lunes, 6 de agosto de 2018

Extraordinaria historia desvela la profunda relación del Rebe con su padre, R' Leivi Itzjok

Los Pani'm con nombres y pedidos de cientos y miles de personas de todo el mundo, este último 20 de Av (5778) en el Tzion de Rab Leivi Itzjok


El 20 de Menajem Av fue el yortzait del padre del Rebe, HaRav Levi Itzjak Schneerson, זצ''ל. Recientemente, me llegó esta extraordinaria historia sobre un Josid llamado Reb Yosef Nimotin, que vivía en Alma-Ata, la capital de Kazakistán, y se hizo cargo de Reb Levi Itzjak en el último año de su vida.

Después de cinco años de duro exilio en una aldea primitiva, Reb Leivik finalmente fue autorizado a mudarse a Alma-Ata, donde podría recibir atención médica. Estaba muy débil y enfermo. Reb Yosef se convirtió en su asistente personal hasta su fallecimiento en 1944.

Después de que Reb Yosef sepultó al padre del Rebe, dedicó su atención a cubrir las necesidades de la Rebetzin Jana, la madre del Rebe, hasta que ella recibió el permiso para abandonar la Unión Soviética en 1947.
Una vez que la escoltó hasta el tren, Reb Yosef sintió que su shlijus en Alma-Ata había terminado y comenzó a soñar con irse. Solicitó una visa, pero fue rechazada.
En 1967, a muchos judíos se les permitió repentinamente abandonar Rusia. Reb Yosef inmediatamente solicitó una visa de salida. Una vez más, le fue rechazada. Él volvió a solicitarla y fue rechazado nuevamente. Se convirtió en un refusnik. Uno puede preguntarse qué le importaba al gobierno soviético que un viejo judío con su pequeña familia salgan del país, pero así es como la KGB jugaba con las vidas de las personas. Dejaban que algunas personas se vayan, mientras que otros se quedan. Expulsaron a algunos disidentes políticos, mientras encarcelaron a otros o simplemente los mantuvieron bajo control. No había lógica o explicación. Era otra forma de ejercer su poder, otra forma de aterrorizar a las personas. Nadie sabía qué suponer.
Y así, todos los años, Reb Yosef solicitaba una visa de salida y cada año su solicitud era denegada. Incluso cuando la emigración judía de la Unión Soviética alcanzó su apogeo en 1979, todavía se le negó.

A lo largo de los años, Reb Yosef se ocupó de la tumba de Rab Leivi Itzjak. Él la visitaba, limpiaba las malas hierbas, y se sentaba allí recitando Tehilim, a menudo preguntándose con tristeza por qué el Rebe, el hijo de Rab Levi Itzjak, nunca vino a visitarlo. Pero guardaba su tristeza para sí mismo.

Pasaron los años y Reb Yosef se sintió cada vez más frustrado y descorazonado por su situación. Se sentía atrapado en Alma-Ata. Una mañana de 1982, abrió su correo y encontró un sobre oficial de OVIR, el departamento de visas de la KGB. Por desgracia, era otro rechazo.
Sintiéndose amargamente decepcionado y abatido, se fue directamente a la tumba de Rab Leivi Itzjak, donde lloró y lloró. Volcó su corazón hacia su querido maestro, suplicando una bendición para salir de este país parecido a una prisión. Antes de considerar bien lo que estaba diciendo, prometió: "Tatenyu mit Rebenyu (querido padre del Rebe), si me ayudas a salir de este país, me dirigiré a tu hijo y le preguntaré por qué nunca visita tu tumba!".

