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viernes, 25 de octubre de 2019

Carta Semanal del Rebe: El propósito del hombre


La primera Parashá de la Torá, Bereshit, describe la creación del mundo y todo lo que contiene en sí, y sienta las bases para el propósito de la creación: el HOMBRE. En la carta de esta semana, el Rebe explica clara y simplemente cuál es este propósito, para qué fue creado el hombre, cumpliendo así el propósito y el destino de toda la creación. 

La carta, escrita originalmente en inglés, proviene de los archivos del fiel secretario del Rebe, el Rabino Nisan Mindel.


Con la ayuda de Di-s
25 Elul, 5719
Brooklyn, Nueva York.
Saludo y Bendición:
...Cuando Adam fue creado, el Creador inmediatamente le informó acerca de sus poderes y le dijo cuál sería su propósito en la vida:
Llenar la tierra y conquistarla; tener dominio sobre los peces del mar y sobre las aves del aire y sobre todos los seres vivos que se mueven sobre la tierra. (Génesis 1:28).
Al hombre le fue otorgado el poder de conquistar el mundo entero y dominarlo, en tierra, en el mar y en el aire, y se le ordenó que lo hiciera; esta era su tarea.
¿Cómo se logra esta conquista mundial y cuál es el propósito y el verdadero significado de la misma? 
Esto es lo que nuestros Sabios nos dicen y nos enseñan al respecto:
Cuando Di-s creó a Adam, su alma -su imagen Divina- impregnaba e irradiaba todo su ser, en virtud de lo cual se convirtió en el gobernante de toda la Creación. Todas las criaturas se congregaron para servirlo y coronarlo como su creador. Pero Adam, señalándoles su error, les dijo: "¡Vamos todos a adorar a Di-s, nuestro Hacedor!"
La conquista mundial que se le dio al hombre como tarea y misión en la vida, es elevar a toda la Naturaleza, incluidas las bestias y los animales, al servicio de la verdadera humanidad, una humanidad impregnada e iluminada por la Imagen Divina, por el alma que es Verdaderamente una parte de Di-s Supremo, para que toda la Creación se dé cuenta de que Di-s es nuestro Creador.
Huelga decir que antes de que el hombre se proponga conquistar el mundo, primero debe conquistarse a sí mismo, mediante la subyugación de lo terrenal y lo bestial en su propia naturaleza. Esto se logra a través de acciones que sean estrictamente acordes con las directivas de la Torá, la Ley de Vida, la guía práctica en la vida cotidiana, para que lo material se impregne e ilumine con la luz del Único Di-s, nuestro Di-s.
Di-s creó a un hombre y en esta única persona en la tierra impuso el deber y la tarea mencionados. Aquí yace la profunda pero clara directiva, a saber, que un hombre -cada una de las personas- es potencialmente capaz de conquistar el mundo.
Si una persona no cumple con su tarea y no utiliza sus inestimables poderes divinos, no se trata simplemente de una pérdida y un fracaso personales, sino de algo que afecta el destino del mundo entero.
Con bendición, 
M. Shneersohn

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