Este jueves Guimel Tamuz se conmemorará el 26° Yom Hilula del Rebe. Nuestros Sabios dicen: "Cuando un Tzadik parte, se encuentra en todos los mundos más aún que durante su vida" - Zohar. Esto está explicado en el Tania, significando: "Incluso en este mundo material, la presencia de un Tzadik se siente con más fuerza después de su fallecimiento que durante su vida."
Historia conmovedora desde Argentina
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Imagen ilustrativa |
Yehuda Landau nació y se crió en la ciudad de Bahía Blanca, una ciudad ubicada al sur de la provincia de Buenos Aires. La comunidad judía allí estaba muy asimilada, y Yehuda recibió muy poca educación judía. El recuerdo judío más fuerte de su juventud fue su Bar Mitzvá. Su madre le dijo que dado que estaba por cumplir trece años, había una antigua costumbre judía de celebrar este día. Entonces, lo llevaron a la sinagoga y le dieron una Aliá a la Torá. Se puso Tefilín por primera vez... que sería también la última por muchos años.
Cuando creció, se sintió agradecido de que su vida progresara favorablemente. Se casó con una joven judía, tenía éxito en los negocios y era presentador de un popular programa de radio. Se sentía feliz y seguro.
En 1988 (5748), Yehuda y su esposa celebraron el nacimiento de mellizos, Zejaria y Najum. Estaban muy felices. Yehuda fue a la sinagoga local para organizarles un brit milá a los mellizos.
En la sinagoga, conoció a un nuevo rabino a quien no había visto antes. Se presentó como un Sheliaj, un emisario del Rebe de Lubavitch. El rabino
Moshe Fridman había llegado a Bahía Blanca hacía unos tres años. Invitó a Yehuda a participar en algunos programas del Beit Jabad. Yehuda se mostró interesado en lo que el rabino tenía para ofrecer.
Cuando asistió a algunas clases que el rabino daba, quedó muy impresionado. Las ideas que transmitía el rabino Fridman eran en realidad la forma en que él y su familia vivían. Pronto se hicieron buenos amigos. A medida que crecía la amistad con el rabino Fridman, Yehuda y su esposa gradualmente comenzaron a observar más mitzvot, pero aún dudaban mucho en volverse totalmente observantes. Cuando se enteraron de que los Fridman solo consumían leche Jalab Israel para su familia, le pidieron al Rabino que les consiguiera también leche Jalab Israel para sus bebés.
"Son bebés judíos, por lo que deberían tener leche judía kosher", dijeron los padres.
Un día notaron que el bebé, Najum, no podía abrir uno de sus ojos. Lo llevaron a los médicos y les dijeron que tenía un "ojo vago". Los médicos probaron varios métodos para solucionar el problema. Cubrieron el ojo bueno, para que el ojo débil se fortaleciera, pero no pareció ayudar. La familia viajó a Buenos Aires para consultar con un especialista. Hicieron una cita para ver a uno de los oftalmólogos más grandes de Buenos Aires. Cuando revisó al bebé, concluyó que lo único que podría funcionar sería operar cuando el niño fuera un poco mayor y más fuerte.
Cuando Najum tenía tres años, le operaron el ojo. Sin embargo, esto tampoco ayudó. El niño se había acostumbrado tanto a usar solo un ojo que el otro permaneció vago y no se recuperó. Al equipo médico le preocupaba que pueda perder la visión del ojo por completo. Yehuda y su esposa estaban muy preocupados y afligidos.
De vez en cuando, el rabino Fridman visitaba su casa. Alrededor de esta época, cuando llegó, trajo consigo una publicación de Jabad en español que se llamaba "La Enseñanza Semanal". Antes de irse, le ofreció un ejemplar a la pareja.
Yehuda miró el folleto y una de las historias le llamó la atención. La leyó de principio a fin.
Y esta es la historia que Yehuda leyó:
Se trataba de un hombre que no había tenido hijos. El rabino de Jabad que lo conocía lo instó a ir a 770 (la sinagoga del Rebe) y pedirle una brajá (bendición) al Rebe. El hombre siempre parecía encontrar una excusa para no ir. Él y su esposa habían estado en los mejores médicos. No podía imaginar que la bendición de un rabino pudiera ayudar. También le incomodaba la idea que el Rebe le pidiera una gran donación.
El rabino de Jabad no se rindió. Siguió instando al hombre a ir con él a 770 para ver al Rebe.
"¿Qué tienes para perder?" le dijo.
