
Al escuchar esto, fui a consolar a la familia, que casualmente seguía sentada de Shivá, el período de luto de siete días.

En la entrada a su residencia vi, sentado en los escalones, a uno de los hermanos que había conocido anteriormente en Nueva York. Antes de que pudiera decirle una palabra, me dijo con tristeza: "Mira lo que sucede cuando no escuchas a lo que dice el Rebe."





Rab Pini Baumgarten

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