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domingo, 29 de diciembre de 2019

De fracaso a salvación


"¡Hey, muchachos! Súmense a nosotros para una Seudat Shabat. Tenemos un buen cholent y también buena bebida. No se lo pierdan!", exclamó el Bajur Yeshivá Yosi Brisky a los empleados.

Esto sucedió un Shabat Teshubá, 5758 (1997). Yossi Brisky había venido a Agora-Hills, California con algunos de sus amigos, para ayudar con las actividades durante los Jaguim en el Beit Jabad de su tío, el rabino Moshe Brisky. Mientras estaba con su comunidad sentados para una comida de Shabat, notó el camión que se había detenido en la casa del vecino.

En el camión había una inscripción en inglés: "Empresa de mudanzas de los jóvenes judíos". Yossi se acercó e inmediatamente reconoció que el conductor y el equipo de cargadores eran israelíes.

Los jóvenes (empleados) dudaron. Quien los contrató debía llegar en cualquier momento. Pero después de insistir un par de veces más, accedieron y entraron.

Efectivamente, unos minutos después, un vehículo se detuvo junto a la casa y de allí salió el contratista de la mudanza. Yossi salió a hablar con él, con la esperanza de permitirle al equipo de trabajadores que se sentaran a una comida de Shabat. Durante la conversación le preguntó si era judío.

"¡En realidad, sí, lo soy!", Respondió el hombre. Una niña pequeña salió luego del vehículo. "Mi nombre es Jacob", agregó, "y esta es mi hija Megan. Sé lo que es una sinagoga. Dirijo el coro en el Templo Reformista en el pueblo cercano, Simi Valley. Bueno, ¿qué quieres?"

"Contarte acerca de nuestra comunidad aquí", respondió Yossi. "Entiendo que eres nuevo en el barrio. ¡Ven a conocer a los miembros de la comunidad que se están reuniendo para una increíble Seudá de Shabat!"

Jacob y su hija fueron recibidos calurosamente y se quedaron allí, junto con el equipo de la mudanza...

Luego de aquel cálido primer encuentro, Jacob se convirtió en parte de la comunidad. Pasaron unos meses. Un Shabat, el rabino Brisky pronunció un sermón sobre las dificultades y desafíos de la vida y el atravesarlos. Se dio cuenta de que Jacob se frotaba la cara con las manos, tratando de aguantar y ocultar sus lágrimas.

Al final de la Drashá, el rabino se le acercó y le puso una mano cálida sobre el hombro. Ahora el cuerpo del hombre estaba temblando de emoción. Cuando se calmó por un momento le dijo: "Tus palabras han tocado una tristeza muy profunda en mi alma."

Jacob se abrió y le contó: "Hace dos años perdí a dos de mis tres hijos en un grave accidente automovilístico. Aquella tragedia destruyó la paz de nuestra vida. Me hundí en una profunda depresión. Nuestro matrimonio se derrumbó y me divorcié de mi esposa. Día tras día iba creciendo la depresión y desilusión que llenaba todo mi ser, hasta que decidí ponerle un fin a mi vida...

"La única en mi mundo era mi hija, Megan. Decidí darle una buena experiencia de despedida: iremos juntos a ver una película y, después de llevarla de vuelta a su madre, llevaré a cabo mi plan."

"Esa noche, fui con Megan al centro comercial Mountain Gate Plaza. Al llegar, escuché música alegre. Me di cuenta de inmediato que era música judía. Me acerqué y noté una Janukiá enorme y a su alrededor un grupo de Jasidim bailando con los presentes y transeúntes. Estoy aún observando la escena cuando me empuja uno de los muchachos adentro de los bailes, me colocan enseguida una Kipá y me encuentro en una situación totalmente perpleja, mi mente pensando en un suicidio mientras mi cuerpo bailando y saltando.

"Miré a mi hija y vi la gran sonrisa en su rostro. Ella disfrutó tanto viéndome bailar. En ese momento sentí que no podía hacerle esto a ella. Dije en mi corazón, "Di-s, me retracto. Dame más momentos de alegría, si no por mí, por lo menos por Megan."

"Decidí mudarme a Agora-Hills, y el día que me mudé a mi departamento aquí, recibí otra señal de Di-s, cuando aparece tu sobrino, quien me invitó a entrar al Beit Jabad."

Jacob terminó su historia. Sus ojos todavía estaban bajos. "¿Ahora entiendes por qué tu sermón me inundó con tales sentimientos?", añadió en voz baja.

Cuando levantó la vista para ver al rabino Brisky, se sorprendió al descubrir que los ojos del rabino estaban todo lagrimosos. "¿Está todo bien, Rabino?", Jacob se asustó.

"Ahora te contaré el otro lado de la historia", dijo el rabino con suma emoción.

"Unos días antes de ese Januca, el año pasado, estaba sentado en un Farbrenguen y tomé la decisión de agregar más luz, en una ciudad cercana. Llamé al servicio informativo de Simi Valley City, la ciudad vecina y pregunté por el número de teléfono del centro comercial allí. La agente en línea me preguntó qué centro comercial estaba buscando exactamente. Literalmente, no sabía qué responderle... Entonces ella preguntó: "¿Te refieres a Mountain Gate Plaza?" "Respondí enseguida que sí. Calculé que era el centro comercial más grande de la ciudad.

"Organicé actividades, preparamos Sufganiot, música, equipo de amplificación y parlantes y, por supuesto, una gran Janukiá. Coordiné con la gerencia local y me sorprendió cuando me preguntaron repetidamente: '¿Estás seguro de que quieres hacer un evento aquí?'" No entendía el asombro.

"Cuando llegamos al lugar aquel Januca, todo se me oscureció . Resultó que ese centro comercial estaba en bancarrota. No tenía un local activo, excepto la sala de cine. Estaba muy decepcionado. Sin otra opción, erigimos la Janukiá enfrente al cine, no nos iríamos con las manos vacías. Varias decenas de personas se sumaron y participaron del encendido y la alegría, bastante asombrados de que hayamos escogido tal ubicación para semejante evento. Volví a casa con un sentimiento de fracaso.

"Pero hoy", se quebró la voz del rabino Brisky cuando dijo lo siguiente, "entiendo que la Providencia Divina nos ha enviado especialmente a ti, para salvar una Neshamá y una familia de Am Israel. ¿Acaso puede haber un éxito mayor que eso?"


(Gracias al Rabino Moshe Brisky. Sijat Hashabua Miketz 5780)

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