Reb Yosef nunca había expresado o pronunciado estos pensamientos antes, y cuando se dio cuenta de lo que había dicho, se asustó, porque la verdad era que incluso si pudiera lograrlo, nunca sería tan irrespetuoso como para hacerle semejante pregunta al Rebe. Lloró un poco más, dijo algunos Tehilim y comenzó a caminar hacia su casa. Pero mientras se acercaba a las puertas del cementerio, alguien lo llamó por su nombre. "¡Reb Yosef! Reb Yosef!"
Dándose vuelta, vio a un hombre corriendo detrás de él. Se detuvo y el hombre lo alcanzó y lo abrazó. "Reb Yosef, ¿no me reconoces? Solíamos ser vecinos! Solías venir a nuestra casa todas las mañanas para llevar a mi padre ciego al Shul! ¿No me reconoces?
De hecho, durante los años en que Reb Yosef asistió al Rab Leivi Itzjak, vivía al lado de un anciano y ciego josid. Todas las mañanas, Reb Yosef acompañaba a este vecino hasta y desde el Shul para que pudiera rezar con un minian. Cuando el ciego josid murió, fue enterrado en el mismo cementerio que el Rab Leivi Itzjak.
"Eras un niño joven en aquel entonces", le dijo Reb Yosef en voz baja, sintiéndose un poco avergonzado. "Ahora mírate ... ¡No te he visto en más de veinte años!"
La cara de Reb Yosef todavía estaba húmeda por las lágrimas y el joven lo notó. "¿Qué te está molestando?", le preguntó. "¿Por qué has estado llorando?"
Reb Yosef le explicó su desesperado deseo de abandonar la Rusia soviética y las numerosas cartas de rechazo que había recibido a lo largo de los años.
"¡No te preocupes!", exclamó el joven. "Trabajo para el gobierno ahora; Sé a quién sobornar. Tráeme 4.000 rublos mañana y yo me encargaré de ti. Ayudaste a mi padre y ahora es mi turno de ayudarte".
Desconcertado, Reb Yosef permaneció inmóvil e intentó ordenar sus pensamientos. Habían pasado menos de cinco minutos desde que había derramado su corazón a Rabi Levi Itzjak, ¡y ya había llegado la promesa de la salvación! ¿Podría este finalmente ser el milagro que había estado esperando?
A pesar de que 4.000 rublos era una suma muy grande, Reb Yosef logró juntarla y a la mañana siguiente se la llevó al joven. El hombre cumplió su palabra, sobornó a las personas indicadas y, una semana más tarde, la familia Nemotin recibió el permiso para abandonar el país.

Al llegar a los Estados Unidos, la familia se estableció en el barrio de Crown Heights de Brooklyn. Reb Yosef había logrado sacar algunos de los manuscritos del Rab Leivi Itzjak de Rusia, y ahora los trajo a 770, y se los dio a los secretarios del Rebe para que se los entregasen al Rebe. También pidió programar un yejidus, una audiencia privada con el Rebe.

El día del yejidus, el Rebe fue a orar ante la tumba de su suegro, el Rebe anterior, el rabino Yosef Itzjak Schneersohn. Reb Yosef esperó pacientemente su regreso.
Finalmente fue conducido a la oficina del Rebe. Tal como Reb Yosef lo recuerda, el Rebe estaba de pie, lo cual era bastante inusual para una audiencia privada. El Rebe saludó a Reb Yosef con entusiasmo, dándole las gracias por todo lo que había hecho por sus padres y por los manuscritos.
Reb Yosef le preguntó si tal vez podría guardarse una de las páginas de los manuscritos de Rab Leivi Itzjak como un recuerdo. El Rebe le agradeció nuevamente por traer los manuscritos, pero explicó que ahora no podría separarse de ellos.

Cuando la audiencia terminó, Reb Yosef comenzó a retroceder hacia fuera de la habitación. Mientras se acercaba a la puerta, todavía de cara al Rebe (como es costumbre), la cara del Rebe se puso muy seria. El Rebe miró a Reb Yosef directamente a los ojos con su penetrante mirada y le dijo: "Reb Yosef, ¡te estás olvidando de hacerme la pregunta que le prometiste a mi padre que harías!"

Reb Yosef se desmayó. Él ya tenía su respuesta.

Esta historia poco conocida fue registrada por el Dr. Alexander Poltorak, quien la escuchó directamente de Reb Yosef unos años antes de que falleciera. Fue publicada luego en Chabad.org.

[Hace algunas noches, en el yortzait de Reb Leivik, se mencionó que cuando Rusia se abrió por primera vez en la década de 1990, algunos estudiantes de yeshiva fueron a visitar las tumbas de los Rebbim, y también fueron a lo de Reb Levik. Se encontraron con el cuidador del cementerio y le mostraron una foto del Rebe, y le preguntaron si sabía quién era. "Claro", respondió. "Viene aquí a visitarlo de vez en cuando".]

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