Una vez, cuando el hombre estaba en Nueva York por negocios, ¡inesperadamente se encontró con su rabino local en la calle! Ahora no tenía excusa y se dio cuenta de que debía ser la Divina Providencia. Juntos salieron para 770 pero cuando finalmente llegaron, les dijeron que el Rebe no estaba viendo a nadie en ese momento. ¡Qué decepción!
"No te preocupes", le dijo su rabino amigo, "a las 3:15 pm el Rebe reza Minjá. Nos pararemos aquí en el pasillo junto al ascensor y cuando el Rebe salga, podrás pedirle rápidamente una brajá mientras pasa, de camino a su oficina.”
A las 3:40 pm, cuando terminó la Tefiá de Minjá, se abrió la puerta y salió el Rebe. El hombre dio un paso adelante, y de repente toda la decepción y frustración después de tantos años de anhelo por un hijo inundaron su corazón y comenzó a llorar amargamente.
"Rebe", exclamó, "¿De qué vale todo mi dinero si no tengo hijos?"
"¿Te pones Tefilin?" preguntó el Rebe. Ese no era el tipo de pregunta que esperaba.
"No", respondió. "No soy religioso."
El Rebe sonrió y dijo: “Eres un hombre de negocios. Yo también soy un hombre de negocios. Haré un trato contigo. Ponte Tefilín, en los cuales está escrito: "
Enseñarás (estas palabras) a tus hijos", y en el mérito de esta importante mitzvá, Hashem te bendecirá con un hijo."
¡El hombre comenzó a ponerse Tefilín y un año después su esposa tuvo un bebé!
Cuando Yehuda terminó de leer esta historia, se sintió muy conmovido.
Esa misma noche tuvo un sueño increíble. En su sueño, veía al Rebe parado en medio de una habitación, mirándolo con una mirada amable.
"¿Por qué estás tan triste?" le preguntaba el Rebe.
Al principio, Yehuda tuvo miedo al mirarlo al Rebe y no podía responder. Pero luego se sintió muy tranquilo y le dijo al Rebe que era por la salud de su hijo.
El Rebe sonrió cálidamente y preguntó: "¿Tu hijo usa Tzitzit todos los días?"
Él respondió que no.
Entonces el Rebe dijo: "Cómprale Tzitzit para que se los ponga y verás que todo saldrá de la mejor manera."
Yehuda quedó sorprendido. Todavía en su sueño, se preguntaba, ¿cómo podría un Tzitzit ayudar a la condición ocular de su hijo?
Entonces, parecía como que el Rebe respondía su pregunta no formulada.
"Respecto la mitzvá de Tzitzit dice "
y los verás" (Parshat Shlaj, Capítulo 15, versículo 39). Si haces tu parte aquí abajo, Hashem seguramente te ayudará desde Arriba.”
De repente, Yehuda se despertó. Estaba cubierto de un frío sudor y se sentía muy confundido. En ese momento, todavía ni él mismo vestía Tzitzit, y estaba lejos de estar listo para comenzar. Nunca se había dado cuenta (de este dato) que la Torá decía que debías mirar el Tzitzit. No fue sino hasta más tarde que revisó un Sidur (en el párrafo del Shemá) y descubrió que era exactamente tal como el Rebe se lo había dicho.
Estaba confundido. Por supuesto, quería desesperadamente que su hijo estuviera bien, y su sueño parecía muy real. Pero personalmente, todavía no quería usar Tzitzit, entonces, ¿cómo podría ponérselos a su hijo?
Una lucha feroz estaba teniendo lugar en su corazón.
No mucho después de eso, Yehuda tuvo que estar en Buenos Aires por negocios. El primo de su esposa, cuya familia es Jabad, lo invitó para Shabat. En la mesa de Shabat de Gabi y Margalit Setton (que hoy son Shlujim del Rebe en Buenos Aires), Yehuda compartió su sueño extraordinario.
Un bajur (estudiante de Yeshiva), Yosi Benchimol, que también estaba pasando el Shabat en la casa, se volvió hacia Yehuda y le dijo:
"Mira, Yehuda, todo está en tus manos ahora. Las personas pueden soñar con muchas cosas, por muchas razones diferentes. Pero cuando una persona sueña con el Rebe, no es solo su imaginación. El Rebe te dijo cómo puedes ayudar a tu hijo. Si no lo haces, será tu responsabilidad."
Yehuda sabía que tenía razón. Habló con su esposa, y decidieron que comenzaría a usar Tzitzit... solo por un período de prueba... solo en casa... para ver cómo se sentían al respecto.
