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jueves, 21 de junio de 2018

Mamtak LeShabat Jukat




Oren conducía su auto a altas horas de la noche, camino a casa, en la mitad del viaje notó un Mercedes de lujo, frenado a un costado de la carretera con las luces intermitentes. Se detuvo y vio a una anciana sentada en el auto que se veía desesperada, se acercó a ella y le preguntó cuál era el problema. Ella le explicó que tenía una rueda pinchada y no sabe cómo cambiar un neumático. Oren le dijo que espere, enseguida quitó la rueda de auxilio, se acostó en el piso y le cambió la rueda. La señora estaba muy emocionada por el gesto y le preguntó cuánto le debe. Ella accedió a darle el monto que pida, pero Oren sonrió y le dijo: "Estoy feliz de haber podido ayudar y no me debe nada. A mi también me ayudaron muchas personas en mi vida, y si lo desea, continúe también usted ayudando al necesitado; así, vamos a seguir una cadena de bondad en el mundo".

Oren volvió al auto y condujo hacia su casa, la anciana continuó su camino y se detuvo en una cafetería, a tomar algo caliente y relajarse, la camarera la recibió con una sonrisa y le acercó lo que había ordenado. La anciana notó que la camarera estaba embarazada (y ya un embarazo avanzado) y dedujo que si trabaja de noche en esa situación aparentemente su situación económica no era la mejor. Terminó su taza y le pagó a la camarera con un billete de cien dólares; la camarera regresó con el cambio y vio que la señora anciana ya no estaba allí y sobre la mesa en la que estaba sentada, había algo escrito en la servilleta, tomó la servilleta y leyó el mensaje con lágrimas: "Querida camarera, estoy feliz de continuar la cadena de bondad en el mundo, que te sea leve y fácil"; bajo la servilleta había otros cuatro billetes más de cien dólares.

La camarera regresó a su casa y despertó a su marido, "¡Oren, recibimos un regalo para el nacimiento y ahora no tendré que trabajar horas extras por la noche!"

*

En la Parashá de esta semana leemos sobre la Mitzva de la vaca roja. La vaca era quemada y se mezclaban las cenizas con agua pura; un hombre que había tocado un muerto se convertía en impuro durante siete días; en el tercer día y en el séptimo día rociaban sobre él las aguas (con las cenizas de la vaca) y así se purificaba. Lo que es interesante es que el Cohen que salpicaba las aguas él mismo se convertía en impuro. Si pensamos lógicamente, el Kohen podría decir: ¿por qué debo quedarme impuro sólo con tal de purificar a otro? Viene la Torá y nos enseña que la Mitzva de Ahabat Israel me exige que con tal de purificar al prójimo, debo ceder, dar un poco de mí mismo y solo así me conectaré más a Hakadosh Baruj Hu.

También en la pureza espiritual cuando hay una persona que necesita ayuda espiritual a veces puede pasar un pensamiento por nuestra mente, ¿porque debo renunciar a mi propia ascensión espiritual en aras de otro? pero resulta que la acción de uno por los demás es la espiritualidad más elevada de todas y por eso, incluso cuando parece que estoy cediendo (a mi propio beneficio y elevación), en realidad es la correcta elevación.

Yehi Ratzón que siempre podamos ayudar a los demás y en el mérito del Ahabat Israel tendremos la llegada del Mashiaj pronto realmente.

Shabat Shalom!
R' Nejemia Vilhelm
Beit Jabad Bangkok, Tailandia

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