A veces, durante sus viajes de negocios, Reb Binyomin le indicaba al chofer de la carreta que lo llevara a su próximo destino una o dos horas antes del amanecer. De esta forma, podrían llegar antes del amanecer y él podría rezar con un minian. Sin embargo, sucedió una vez que hubo un retraso en el camino, y poco antes del amanecer, Reb Binyomin se dio cuenta de que llegaría a su destino después de que el minian ya haya comenzado a rezar. Al darse cuenta de que no podría hacer Shajaris ese día con un minian, Reb Binyomin decidió ponerse su Talis y Tefilin tan pronto como fuera posible hacerlo y hacer Davenen a la hora adecuada.
Una vez que comenzó a hacer Davenen, decidió aprovechar la soledad y el largo viaje y emplear el tiempo para hacer un Davenen más reflexivo e intenso, como un Yehudi debe hacer Davenen. Aunque siempre rezaba lentamente y se extendía, ese día meditó mucho más acerca del significado de las palabras y le tomó más tiempo.
Cuando concluyó el Shemá y estaba a punto de comenzar Shemone Esre, la carreta seguía moviéndose. Si hubiera mirado por la ventana, se habría dado cuenta de que habían salido del bosque y estaban a punto de llegar a su destino. Sin embargo, al ser que estaba en medio de su Davenen, los pensamientos de Reb Binyomin estaban solo en su rezo, y no en sus alrededores, y se paró para recitar el Shemone Esre. Como el vagón se balanceaba de lado a lado y temía que perder el equilibrio pudiera afectar su concentración, Reb Binyomin se agarró de los dos rieles que estaban conectados al techo del vagón y comenzó el Davenen.
Unos minutos más tarde, el conductor de la carreta detuvo el carro en medio del mercado y fue a informarle a Reb Binyomin que habían llegado antes de que abriera el mercado. Al ver que Reb Binyomin estaba en medio del Shemone Esre, el chofer de la carreta no quiso interrumpirlo, por lo que decidió desatar los caballos y llevarlos al establo de la posada donde se alojarían. Pensó que apenas finalice su Davenen, se ocuparía de sus negocios de inmediato.
Poco después de que el conductor se fue con los caballos, el minian concluyó Shajaris y la gente del pueblo salieron del Shul y fueron a sus puestos en el mercado. Notaron allí la carreta sin caballos en medio del mercado y tenían curiosidad por saber por qué estaba allí, así que miraron dentro. Lo que vieron les era extraño a ellos que muchos se echaron a reír y ridiculizar. Había un hombre parado en la carreta con su Talis y Tefilin, aferrándose a los dos barrotes y ajeno a todo lo que estaba sucediendo. Estaba tan absorto en su Davenen que ni siquiera parecía escuchar lo que se decía a su alrededor.
Unos minutos más tarde, Reb Zalman Zezmer también salió del shul y pasó por el mercado en su camino a casa. Vio a la gran multitud parada alrededor, señalando el carruaje y hablando animadamente, así que se acercó para ver de qué se trataba la conmoción. A medida que se acercaba, Reb Zalman notó cómo la gente miraba la posición de Reb Binyomin, como si se tratara de lo más extraño y divertido que pudiera ocurrir.
¿Quién ha visto una persona así, sujetándose a dos barrotes y parada sola en una carreta, en medio del mercado, como si nada más existiera? ¡Debería hacer Davenen en el Shul, como todos los demás! Sus risas y burlas demostraban que ni se imaginaban que tal vez esta persona había comenzado a rezar mucho antes de llegar al mercado.
Reb Zalman también comenzó a observar el fenómeno, que era algo totalmente fuera de lo normal; sin embargo, su asombro vino desde una perspectiva de máxima admiración e inspiración. ¿Quién alguna vez vio a una persona tan absorta e inmersa en su Davenen a la medida tal que no exista nada más? ¡Lo único que existe es Aquel a quien está volcando su corazón en Tefilá! Este era un logro que nunca había observado, ni había creído posible. ¡No solo era algo para admirar, sino que sentía una cierta envidia, especialmente dado que la persona pudiera mantener ese nivel de concentración incluso en el tumulto de un mercado ocupado!
Después de unos minutos, los otros espectadores continuaron su camino hacia sus puestos y su trabajo, mientras que Reb Zalman esperó pacientemente hasta que este recién llegado concluyera su Davenen. Tomó mucho tiempo, lo que sólo hizo crecer la admiración de Reb Zalman; pero, finalmente, el hombre se quitó los Tefilín y comenzó a quitarse el Talis.
En ese momento, Reb Zalman se le acercó y, después de darle el usual "Sholom Aleijem", le preguntó con admiración: "¿Dónde aprende uno a rezar así? ¿Cómo puede uno hacer un Davenen al punto tal de estar ajeno a todo lo que lo rodea?
Sintiendo la sinceridad en la voz de Reb Zalman, Reb Binyomin le respondió: "Yunguerman, yunguerman, para aprender eso, uno debe ir a Liozna". Luego pasó a explicarle ciertos conceptos de avodat hatefilá (de qué se trata el Davenen).
Escuchar estos conceptos le abrió un mundo completamente nuevo a Reb Zalman, y su sed de experimentarlos era realmente fuerte. Reb Zalman luego le informó a su esposa y a su rico suegro que deseaba estudiar en otra ciudad y que se iría por un tiempo determinado. Como en aquellos días era bastante común que un erudito recién casado continuara y avanzara sus estudios en otra ciudad, le dieron su permiso de inmediato. Llegó a Liozna, y luego de un tiempo se convirtió en uno de los estudiantes y jasidim más destacados del Alter Rebe.
Reshimos Devorim p. 235 (Adaptado por R' Sh. D. Avtzon)
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