Y luego sucedió algo asombroso. Tan pronto como los niños vieron a su padre usando Tzitzit, dijeron que también querían Tzitzit. Así que ese fue el final del período de prueba. Compró Tzitzit para los gemelos, y comenzaron a usar Tzitzit todos los días.
Una Mitzvá condujo a otra y en poco tiempo, Yehuda y su familia se convirtieron en una familia jasidishe completamente.
Cuatro meses después de que comenzaron a usar Tzitzit, Yehuda llevó a su hijo al oftalmólogo para una visita de seguimiento. De repente, los médicos salieron apresurados a la sala de examen, por todos lados. Yehuda estaba nervioso. ¿Habrá sucedido algo terrible?
El médico superior salió y le dijo: "Sr. Landau, ¿podría decirme qué pasó con su hijo? ¿Hizo algo que no sabemos? ¿Intentaron algún tipo alternativo de curación?
Yehuda sacudió la cabeza, y se preguntaba a qué se estará refiriendo el médico.
"Nunca había visto algo así", dijo el médico. “Tu hijo ve muy bien. Es como si nunca hubiera tenido un problema. Escucha, he sido el Jefe de este Departamento durante muchos años, pero esto va más allá de todo lo que aprendí o experimenté en la medicina. ¡El problema de su hijo con su visión se ha ido!"
Yehuda rebozaba de alegría al escuchar esta gran buena noticia. Luego le contó al médico sobre su sueño.
"Sr. Landau ”, le dijo el doctor. “Debe ud. saber que su sueño suena totalmente irreal; ¡
Pero es más real de lo que le ha pasado a su hijo! ¡Su condición actual, sano y curado por completo! ¡Es un milagro!"
Cuando los niños cumplieron seis años, la familia se mudó a Buenos Aires para que recibieran una educación judía adecuada y para que la familia estuviera en una comunidad judía más grande. Los niños asistieron a la escuela Jeider de Jabad.
En 1995, Yehuda se sumó a un grupo de Argentina, que estaba haciendo un viaje a 770, a Nueva York. Lo más destacado del viaje fue que serían admitidos en la sala Yejidut del Rebe (donde el Rebe conducía sus audiencias privadas).
Yehuda estaba seguro de que sería esta una experiencia especial, y decidió que diría Tehilim todo el tiempo. Pero apenas entró en la habitación del Rebe, de repente se sintió abrumado por la emoción y no pudo pronunciar una palabra:
Era exactamente la misma habitación que había visto en su sueño... las mismas estanterías, el mismo escritorio, la misma silla.
De repente se puso a llorar. Nadie podía entender lo que estaba sucediendo y él no podía explicarlo.
Cuando las emociones de una persona son demasiado fuertes como para que el corazón pueda soportarlas, es que comienza uno a llorar. Sus lágrimas pueden ser lágrimas de dolor o lágrimas de alegría, lágrimas de amor o lágrimas de gratitud, lágrimas de incredulidad o lágrimas al darse cuenta de la abrumadora verdad. Para Yehuda era todo esto recién mencionado.
Hoy Yehuda y su familia viven en Najlat Har Jabad, en Israel, donde su familia creció, gracias a Di-s.
Hoy, varios de los niños Landau están gracias a Di-s casados, incluyendo Najum y Zejaria, y han formado sus propias hermosas Jasidishe familias. Hace cuatro años, exactamente en Guimel Tamuz, (cuando esta historia se publicó por primera vez), ¡Najum y su esposa celebraron el brit milá de su hijo!
¡Le deseamos a la familia que continúe con simjot en buena salud begashmiut uberujniut!
Un sincero agradecimiento a Yehuda y Reizel por el permiso para compartir su inspiradora historia.
Gracias, Sara Fridman, shlujá dedicada en Bahía Blanca, que continúa dedicándose a la comunidad judía luego del fallecimiento prematuro de su esposo. Los Friedman llegaron a Bahía Blanca en 1985, a un desierto espiritual. Con sumo amor y dedicación, inspiraron a muchas personas y familias a reconectarse con su judaísmo. Cuando la economía en Argentina sufrió una recesión, proporcionaron alimentos y remedios a aquellos cuyos medios de vida se vieron afectados. Esto continúa hasta hoy y aún más. Con la ayuda de algunos de sus hijos, Sara, continúa brindando orientación y asistencia física y espiritual a la comunidad. Para colaborar, ser socio de la Sra. Sara en estos tiempos difíciles, visite
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