lunes, 14 de mayo de 2018

Un milagro en el río

"¡Ey! ¡Esperen!" se oyó la exclamación en el espacio abierto.

Un residente del asentamiento de Neve Daniel en Gush Etzion, y el invitado que caminaba junto a él detuvieron su marcha por el camino que conducía al río Ein al-Kasis, cerca del asentamiento.

Era un viernes rutinario, 27 de Sivan, 5766. Los jóvenes querían sumergirse (hacer Tebilá) en las aguas del manantial, como solían hacerlo varios cada viernes por la tarde. Ante la llamada, se detuvieron y dieron media vuelta. Vieron a Moshe BenJamu, su vecino, venía hacia ellos desde la distancia. "Vamos, regresamos al asentamiento", dijo Moshe. "Abrieron la nueva mikve!".

El residente y su invitado dieron media vuelta y se unieron a Ben-Jamu. Ninguno de ellos imaginó que sus vidas acababan de salvarse.


La historia comienza con R' Alexander Luketsky (Z"l), un Jasid Lubavitch, residente de Neve Daniel, quien pasó la mayor parte de su vida en la Unión Soviética Comunista. Alexander falleció recientemente, este último Shabat (Parshat Emor) a causa de un paro cardíaco, y la gente del Ishuv quisieron revelar su parte y mérito en esta maravillosa historia.

Alexander, o 'Sasha' como lo conocían, nació en Moscú en 1948. Sus padres ya habían crecido bajo la sombra del régimen comunista, que logró arrancar casi toda huella de la vida judía, pero los remanentes de la herencia judía los recibió de su abuelo, que ocasionalmente lo llevaba a la sinagoga de Jabad, "Marina Rotsha' que luego sería rescatada para convertirse en un magnífico centro judío. Allí Sasha aprendió a reconocer su judaísmo. Este conocimiento lo impregnó y con los años daría forma a su personalidad.

Sirvió en el Ejército Rojo, estudió en la universidad y allí conoció a su futura esposa. Ambos gradualmente comenzaron a acercarse a sus fuentes y comenzaron a solicitar la inmigración a Israel, pero fueron rechazados. Durante aproximadamente diez años fueron rechazados.

En aquel tiempo, la pareja se unió a las actividades clandestinas de los jasidim de Jabad con el fin de inculcar el judaísmo bajo las narices de la policía secreta, y Sasha se convirtió en el Gabai del Shul Marina Rotsha, e incluso logró contactarse con el Rebe de Lubavitch en Nueva York y mantener una comunicación. Bajo instrucción del Rebe construyó una mikve dentro de la sinagoga, para disgusto de las autoridades del gobierno, que hicieron cerrar la mikve, pero Sasha que estaba hecho de hierro volvió a abrirla.

Incluso cuando finalmente emigró a Israel a fines de la década de 1980, no descansó, y continuó con un trabajo incesante en Neve Daniel, donde eligió vivir. Entre otras cosas, se propuso la construcción de una Mikve para hombres en el Ishub (asentamiento).

El asentamiento aún era joven. Sin embargo, Sasha comenzó a presionar al comité comunitario, y especialmente al presidente Aharoni Noiboer, para que estableciera una mikve que sirviera a los residentes que tenían que descender hasta el oculto manantial para sumergirse.

La determinación de Sasha lo arrastró también a Noiboer. Se unió al proyecto con todo su entusiasmo. En la primera etapa, obtuvieron presupuestos para la construcción. Luego vinieron los planes. Los trabajadores comenzaron con la obra.

Fue un proceso largo y arduo, que duró muchos meses. Finalmente, un jueves, el edificio estaba casi perfecto, con electricidad, agua y muebles. Sasha y Noiboer veían entusiasmados el sueño hecho realidad y se dijeron el uno al otro: "Vamos, vayamos al rabino".

Se dirigieron a la casa del rabino Matania Ben Shajar, el rabino del asentamiento (hasta hoy en día), y pidieron su consentimiento para inaugurar la mikve ese mismo viernes. El rabino vaciló: todavía no se habían instalado los rieles de seguridad, y había otras extensiones que aún no se habían hecho, pero Sasha presionó y no aflojó. "Traeremos al contratista y él trabajará continuamente, hasta que la Mikvah quede completa", prometió al rabino. Se miraron el uno al otro y se dieron cuenta de que tendrían que dar vuelta mundos para terminar en las pocas horas todo lo que necesitaban.

El contratista fue llamado, y la baranda de seguridad fue instalada. El lugar fue limpiado y pulido, y ese viernes se envió un aviso al público sobre la gran inauguración. Había gran alegría en la comunidad. Un gran grupo de residentes, entre ellos Sofrim Stam y otros, que iban regularmente al río, agradecieron a todos los involucrados en el trabajo por su logro especial.

Eran la una del mediodía. Las preparaciones para Shabat estaban en pleno apogeo. De repente, una fuerte explosión sacudió la paz del asentamiento.

Las fuerzas de seguridad fueron llamadas al área. El humo de la explosión los llevó a los bosques montañosos y rocosos, no muy lejos, a solo doscientos metros del camino de entrada.

En poco tiempo, la magnitud del milagro fue clara: terroristas colocaron una bomba junto al río Ein al-Kasis. La carga estaba destinada a explotar justo cuando los residentes solían venir. Pero nadie estaba en el manantial en ese momento. Todo gracias a la terquedad de Sasha Luketsky.

Una gran alegría estalló en el Ishuv al oír del gran milagro, y este día quedó grabado en la memoria del Ishuv hasta hoy, e incluso hay una iniciativa para marcarlo como un "día milagroso" todos los años.

"Fue el milagro de Sasha", dice Aharoni Noiboer, "un milagro de determinación y Mesirut Nefesh. Aprendí de esto una lección para la vida: cuando te encuentras en una encrucijada de dar y ser responsable, debes continuar, esto salva vidas. Esto fue lo que me impulsó para moverme en el desarrollo de Gush Etzion. Así era él: un hombre formado de Emuná, que nada podía moverlo de su objetivo. Que sean estas palabras Leilui Nishmató".

(Relatado por Aharon Noiboer, para 'Sijat Hashabua')





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