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martes, 24 de diciembre de 2019
Maise: La llama que se apagaba
Primera noche de Janucá. Afuera se desataba una tormenta de nieve, pero por dentro reinaba una tranquilidad y calidez. El Rebe, Reb Baruj de Mezhibuz, nieto del Baal Shem Tov, estaba parado frente a la menorá, rodeado por una multitud de sus jasidim. Recitó las brajot con gran devoción, encendió la pequeña vela, colocó el shamash en su lugar designado y comenzó a cantar HaNeiros Halalu. Su rostro irradiaba santidad y alegría; los Jasidim lo miraban fija y fervorosamente.
La llama de la vela ardía fuertemente. El Rebe y sus Jasidim se sentaron cerca y cantaron Maoz Tsur y otras canciones de Janucá. De repente, la vela comenzó a titilar y saltar violentamente, a pesar de que no soplaba ni la más mínima brisa en la casa. Era como si estuviera bailando. O luchando. Y luego, ¡desapareció!
No se apagó, no hubo humo, simplemente ya no estaba allí. Era como si hubiese volado a otro lugar. El Rebe mismo parecía absorto en sus pensamientos. Su gabbai se acercó para volver a encender la mecha, pero el Rebe simplemente lo rechazó.
Hizo un gesto a los jasidim de que continúen cantando. Varias veces, entre melodías, el Rebe habló palabras de la Torá. La noche transcurrió agradablemente, y los Jasidim presente casi que se olvidaron de la vela que desapareció.
Era casi la medianoche cuando el sonido áspero de las ruedas de una carreta rechinando en la nieve y el hielo interrumpió la tranquilidad. La puerta se abrió de golpe y entró un jasid que provenía de un pueblo lejano. Su apariencia era impactante. Su ropa estaba rasgada y sucia, y su rostro estaba hinchado y sangrando. Y, sin embargo, en marcado contraste con su estado físico, sus ojos brillaban y sus facciones brillaban de alegría.
Tomó asiento y, con todos los ojos puestos en él, comenzó a hablar con entusiasmo y emoción. "Esta no es la primera vez que vengo a Mezhibuz por la ruta del bosque, y conozco muy bien el camino. Pero hubo una terrible tormenta de nieve esta semana, que atrasó enormemente mi avance. Empecé a preocuparme de no llegar a tiempo para estar con el Rebe en la primera noche de Janucá. La idea me perturbó tanto que decidí no esperar a que pase la tormenta, sino seguir adelante y viajar día y noche, con la esperanza de poder llegar a tiempo a mi destino."
"Esa fue una idea tonta, debo admitirlo, pero no me di cuenta hasta cuando ya era demasiado tarde. Anoche, me encontré con una banda de bandidos, que estaban muy contentos de encontrarme. Pensaron que si estaba afuera con este clima, por la noche, solo, debía ser un comerciante rico cuyo negocio no podía soportar demora. Exigieron que les entregara todo mi dinero."
“Traté de explicarles, les supliqué, pero se negaron absolutamente a creer que no tenía dinero. Se apoderaron de las riendas de mis caballos y saltaron sobre mi carreta. Se sentaron a cada uno de mis costados para mantenerme bajo estrecha vigilancia, y luego nos llevaron a mí y a mi carreta a encontrarme con su jefe para decidir mi destino."
“Mientras esperaban la llegada de su jefe, me interrogaron con sumo detalle, me hurgaron todo y a la carreta, me golpearon, tratando de descubrir el secreto de dónde tenía escondido mi dinero. No tenía nada que decirles excepto la verdad, y no estaban preparados para aceptarla."
“Después de horas de esta tortura, me ataron y me arrojaron, herido y exhausto, a un sótano oscuro. Estaba sangrando por las heridas que habían infligido, y me dolía todo el cuerpo. Permanecí allí hasta la noche, cuando el líder de la pandilla vino a hablar conmigo.
“Intenté de la mejor manera que pude describirle la gran alegría de estar en presencia de un Rebe, y cómo era tan importante para mí llegar al Rebe al comienzo de la festividad por lo que valía la pena para mí ponerme en peligro, viajando de noche."
“Parece que mis palabras lo impresionaron, o mi persuasión, incluso bajo tortura, lo persuadió. Pero como sea, Baruj Hashem me liberó de las esposas, diciendo:
“Siento que tu fe en Di-s es fuerte y tu deseo de estar con tu Rebe es genuino e intenso. Ahora veremos si esa es la verdad. Voy a dejarte ir, pero debes saber que el camino es extremadamente peligroso. Incluso las personas más resistentes nunca se aventuran solo en el corazón del bosque, solo en grupos, y ni que hablar en una tormenta y de noche. Puedes irte y probar suerte. Y te digo que si atraviesas el bosque y las otras terribles condiciones de forma segura, ileso por las feroces bestias salvajes o cualquier otra cosa, entonces disolveré mi pandilla y enmendaré mi conducta."
“Si realmente llegas a las afueras de la ciudad, arroja tu pañuelo a la zanja al lado de la carretera, detrás del cartel allí. Uno de mis hombres estará esperando, y así es como sabré que lo lograste.
“Luego me aterroricé nuevamente. Las penurias que ya había soportado estaban grabadas en mi alma, y ahora me esperaban aún más pesadillas espantosas. Pero cuando pensé en lo maravilloso que es estar con el Rebe a la luz de la Menorá, sacudí todas mis aprensiones y decidí no demorarme ni por un instante. Mi caballo y mi carreta me fueron devueltos y me puse en camino."
“Había una oscuridad total por todas partes. Podía escuchar los gritos de los animales del bosque, y sonaban cerca. Temía terminar rodeado por una manada de crueles lobos."
“Me agaché sobre el cuello de mi caballo y lo estimulé. Se negaba a moverse en aquella oscuridad total. Lo azoté. No se movió."
“No tenía idea qué hacer. En ese momento, una pequeña luz parpadeó frente al carruaje. El caballo dio un paso ansioso hacia ella. La luz avanzó. El caballo la siguió. A lo largo del camino, los animales salvajes huyeron de nosotros, como si la pequeña llama danzante los estuviera alejando.
“Seguimos a esa llama hasta aquí. Cumplí mi parte del trato y tiré mi pañuelo en el lugar designado. ¿Quién sabe? Tal vez aquellos bandidos crueles cambien sus sendas, todo en el mérito de esa pequeña luz."
Fue solo entonces que los Jasidim se percataron que la luz de la vela de Januca del Rebe había regresado. Allí estaba, ardiendo en la elaborada Menorá, con su llama fuerte y pura como si acabara de encenderse.
***
Nota biográfica: El Rab Baruj nació en 1753 en Mezhibuz, la ciudad donde su ilustre abuelo, Rabi Israel Baal Shem Tov, dirigió el movimiento jasídico que fundó. Rab Baruj era hijo de la hija del Baal Shem Tov, Adel, y su esposo, el Rab Yejiel Ashkenazi. Fue uno de los Rebe más importantes en la generación de los discípulos del Maguid de Mezritch y tenía miles de jasidim.
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